Rangel Jiménez, Jaime (1939-VVVV).
Matador de toros mexicano, nacido en Ciudad de México el 2 de julio de 1939. Es hermano de torero azteca Manuel Rangel Jiménez.
Alentado por su temprana afición hacia el mundo del toro, se forjó en los duros gajes del aprendizaje taurino tomando parte en tientas, capeas y festejos menores, hasta que en la temporada de 1958, en la pequeña plaza de Matamoros (en el estado de Chihuahua), tuvo ocasión de presentarse por vez primera en público vistiendo un terno de alamares. Apuntó buenas maneras desde este prometedor debut, lo que le permitió iniciar una brillante andadura novilleril que le condujo, el día 20 de junio de 1959, hasta el coliseo capitalino de El Toreo, donde cosechó un éxito tan rotundo que la empresa de esta plaza de anunció en sus carteles, durante aquella misma temporada, en otras ocho ocasiones.
Convertido, pues, en uno de los novilleros de mayor tirón en México a finales de los años años cincuenta, fue contratado también en el otro gran coso de la capital azteca, la plaza Monumental de México, donde logró éxitos tan rotundos como los alcanzados en el ruedo vecino. En vista de estes arrolladores comienzos de su carrera profesional, la afición azteca clamó, impaciente, por su toma de alternativa, que por fin tuvo lugar el día 1 de enero de 1961, en las arenas de la citada plaza Monumental de México. Fue su padrino de doctorado taurino el diestro portugués Manuel dos Santos Pires, quien, bajo la atenta mirada del coletudo de Aguascalientes Rafael Rodríguez Domínguez -que comparecía en calidad de testigo-, cedió al toricantano la muleta y el estoque con los que había de trastear y despenar a un morlaco marcado con el hierro de Jesús Cabrera, que atendía a la voz de Relicario.
La fortuna que había acompañado al joven Jaime Rangel durante toda su vertiginosa andadura novilleril se le mostró avara en aquella señalada tarde de su toma de alternativa. No obstante, alcanzó a intervenir en veinticuatro funciones de toros celebradas en su país natal durante aquella campaña de 1961, al término de la cual decidió que estaba en condiciones de afrontar el trance obligado para cualquier matador de reses bravas que aspire a pasar a la historia de la tauromaquia universal con el título de gran figura del Arte de Cúchares: cruzar el océano Atlántico y presentar su arte y su valor ante el severo dictamen de la primera afición del mundo.
Así las cosas, el día 20 de mayo de 1962 pisó por vez primera las arenas españolas en el bellísimo coliseo taurino de El Puerto de Santa María, de donde, al cabo de dos semanas, pasó por fin a presentarse en el redondel de la madrileña plaza Monumental de Las Ventas. Corría, a la sazón, el día 3 de junio de dicho año de 1962, fecha en la que el joven diestro de Ciudad de México hizo el paseíllo acompañado por el gran maestro barcelonés Joaquín Bernardó y Bartoméu -que apadrinaba su confirmación de alternativa en España- y por el coletudo madrileño Luis Segura Suero -que hizo el paseíllo en calidad de testigo-. Aquella tarde, en la que se jugaron reses adornadas con la divisa de don Alipio Pérez-Tabernero Sanchón, Jaime Rangel Jiménez tampoco tuvo suerte en la lidia de los dos astados de su lote, aunque la entendida afición madrileña supo apreciar su arte aplaudiendo con fuerza tras la ejecución de un bello quite por navarras ofrecido por el diestro de Ciudad de México.
Aunque volvió a torear en Las Ventas al término de aquella temporada de 1962, compartiendo cartel con el espada salmantino Antonio de Jesús Fernández y el torero valenciano José María Clavel Cucalón, Jaime Rangel se marchó de los cosos españoles prácticamente inédito, después de haberse vestido de luces en la Península Ibérica en once ocasiones. Pese a la gran calidad que atesoraba su toreo, el escaso éxito alcanzado en la cuna del Arte de Cúchares le impidió volver a torear en España.
No obstante, alcanzó grandes triunfos en los cosos de su país natal, donde, al término de la temporada de 1964, fue el diestro del escalafón superior que más corridas había toreado (con cincuenta y cuatro contratos cumplidos). El día 27 de febrero de 1965, en las arenas de Puebla, sufrió una grave cornada que le impidió vestirse de luces en más de veinticuatro ocasiones durante dicha campaña. Siempre bien situado en los puestos cimeros del escalafón, se mantuvo en activo hasta 1969, año en el que se retiró del ejercicio activo del toreo y fue elegido presidente de la Asociación Nacional de Matadores. En permanente contacto con el mundo del toro, descubrió y apoyó en sus comienzos a una de las jóvenes promesas que más tardes de gloria habría de dar al toreo azteca del último cuarto del siglo XX, el espada de Tula (Hidalgo) Jorge Gutiérrez Argüelles.
Estos estrechos vínculos que seguían uniéndole al planeta de los toros le sacaron, inesperadamente, de su voluntario retiro. El día 29 de mayo de 1983, cuando andaba a punto de cumplir los cuatro años de edad, Jaime Rangel Jiménez volvió a vestirse de torero para hacer el paseíllo a través de la arena de la plaza de Ciudad Juárez (en el estado de Chihuahua); sin embargo, apenas intervino en otros festejos durante esta inopinada reaparición, por lo que optó por cortarse definitivamente la coleta el día 5 de mayo de 1985, en el coliseo taurino de la Monumental de México (popularmente conocido como «La México»), donde hizo su último paseíllo acompañado por el espada alicantino José María Dols Abellán («José Mari Manzanares») y por el coletudo de Aguascalientes Ricardo Sánchez. En medio de una clamorosa ovación, Jaime Rangel recorrió en dos ocasiones el anillo de la plaza más emblemática de su país natal al término de su última corrida, después de haber conseguido una oreja del segundo enemigo de su lote, perteneciente a la vacada de La Soledad.
Bibliografía
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– ABELLA, Carlos y TAPIA, Daniel. Historia del toreo (Madrid: Alianza, 1992). 3 vols. (t. 3: «De Niño de la Capea a Espartaco«).
– COSSÍO, José María de. Los Toros (Madrid: Espasa Calpe, 1995). (2 vols.).
– GUARNER, Enrique. Historia del toreo en México (México, 1979).
– VINYES RIERA, Fernando. México, diez veces llanto (Madrid: Espasa-Calpe, 1987).
J. R. Fernández de Cano.