Roger y Durán, José, o «Valencia» (1867-?).


Célebre banderillero español, nacido en Valencia en 1867. En el planeta de los toros es conocido por su sobrenombre artístico de «Valencia», apodó que legó a una fecunda retahíla de sucesores que siguieron sus pasos en la profesión taurina. En la dinastía torera fundada por él, sobresalen los nombres de sus hijos José Roger Serrano («Valencia») y Victoriano Roger Serrano («Valencia II»), ambos matadores de toros, así como los de sus nietos José Serrano Martín («Valencia III», hijo del citado José Roger Serrano) y Victoriano Cuevas Roger («Victoriano Valencia»), que también tomaron la alternativa.

Aunque nacido en la bella capital levantina que dio nombre a toda su saga familiar, José Roger y Durán se crió desde su temprana niñez en Madrid, donde, ya en sus años mozos, alternó su oficio de pintor revocador con sus frecuentes incursiones en los ruedos. Como era habitual en su época, hizo su aprendizaje taurino como miembro de las cuadrillas de algunos matadores consagrados que, como «Valladolid», le llevaron en varias ocasiones en calidad de banderillero; pero, deseoso de alcanzar él también el grado de doctor en tauromaquia, consiguió presentarse en Madrid con novillero el día 17 de noviembre de 1889, sin que la suerte le acompañara aquella tarde. Ante este fracaso en la primera plaza del mundo, decidió regresar al escalafón de los subalternos y, ya como uno de los rehileteros más acreditados de aquellos años postreros del siglo XIX, ingresó en la cuadrilla del afamado espada sevillano Manuel García y Cuesta («Espartero»). Entre los hitos que jalonan la trayectoria profesional de José Roger y Durán como banderillero, sobresale la penosa anécdota de haber sido él quien, en la fatídica tarde del 27 de mayo de 1894, en las arenas de la Villa y Corte, clavó los arponcillos a Perdigón, el miura largo, cornalón, astifino, listón y colorado «ojo de perdiz» que, a los pocos minutos de haber sido pareado por «Valencia», segó la vida del desventurado coletudo hispalense.

Después de la trágica muerte de «Espartero», José Roger y Durán se puso a las órdenes de otra gran figura de la época, el genial matador guipuzcoano Luis Mazzantini y Eguía. A partir de entonces, los historiadores del Arte de Cúchares pierden el rastro de este eficaz y aguerrido subalterno.