Casimiro Gómez Ortega (1740–1818): Artífice del Esplendor Botánico y Científico de la España Ilustrada

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Orígenes y formación intelectual de Casimiro Gómez Ortega

Influencia familiar y primeros pasos en el estudio de la ciencia

Casimiro Gómez Ortega, nacido en Añover de Tajo (Toledo) en 1740, fue hijo de una familia vinculada estrechamente a la ciencia y la medicina. La figura clave en su educación fue su tío, José Ortega, un reputado boticario de los ejércitos reales y más tarde subdirector del Jardín Botánico de Madrid, quien asumió la tarea de guiarlo desde su niñez hacia el estudio de la botánica y la farmacia. La sólida base que recibió de su familia le permitió desarrollar un interés temprano por las plantas, los medicamentos y los secretos de la naturaleza, en un contexto de creciente curiosidad científica fomentada por la Ilustración española.

Estudios en Toledo, Madrid, Barcelona y Bolonia

La formación académica de Gómez Ortega fue extensa y cosmopolita. Comenzó sus estudios en Toledo, donde adquirió los conocimientos clásicos en latín, filosofía y ciencias básicas. Continuó en Madrid y Barcelona, donde se profundizó en materias como química, farmacia y medicina, preparándolo para un salto cualitativo en su carrera académica. Gracias a su talento y apoyo familiar, fue enviado a Bolonia, uno de los grandes centros del saber en Europa, donde ingresó como colegial del Real Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz en calidad de pensionado. Este periodo en Italia fue crucial para su apertura a los métodos modernos de investigación y observación directa de la naturaleza.

El doctorado en medicina y filosofía: una visión europea de la ciencia

En 1752, Gómez Ortega alcanzó el grado de doctor en medicina y filosofía en la prestigiosa Universidad de Bolonia, un hito que lo consolidó como uno de los científicos españoles mejor preparados de su tiempo. Este título no solo le otorgaba un rango académico elevado, sino que también le permitió acceder a las redes científicas europeas más influyentes. Durante su estancia en Italia, realizó amplias herborizaciones —excursiones para recolectar y estudiar plantas en su entorno natural—, ampliando sus conocimientos sobre la flora mediterránea y las metodologías de clasificación botánica emergentes.

Inicios de su carrera científica y vinculación con la farmacia

Regreso a España y primeros trabajos como farmacéutico

Tras completar su formación en Italia, Gómez Ortega regresó a Madrid, donde se incorporó como farmacéutico, oficio que ejerció con maestría al tiempo que continuaba sus investigaciones botánicas. En un contexto donde la farmacia era una ciencia esencial para el bienestar público, su experiencia en medicina, química y botánica le permitió destacar rápidamente como uno de los principales expertos en remedios naturales. Este dominio integral de las ciencias de la salud lo posicionó como un referente en los círculos académicos y cortesanos de la capital española.

Nombramiento como catedrático del Jardín Botánico de Madrid

La carrera de Gómez Ortega dio un gran salto en 1771, cuando fue nombrado primer catedrático interino del Jardín Botánico de Madrid, pasando a ocupar el puesto de titular por oposición un año después. Su estancia al frente del jardín, que se prolongaría durante treinta años, marcó un periodo de profundo crecimiento y prestigio para la institución. Desde esta posición, Gómez Ortega no solo enseñó botánica a generaciones de estudiantes, sino que impulsó innovaciones científicas y organizativas que sentaron las bases para el desarrollo de la botánica en España y sus territorios ultramarinos.

La dirección del Jardín Botánico de Madrid: el esplendor de la institución

Traslado del Jardín al Paseo del Prado: viajes y modelos europeos

Uno de los hitos más significativos de su carrera fue la dirección del traslado del Jardín Botánico desde Migas Calientes al Paseo del Prado, una decisión estratégica que situó el jardín en el corazón de la capital, donde se convirtió en un símbolo del progreso ilustrado. Antes de ejecutar el traslado, Gómez Ortega emprendió un viaje por Europa para estudiar los principales jardines botánicos del continente, como los de París, Londres y Ámsterdam. Estas visitas le permitieron adoptar modelos avanzados de organización y conservación vegetal, integrando ideas innovadoras en el nuevo emplazamiento madrileño. Además, publicó un folleto con normas prácticas para el transporte de plantas, que se convirtió en una referencia para científicos y exploradores.

