Concepción Arenal (1820–1893): Pionera del Reformismo Social y la Justicia Humanitaria en la España del Siglo XIX

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Raíces, rebeldía e intelecto en una España en transformación

Contexto histórico y social de la España del siglo XIX

El Trienio Liberal y el absolutismo de Fernando VII

Concepción Arenal Ponte nació el 31 de enero de 1820 en El Ferrol (La Coruña), en un contexto nacional marcado por la profunda inestabilidad política de la España del siglo XIX. El mismo año de su nacimiento coincidió con el inicio del Trienio Liberal (1820–1823), período en el que se intentó reinstaurar la Constitución de Cádiz y limitar el poder absoluto del rey Fernando VII, lo que derivó en un breve auge del liberalismo frente al absolutismo monárquico. Sin embargo, este intento fue sofocado por la intervención de la Santa Alianza, y Fernando VII restauró la monarquía absoluta en 1823, instaurando nuevamente una época de represión y persecución ideológica.

Este ambiente histórico, de vaivenes entre modernización y represión, marcó el pensamiento de toda una generación. En especial, influyó profundamente en la vida del padre de Concepción, Ángel Arenal, un funcionario liberal que llegó a ser secretario del Gobierno Superior de la Provincia de Galicia durante el Trienio. Como consecuencia de su filiación ideológica, fue perseguido y encarcelado tras el regreso del absolutismo, convirtiéndose en un mártir familiar del ideario liberal.

Rol de la mujer y estructura social en la España isabelina

En este contexto nacional hostil a las reformas, el rol de la mujer se reducía casi exclusivamente al ámbito doméstico. La educación femenina estaba dirigida a las “labores propias del sexo” y a adquirir “modales distinguidos”, mientras que las mujeres carecían de derechos civiles y políticos. Las ideas progresistas y racionalistas que fermentaban en Europa, y que ya influían en pensadoras como Mary Wollstonecraft o los filósofos ilustrados, apenas rozaban la realidad española, especialmente en los entornos rurales y conservadores. Esta brecha entre el modelo social imperante y las ansias de libertad e igualdad fue el caldo de cultivo del pensamiento y la acción de Arenal.

Infancia y orígenes familiares

La influencia liberal de su padre y el traslado a Armaño

Tras la muerte de Ángel Arenal en 1829, cuando Concepción tenía solo nueve años, la familia —su madre y sus dos hermanas— se trasladó a Armaño (Cantabria), buscando refugio en una zona más tranquila. Allí, la pequeña Concepción comenzó a tener conciencia social, observando de cerca la desigualdad, la pobreza y el machismo estructural que dominaban la vida cotidiana en el ámbito rural. La ausencia del padre no sólo dejó un vacío afectivo, sino que también la empujó a recuperar y estudiar su biblioteca, lo cual despertó su vocación intelectual y moral hacia el Derecho, la justicia y la crítica social.

Primeros indicios de sensibilidad social y conciencia de género

Desde temprana edad, Arenal manifestó una inteligencia precoz y una gran sensibilidad hacia la injusticia, particularmente en lo que respecta a la situación de las mujeres. La estrechez económica de la familia tras la muerte del padre no impidió que Concepción desarrollara una vida interior intensa, marcada por la lectura de obras prohibidas para las mujeres y por una rebeldía creciente frente a los roles asignados a su sexo. Esta conciencia crítica se profundizó con el traslado a Madrid en 1830, donde su madre la inscribió en un colegio para señoritas de buena familia, con el objetivo de educarla bajo los valores tradicionales de sumisión y recato. Pero Arenal se sintió asfixiada por ese entorno.

Educación y oposición a los modelos femeninos impuestos

La escuela de señoritas y la insatisfacción intelectual

Las enseñanzas superficiales de modales y religiosidad que se impartían en los colegios femeninos no solo no respondían a sus inquietudes, sino que generaron en Arenal una actitud de reacción crítica y desencanto. Su formación verdaderamente significativa tuvo lugar en soledad, en los libros de su padre, con autores como Montesquieu, Rousseau, Voltaire y otros pensadores ilustrados. Este autoaprendizaje marcó el inicio de su compromiso intelectual.

