Gutiérrez Argüelles, Jorge (1960-VVVV).


Matador de toros mejicano, nacido en Tula (en el estado de Hidalgo) el 12 de febrero de 1960. Tras curtirse en la dura lidia de becerros y novillos bravos por las pequeñas plazas de su entorno, decidió tomar la alternativa ante sus paisanos el día 11 de febrero de 1978, en el ruedo de la México (Ciudad de México). Fue su padrino en esta emotiva ceremonia su compatriota Manuel Martínez Alcira (“Manolo Martínez”), quien, en presencia de un tercer espada mejicano que hacía las veces de testigo, Francisco Rivera Agüero (“Curro Rivera”), le cedió los trastos con los que había de dar lidia y muerte a estoque a un morlaco que lucía hierro, señal y divisa de don Javier Garfias.

Cuatro años después, en la temporada de 1982, Jorge Gutiérrez aterrizó en suelo español dispuesto a confirmar en Madrid la validez de su doctorado taurino. Y así, el día 22 de mayo de 1982, en el transcurso de la feria más importante del mundo (la de San Isidro), hizo el paseíllo en las arenas de la plaza Monumental de Las Ventas, apadrinado por el afamado diestro sevillano Manuel Vázquez Garcés (“Manolo Vázquez”), recientemente reaparecido. En calidad de testigo, compareció también aquella tarde el no menos célebre espada madrileño Antonio Chenel Albadalejo (“Antoñete”), quien pudo dar fe de cómo el joven coletudo azteca trasteaba y despachaba al toro Berlinés, que se había criado en las dehesas de los Hijos de don Celestino Cuadri.

No estuvo demasiado brillante Jorge Gutiérrez Argüelles en esta su primera campaña en plazas de la vieja Piel de Toro, ni tampoco supo brillar a gran altura en visitas posteriores, a pesar de que en su México natal tenía reputación de figura del toreo. En general, todos los grandes matadores de toros mejicanos de las últimas décadas han fracasado a la hora de mostrar su arte en suelo español, dando la razón a quienes, como don Marceliano Ortiz Blasco, se lamentan de que ninguna figura azteca del Arte de Cúchares haya sabido reeditar, en estos tiempos que corren, las bellas páginas de tauromaquia dictadas antaño por maestros tan recordados como Fermín Espinosa Saucedo (“Armillita Chico”), Alberto Balderas Reyes, Rodolfo Gaona y Jiménez, o Carlos Ruiz Camino (“Carlos Arruza”): “Para ser sinceros, sin embargo, pocas décadas como las de los años treinta y cuarenta del siglo XX; ni en México ni en los demás países del toro, España incluida, será fácil hallar esa concentración de grandes lidiadores, que son a la vez artistas y maestros en todos los tercios y suertes, cada uno con personalidad distinta”.