Zea Díaz, Francisco Antonio (1766-1822).


Intelectual colombiano, nacido en Villa de la Candelaria de Medellín, Provincia de Antioquia (Virreinato de la Nueva Granada), el 23 de noviembre de 1766, y muerto en Bath (Inglaterra), el 28 de noviembre de 1822.

Vida

Hijo legítimo de Pedro y Rosalía, pertenecientes ambos a la pequeña nobleza provincial, realizó sus primeros estudios en la única escuela existente en su ciudad natal. En 1782 inició el bachiller en el Real Colegio y Seminario San Francisco de Asís, de la ciudad de Popayán. A comienzos de 1786, Zea obtuvo una beca para continuar sus estudios superiores de Jurisprudencia en el Colegio de San Bartolomé, regentado por los padres de la Compañía de Jesús. Al concluir sus dos primeros cursos, presentó oposición a la cátedra de Gramática, la cual obtuvo con mención sobresaliente. Concluidos sus estudios, no sin grandes penurias económicas, optó y obtuvo por oposición la cátedra de Humanidades. Gracias a un pronto ganado prestigio intelectual, el virrey José de Ezpeleta le nombró preceptor de sus hijos.

Dentro del aún incipiente ambiente proilustrado santafereño, a los 24 años Zea se inició como activo publicista de la nueva filosofía natural, la cual, desde 1762, había empezado a pregonar en el virreinato el médico, filósofo y naturalista gaditano D. José Celestino Mutis, desde 1783 fundador y director de la Real Expedición Botánica de la Nueva Granada. A primeros de abril de 1791, Zea publicó en el Papel Periódico de Santafé de Bogotá, el primer y recién aparecido periódico neogranadino, su siempre citado Avisos de Hebephilo, ardorosa llamada a los jóvenes del Virreinato para abrazar la causa de la regeneración patriota por medio del cultivo de las ciencias naturales y las matemáticas, olvidándose del escolasticismo y su método, el peripato.

En noviembre de 1791, a petición del mismo Mutis, Zea fue designado Agregado Científico de la Real Expedición Botánica de Santafé. Entre 1792 y 1794, Zea alternó sus actividades como botánico y la agitación intelectual que por doquier bullía en la capital del virreinato. Entre otros, trabó amistad con Antonio Nariño y Álvarez y Pedro Fermín de Vargas, los dos más connotados precursores de la emancipación de la Nueva Granada. A finales de 1791, el primero de ellos le había hecho miembro del Arcano de la Filantropía, primer y selecto club “literario”, casi siempre asociado con los orígenes de la masonería neogranadina y la preideología emancipadora del Virreinato (véase Masonería).

En agosto de 1794, Zea fue inculpado en uno de los tres sumarios, el denominado Pesquisa de Sublevación, dentro de la supuesta y abortada conspiración en contra del virrey y la audiencia neogranadinas. A los 29 años, a comienzos de noviembre de 1795, Zea partió de Santafé rumbo a Cádiz en calidad de reo de Estado; quedaba en el Consejo de Indias el fallo definitivo sobre su causa y la de nueve procesados más, el cual se falló a mediados de 1799, gracias al interés que por ellos demostraron, a la caída de Godoy, los ministros Saavedra y su sustituto interino Mariano Luis de Urquijo. Aunque primero se les concedió la ciudad de Cádiz y sus arrabales como cárcel provisional, se decretó a continuación su inmediata libertad, el derecho a continuar sus estudios y profesiones, la restitución a sus pueblos de origen, la devolución de todos los bienes embargados y el pago de los sueldos atrasados.

Contando siempre desde Santafé con un permanente apoyo de Mutis, logró Zea relacionarse con los más selectos círculos botánicos de la Corte. Con la ayuda de José de Cavanilles, en 1800 publicó en los Anales de Historia Natural, su primer trabajo científico en España: «Memoria sobre la quina según los principios del Sr. Mutis», con el cual se inició una ardua batalla científica en la Península en contra de la escuela y práctica botánicas de Casimiro Gómez Ortega y su más allegado colaborador, Hipólito Ruiz (director de la Expedición Botánica del Perú y Chile), uno y otro celosos y apasionados enemigos de la persona y obra científica de Mutis. En octubre de 1800, el Ministro Urquijo autorizó que Zea pudiera pasar un año en París, con el objeto de actualizarse científicamente antes de regresar a Santafé, y así ayudar en la conclusión y publicación de la obra médica y botánica de Mutis.

