Marcos Jiménez de la Espada (1831–1898): El naturalista y geógrafo español que dejó una huella en la ciencia de su tiempo
Marcos Jiménez de la Espada nació en 1831 en Cartagena, una ciudad ubicada en la región de Murcia, España. Su familia era de origen humilde pero estaba ligada al sector público, ya que su padre desempeñaba funciones de funcionario. Esta circunstancia permitió que la familia se mudara con frecuencia debido a los cambios de destino de su progenitor, lo que tuvo un impacto directo en la educación temprana de Marcos. Al no haber un lugar fijo de residencia, su formación escolar se desarrolló en diversas ciudades españolas, incluyendo Valladolid, Barcelona y Sevilla. Esta movilidad geográfica le brindó una perspectiva diversa del país y, probablemente, jugó un papel importante en su desarrollo intelectual.
El entorno familiar de Jiménez de la Espada fue clave para su crecimiento personal y académico. A pesar de las dificultades económicas, su familia hizo lo posible por garantizarle una buena educación. En su juventud, el joven Marcos mostró una inclinación por las ciencias naturales, algo que se evidenció en sus primeros años de estudio. La exposición a diferentes ambientes culturales y académicos fue esencial para que comenzara a forjar su interés por la zoología y la historia natural.
Formación académica y primeros pasos en la ciencia
En 1850, a los 19 años, Jiménez de la Espada comenzó a estudiar Ciencias Naturales en la Universidad de Madrid, donde se inclinó por la especialidad de Historia Natural. La Universidad de Madrid, en esa época, era un centro académico prestigioso, lo que proporcionó a los estudiantes una educación sólida en las disciplinas científicas. Durante sus años de formación, Marcos desarrolló un profundo interés por la zoología, un campo que se encontraba en pleno auge en el siglo XIX debido a los avances en la anatomía comparada y la biología evolutiva.
Jiménez de la Espada finalizó su carrera universitaria en 1855, con una disertación titulada Los anfibios de Blainville y los batracios de Cuvier forman una clase aparte. Esta tesis se destacó por sus innovaciones en la clasificación y comprensión de los anfibios, un campo que no era ampliamente comprendido en ese entonces. La obra reflejaba tanto el conocimiento académico de la época como la curiosidad científica de Jiménez de la Espada por abordar los enigmas de la biología animal, específicamente en lo relacionado con los batracios.
Primeros años como científico
Tras obtener su licenciatura, Jiménez de la Espada se incorporó al mundo profesional de la ciencia. En 1853, ganó una plaza como ayudante de Historia Natural en la Universidad de Madrid, lo que le permitió seguir desarrollando su carrera académica. Cuatro años más tarde, en 1857, también obtuvo un puesto en el Museo de Ciencias Naturales de la Corte, un centro clave en la investigación científica en Madrid. En ambas instituciones, Jiménez de la Espada centró su trabajo en la zoología y la anatomía comparada, campos en los que comenzó a hacerse notar por su dedicación y rigurosidad.
Durante los siete años que trabajó en estas instituciones, Jiménez de la Espada tuvo la oportunidad de estudiar en profundidad los animales y la anatomía de diversas especies. Este período le permitió familiarizarse con las colecciones del museo y realizar importantes descubrimientos en el ámbito de la zoología. De esta forma, sentó las bases para lo que sería su futura participación en la famosa Comisión Científica del Pacífico.
La Comisión Científica del Pacífico
En 1862, la carrera de Jiménez de la Espada dio un giro trascendental cuando fue elegido miembro de la Comisión Científica del Pacífico, una expedición científica promovida por el gobierno español con el objetivo de realizar un estudio exhaustivo de los recursos naturales en América del Sur. Esta comisión tenía como fin recoger materiales de interés zoológico, botánico, geológico y antropológico, los cuales serían destinados al Museo de Ciencias Naturales y al Jardín Botánico de Madrid. La expedición partió de Cádiz en agosto de 1862, y estaba compuesta por ocho naturalistas que viajarían a bordo de dos fragatas y una goleta de la marina de guerra.