Creación de un vivero de botánicos: la formación de discípulos destacados

Uno de los mayores legados de Gómez Ortega fue la formación de una generación de botánicos excepcionales. Entre sus discípulos más destacados se encuentran Hipólito Ruiz y José Pavón, quienes serían enviados a expediciones científicas a América y contribuirían con importantes descubrimientos de especies vegetales desconocidas en Europa. El ambiente de aprendizaje que creó en el Jardín Botánico fomentaba la práctica constante, la observación precisa y el intercambio de conocimientos con otros centros científicos. Así, el jardín se convirtió en un verdadero vivero de científicos, que extenderían la influencia de la botánica española a territorios de ultramar y consolidarían la reputación internacional de España en esta disciplina.

Incremento de la colección vegetal: herborizaciones e intercambios internacionales

Durante los treinta años que estuvo al frente del Jardín Botánico, Gómez Ortega impulsó un aumento constante del número de especies presentes en la colección. Este crecimiento se logró gracias a las herborizaciones realizadas junto a sus alumnos en distintas regiones de España y al establecimiento de una extensa red de corresponsales en todo el mundo, con quienes intercambiaba semillas, esquejes e información sobre nuevas especies. Estas relaciones internacionales permitieron al jardín madrileño reunir un patrimonio vegetal único, integrando plantas de América, Asia y África. Gracias a esta labor, el Jardín Botánico se convirtió en uno de los centros botánicos más prestigiosos de Europa durante el reinado de Carlos III, y en un motor para la modernización científica del país.

Participación en expediciones y aportes a la botánica americana

Organización de las expediciones científicas a América

Una de las contribuciones más trascendentales de Casimiro Gómez Ortega a la ciencia fue su papel en la organización de las grandes expediciones botánicas a América, emprendidas a finales del siglo XVIII con el objetivo de catalogar, estudiar y trasladar a España especies vegetales desconocidas o poco estudiadas. Estas expediciones se insertaban dentro del espíritu ilustrado de la Corona, que veía en la ciencia un instrumento para potenciar la economía y la influencia del Imperio. Gómez Ortega se encargó de planificar los itinerarios, preparar el equipo necesario y dotar a los expedicionarios de instrucciones precisas para recolectar y conservar ejemplares en largas travesías transatlánticas.

Papel de discípulos como Hipólito Ruiz y José Pavón

En este contexto, envió a algunos de sus más brillantes discípulos, como Hipólito Ruiz y José Pavón, quienes se internaron en territorios de la actual Chile y Perú. Allí descubrieron, describieron y enviaron a España numerosas especies nuevas para la ciencia europea, muchas de las cuales fueron cultivadas en el Jardín Botánico de Madrid. El éxito de estas expediciones no solo enriqueció la colección madrileña, sino que también proporcionó conocimientos valiosos sobre el potencial medicinal, alimenticio y ornamental de la flora americana. Gracias al trabajo de estos botánicos formados bajo su tutela, España logró competir con las expediciones científicas británicas y francesas de la época.

Reconocimientos, honores y polémicas profesionales

Nombramientos en academias y el Real Protomedicato

El prestigio de Gómez Ortega creció a la par que sus logros científicos. En 1780 fue designado examinador de la facultad de Farmacia en el Real Protomedicato, la institución encargada de regular la práctica médica y farmacéutica en España y sus colonias. Se le encomendó la elaboración de una nueva farmacopea española, adaptada a los conocimientos científicos más avanzados de la época, que unificara criterios en la preparación y uso de medicamentos. Además, fue nombrado académico numerario de las Reales Academias de Historia y de Medicina, integrándose en las instituciones más influyentes del panorama científico español. Su participación en sociedades científicas extranjeras evidenció la proyección internacional que había alcanzado su figura.

Conflictos con Antonio José de Cavanilles y su relevo como director

Pese a su prestigio, la carrera de Gómez Ortega no estuvo exenta de polémicas. Durante años mantuvo fuertes desencuentros con el botánico Antonio José de Cavanilles, uno de los científicos más reconocidos de su tiempo. Las diferencias entre ambos, que incluían cuestiones metodológicas, personales y de gestión del Jardín Botánico, desembocaron en un ambiente de tensión que terminó con la jubilación de Gómez Ortega en 1801, momento en que Cavanilles asumió la dirección de la institución. Aunque el relevo fue conflictivo, el alto nivel científico que alcanzó el jardín bajo la dirección de Gómez Ortega es reconocido como uno de los períodos de mayor esplendor de la botánica española.