Aunque se ignoran casi totalmente las actividades profesionales de Zea en París, se dice que fue entonces cuando conoció y alternó con las principales autoridades científicas europeas presentes entonces en la capital francesa: Georges Cuvier, François Dominique Arago, Jean Victor Audouin, Pierre Simeon Laplace, Georges Bory, Alexandre Brongniart y Volts Berthier. Desde París logró Zea insertar, en 1801, varias contribuciones suyas en los citados Anales: la descripción de las «Cascadas prodigiosas» del Salto de Tequendama, como las de Fusafasugá e Iconozo.

Zea regresó a Madrid a finales de 1802, y por petición de Cavanilles, a comienzos de enero 1803, Pedro Cevallos le nombró segundo profesor de Botánica del Real Jardín Botánico de Madrid, asignándolo además como segundo redactor de los periódicos oficiales, la Gaceta de Madrid y El Mercurio Histórico y Político, cargos que ocupó hasta mediados de mayo de 1804. Entusiasta promotor de la «botánica agrícola», y tras la muerte de Cavanilles, Pedro Cevallos lo nombró, a comienzos de mayo de 1804, Director y Primer Profesor del Real Jardín Botánico de Madrid, a lo cual añadió, a finales de 1804, la redacción y dirección del Semanario de Agricultura y Artes. Durante el ejercicio de Zea como Director del Jardín Botánico se planeó la creación de veinticuatro jardines provinciales.

A comienzos de 1806, Zea contrajo matrimonio en Cádiz con Felipa Meilhon de Montemayor. Del matrimonio nacieron dos hijas, de la cuales se crió la mayor, Felipa, nacida en mayo de 1807, que, años más tarde, casó en Francia con el Mariscal de Campo francés, Vizconde Alexandre De Rigny.

En marzo y julio de 1807, Zea propuso y obtuvo de Cevallos la creación en el Jardín Botánico de la cátedra de Agricultura y Economía Rural, seguida de un sistema de premios y distinciones de mérito y honor para los alumnos más destacados del Real Jardín.

En 1807 la carrera científica de Zea empezó a tornarse en política. En agosto de dicho año, planteó en El Mercurio madrileño la inevitable difusión y seductora penetración de las ideas de la Revolución Francesa, anticipando varias de sus inevitables consecuencias, tanto en España como fundamentalmente en Hispanoamérica. Los sucesos napoleónicos en España marcaron un nuevo e inesperado rumbo en la vida de Zea. A mediados de mayo de 1808, Joachim Murat le designó como diputado americano en las recién convocadas Cortes de Bayona, en esta ocasión en representación de la Capitanía General de Guatemala, una vez que Ignacio Sánchez de Tejada había sido nombrado en representación del Virreinato de la Nueva Granada. En unión a los otros seis diputados americanos, Zea influyó, más que los demás, en la redacción del Capítulo X de la que sería la primera constitución escrita de la nueva España peninsular y ultramarina.

Zea adhirió entonces con entusiasmo, como los cinco restantes diputados americanos de Bayona, al credo regeneracionista, antes que revolucionario, que Napoleón ofreció y quiso plasmar en dicha carta: enunciados de derechos y garantías individuales; libertad económica, de comercio, cultivo e industria; igualdad formal entre peninsulares y americanos; diputación y representación permanente para éstos en las Cortes y otros órganos de gobierno del reino. En julio de 1808, Zea dio la bienvenida y juró al nuevo monarca José Napoleón Ien nombre de los dominios americanos. Ingresó luego en Madrid dentro de la comitiva oficial del nuevo Monarca, y a finales de julio de 1808 siguió a José en su huida hacia el Norte, tras el desastre francés de Bailén. No obstante, a finales de septiembre del mismo año, Zea fue acusado y procesado por el Consejo de Castilla por mantenerse fiel al nuevo régimen francés. Sufrió el embargo y confiscación de todos sus bienes, los cuales recuperó al retornar a la capital a finales del mismo año.

