Alejandro Malaspina (1754–1809): El Navegante que Quiso Transformar el Imperio Español
Contexto y Formación
Nacimiento y Primeros Años
Alejandro Malaspina nació en 1754 en Mulazzo, una pequeña localidad ubicada en la región de Liguria, al norte de Italia. Provenía de una familia noble que había caído en la pobreza, lo que marcó sus primeros años de vida. El hecho de que su familia perteneciera a la aristocracia veneciana le permitió acceder a una educación más allá de lo habitual para la época, aunque la caída económica de la familia le forzó a buscar nuevas oportunidades. Cuando Alejandro era un niño, su familia se trasladó a Palermo, en Sicilia, debido a los vínculos de su madre con una prominente figura política, Fogliani Sforza, quien era ministro del rey de Nápoles y futuro rey de España, Carlos III. Este cambio geográfico sería crucial en su vida, pues le permitió ingresar a círculos educativos de alto nivel.
Formación Académica
A lo largo de su formación en Palermo, Malaspina desarrolló una profunda pasión por las ciencias y las letras. Su educación formal se desarrolló en el prestigioso Colegio Clementino de Roma, una institución educativa similar a las academias jesuitas, conocida por su énfasis en la formación de la élite. En este colegio, Alejandro Malaspina recibió una instrucción rigurosa en humanidades, filosofía natural, y en las ciencias experimentales, campos que no solo despertaron su curiosidad intelectual sino que también le permitieron desarrollar habilidades clave que lo distinguirían más tarde en su carrera.
Entre 1765 y 1773, Malaspina cursó estudios avanzados en disciplinas como la física, la astronomía y la filosofía. Su especialización en las ciencias naturales estuvo influenciada por las ideas de Isaac Newton y las corrientes científicas de la Ilustración. A los 17 años, Alejandro ya había compuesto una tesis de física que ponía de manifiesto su habilidad intelectual, un hecho que marcaría su entrada en el ámbito de las ciencias de manera definitiva.
La educación de Malaspina no se limitó solo al conocimiento científico, sino también a los clásicos. El joven italiano pasó mucho tiempo estudiando la obra de los grandes pensadores de la antigüedad, lo que influyó en su visión crítica del mundo y en su posterior abordaje de los viajes científicos y políticos que llevaría a cabo. Su formación académica, entonces, fue diversa, completa y orientada hacia el pensamiento crítico y experimental.
Primeras Experiencias en la Armada
Gracias a su notable desempeño académico, Malaspina logró ingresar a la Academia de Guardiamarinas de Cádiz en 1774, una de las instituciones más prestigiosas de la Armada española en la época. Este ingreso marcó un hito importante en su vida y lo conectó con el poder naval y científico de la España Ilustrada. A tan solo 20 años, Malaspina ya se encontraba en una posición privilegiada para una carrera en la marina, la cual estaba muy vinculada a los avances científicos y geográficos de la época.
A lo largo de su formación en la Armada, Malaspina participó en numerosos conflictos bélicos que enfrentaron a España con otras potencias europeas, en particular con Gran Bretaña. Entre 1776 y 1783, Malaspina se unió a la Guerra de Independencia de las Trece Colonias en el contexto de la lucha entre España y Gran Bretaña. Durante esta guerra, Malaspina se distinguió como oficial y fue incluso hecho prisionero en varias ocasiones. Durante su estancia en Gibraltar, comenzó a desarrollar sus intereses en la cartografía y en la observación científica de la naturaleza. Esta formación práctica fue crucial para su desarrollo posterior como líder de una de las expediciones científicas más ambiciosas de la historia.
El Primer Contacto con la Ciencia Náutica y la Cartografía
En 1783, ya habiendo ascendido a alférez de fragata, Malaspina comenzó a participar en importantes proyectos de cartografía y exploración. En ese periodo, trabajó con Vicente Tofiño, uno de los cartógrafos más prestigiosos de la Armada española. Juntos, Malaspina y Tofiño participaron en la elaboración de un Atlas peninsular y los Derroteros de las costas de España, proyectos de gran relevancia para la navegación y la exploración de las costas españolas y africanas.
En paralelo a su trabajo como cartógrafo, Malaspina se interesó profundamente por los avances científicos de la época, en particular por la astronomía y la hidrografía, campos que le permitirían posteriormente liderar una de las expediciones científicas más completas del siglo XVIII. En la ciudad de Cádiz, tuvo acceso a algunos de los mejores observatorios astronómicos y a un plan de estudios de vanguardia, lo que contribuyó a su formación integral como navegante y científico.