El impacto de las lecturas heredadas y la muerte de Larra

Un hecho significativo en su juventud fue la muerte del escritor romántico Mariano José de Larra en 1831, cuya figura representaba la crítica ácida y el anhelo de modernización frustrada. Para Arenal, la figura de Larra simbolizaba la lucha contra la hipocresía social, lo que fortaleció su deseo de convertirse en abogada, un objetivo inédito y radical para una mujer en la España del siglo XIX.

El acceso clandestino a la universidad

Disfrazarse de hombre para entrar en Derecho

Su determinación por formarse la llevó, a partir de 1841, a asistir como oyente a la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. Para ello, tuvo que disfrazarse de hombre, con traje y sombrero, una decisión tanto pragmática como simbólica. Asistió a todas las clases, aunque nunca pudo obtener un título oficial, pues las leyes prohibían la presencia de mujeres en los estudios superiores. Este acto de rebeldía intelectual y feminismo precoz constituye uno de los hitos fundacionales del pensamiento igualitario en España.

Conflictos familiares y emancipación tras la muerte de su madre

La lucha por estudiar, por desafiar los roles tradicionales y por pensar en libertad deterioró profundamente su relación con su madre, una mujer más aferrada a los valores conservadores de su época. La muerte de esta en 1841 dejó a Concepción con 21 años y el control absoluto de su vida, lo que le permitió emprender su propio camino intelectual y vital sin ataduras familiares.

Primeras decisiones vitales y experiencias personales

Matrimonio con Fernando García Carrasco y exilio ideológico en Oviedo

En 1848, Arenal se casó con Fernando García Carrasco, periodista y también licenciado en Derecho, a quien había conocido en la universidad. El matrimonio fue libre y basado en la afinidad ideológica, algo inusual para la época. Sin embargo, sus convicciones liberales atrajeron la vigilancia y la presión del gobierno conservador, lo que les obligó a trasladarse a Oviedo. Allí colaboraron en varios periódicos y defendieron desde la prensa un modelo de cristianismo humanista, alejado de la religiosidad autoritaria.

Primeras publicaciones, duelo por su hija y viudez temprana

Ese mismo año, 1848, fue también especialmente doloroso: su primera hija falleció, hecho que marcó profundamente a Arenal. En 1851 publicó su primer libro, Fábulas y romances, con una clara intención moralizadora. Pero en 1855, sufrió una nueva tragedia: la muerte de su marido, que la dejó sola y sin recursos. Arenal volvió a Armaño para vender sus bienes y luego se estableció en Colloto y Potes, donde inició una etapa decisiva de acción social directa y escritura comprometida, consolidando así el giro práctico de su pensamiento.

Reformismo social y pensamiento jurídico en acción

Activismo humanitario desde la literatura y la filantropía

Obras fundamentales: Dios y Libertad, La Beneficencia

Instalada en Potes (Asturias), Concepción Arenal se volcó con energía en la acción caritativa y el pensamiento social. En 1858 publicó la obra ¡Dios y Libertad!, un texto introspectivo en el que relató los sufrimientos de su infancia, la represión que vivió como mujer y su desasosiego ante una sociedad injusta. Esta obra reflejaba ya su característica mezcla de análisis racional, espiritualidad cristiana y compromiso social.

Arenal abordó también las estructuras asistenciales con una mirada crítica e innovadora. En La Beneficencia, la Filantropía y la Caridad, analizó con profundidad la historia de la asistencia a los pobres en España, denunciando la improvisación institucional y el asistencialismo carente de planificación. Esta obra fue pionera en establecer una distinción entre caridad espontánea y acción social organizada, anticipando los conceptos modernos de política social.

Primeras experiencias organizativas y acción comunitaria

En colaboración con Masarman, músico cristiano comprometido, fundó el primer grupo femenino de las Conferencias de San Vicente de Paúl en España, en un intento por incorporar a las mujeres en tareas de asistencia social, no como benefactoras pasivas, sino como agentes morales. Fruto de esta experiencia fue su obra El visitador del pobre (1860), traducida a varios idiomas, que ofrecía pautas prácticas y teóricas para quienes se dedicaban a visitar enfermos y necesitados.

