Santos Pires, Manuel dos (1925-1973).
Matador de toros portugués, nacido en Golega el 11 de febrero de 1925, y fallecido en Lisboa el 18 de febrero de 1973.
Desde muy temprana edad sintió una fuerte vocación taurina que le llevó a tomar parte en cuantos festejos menores se celebraban a su alrededor, en busca de una experiencia que pudiera abrirle las puertas para intervenir en novilladas picadas. Pero esta su primera etapa de aprendizaje fue mucho más lenta de lo que hubiera deseado el animoso Manuel dos Santos, quien no llegó a ponerse delante de una novillada seria hasta que no hubo cumplido los veintiún años de edad, es decir, a unas alturas de su trayectoria profesional en las que muchos jóvenes toreros españoles ya han tomado la alternativa.
En vista de que, en territorio luso, su andadura torera no lograba alcanzar la progresión que él deseaba experimentar, y sopesando también las enormes dificultades para introducirse en los circuitos profesionales españoles, Manuel dos Santos cruzó el Atlántico para anunciar su toma de alternativa en la mejicana plaza de El Toreo, donde hizo el paseíllo en la tarde del 14 de diciembre de 1947. Fue su padrino en aquella ocasión el famoso coletudo mejicano Fermín Espinosa Saucedo («Armillita Chico»), quien, bajo la atenta mirada de su no menos célebre compatriota Carlos Ruiz Camino («Carlos Arruza»), que hacía las veces de testigo, cedió al toricantano los trastos necesarios para muletear y estoquear a un toro criado en las dehesas de Pastejé, que atendía a la voz de Vanidoso. No pudo ser más desafortunada para el voluntarioso Manuel dos Santos su toma de alternativa, pues precisamente este toro le infirió una gravísima cornada en un muslo, con rotura de la vena femoral, que hizo temer por la vida de infortunado espada lusitano.
Una vez restablecido de este serio percance, regresó a la Península Ibérica, renunció a esa episódica alternativa ultramarina y anduvo durante algún tiempo fogueándose, en calidad de novillero, por diferentes plazas portuguesas y españolas. Finalmente, consiguió que le dieran la oportunidad de obtener el título de doctor en tauromaquia en un coso español, y el día 15 de agosto de 1945 se vistió de luces para atravesar el ruedo de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, dispuesto a recibir la alternativa que iba a otorgarle su padrino, el matador sevillano Manuel Jiménez Moreno («Chicuelo»); el cual, en presencia del coletudo hispalense Manuel Álvarez Pruaño («El Andaluz»), que dio testimonio de aquella ceremonia, cedió al espada portugués la lidia y muerte de un toro llamado Verdón, perteneciente a la ganadería de Villamarta.
Un año después confirmó en Madrid, ante la primera afición del mundo, los méritos que le acreditaban como matador de reses bravas. Tuvo lugar dicha confirmación el día 9 de junio de 1949, en la plaza de toros de Las Ventas, donde su nuevo padrino, el matador sevillano José Martín-Vázquez Bazán («Pepín Martín Vázquez»), le facultó para que diera lidia y muerte a estoque a Rosuelo, un morlaco marcado con el hierro de don Arturo Sánchez Cobaleda. En aquella ocasión, actuó como padrino el coletudo madrileño Agustín Parra Dueñas («Parrita»).
A raíz de su confirmación de alternativa, Manuel dos Santos Pires se convirtió en el torero revelación de finales de la década de los años cuarenta, con una progresión tan espectacular que, al término de la temporada de 1950, ocupaba el primer puesto entre los matadores en activo que más contratos habían cumplido en suelo español a lo largo de dicha campaña. Sus éxitos se contaban entonces por docenas, y aún hallaron continuación a comienzos de los años cincuenta, como quedó bien patente tras el clamoroso triunfo que obtuvo en Las Ventas el día 13 de mayo de 1952, fecha en la que enjaretó una magnífica faena al toro Rizador, de la ganadería de Pablo Romero, que resultó premiado con el trofeo a la res más brava del ciclo isidril de aquel año.
Tras estos éxitos, decidió con buen criterio retirarse en pleno esplendor, antes de esperar a que el lógico declive de su carrera dejara un amargo recuerdo entre los aficionados. Así las cosas, el 28 de septiembre de 1953, en la Real Maestranza Sevilla, se despidió definitivamente de las arenas españolas, y medio mes después (concretamente, el 18 de octubre) se cortó la coleta ante sus compatriotas, en el coso lisboeta de Campo Pequeno. Esta feliz iniciativa de apartarse del ejercicio activo del toreo cuando estaba situado entre las figuras cimeras de su tiempo ha permitido a Manuel dos Santos Pires quedar consagrado como uno de los mejores -si no el mejor- toreros de a pie que ha dado Portugal, sobre todo en el manejo de la muleta (en el que se mostraba poderoso y artista) y en la colocación de banderillas (suerte que ejecutaba con destreza, eficacia y armonía). Además, sobresalía por su acentuada valentía delante de los toros, siempre dentro de una serenidad que dotaba a su arte de un aplomo sobrio y tranquilo, del todo ajeno a los alardes tremendistas de otras figuras menos elegantes.
Una vez retirado de los ruedos, residió en su país natal hasta el 18 de febrero de 1973, fecha en la que falleció, en un hospital de Lisboa, a consecuencia de la gravísimas heridas que había sufrido en un accidente de circulación sobrevenido el día anterior, en las inmediaciones de la capital lusitana.