En esos años, Malaspina empezó a dejar claro su objetivo: quería fusionar su amor por la ciencia con su vocación de explorador. Este impulso lo llevaría a embarcarse en un viaje alrededor del mundo, bajo la bandera de la Marina Real Española, y a convertirse en una figura fundamental en la historia de la exploración. Sin embargo, antes de que comenzara la gran expedición que lo haría famoso, Malaspina ya había dado los primeros pasos hacia un futuro lleno de descubrimientos científicos.
Carrera Militar y Expediciones Menores
Desarrollo en la Armada Española
Tras completar su formación en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, Alejandro Malaspina experimentó un rápido ascenso dentro de la Armada española, un hecho que reflejaba tanto su talento natural como la oportunidad de desenvolverse en un contexto altamente competitivo. En 1774, al ingresar como guardia-marina, Malaspina comenzó su carrera oficial en la Marina Real Española, pero no tardó en destacar por su destreza y dedicación.
En 1776, Malaspina participó en las Guerras de Independencia de las Trece Colonias (1776-1783), un conflicto que enfrentó a España y Francia contra Gran Bretaña. Este fue un escenario crucial, ya que España desempeñó un papel clave en la guerra al apoyar la causa de las colonias americanas que luchaban por su independencia. Durante estas confrontaciones, Malaspina, aún joven, destacó por su valentía y habilidades estratégicas. Sin embargo, fue en este contexto bélico cuando Malaspina fue capturado por la marina británica durante uno de los combates en el estrecho de Gibraltar, lo que le permitió interactuar con oficiales y expertos británicos y enriquecerse aún más con conocimientos en materia de navegación y ciencia náutica.
A pesar de las vicisitudes de la guerra, Malaspina continuó ascendiendo dentro de la Armada. En 1776, apenas un año después de haber sido admitido como guardia-marina, fue promovido a alférez de fragata. Este ascenso marcó el inicio de una serie de éxitos dentro de la Marina Española. A lo largo de los años, se dedicó con ahínco a la observación astronómica, la cartografía, y la hidrografía, lo que resultó en su participación en varios proyectos clave de la época.
En 1782, Malaspina se embarcó en un viaje de circunnavegación que sería fundamental para su desarrollo profesional y científico. La expedición fue un proyecto bajo los auspicios de la Compañía de Filipinas, una de las empresas comerciales más influyentes de la época, encargada de fomentar el comercio y la navegación entre España y el Lejano Oriente. Este viaje lo llevó por el Cabo de Hornos, el Pacífico, hasta Filipinas, y de regreso a Cádiz.
La expedición a bordo de la fragata Astuca fue el primer viaje de circunnavegación en el que participó un italiano, consolidando la importancia de Malaspina como líder de exploración y científico. A lo largo de este viaje, se enfrentó a retos técnicos y científicos que le permitieron perfeccionar sus habilidades cartográficas y astronómicas. Durante su paso por los territorios españoles en el Pacífico, Malaspina registró datos cruciales sobre la geografía, el clima y las condiciones naturales de los territorios visitados. Este viaje reforzó su perspectiva sobre la necesidad de una exploración científica rigurosa, que más tarde aplicaría durante su expedición más ambiciosa.
A través de la expedición de la Astuca, Malaspina también profundizó su comprensión sobre el sistema político y económico del Imperio español, lo que más tarde jugaría un papel fundamental en su visión para reformar la administración colonial de España. En sus escritos posteriores, destacaría la importancia de la autonomía colonial y una serie de reformas estructurales para mejorar la eficiencia administrativa y económica de las posesiones españolas en América.
La Formación de la Expedición Malaspina (1789-1794)
El verdadero hito en la vida de Alejandro Malaspina fue la creación de su gran expedición científica y política, que partiría en 1789 bajo el nombre de Expedición Malaspina. Este viaje se caracterizó por su enorme envergadura y su enfoque multidisciplinario. Mientras otros exploradores de la época se centraban exclusivamente en la geografía o los descubrimientos naturales, Malaspina tenía una visión mucho más amplia y compleja de la exploración. No solo quería catalogar recursos naturales, sino que aspiraba a hacer un análisis profundo del sistema colonial español, un aspecto que le brindó una perspectiva única entre los exploradores de su tiempo.
