Cánovas del Castillo, Antonio (político español, 1828-1897).
Político e historiador español, nacido en Málaga el 8 de febrero de 1828 y fallecido en Santa Águeda (Guipúzcoa) en 1897. Hijo de un modesto maestro de escuela, en 1845 se trasladó a Madrid y cursó estudios de Derecho, mientras se abría paso en el periodismo y se iniciaba en la lucha política.
Sus primeras obras fueron la novela histórica La campana de Huesca (1851) y una Historia de la decadencia de España (1854). Comenzó su carrera política como hombre de confianza de O’Donell y redactó personalmente el Manifiesto de Manzanares.
Estuvo en Roma como agente de Preces, en 1855; y de regreso a Madrid siguió militando en la filas de la Unión Liberal. En 1858 desempeñó la Dirección General de la Administración, bajo el ministerio de Posada Herrera.
En 1860 ingresó en la Academia de la Historia y se casó con Conchita Soler Espinosa, que falleció cinco años después. El movimiento revolucionario, que finalizó con el derrocamiento de Isabel II, en 1868, supuso su retraimiento político, que le obligó a desplazarse a Palencia y posteriormente a Carrión de los Montes.
En las Cortes Constituyentes de 1869, diputado y jefe de una exigua minoría liberal conservadora, se enfrentó contra el sufragio universal y la libertad de cultos, y proclamó la candidatura del príncipe Alfonso al trono de España. Desde su puesto de presidente del Ateneo de Madrid inició contactos con Isabel II quien, tras la abdicación de su hijo Alfonso en 1870, le otorgó plenos poderes para dirigir la causa alfonsina.
Durante la Primera República intensificó sus actuaciones para la restauración de la monarquía, culminando con la redacción del Manifiesto de Sandhurst. Gracias a estos hechos, el General Martínez Campos, sin su aquiescencia, proclamó en Sagunto, en 1874, a Alfonso XII rey de España.
Con su partido liberal-conservador, que estuvo en el poder hasta 1881, y cuyos gobiernos presidió, salvo las cesiones a Jovellar y a Martínez Campos, se promulgó la Constitución de 1876, se concluyó la Guerra Carlista y la de Cuba quedó prejuzgada.
En enero de 1884 volvió al gobierno, pero la muerte de Alfonso XII a fines del mismo año le movió a dimitir para que la regente pudiera llamar al poder a Sagasta. Durante esta época de descanso publicó sus Estudios del reinado de Felipe IV y se casó en segundas nupcias con Joaquina de Osma, treinta años más joven que él.
El gobierno de Canovas del Castillo.
En 1890 volvió al poder, y llevó como ministro de Gobernación a Silvela. Los negocios sucios del ayuntamiento de Madrid, más o menos encubiertos por Romero Robledo, levantaron una ola de protestas y motivaron la célebre declaración de Silvela que provocó la caída del gobierno, en 1892, y consolidó la ruptura entre Silvela y Cánovas.
En marzo de 1895 volvió a la presidencia del consejo de ministros, y llevó consigo a Romero Robledo. El problema más importante que tenían que resolver eran las guerras ultramarinas. En Filipinas, reemplazó a Blanco por Polavieja, quien se hizo responsable de actos como el fusilamiento de Rizal; y en Cuba, tras haber intentado una experiencia pacificadora con Martínez Campos, recurrió a Weyler para que llevara la lucha con dureza, lo que finalizó en la guerra contra los Estados Unidos.
Pero Cánovas no llegó a ver el desastre final: en agosto de 1897, cuando estaba descansando en un balneario, fue asesinado por un anarquista italiano, que pretendía con ello vengar a las víctimas de Montjuich.
Los movimientos sociales y regionalismos en la España de la Restauración.