Si bien Zea continuó en sus cargos del Jardín Botánico, siendo ya miembro de la Orden de España Josefina, fue nombrado, en agosto de 1810, Jefe de la Segunda División del Ministerio del Interior presidido por el Marqués de Almenara. Sin embargo, a comienzos de septiembre de 1811, fue designado Prefecto en Comisión de la Provincia de Málaga en reemplazo de otro neogranadino, el Conde de Casa Valencia. Su misión tuvo por objeto reorganizar la Administración Civil de una provincia clave para el pretendido dominio francés en el sur y este español.

Ocho meses escasos estuvo Zea al frente de la prefectura malagueña. A mediados de agosto de 1812 acogió y acompañó al rey José durante su rápida visita a la provincia de Málaga en tránsito hacia Valencia, tras la derrota francesa de los Arapiles. A continuación, Zea siguió el paulatino repliegue de las tropas francesas del sur, vía Granada. Permaneció en Madrid hasta mediados de marzo de 1813, cuando partió junto a José rumbo a la frontera francesa.

Poco o nada se sabe de las actividades de Zea en Francia entre junio de 1814 y marzo de 1815. A comienzos de marzo de este año, después de dejar a su mujer e hija en París bajo el cuidado del naturista francés Aimé Bompland, pasó a Londres. Más tarde, se embarcó para las Antillas inglesas con el propósito de unirse a la causa emancipadora sudamericana. A mediados de mayo de 1815 llegó a Kingston, donde encontró a Simón Bolívar, que había abandonado Cartagena de Indias en la víspera de la llegada del Pacificador Pablo MORILLO. A mediados de febrero de 1816, estando en Puerto Príncipe, el Libertador lo designó Intendente de Hacienda de la nueva fuerza expedicionaria. A comienzos de mayo de 1816 desembarcó en la Isla Margarita, siguiendo a las tropas de Bolívar en sus fallidos intentos por controlar la costa oriental venezolana (Carúparo).

Muy pronto tuvo que presenciar los primeros actos de barbarie de uno y otro bando: fusilamientos, quema y destrucción de pueblos y ahorcamientos de civiles. El último día de dicho año de 1816, Zea desembarcó nuevamente con Bolívar en Barcelona, provenientes de Haití, donde éste se había refugiado desde finales de junio de 1816, harto del inicial desorden militar patriota. A comienzos de mayo de 1817, en el puerto de Cariaco, cerca de Cumaná, Zea se unió al canónigo chileno José Cortés de Madariaga; al general Santiago Mariño, segundo jefe militar venezolano; al almirante Bryon y a nueve más preclaros patricios venezolanos, quienes, sin la anuencia del Libertador, conformaron el primer Congreso Venezolano, que luego desconoció y deshizo Bolívar.

Tras la caída de Angostura, Zea fue pieza clave en los esbozos de construcción del futuro Estado colombiano. A finales de septiembre, Bolívar lo designó Presidente del Tribunal de Secuestros, que debía ejecutar el decreto, dictado por aquél desde Guayana la Vieja, confiscando todos los bienes pertenecientes tanto al anterior gobierno español como a sus partidarios, españoles o americanos. A mediados de octubre, Bolívar lo nombró miembro de la Comisión que debía repartir entre los oficiales y soldados el producto de las ya ejecutadas confiscaciones realistas. A finales de dicho mes, Zea resultó electo Presidente de la Sala de Estado y Hacienda del Consejo de Estado, órgano recién creado por Bolívar y en el cual éste depositó todos los poderes civiles y militares existentes en sus manos. A comienzos de noviembre, Bolívar conformó un Consejo de Gobierno, cuerpo propiamente gubernativo, presidido por el almirante Brión, y del cual Zea fue electo vocal. A comienzos de 1818, Zea asumió la presidencia del Consejo de Gobierno al partir Bolívar y Brión para sus respectivos frentes militares.

