Frederic Franklin (1914-2013): Una leyenda del ballet clásico del siglo XX

El legado de Frederic Franklin en el mundo de la danza es uno de los más profundos e influyentes del siglo XX. Bailarín, coreógrafo, maestro de ballet y director, Franklin no solo brilló en los escenarios más prestigiosos del mundo, sino que también ayudó a consolidar el ballet clásico como una forma artística global y moderna. Su versatilidad escénica, su compromiso pedagógico y su espíritu innovador lo convierten en una figura imprescindible en la historia de la danza.
Orígenes y contexto histórico
Nacido en Liverpool el 13 de junio de 1914, Frederic Franklin comenzó su formación artística en la escuela Elliott-Clarke, donde mostró desde temprana edad un talento excepcional. En busca de perfección técnica, amplió su formación con grandes nombres del ballet clásico como Nicolai Legat y Lubov Egorova, quienes le transmitieron una base sólida en la tradición rusa del ballet, lo que más adelante se reflejaría en su estilo refinado y expresivo.
Antes de entrar en el mundo del ballet clásico profesional, Franklin trabajó como bailarín de variedades en Londres. Esta etapa en los escenarios más populares y accesibles le dotó de una cualidad poco común en los bailarines clásicos: una conexión directa con el público. Su salto definitivo a la élite de la danza se dio con su incorporación al Ballet Markova-Dolin entre 1935 y 1949, donde comenzó a forjarse una reputación de primera figura.
Logros y contribuciones
La carrera de Frederic Franklin alcanzó su esplendor en el Ballet Russe de Monte Carlo, compañía con la que trabajó de manera continua desde 1938 hasta 1952 y luego entre 1954 y 1957. En esta prestigiosa institución no solo fue bailarín principal, sino también maestro de ballet desde 1944, una posición que le permitió influir en generaciones futuras de artistas.
Franklin estrenó múltiples papeles clave que se convirtieron en referencias dentro del repertorio del ballet moderno. Algunas de sus interpretaciones más destacadas incluyen:
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El Barón en Gaîté Parisienne (1938)
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El Espíritu de la Creación en Seventh Symphony (1938)
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El Caballero en Nobilissima Visione (1938)
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Dobryna en Bogatyri (1938)
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El Líder Rojo en Rouge et Noir (1939)
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Uno de los Secretarios en Vienna-1814 (1940)
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El Minotauro en Labyrinth (1941)
Estas obras fueron coreografiadas por el visionario Léonide Massine, con quien Franklin colaboró estrechamente.
También trabajó con otros coreógrafos de renombre como Frederick Ashton en Devil’s Holiday (1939), Marc Platoff en Ghost Town (1939), Nini Theilade en Nuages (1940), Agnes de Mille en Rodeo (1942), y Bronislava Nijinska en Étude (1943). Su capacidad para adaptarse a estilos diversos y su talento interpretativo lo convirtieron en uno de los bailarines más versátiles y solicitados de su generación.
Además de su carrera como intérprete, Franklin se destacó como coreógrafo y director artístico. En 1961 coreografió Tribute, una obra sobre música de Franck para el Ballet Russe de Monte Carlo. En 1951, fundó una compañía junto a Mia Slavenska, lo que marcó un nuevo capítulo en su compromiso con la creación y dirección artística.
Momentos clave
La trayectoria de Franklin está jalonada por momentos determinantes que muestran su constante evolución profesional. A continuación, se destacan algunos de los más relevantes:
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1949-1950: Actúa como partenaire de Alicia Markova y Alexandra Danilova en el Sadler’s Wells Ballet.
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1951: Crea su propia compañía con Mia Slavenska.
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1961: Se convierte en asesor artístico del American Ballet Theatre.
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1962-1964: Dirige el Washington National Ballet y su escuela asociada.
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1962: Actúa como asesor del Ballet de La Scala de Milán.
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1974-1977: Codirector artístico del Pittsburgh Ballet.
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1978 en adelante: Coreógrafo residente del Cincinnati Ballet, que dirigió entre 1984 y 1986.
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1997: El American Ballet Theatre presenta su versión de Coppélia.
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1998: Produce Paquita para el Cincinnati Ballet.
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1984: Profesor invitado del I Concurso Internacional de Ballet de Nueva York.
Su trabajo en estos distintos roles no solo consolidó su figura como creador, sino que lo posicionó como un referente académico y artístico.
Relevancia actual
Aunque Frederic Franklin falleció en Nueva York el 4 de mayo de 2013, su legado permanece vivo. Sus producciones coreográficas siguen siendo montadas por compañías de todo el mundo, y su influencia como maestro y director artístico continúa en las generaciones de bailarines que formó.
Fue merecedor de prestigiosos reconocimientos, entre ellos:
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Premio Dance Magazine
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Premio Sir Laurence Olivier
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Premio Capezio (1992)
Franklin es recordado por haber combinado la técnica académica del ballet ruso con una presencia escénica carismática y una visión moderna del arte coreográfico. Su habilidad para pasar de la interpretación a la dirección con fluidez y su compromiso con el desarrollo institucional del ballet en Estados Unidos son ejemplos del impacto duradero de su carrera.
A día de hoy, su figura es una referencia en escuelas y compañías de ballet, especialmente en Estados Unidos, donde contribuyó al crecimiento y consolidación de instituciones clave como el American Ballet Theatre y el Cincinnati Ballet.
Frederic Franklin no fue solamente un bailarín excepcional, sino un arquitecto de la danza del siglo XX, cuya influencia se proyecta aún con fuerza en el panorama contemporáneo.
MCN Biografías, 2025. "Frederic Franklin (1914-2013): Una leyenda del ballet clásico del siglo XX". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/franklin-frederic [consulta: 28 de septiembre de 2025].