La elección de Jiménez de la Espada para formar parte de esta expedición fue un reflejo de su capacidad y conocimiento en el campo de la zoología. Junto a otros científicos, la expedición se dirigió hacia el continente sudamericano, donde realizarían observaciones y recolectarían especímenes para su posterior estudio en España.
La travesía científica hacia América del Sur
La expedición comenzó su viaje en las islas Canarias y luego hizo una escala en Cabo Verde antes de llegar al Brasil, donde comenzó la exploración más detallada. Posteriormente, la misión se dirigió a Uruguay, donde la expedición se dividió en dos grupos: uno de los cuales se dirigió por tierra hacia Chile, atravesando el continente sudamericano, y otro, en el que Jiménez de la Espada estaba incluido, continuó el viaje por mar a través del estrecho de Magallanes.
Este viaje fue más que una simple expedición científica; se convirtió en un desafío humano y científico. Los naturalistas recolectaron miles de especímenes y realizaron estudios detallados sobre la flora, fauna y geografía de la región. Durante esta parte de la travesía, Jiménez de la Espada estudió diversos aspectos de la fauna sudamericana y exploró regiones prácticamente desconocidas para los científicos de la época.
Uno de los momentos más notables de la expedición fue la visita a Chile, Perú y Centroamérica, donde los científicos recopilaron información crucial sobre las especies locales. En 1864, sin embargo, estalló la Guerra del Pacífico entre España y Perú, lo que obligó a los barcos de la expedición a concluir su misión. A pesar de recibir órdenes de regresar a España, Jiménez de la Espada y otros tres miembros de la expedición decidieron continuar con su trabajo de campo y concluir la tarea que se les había encomendado.
A lo largo de la travesía, Jiménez de la Espada también realizó una de las investigaciones más arriesgadas de la expedición. Se adentró solo en el cráter del volcán Pichincha, en Ecuador, para realizar un estudio de su geología. Durante este proceso, estuvo perdido durante cuatro días, lo que representó un riesgo real para su vida, pero también un testimonio de su dedicación y valentía como científico.
La Comisión Científica del Pacífico: Un viaje de descubrimiento
La creación de la comisión y objetivos de la expedición
La Comisión Científica del Pacífico fue una de las iniciativas científicas más ambiciosas del siglo XIX en España, creada por el gobierno con el propósito de realizar un estudio integral de las riquezas naturales del continente americano. Durante la época, España se encontraba en un momento de transición y modernización, y el impulso hacia la investigación científica y la exploración geográfica respondía al deseo de fortalecer el conocimiento de las colonias, ya no desde una perspectiva imperialista, sino científica.
El objetivo de la comisión era recoger materiales de interés zoológico, botánico, geológico y antropológico para el Museo de Ciencias Naturales y el Jardín Botánico de Madrid. Además de estos estudios de campo, la misión tenía una importante finalidad académica: producir conocimientos científicos que pudieran enriquecer la comprensión de la biodiversidad de América del Sur, en particular de los países que se encontraban más cerca del Pacífico.
Marcos Jiménez de la Espada, como uno de los principales miembros de la expedición, tuvo un papel fundamental en el desarrollo de estos estudios. La expedición partió de Cádiz en agosto de 1862, y el equipo estaba formado por ocho naturalistas, incluidos biólogos, geógrafos y otros expertos, quienes se embarcaron en dos fragatas y una goleta proporcionadas por la marina de guerra española.
El viaje hacia América del Sur y los primeros destinos
El recorrido de la expedición, iniciado en Cádiz, siguió una ruta que la llevó a las Islas Canarias y a Cabo Verde antes de llegar a Brasil. Desde allí, el grupo se dirigió hacia Uruguay y, posteriormente, la expedición se dividió en dos ramas: una de ellas viajó por tierra hacia Chile atravesando el continente, mientras que la otra, en la que viajaba Jiménez de la Espada, continuó por mar, pasando a través del estrecho de Magallanes.
