Taharqa (690-664 a.C.). El faraón nubio que desafió al imperio asirio

Taharqa fue uno de los reyes más destacados de la dinastía XXV de Egipto, también conocida como la dinastía etíope. Su reinado marcó una época de esplendor arquitectónico, fervor religioso y luchas intensas contra el expansionismo asirio. Este soberano nubio, originario del reino de Kush, no solo gobernó Egipto durante casi dos décadas, sino que también dejó un legado monumental y cultural que pervive en los vestigios arqueológicos de Nubia y del Alto Egipto.

Orígenes y contexto histórico

Taharqa ascendió al trono como el quinto faraón de la dinastía XXV, una línea real de origen nubio que logró el control de Egipto en un periodo en que el país buscaba estabilidad tras siglos de fragmentación. Hijo de Piankhi, el fundador de esta dinastía, y de la reina Abiru, Taharqa fue elegido por su hermano y predecesor Shabataka, quien le cedió el trono.

Durante su coronación en Menfis adoptó el nombre de Nefertumkhure, y su legitimidad fue reconocida tanto en Egipto como en Kush. Fue citado por el historiador Manetón, quien lo llamó Tarkos y le atribuyó un reinado de dieciocho años. Su ascenso se enmarca en una etapa de revitalización nacional impulsada por los reyes kushitas, que buscaban restaurar el orden, la religión y las grandes tradiciones del antiguo Egipto.

Logros y contribuciones

Uno de los aspectos más notables del reinado de Taharqa fue su impulso a la construcción monumental. Durante su mandato se emprendieron obras colosales en varias regiones del reino, especialmente en el Alto Egipto y Nubia. Destacan los templos, estatuas y estelas que mandó edificar en Napata y Kawa, así como las inscripciones halladas en la Estela de Tanis y la Estela de Luxor.

A nivel político, confió el control del Alto Egipto a Mentuemhat, príncipe de Tebas y Cuarto Profeta de Amón, lo que garantizó cierta autonomía local y una gestión estable. En lo religioso, el poder fue delegado a la Shepenupet II, su hermanastra y Gran Esposa de Amón, consolidando así la simbiosis entre la autoridad política y el clero tebano.

Durante su reinado se vivió una efervescencia cultural y religiosa que aspiraba a emular el esplendor del Imperio Nuevo. La arquitectura, la escultura y los rituales religiosos revivieron con fuerza, lo que convirtió esta etapa en un período de renacimiento artístico y devoción teológica.

Momentos clave

La política exterior del reinado de Taharqa estuvo marcada por sus conflictos con el creciente poder de Asiria, que aspiraba al control de Palestina y Egipto. A continuación, se enumeran los principales acontecimientos de su reinado:

  • 690 a.C.: Coronación de Taharqa en Menfis.

  • Guerras en Palestina: Taharqa interviene en las ciudades de Tiro y Ascalón para frenar el avance asirio.

  • Primeras derrotas: El rey asirio Assarhaddón derrota a Taharqa en tres batallas, incluyendo una en Menfis, obligándolo a refugiarse en Tebas.

  • 669 a.C.: Muere Assarhaddón mientras preparaba una nueva campaña, lo que otorga a Taharqa dos años de relativa paz.

  • Reanudación de la guerra: Assurbanipal, sucesor de Assarhaddón, invade Egipto y derrota a Taharqa en Karbaniti.

  • Huida definitiva a Tebas: Tras la ocupación asiria, Taharqa se refugia en Napata y no regresa más a Egipto.

En este contexto, las ciudades egipcias quedaron bajo control de gobernadores colaboracionistas como Nekao I, que tras ser capturado fue reinstalado en Sais por Asurbanipal, y su hijo Psammético I, quien fue situado en Athribis. Estos pactos traicionados marcaron la consolidación del dominio asirio en el norte del país.

Relevancia actual

Taharqa es recordado no solo por su papel militar y político, sino también por su profunda influencia cultural. Como monarca de origen nubio, representa uno de los raros ejemplos en que un poder africano dominó el Valle del Nilo y logró imponer su visión del mundo en el corazón de Egipto. Su figura simboliza la integración entre las civilizaciones kushita y egipcia, y su legado arquitectónico sigue siendo motivo de admiración entre arqueólogos y estudiosos del arte faraónico.

Los templos de Napata, las estelas de Kawa y las numerosas representaciones escultóricas que dejó son testimonio de un faraón que no solo luchó por la independencia egipcia, sino que buscó restaurar una era de grandeza basada en la tradición teocrática del país.

Además, su gobierno sirvió como inspiración para su sucesor y sobrino Tanutamón, con quien compartió un año de corregencia. Aunque la dinastía XXV no logró resistir el avance asirio a largo plazo, su influencia espiritual y artística pervivió, dejando una huella indeleble en la historia del antiguo Egipto.

Taharqa encarna la resistencia frente al imperialismo extranjero y la voluntad de restaurar los valores de una civilización milenaria. Su figura resurge como símbolo de orgullo para la historia africana y como pieza clave en la compleja relación entre Kush y Egipto.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Taharqa (690-664 a.C.). El faraón nubio que desafió al imperio asirio". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/taharqa [consulta: 16 de julio de 2025].