Lara y Díaz de Haro, Nuño de, Señor de Vizcaya (1348-1351).


Aristócrata hispano, señor titular de Vizcaya entre los años 1350 y 1351, nacido hacia 1348 y fallecido probablemente en Bermeo en 1351. En sus escasos tres años de vida, el pequeño Nuño de Lara fue protagonista indirecto de las diversas tramas nobiliarias acontecidas en el señorío de Vizcaya para intentar obtener un gobierno afín a los intereses de la hidalguía vizcaína, o bien la opción de incorporarlo como título nobiliario a la monarquía castellana.

Nuño fue el único hijo varón de Juan Núñez de Lara IV y de María Díaz de Haro II que sobrevivió a la muerte de su padre, acontecida en Burgos en noviembre de 1350. Desde hacía ya algunos años, Juan Núñez de Lara había mantenido enconadas disputas con el favorito de Pedro I, su ayo Juan Alfonso de Alburquerque, que ansiaba obtener el señorío vizcaíno para sí mismo. Cuando Pedro I sucedió a su padre Alfonso XI en 1350, Juan Núñez viajó hacia Burgos para jurar fidelidad al nuevo rey y también para negociar la situación de su pequeño heredero, que contaba a la sazón con dos años, con respecto al hipotético crecimiento de poder del de Alburquerque. Pero en la misma ciudad de Burgos, una repentina dolencia causó la muerte de Juan Núñez, abocando al señorío de Vizcaya a una época de tensiones.

Antes de partir hacia Burgos, Juan Núñez había dejado al pequeño Nuño en la villa palentina de Paredes de Nava, al cuidado de uno de sus más leales colaboradores, Martín Ruiz de Avendaño, cuya mujer, Mencía, era ama de cría del heredero señorial. Cuando Martín Ruiz supo la muerte de Juan Núñez y, especialmente, el asesinato de Garci Lasso de la Vega ordenado por Juan Alfonso de Alburquerque, temió que Nuño fuese el siguiente objetivo del creciente poder del ayo de Pedro I, por lo que decidió regresar a Vizcaya con su familia y con el heredero de las tierras norteñas. La narración de los hechos que dejó el canciller Ayala es extraordinariamente valiosa para comprobar cuál era la situación:

Desque sopieron que Garci Laso era muerto, rescelándose que si el rey tomase a don Nuño en su poder, por quanto don Juan Alfonso de Alburquerque e don Juan Núñez (su padre de don Nuño) non se quisieran bien, que le faría don Juan Alfonso tener preso. E por esta razón, tomaron a don Nuño e fuéronse con él a Vizcaya, e era estonce don Nuño en edad de tres años.

(Crónica de Pedro I, cap. VII, ed. cit., p. 36).

Desde luego, Martín Ruiz no se equivocó un ápice, ya que al día siguiente el propio Pedro I viajó hacia Paredes de Nava al frente de tropas armadas para capturar a Nuño, maniobra que, supuestamente, encubría el plan del rey de hacer señor de Vizcaya a su antiguo ayo. Martín Ruiz de Avendaño escapó de Paredes de Nava y cruzó el Ebro en dirección a Bermeo, poniendo a salvo a Nuño; días más tarde, cuando las tropas de Pedro I siguieron el itinerario de los fugitivos, hallaron el puente del Ebro quebrado, por lo que tuvieron que regresar.

Aunque no exista ninguna certificación documental, es bastante posible que la llegada de Nuño a Bermeo y, sobre todo, el relato que Martín Ruiz de Avendaño hizo de la situación, espolease a los vizcaínos a elevarle como sucesor en el señorío de su padre y les aprestase a defenderle ante la más que probable maniobra de Pedro I para hacerse con él. En principio, el monarca fue cauteloso y envió a Vizcaya al señor de Poza, Lope Díaz de Rojas, como Prestamero Mayor, para negociar con los hidalgos norteños la situación. En Guernica la respuesta de los vizcaínos fue negativa a la pretensión de Pedro I, por lo que Lope Díaz de Rojas pasó a la acción y cercó la villa de Orozco, propiedad de los Avendaño, donde el hijo de Martín Ruiz y Mencía, Juan de Avendaño, capitaneaba el bando de los favorables a Nuño de Lara, junto a otros hidalgos como Martín Sánchez de Bedia. Ante estas noticias, Pedro I envió tropas de refuerzo al mando de Fernán Pérez de Ayala, que, preparadas en Valmaseda, se dirigieron inmediatamente hacia Bermeo para apoderarse por la fuerza de Nuño. La resistencia de los vizcaínos fue grande pero, finalmente, se rindieron a la superioridad militar castellana.

En cualquier caso, la sorpresa fue mucho mayor ya que, tras entrar en Bermeo, Fernán Pérez de Ayala tuvo la noticia de que Nuño de Lara había muerto, lo que añadía más incertidumbre a la ya de por sí precaria situación del señorío de Vizcaya. Tras la muerte del pequeño Nuño, su hermana Juana Núñez de Lara esgrimió ante Pedro I los derechos del señorío que le pertenecían como heredera; finalmente, consiguió su objetivo aunque tuvo que casarse con Tello de Trastámara, hermano bastardo del rey, con quien gobernó tras la muerte de Nuño.

Casualmente, a pesar de ser Nuño el posesor más efímero del señorío, en una prospección arqueológica efectuada en la iglesia de Santa María de la Atalaya (Bermeo) durante el año de 1783 se halló una estatuta con la efigie de Nuño de Lara, su título de señor de Vizcaya y el año de su muerte. Esta estatua, la única de un gobernante vizcaíno conservada en Euskadi, se perdió en un traslado acontecido en 1784 y nunca más se supo de ella. Esta pérdida es mucho más lamentable en cuanto podría constituir una excelente muestra de la relación entre el arte medieval y la propaganda ideológica con fines políticos.

Bibliografía

  • LÓPEZ DE AYALA, P. Crónicas. (Ed. J. L. Martín, Barcelona, 1991).

  • VVAA. Edad Media y Señoríos: el Señorío de Vizcaya. (Bilbao, 1972).