Poco después, publicó España en África (1861), donde abordaba cuestiones de política colonial y la ética en las relaciones internacionales. En 1862, en La igualdad social y política, expuso sus ideas más firmes sobre la igualdad de derechos y la crítica al modelo patriarcal, situándose a la vanguardia del pensamiento reformista español.

Papel en las instituciones públicas

Visitadora de prisiones y defensa de las reclusas

En 1863 fue nombrada visitadora de prisiones de mujeres en Galicia, cargo que le permitió conocer de cerca la realidad carcelaria. Arenal no solo inspeccionaba condiciones materiales, sino que analizaba los sistemas punitivos desde una óptica humanista y regeneradora. Su contacto directo con reclusas confirmó sus convicciones: la cárcel debía ser un espacio de rehabilitación, no de castigo. A partir de esta experiencia, escribió textos de gran impacto, como Cartas a los delincuentes (1865) y El reo, el pueblo y la ejecución pública de la pena de muerte (1867), donde denunció la pena capital como espectáculo inhumano y moralmente devastador.

Cargos durante la Revolución Gloriosa y la I República

El triunfo de la Revolución de 1868, que derrocó a Isabel II, abrió nuevas posibilidades para el reformismo social. Arenal protestó enérgicamente cuando el gobierno provisional suprimió las Conferencias de San Vicente de Paúl, calificando la medida de «arbitraria e inhumana». Gracias a su gestión, fueron restituidas. En 1868 fue nombrada inspectora general de Casas de Corrección de Mujeres, función que desempeñó hasta 1873, año en que la Primera República suprimió el cargo por reformas estructurales.

Durante estos años, Arenal fue voz activa en debates legislativos y penitenciarios. En 1869, su obra Examen a las bases aprobadas por las Cortes para la reforma de las prisiones fue publicada en la Revista General de Legislación y Jurisprudencia, marcando un hito en la reflexión jurídica desde una perspectiva regeneradora.

Influencias ideológicas y vínculos con el krausismo

Alianzas con Giner de los Ríos, Azcárate y el ideal educativo

En esta etapa, Arenal se alineó decididamente con el krausismo español, un movimiento filosófico y pedagógico que defendía la libertad de conciencia, la educación integral y el perfeccionamiento moral de la sociedad. Su cercanía con figuras como Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón, le permitió participar activamente en los debates sobre la modernización educativa y el lugar de la mujer.

Arenal compartía con los krausistas el ideal de formación integral del ser humano y la idea de que la educación era la vía más sólida para erradicar la ignorancia, la miseria y la desigualdad. Aunque nunca fue profesora formal, sus ensayos y colaboraciones en revistas hicieron de ella una intelectual de referencia en los círculos reformistas.

El lugar de la mujer en la sociedad según Arenal

En 1868 publicó una de sus obras más trascendentales: La mujer del porvenir, donde defendía que la condición femenina no debía ser entendida como inferior, sino como un producto de la educación y la estructura social patriarcal. Arenal proponía la educación para la autonomía femenina, no para el sometimiento. Esta obra, junto con sus cartas y artículos, consolidó su imagen como precursora del feminismo español, aunque ella nunca usó ese término.

Producción intelectual en el corazón del siglo XIX

Ensayos sociales y defensa de la abolición de la esclavitud

Arenal no limitó su pensamiento a la cuestión femenina. En 1865 publicó Oda a la esclavitud, una pieza poética que denunciaba el colonialismo y defendía la dignidad de todos los seres humanos. Su pensamiento combinaba un fuerte sentido moral cristiano con una crítica lúcida a las estructuras opresoras. Esta capacidad para conjugar ética religiosa y reforma estructural la situó en una posición única dentro del pensamiento español del siglo XIX.

La mujer del porvenir y el reformismo penitenciario

El reformismo penitenciario fue otro de sus grandes frentes. No se limitaba a denunciar el estado de las cárceles, sino que proponía reformas legales y pedagógicas para convertir el castigo en oportunidad de redención. Propugnaba una justicia basada en la reparación y el desarrollo moral, no en el castigo vengativo. En este sentido, Arenal anticipó muchas de las propuestas de la criminología moderna y la justicia restaurativa.

