Enríquez, Fadrique. Almirante de Castilla (¿-1473).


Aristócrata castellano, segundo almirante de Castilla y conde de Melgar, nacido a finales del siglo XIV y muerto en 1473. Casó a su hija doña Juana con Juan II de Aragón y fue el abuelo de Fernando el Católico.

Pertenecientes al linaje de los bastardos de Alfonso XI, en el siglo XV sólo los Enríquez y la casa reinante (Trastámara) podían alegar esa procedencia. Don Fadrique fue hijo de don Alonso Enríquez y de doña Juan de Mendoza, llamada la Ricahembra y heredó el almirantazgo de Castilla a la muerte de su padre en 1426. En 1423 ya detentaba los honores de conde de Trastámara, duque de Arjona y pertiguero mayor de Santiago y se encontraba sólidamente asentado en Tierra de Campos, de Palencia a Valladolid.

En 1430, tras la primera guerra de Castilla con Aragón, recibió la inexpugnable Peñafiel y pasó a formar parte de la nueva oligarquía dominante, contra la que en vano luchó Álvaro de Luna. En 1437 don Álvaro ordenó la prisión del adelantado Pedro Manríquez, lo que provocó la reacción de su aliado, el almirante Enríquez, que preparó sus tropas en Medina de Rioseco para luchar contra el condestable, y tras la fuga de Manríquez en 1438 se unió a él e hizo de Medina de Rioseco el centro de resistencia contra el valido de Juan II. La victoria de los rebeldes (1439) trajo el segundo destierro del condestable, pero el gobierno de Castilla continuó en manos del que había sido su equipo de gobierno. Por ello en 1441 se volvió a formar una liga nobiliaria contra el favorito del rey, de la cual formó parte don Fadrique. La victoria del condestable y del príncipe de Asturias (futuro Enrique IV) en 1445 provocaron la prisión del almirante y eliminaron cualquier oposición a don Álvaro. En 1449 don Fadrique se integró en una Gran Liga contra el condestable, que agrupó a los seguidores del príncipe Enrique, del rey de Navarra y de los condes de Haro, Plasencia y Benavente, entre otros. El almirante Enríquez fue desterrado después de la victoria de don Álvaro, junto con su hermano don Enrique, conde de Alba de Aliste. El triunfo del condestable sería el último de su carrera política.

Con la subida al trono de Enrique IV, el almirante Enríquez recuperó sus dominios y se estableció de nuevo en Rioseco. Pero ya en 1460 volvió a integrarse en una nueva liga de la que formaron parte los Carrillo, Alba, Mendoza, los condes de Haro, Benavente, Plasencia y Alba de Aliste, y Juan II de Aragón, cuyo objetivo era el reconocimiento del infante don Alfonso como príncipe de Asturias. En 1461 Enríquez, decidido aragonesista por el matrimonio de su hija con el rey de Aragón, se negó en Sepúlveda a firmar la declaración de guerra contra Navarra, lo cual no impidió la contienda. Aquel mismo año se firmó la reconciliación entre la Liga nobiliaria y el marqués de Villena, alianza que cerró por completo las filas de la nobleza y eliminó la menor oportunidad de un gobierno monárquico. La nueva liga formada en 1464 fue una renovación de las que ya habían existido con anterioridad y desde el comienzo el almirante Enríquez se integró en ella. Instigada por Carrillo, arzobispo de Toledo, Pacheco, marqués de Villena y Girón, su razón de ser era evitar el matrimonio de la infanta Isabel (futura Isabel la Católica) sin el consentimiento de los grandes, y defender los intereses del infante Alfonso. Otro motivo, no declarado, era restar preeminencia al nuevo valido, Beltrán de la Cueva, a quien Enrique IV nombró maestre de Santiago aquel mismo año.

La nueva rebelión tuvo un carácter especial, porque en ella surgió el plan de destronar a Enrique IV y elevar en su lugar al infante Alfonso el Inocente. El primero en alzar pendones por don Alfonso fue el almirante, en Valladolid (1464), pero la ciudad, fiel al rey, expulsó a don Fadrique. Estalló la guerra y el marqués de Villena reunió una magna asamblea en Burgos de la que salió un manifiesto, que constituyó un grave alegato contra la monarquía, en el que el rey don Enrique fue acusado de quebrantar la justicia y tener su voluntad enajenada en manos de Beltrán de la Cueva. Don Fadrique volvió a la fidelidad del rey después de que, por la Sentencia de Medina del Campo, don Alfonso fuese reconocido heredero y recibió de Enrique IV Valdenebro en señorío y Valladolid en custodia. Pero tras el revocamiento de la citada sentencia el almirante desertó del lado del rey y volvió a integrarse en la liga encabezada por Pacheco y en mayo de 1465 volvió a proclamar rey a don Alfonso en Valladolid. Poco después (5 de junio) los nobles rebeldes, reunidos en Ávila llevaron a cabo la deposición figurada de un muñeco que representaba al rey y proclamaron rey a Alfonso XII, en un hecho que ha sido conocido por la Historia como la Farsa de Ávila. En 1467 el almirante se apoderó de Simancas, aprovechándose del más bajo momento de la monarquía medieval española.

Durante sus últimos años de vida don Fadrique trabajó afanosamente para conseguir el matrimonio de su nieto Fernando con la princesa castellana doña Isabel, como anteriormente había apoyado el enlace entre Alfonso el Inocente y Juana de Aragón, truncado por la muerte del príncipe castellano.

Bibliografía

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  • PÉREZ EMBID, F. El almirantazgo de Castilla hasta las capitulaciones de Santa Fe. Sevilla, 1944.

  • SEMANA MARAÑÓN. Enrique IV de Castilla y su tiempo. Valladolid, 2000.

  • SILIO CORTÉS, C. Don Álvaro de Luna y su tiempo. Madrid, 1941.

  • SUÁREZ FERNÁNDEZ, L. (dir.) «Los Trastámaras de Castilla y Aragón en el siglo XV», en Historia de España Ramón Menéndez Pidal, XV. Madrid, 1982.

JMMT