Desde este momento, y gracias a la íntima unión que mantuvo con las ideas y pretensiones de Bolívar, Zea fue el indiscutido cofundador de la nueva República de Colombia, que sellaría la Unión de Venezuela y la Nueva Granada. A finales de junio de 1818 apareció, bajo su dirección y con la ayuda de Juan Germán Roscio y José Luis Ramos, el primer número de El Correo del Orinoco, periódico o gaceta oficial del gobierno venezolano. A primeros de octubre de 1818, y por encargo del Libertador, Zea redactó una dura respuesta a las gestiones españolas, tendentes a lograr una mediación de las potencias europeas en la pacificación americana, documento que fue la base del conocido manifiesto del 20 de noviembre siguiente, por el cual Bolívar, como Jefe Supremo de la República de Venezuela, rechazó enfáticamente tal iniciativa europea.

En enero de 1819, a la vez que Zea era elegido Presidente del referido Congreso venezolano de Angostura, Bolívar y aquél fueron en seguida designados Presidente y Vicepresidente del gobierno provisional emanado de dicha Asamblea. Al ausentarse Bolívar del teatro de operaciones, Zea acaparó las presidencias del Ejecutivo y Congreso venezolanos. A comienzos de septiembre de 1817, varios militares, ya héroes venezolanos, entre ellos Arismendi y Mariño, forzaron y obtuvieron su renuncia. Con el rotundo triunfo patriota en Boyacá (7 de agosto de 1819), y con la toma de Santafé de Bogotá (10 de agosto siguiente), cambiaron las cosas en Angostura. El último día de noviembre de 1819, el Congreso reeligió a Zea nuevamente Presidente de la corporación. A mediados de diciembre el Congreso aprobó la «Ley Fundamental de la República de Colombia», corredactada por Zea. Le correspondió a éste pronunciar las históricas palabras: «¡La República de Colombia queda constituida! ¡Viva la República de Colombia!» Una vez más Bolívar y Zea fueron designados primer Presidente y Vicepresidente de la Unión colombiana.

Por voluntad expresa de Bolívar, a comienzos de 1819 y sin perder su calidad de Vicepresidente, Zea fue nombrado Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante los gobiernos de los Estados Unidos de América y varias Cortes europeas, con el objeto de obtener un pronto reconocimiento político internacional para Colombia o, en su defecto, encontrar un abierto apoyo financiero, si no militar, para concluir su lucha emancipadora frente a España.

A comienzos de marzo de 1820, después de cinco años de ausencia y manifiesta añoranza, Zea partió para Europa. Recaló primero en la Isla danesa de St. Thomas y, tras conocer el golpe de Riego, decidió dirigirse directamente a Londres, prescindiendo de su tránsito por Washington. A mediados de junio de 1820 Zea arribó a la capital inglesa llevando consigo varios y ambiciosos objetivos para su misión europea, entre ellos recuperar para la nueva Colombia el arruinado crédito financiero y moral de las precedentes repúblicas de Venezuela y Nueva Granada; solicitar el reconocimiento inmediato y formal de Inglaterra, y en su defecto alcanzar al menos un decidido apoyo inglés para una negociación definitiva con España de un pacto que, aunque provisional, implicara un reconocimiento expreso de la emancipación y autogobierno colombianos por parte de España, y con ello el cese inmediato de tan calamitosa guerra de exterminio; y, después de fracasar en los anteriores propósitos, obtener del resto de las potencias europeas, con o sin la iniciativa inglesa, una serie de apoyos financieros y militares que deberían concluir con el reconocimiento comercial y finalmente político de Colombia.

A comienzos de agosto de 1820, mes y medio después de su llegada, Zea suscribió con los representantes de un Comité de Acreedores, Herring, Graham y Powles, un acta o póliza de compromiso por la cual se consolidaban las aludidas deudas en un monto de 547.789,12 libras. Paralelamente, y tras varias entrevistas privadas sostenidas con lord Castlereagh, a comienzos de octubre de 1820, Zea presentó al Duque de Frías, embajador español en Londres, un «Plan de reconciliación y Proyecto de Confederación Hispánica», por el cual España reconocería gradualmente la independencia de todas las ex-colonias americanas que así lo solicitasen, empezando por Colombia, a cambio de lo cual ésta recibiría, a título de compensación por tales renuncias, una cierta supremacía política, comercial y, eventualmente, alguna cesión territorial, dentro de la Confederación que unas y otra crearían como conclusión de tal propuesta. A pesar de la entusiasta acogida y eventual coautoría dada por Frías a dicho proyecto, éste fue tajantemente rechazado en Madrid, y luego desautorizado y condenado por Bolívar y Santander.