La “Voz de la Caridad” y la Cruz Roja

Activismo desde la prensa

En 1870 fundó, junto a Antonio Guerola, la revista La Voz de la Caridad, una plataforma desde la cual difundió sus ideas sobre justicia social, asistencia a los pobres y derechos laborales. Allí publicó Cartas a un obrero, serie de ensayos que se dirigían directamente a la clase trabajadora, tratando temas como la educación, el salario digno y la dignidad del trabajo humano. Estas cartas eran un puente entre el pensamiento académico y las realidades populares.

Compromiso en la asistencia humanitaria organizada

En 1871 fue nombrada secretaria general de la Cruz Roja de Madrid, donde organizó campañas de ayuda a heridos de guerra y a víctimas de catástrofes. En esta labor, demostró nuevamente su capacidad para unir organización, sensibilidad y eficiencia, anticipándose a los modernos modelos de gestión humanitaria. Ese mismo año escribió Historia de la Guerra, obra donde reflexionó sobre el sufrimiento de los civiles y la necesidad de una ética en los conflictos armados.

Legado, recepción y proyección de su pensamiento

Últimos años y reclusión voluntaria en Gijón

Contexto político durante la Restauración borbónica

Tras la proclamación de Alfonso XII como rey en 1874, promovida por Cánovas del Castillo, España entró en un periodo de restauración conservadora que marginó a las voces progresistas e institucionistas del krausismo. Muchos de los aliados de Arenal, como Giner de los Ríos, Azcárate y Salmerón, fueron expulsados de sus cátedras y apartados de la vida pública. Este viraje político marcó también un punto de inflexión en la vida de Concepción Arenal.

Cansada del enfrentamiento constante con un sistema que relegaba a los reformistas, Arenal se retiró a Gijón en 1875, donde permaneció hasta 1889. Este retiro no significó inactividad, sino una etapa de introspección y consolidación de su obra intelectual. Desde la distancia, siguió analizando la realidad española y proponiendo alternativas desde su particular visión de justicia social cristiana y humanismo integral.

Producción final y enfoque en el socialismo cristiano

En esta etapa final, su pensamiento derivó hacia un socialismo cristiano, influenciado por autores como Pierre-Joseph Proudhon, cuya visión utópica de una sociedad sin propiedad privada y basada en la cooperación resonaba con su sensibilidad ética. Arenal no abrazó el socialismo marxista, pero sí compartió su crítica al modelo capitalista injusto, en especial por sus efectos sobre la clase obrera.

Su énfasis se desplazó hacia la educación popular como herramienta de transformación. En 1878, fue galardonada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas por su memoria La instrucción del pueblo, en la que defendía el acceso universal al conocimiento como derecho inalienable. Esta obra confirmaba su vocación pedagógica y su confianza en la cultura como motor del progreso moral.

Obras culminantes y reconocimiento institucional

Ensayo sobre el derecho de gentes y Clínica criminal

En 1879 publicó su obra más ambiciosa: Ensayo sobre el derecho de gentes, donde reflexionó sobre las relaciones internacionales desde una perspectiva ética, jurídica y humanista. El prólogo fue escrito por su amigo Gumersindo de Azcárate, lo que atestigua el respeto que Arenal había logrado entre los intelectuales de su tiempo. Esta obra planteaba una visión de las naciones como sujetos morales, capaces de pactar en base a principios universales.

En 1889, el Bulletin de la Société Générale des Prisons publicó su trabajo Clínica criminal, donde abordaba el estudio de los delitos no como hechos aislados, sino como síntomas de un entorno social enfermo, consolidando su aporte pionero a la criminología humanista. Este reconocimiento internacional puso a Arenal en contacto con otros reformistas europeos y demostró el alcance de su pensamiento más allá de las fronteras españolas.

Premios, congresos y su papel internacional

Ese mismo año se trasladó definitivamente a Vigo, donde continuó su labor intelectual hasta su muerte. Participó desde allí en el Congreso Hispano-Portugués-Americano, presentando dos importantes trabajos: La instrucción del obrero y La Educación de la mujer. En estos ensayos volvió a insistir en que la transformación social dependía de dos pilares: la formación de la clase trabajadora y la emancipación cultural de las mujeres. La claridad de su pensamiento y la coherencia de su vida con sus principios hicieron de Arenal una figura admirada incluso por quienes no compartían sus ideas.