La elección de dividirse fue estratégica, ya que permitió a los naturalistas cubrir distintas áreas geográficas, lo que incrementaba las posibilidades de obtener un panorama más completo sobre la biodiversidad de la región. Jiménez de la Espada, como parte del grupo que siguió por mar, tuvo la oportunidad de estudiar zonas más remotas, lo que implicaba nuevas y riesgosas travesías.
El viaje fue arduo y lleno de desafíos. Sin embargo, lo que destacaba de este tipo de expediciones era el carácter multidisciplinario de los estudios. No solo se trataba de recolectar flora y fauna, sino de estudiar los diferentes ecosistemas, los procesos geológicos de la región, y la relación entre las distintas especies en su hábitat natural. Durante el trayecto, los expedicionarios hicieron escalas y tomaron muestras en los diversos puntos de interés, recopilando información crucial para futuras investigaciones.
Contribuciones científicas durante la expedición
Durante los años en los que Jiménez de la Espada formó parte de la Comisión Científica del Pacífico, su trabajo fue fundamental en el área zoológica, especialmente en lo que respecta al estudio de los mamíferos y batracios de América del Sur. La expedición permitió que se recolectaran miles de especímenes, algunos de los cuales no se conocían en Europa. El naturalista español mostró un notable interés por estudiar no solo las especies más conocidas, sino también aquellas menos documentadas o de interés especial para la ciencia de la época.
Uno de los momentos clave del viaje fue la exploración de la fauna del Alto Amazonas. Jiménez de la Espada se dedicó a estudiar a fondo el comportamiento de los mamíferos locales, y fue el primero en describir varias especies de primates que, hasta ese momento, eran desconocidas en Europa. Entre sus contribuciones más notables está la descripción del Leontocebus graellsi y Leontocebus lagonotus, especies de primates que se convirtieron en parte esencial de sus publicaciones científicas.
Además de los primates, Jiménez de la Espada hizo observaciones detalladas sobre los murciélagos y otras especies de mamíferos, lo que permitió avanzar en la clasificación y comprensión de estos animales en el contexto amazónico. El trabajo de campo realizado durante la expedición aportó información vital que fue publicada más tarde en diversos estudios.
El zoologo español también desempeñó un papel clave en el estudio de la fauna del Brasil, donde tuvo la oportunidad de observar diversas especies autóctonas y realizar estudios sobre su comportamiento y anatomía. Gracias a su minuciosidad y atención a los detalles, las observaciones de Jiménez de la Espada fueron de suma importancia para los naturalistas posteriores que investigaron la región.
La Guerra del Pacífico y la prolongación de la expedición
En 1864, cuando la expedición se encontraba en Perú, se desató la Guerra del Pacífico entre España y Perú. Este conflicto no solo afectó las relaciones políticas entre las dos naciones, sino que también interrumpió temporalmente las investigaciones científicas de los naturalistas. Los barcos de la expedición recibieron órdenes de regresar a España debido a la situación bélica, pero Jiménez de la Espada y otros tres miembros de la expedición decidieron continuar con su labor de recolección de materiales y estudios.
Este episodio refleja el compromiso de Jiménez de la Espada con la misión científica, ya que, a pesar de la orden de regresar, él eligió completar su trabajo, demostrando una devoción que fue clave para el éxito de la expedición. De esta manera, a pesar de las dificultades, los naturalistas españoles lograron continuar sus investigaciones y explorar nuevas áreas del continente sudamericano.
Uno de los aspectos más desafiantes de la expedición fue la travesía por el Amazonas. La región, vasta y prácticamente inexplorada en aquellos tiempos, presentaba condiciones extremas, tanto por su clima tropical como por la falta de infraestructura. Jiménez de la Espada y sus compañeros tuvieron que enfrentarse a enfermedades, dificultades de transporte y a la naturaleza hostil del lugar, pero también lograron realizar importantes descubrimientos sobre la biodiversidad de la región.