A la vez que negociaba con Frías, Zea obtuvo de Richard Rush, ministro de los Estados Unidos en Londres, una promesa formal para un próximo reconocimiento de Colombia por parte del gobierno de J. Monroe, habiendo además adelantado con aquél las bases de un próximo Tratado de Comercio bilateral. Igualmente, negoció la compra de armamentos desde Bélgica, que completó con la adquisición de tres grandes navíos suecos con destino a la armada de almirante Brión. Promovió, igualmente, Zea en estas fechas el envío de varios contingentes de colonos noruegos, irlandeses e ingleses a Colombia.

Durante el otoño de 1820, Zea recibió y alternó intensamente con su entrañable amigo Antonio Nariño, a quien acompañó a Francia desde donde éste se embarcó para unirse a Bolívar, en la conformación política de la recién creada Unión colombiana, viaje que aprovechó Zea para concretar el embarque de la expedición Mazeroni.

En junio de 1821 el ministro Eugenio De Bardaxi le invitó a Madrid para unirse a los recién llegados comisionados colombianos José Rafael Revenga y José Tiburcio Echavarría, enviados a España por Bolívar con el objeto de negociar la paz prevista en los Tratados de Santa Ana (Venezuela) de finales del anterior mes de noviembre (Armisticio y Regularización de la Guerra). Como consecuencia de las inmodificadas pretensiones colombianas por un reconocimiento pleno de su independencia por parte de España, como en virtud de la ruptura del Armisticio por parte de Bolívar y subsiguiente triunfo patriota en Carabobo (24 de junio de 1821) y recuperación de Caracas (29 de junio siguiente), Zea y sus colegas fueron expulsados y obligados a salir de España a finales de agosto de 1820.

En agosto de 1821, y en razón de la tenaz oposición que sobre los créditos de Zea hizo ante Bolívar el antiguo agente de Venezuela en Londres, Luis López Méndez, el nuevo gobierno colombiano, salido del Congreso constituyente de Cúcuta, no sólo desconoció los contratos pactados por Zea, sino que en octubre de dicho año le revocó todos los poderes de que disponía éste para arreglar la deuda colombiana. No obstante, y a falta de otros recursos para cumplir con lo inicialmente pactado en Londres, Zea suscribió en la primavera de 1822, esta vez en París, un nuevo empréstito con Herring, Graham y Powles, por la suma de 183.978 libras, el cual nuevamente mereció la desaprobación de las autoridades colombianas.

A comienzos de abril de 1822, Zea lanzó en París su famoso Memorándum dirigido al ministro de Relaciones Exteriores francés, el Vizconde de Chateaubriand, y, posteriormente, a todos los embajadores de las potencias europeas residentes en París, por el cual Colombia declaró que, ante la incapacidad española no sólo para recuperar sino para gobernar sus antiguas colonias, la mayoría de las cuales había ganado militarmente su independencia, Colombia se abstendría a partir de entonces de entablar relaciones políticas y comerciales con aquellos gobiernos que no reconociesen como tal al gobierno de su país. Anunció, en consecuencia, que Colombia cerraría sus puertos y comercio a los súbditos de los gobiernos que continuasen dilatando su reconocimiento como nuevo miembro de la sociedad de naciones.

A comienzos de marzo de 1822, mermado notablemente en su salud, Zea recibió en París un significativo homenaje público por parte de los más selectos financieros y políticos franceses afectos a la causa colombiana, encabezados por el Abad de Pradt. A comienzos de julio, se le ofreció en Londres un nuevo homenaje público, al cual asistieron igualmente las más prominentes personalidades de la ciudad y no menos de catorce miembros de la Cámara de los Comunes y uno de la Cámara de los Pares. A finales de septiembre, Pedro GUAL, ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, comunicó a Zea la cancelación de todos los exiguos poderes que aún le quedaban. Se designó una vez más al ex-ministro Revenga para sustituirlo en todas sus funciones y gestiones en Europa.

Tras su muerte, debida a un ataque de hidropesía, Zea fue enterrado en la Abadía de San Pedro y San Pablo de Bath, donde aún reposan sus restos a la espera de su repatriación a Colombia.