Legado científico: publicaciones, traducciones y aportaciones a la química

Principales obras botánicas y farmacéuticas

Gómez Ortega fue un prolífico autor y traductor que dejó una vasta obra científica. Entre sus publicaciones destacan el Curso elemental de Botánica, en colaboración con Antonio Palau, que sirvió de manual a varias generaciones de estudiantes, y las Tabulae botanicae, donde adoptó el sistema de clasificación de Joseph P. de Tournefort, considerado por él más didáctico para principiantes que el linneano. También corrigió y publicó la Historia Natural de las Indias Occidentales de Francisco Hernández y concluyó la Flora Española de José Quer, mejorando la metodología utilizada por su predecesor. Estas obras consolidaron el conocimiento de la flora ibérica y americana, y convirtieron a Gómez Ortega en un referente ineludible para los botánicos europeos.

Introducción de la química neumática en España

Aunque más conocida es su faceta botánica, Gómez Ortega también realizó valiosas contribuciones en química, especialmente como introductor en España de la química neumática, la rama de la ciencia que estudia los gases y su comportamiento. En una época en la que los descubrimientos de Joseph Priestley y Antoine Lavoisier estaban revolucionando el conocimiento químico, Gómez Ortega difundió estas teorías y técnicas, impulsando la modernización de la enseñanza de la química en España y vinculando la práctica farmacéutica con los avances científicos internacionales.

Faceta literaria y cultural: entre la poesía, la zarzuela y la crítica teatral

Producción literaria en latín y castellano

La versatilidad intelectual de Gómez Ortega se refleja en su producción literaria, que abarca desde textos científicos a obras en latín y poesía en castellano. Destacan su Tentamen poeticum seu laudibus Caroli III Hispan. Regis carmen, un elogio al rey Carlos III, y la posterior versión en español titulada Ensayo poético en elogio del rey Carlos III, que revela su capacidad para conjugar ciencia y literatura. Igualmente sobresale su Pro Immaculata Dei Parentis Conceptione, un texto que denota su dominio del latín y su habilidad para participar en debates teológicos de la época.

Traducciones de autores europeos y contribuciones al conocimiento universal

Su interés por la divulgación lo llevó a traducir al castellano obras fundamentales para la ciencia y la técnica de su tiempo. Entre ellas se cuentan el Viage alrededor del mundo de John Byron, con un Resumen histórico del primer viaje de Magallanes y Elcano, la Physica de los árboles y los Elementos teóricos y prácticos de Agricultura de Duhamel de Monceau, y los Elementos naturales y chymicos de Agricultura del conde Gustavo Adolfo Gyllemborg. A través de estas traducciones, Gómez Ortega acercó a los lectores españoles los conocimientos más avanzados de Europa en botánica, agricultura y química, reforzando el papel de España como país partícipe de la revolución científica de la Ilustración.

Últimos años y recuerdo de un maestro de la ciencia ilustrada

Sus últimos trabajos y edición de obras ajenas

Incluso tras su jubilación, Gómez Ortega continuó trabajando en proyectos científicos y editoriales. En sus últimos años editó y corrigió importantes textos botánicos y literarios, como las églogas de Garcilaso de la Vega traducidas al italiano por Conti, publicadas en una edición bilingüe con una biografía del poeta. También redactó tratados como la Historia natural de la malagueta o pimienta de Tabasco, la Memoria analítica de las aguas de Trillo y otros estudios que combinaban botánica, química y medicina, manteniendo hasta el final de su vida un entusiasmo incansable por el saber.

Reflexión sobre su impacto en la ciencia española e internacional

Casimiro Gómez Ortega falleció en Madrid en 1818, dejando como legado la consolidación del Jardín Botánico de Madrid como uno de los mejores de Europa, la formación de una generación de botánicos que impulsaron la ciencia en España y América, y una extensa obra escrita que abarcó desde tratados botánicos y farmacéuticos hasta traducciones y textos literarios. Su vida ejemplifica el espíritu ilustrado de búsqueda del conocimiento, la pasión por la naturaleza y la vocación docente que caracterizaron a los grandes científicos del siglo XVIII. Su nombre permanece ligado al momento de máximo esplendor de la botánica española, como uno de los arquitectos del progreso científico que conectó a España con las redes intelectuales de su tiempo.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Casimiro Gómez Ortega (1740–1818): Artífice del Esplendor Botánico y Científico de la España Ilustrada". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/gomez-ortega-casimiro [consulta: 18 de octubre de 2025].