Peligros y descubrimientos
Uno de los episodios más arriesgados y a la vez fascinantes de la expedición fue el estudio del volcán Pichincha en Ecuador. Jiménez de la Espada, movido por su pasión por la investigación científica, se aventuró solo en el cráter del volcán, lo que le permitió realizar un estudio geológico detallado de la zona. Sin embargo, el descenso a dicho cráter no estuvo exento de peligros, y durante cuatro días, el naturalista estuvo perdido en la zona, lo que puso en riesgo su vida. A pesar de las circunstancias extremas, logró sobrevivir y retornar a la expedición, lo que demuestra su coraje y dedicación al trabajo científico.
Este episodio es solo uno de los muchos momentos arriesgados que marcaron la vida de Jiménez de la Espada, quien siempre mantuvo un enfoque metodológico en su labor científica, pero también estuvo dispuesto a asumir riesgos para cumplir con sus objetivos.
Regreso a España y su vida posterior
Reincorporación a sus puestos en Madrid
Tras la finalización de la expedición en 1865, Jiménez de la Espada regresó a España, donde reanudó su trabajo en la Universidad de Madrid y en el Museo de Ciencias Naturales. Su regreso no fue sencillo, ya que, a pesar de los esfuerzos realizados durante la expedición, la disolución de la comisión científica significó un frenazo para la publicación de muchos de los resultados obtenidos. No obstante, el material recogido durante los años de exploración en América del Sur resultó invaluable para el campo de la zoología y permitió que Jiménez de la Espada se consolidara como una figura clave en la ciencia española de la época.
En los años posteriores, el naturalista se dedicó intensamente al estudio y clasificación de los especímenes recogidos en su viaje, y a la elaboración de informes científicos basados en las observaciones que había realizado. Estas publicaciones fueron cruciales, ya que, a pesar de las dificultades, Jiménez de la Espada dejó un legado invaluable sobre la biodiversidad de América del Sur. La investigación que llevó a cabo en el Alto Amazonas, que incluía una rica colección de mamíferos y primates, resultó fundamental para el desarrollo de la zoología en Europa.
Publicaciones científicas clave
Uno de los logros más notables de Jiménez de la Espada fue la publicación de su artículo titulado Algunos datos nuevos o curiosos acerca de la fauna del Alto Amazonas. Mamíferos, publicado en 1870 en el Boletín-Revista de la Universidad de Madrid. En este trabajo, el naturalista describió el comportamiento de diversas especies de murciélagos, incluyendo al Thyroptera albiventer, y también realizó un análisis detallado de dos nuevas especies de primates, el Leontocebus graellsi y el Leontocebus lagonotus. Estas especies fueron descritas por primera vez gracias a los esfuerzos de la expedición y se convirtieron en un referente en el estudio de los primates neotropicales.
A lo largo de los años, Jiménez de la Espada continuó publicando artículos sobre sus descubrimientos en las revistas científicas más prestigiosas de la época. En 1875, por ejemplo, publicó un extenso estudio sobre los batracios, que incluyó el análisis de especies raras y desconocidas hasta entonces. En particular, destacó su trabajo sobre el Rhinoderma Darwini, un sapo que tenía características reproductivas únicas. Jiménez de la Espada demostró que las hembras de esta especie eran ovíparas y que los machos recogían los embriones en su saco bucal hasta que se convertían en renacuajos, un hallazgo que corrigió los errores previos en la interpretación de este animal.
La disolución de la comisión y sus consecuencias
A pesar de su contribución fundamental al estudio de la fauna americana, la disolución de la Comisión Científica del Pacífico fue un golpe para Jiménez de la Espada. La falta de apoyo institucional para continuar con la investigación significó que muchos de los especímenes recolectados no pudieran ser estudiados en su totalidad, y muchas de las publicaciones que él había planeado se vieron retrasadas o abandonadas. Esto también afectó su capacidad para hacer públicos muchos de los descubrimientos más significativos que había realizado durante la expedición.