A comienzos de diciembre de 1825, tres años después de su muerte, y tras muchas y nuevas inconsecuencias de la primera diplomacia colombiana, Colombia fue reconocida formalmente por Gran Bretaña. Las restantes potencias europeas lo harían un poco más tarde. España tan sólo reconocería a Venezuela en 1845, y a la antigua Nueva Granada, desde siempre heredera del nombre de Colombia, a finales de enero de 1881.

Obra

La obra de Zea se halla repartida entre sus escritos políticos y sus estudios sobre botánica. En cuanto a los primeros, a finales de diciembre de 1822 apareció en Londres la edición bilingüe, repartida en dos tomos, de su obra póstuma Colombia: siendo una relación geográfica, topográfica, agrícola y política de aquel país, adaptada para todo el lector en general y para el comerciante y el colono en particular, que ha sido considerada como la obra cumbre de la propaganda revolucionaria hispanoamericana de todos los tiempos.

En lo referente a la Botánica, a mediados de abril de 1805, con motivo de la inauguración de su cátedra de Botánica en el Real Jardín Botánico de Madrid, pronunció su famoso Discurso acerca del mérito y utilidad de la Botánica, pieza en la cual enfatizó su pensamiento sobre el carácter utilitarista de dicha ciencia para el mejor futuro y posición económica de todo el imperio español.

Zea entabló una agria polémica con Sebastián López Ruiz e Hipólito Ruiz para defender la prioridad de Mutis en el descubrimiento de la Cínchona. A su vez, sus teorías fueron impugnadas por Ruiz y José Pavón, quiénes le acusaban de la supuesta insuficiencia de su educación botánica.

En 1805 obtuvo la cátedra de botánica de Madrid; con ocasión de un discurso de elogio de su disciplina, expresó que, en su opinión, la Botánica comprendía dos especialidades distintas: la taxonomía y la economía botánicas.

Aunque trató de restablecer la ciencia en Colombia después de las guerras de Independencia, y escribió a Georges Cuvier en 1822 solicitando una misión científica, el resto de la vida de Zea estuvo dedicada a la política y alejada, por lo tanto, de la Botánica.

Bibliografía

Fuentes

Memoria sobre la quina según los principios del Sr. Mutis. (Anales de Historia. Natural [vol. 2] 1800); impresa de nuevo en Quinas de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. (Ed. de Enrique Pérez Abeláez y Fernando Fernández de Soto Morales; Madrid, Cultura Hispánica, 1957).Discurso sobre el mérito y utilidad de la botánica. (Madrid; imprenta Real, 1805).

Estudios

BARRIGA VILLALBA, Antonio María: El Empréstito de Zea y el préstamo de Erik Bollmann de 1822. (Bogotá).BEAUCHAMP, Alphonse de. Biografía del Ciudadano Francisco Antonio Zea. (Caracas 1928). BOTERO SALDARRIAGA, Roberto. Francisco Antonio Zea. (Bogotá, 1945).CADENA, Pedro Ignacio. Anales diplomáticos de Colombia. (Bogotá, 1878).JOS, Emiliano: «Una sociedad hispánica de Naciones en 1820 según el plan de don Francisco Antonio Cea». En: Contribuciones para el Estudio de la Historia de América. (Buenos Aires, 1941, p. 89 y ss.).CAVALIER, Germán. Historia diplomática de Colombia. Textos. [Tomo I:1820-1830] (Bogotá, 1976).ORTIZ, Sergio Elías: «Francisco Antonio Zea y sus actividades científicas». En: Boletín Cultural y Bibliográfico. (Bogotá; 1965, VIII (11), pp: 839 y ss.).VÁSQUEZ CARRIZOSA, Alfredo. Historia Diplomática de Colombia. [Tomo Iº: Gran Colombia] (Bogotá, 1993).ZUBIETA, Pedro A. Apuntaciones sobre las primeras misiones diplomáticas de Colombia (Primero y segundo períodos, 1809-1819-1830). (Bogotá 1924.)BOTIRO SALDARRIAGA, R. Francisco Antonio Zea. (Bogotá; Ediciones del Concejo, 1945). BRONX, HUMBERTO Francisco A. Zea. (Medellín; Imprenta Municipal, 1967).

J.Alberto NAVAS SIERRA / Thomas F. GLICK .