Muerte y percepción en vida

Reacciones contemporáneas a su pensamiento y labor

Concepción Arenal falleció el 4 de febrero de 1893, tras una penosa enfermedad. La noticia de su muerte fue recogida con respeto y admiración por parte de sectores intelectuales, progresistas y humanitarios. No obstante, también hubo silencios significativos en la prensa más conservadora, lo que refleja las resistencias que su pensamiento generó incluso en sus últimos días. Para muchos, era aún una mujer incómoda: firme, racional, profundamente religiosa pero no dogmática, crítica sin aspavientos y coherente hasta el final.

Durante su vida fue pionera en numerosos frentes: primera mujer en asistir como oyente a una facultad de Derecho, promotora de la reforma penitenciaria, defensora de los derechos de los pobres, pensadora feminista avant la lettre y referente del cristianismo social en España. Supo unir acción y teoría, lo que le dio una autoridad moral pocas veces vista en su tiempo.

La figura femenina que rompió moldes sociales

Arenal no solo abrió caminos para otras mujeres en el campo del saber y la política, sino que también rompió el molde de mujer obediente y decorativa impuesto por el sistema patriarcal decimonónico. Su vida personal —marcada por la viudez, la autonomía y el trabajo intelectual— fue en sí misma un acto de resistencia y ejemplo de que la dignidad no depende del género, sino del carácter y del pensamiento.

Su independencia fue doblemente transgresora: intelectual y moral. No se adscribió nunca a partidos políticos ni se dejó seducir por los liderazgos efímeros. Se mantuvo leal a sus principios de justicia, dignidad y fe cristiana, lo que le dio una enorme autoridad incluso entre quienes discrepaban con ella.

Relecturas históricas y nuevas aproximaciones

Arenal como pionera del feminismo y la justicia social

Las investigaciones contemporáneas han reivindicado su figura como una de las fundadoras del pensamiento feminista en España, aunque su obra no se limitó a este ámbito. Su trabajo penitenciario, su acción filantrópica y su producción ensayística la sitúan también como precursora de la sociología, la pedagogía social y el derecho humanitario. Obras como La mujer del porvenir han sido reeditadas y analizadas desde perspectivas actuales, resaltando su vigencia y modernidad.

El desarrollo de los estudios de género, la filosofía de los derechos humanos y la historia social han favorecido un rescate integral de su pensamiento, no ya como figura marginal, sino como nodo fundamental en la construcción del pensamiento social español.

Su influencia en pedagogía, penalismo y derechos humanos

El legado de Arenal sigue presente en las reformas penitenciarias modernas, en los principios humanitarios de instituciones como la Cruz Roja, y en los movimientos de educación popular que apuestan por la emancipación a través del saber. Su nombre está ligado a la evolución de la justicia restaurativa, y su concepción de la caridad organizada como instrumento racional de cambio estructural ha servido de inspiración para organismos estatales y ONGs.

En el ámbito académico, se le reconoce como precursora de la criminología crítica, y su visión de la delincuencia como producto social ha influido en generaciones de juristas, sociólogos y educadores. Su apuesta por una ética del cuidado y la responsabilidad, antes de que estos conceptos fueran sistematizados, demuestra la originalidad y profundidad de su pensamiento.

Una vida en coherencia con sus ideas

Entre el pacifismo, el deber moral y la acción concreta

Concepción Arenal fue una mujer de acción que jamás se desvió de su brújula ética. Su pacifismo no era pasividad, sino una forma activa de resistencia frente a la injusticia. En tiempos de dogmatismos, ella eligió la razón serena; en medio de la intolerancia, optó por el diálogo crítico; ante la miseria, ofreció compromiso y no limosna.

Fue lo que quiso ser, a pesar de un entorno que le negó casi todo. Su biografía es

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Concepción Arenal (1820–1893): Pionera del Reformismo Social y la Justicia Humanitaria en la España del Siglo XIX". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/arenal-concepcion [consulta: 27 de septiembre de 2025].