Algunos de los especímenes más importantes que habían sido recolectados, como una valiosa colección de mamíferos del Alto Amazonas que incluía más de un centenar de especies, fueron dejados en el olvido. De las especies que Jiménez de la Espada había descrito, solo algunas llegaron a ser publicadas en su totalidad. Otras más fueron estudiadas y descritas por científicos extranjeros o, como en el caso de Ángel Cabrera, discípulo de Jiménez de la Espada, quien dedicó varios estudios a completar las descripciones de las especies que su maestro había dejado incompletas.
El Diario de la expedición, que Jiménez de la Espada había escrito durante el viaje, permaneció inédito hasta 1928, cuando la Real Sociedad Geográfica lo publicó bajo la edición de Agustín J. Barreiro. Este texto se convirtió en un importante testimonio de la expedición y de las experiencias vividas por los miembros del equipo científico.
Transición hacia los estudios históricos
A lo largo de las dos últimas décadas de su vida, Jiménez de la Espada fue redirigiendo su interés hacia los estudios históricos, particularmente en relación con América. Si bien su legado en la zoología fue indiscutible, su trabajo sobre la historia de las exploraciones científicas en el Nuevo Mundo también resultó destacado. Fue uno de los principales editores de la Historia del Nuevo Mundo de Bernabé Cobo, un importante naturalista del siglo XVII, cuya obra publicó entre 1890 y 1895. Esta obra fue fundamental para el entendimiento de las exploraciones españolas en América y del conocimiento científico de la época.
Además, Jiménez de la Espada dedicó tiempo a la edición y estudio de las Relaciones Geográficas de Indias, una serie de informes elaborados por los colonos españoles que ofrecían una visión detallada sobre el territorio americano, sus recursos naturales y las costumbres de sus habitantes. Esta obra fue publicada entre 1881 y 1898, durante los últimos años de su vida.
Jiménez de la Espada también proyectó un estudio sobre la expedición científica de Alejandro Malaspina, una de las más importantes de finales del siglo XVIII. Sin embargo, debido a la falta de recursos y apoyo, no pudo completar este proyecto. Solo logró publicar un artículo sobre las instrucciones que el naturalista italiano Lazaro Spallanzani envió a los expedicionarios, en relación con la recolección de animales y minerales, que fue publicado en 1872.
Reconocimientos y últimos años
A lo largo de su vida, Jiménez de la Espada recibió numerosos reconocimientos por su trabajo. Fue miembro de diversas instituciones científicas españolas y europeas, y su contribución al conocimiento de la biodiversidad americana fue ampliamente valorada. Fue también uno de los fundadores de la Sociedad Geográfica de Madrid en 1875, y su trabajo en geografía y exploración fue clave para el desarrollo de la ciencia geográfica en España. Además, desempeñó un papel activo en la Asociación Española para la Exploración de África y fue parte de la comisión española encargada de arbitrar en el pleito fronterizo entre Venezuela y Colombia en 1891.
En los últimos meses de su vida, Jiménez de la Espada completó su tesis doctoral, un hito académico que presentó en abril de 1898. Solo unos meses después, en 1898, fue nombrado catedrático de Anatomía Comparada en la Universidad de Madrid, cargo que ocupó brevemente antes de su muerte.
Jiménez de la Espada dejó un legado duradero en la ciencia española, tanto en el campo de la zoología como en el de la historia de las exploraciones científicas. Su trabajo no solo enriqueció el conocimiento sobre la fauna de América del Sur, sino que también inspiró a futuras generaciones de científicos e historiadores.
MCN Biografías, 2025. "Marcos Jiménez de la Espada (1831–1898): El naturalista y geógrafo español que dejó una huella en la ciencia de su tiempo". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/jimenez-de-la-espada-marcos [consulta: 28 de septiembre de 2025].