La expedición contaba con una impresionante dotación de científicos, cartógrafos, naturalistas y astrónomos que acompañarían a Malaspina en este viaje histórico. Entre los nombres más destacados se encontraban Felipe Bauzá, Dionisio Alcalá Galiano, Luis Nee, Tadeo Haenke, y Antonio Pineda, quienes formarían parte del equipo científico que documentaría los aspectos más variados de los territorios españoles en América. Además, la expedición fue organizada para ser lo más avanzada posible en cuanto a tecnología y recursos científicos, con laboratorios, bibliotecas y equipos de observación astronómica y geodésica.
Las corbetas Descubierta y Atrevida fueron construidas expresamente para esta expedición, las cuales estarían al mando de Malaspina y José Bustamante Guerra, respectivamente. Ambas embarcaciones fueron equipadas con todo tipo de instrumentos científicos avanzados, lo que reflejaba el carácter verdaderamente científico de la expedición.
El propósito principal de la expedición no solo era la exploración geográfica de las costas del Pacífico y el Atlántico, sino que también se esperaba llevar a cabo una exhaustiva investigación sobre la flora, fauna, geología, clima, y sobre todo, las condiciones sociales y económicas de los territorios visitados. Malaspina estaba particularmente interesado en las potencialidades de los territorios americanos, desde las minas hasta la organización social y política de las colonias.
La Expedición Malaspina (1789–1794)
El Viaje y los Descubrimientos
La expedición Malaspina, iniciada en 1789, no fue solo un viaje de exploración física, sino también una travesía de profunda investigación científica, política y social. Durante los cinco años que duró la expedición, las corbetas Descubierta y Atrevida cruzaron el Atlántico y el Pacífico, recorriendo territorios inexplorados y poco conocidos, desde las costas de Patagonia hasta las Islas Filipinas y Nueva Zelanda, y llegando incluso hasta Alaska.
Uno de los aspectos más sobresalientes de la expedición fue la documentación exhaustiva que se realizó sobre las tierras y pueblos visitados. Además de las observaciones cartográficas y geográficas, se realizaron estudios etnográficos, botánicos, zoológicos, meteorológicos, y geológicos. Las costas de Patagonia, Tierra de Fuego, y la cuenca del Pacífico fueron detalladamente exploradas y cartografiadas, y se recogieron datos precisos sobre la flora y fauna de la región.
Malaspina, apoyado por su equipo de científicos y naturalistas, recopiló una serie de informes sobre las condiciones sociales y culturales de los pueblos indígenas, lo que le permitió obtener una visión única de las dinámicas coloniales de las posesiones españolas en América. Los dibujos y mapas elaborados durante el viaje no solo documentaban la geografía, sino que también capturaban la diversidad de las poblaciones, sus costumbres y su organización social.
Uno de los hitos más importantes fue la exploración de las Islas Malvinas y la constatación de la inexistencia de un paso navegable por el Noroeste de América, un tema muy debatido en esa época. A lo largo del viaje, el equipo de Malaspina también tuvo la oportunidad de realizar estudios en lugares más distantes, como las Filipinas, Nueva Zelanda y la costa oriental de Australia, zonas que jugaban un papel fundamental en los intereses coloniales españoles y en el comercio global de la época.
La labor científica de Malaspina también incluyó observaciones sobre el cambio climático y la geología de las regiones visitadas. Los registros meteorológicos, junto con los estudios astronómicos realizados durante el viaje, permitieron avanzar en el conocimiento de los fenómenos naturales en el continente americano y el Pacífico, lo que se convirtió en un recurso invaluable para futuras exploraciones.
Impacto Científico y Político
A diferencia de otras expediciones de la época, la Expedición Malaspina fue concebida desde su inicio como un proyecto multidisciplinario. La cartografía y la geografía no eran los únicos objetivos. Malaspina también quería hacer una evaluación completa del Imperio español, lo que le llevó a un enfoque más político y económico. En sus informes privados y confidenciales a la Corte, Malaspina argumentó a favor de una mayor autonomía para las colonias españolas en América, un cambio radical que estaba en línea con los ideales de la Ilustración y que reflejaba su profunda preocupación por las condiciones de vida y las dinámicas sociales en las colonias.
A lo largo del viaje, Malaspina reunió datos sobre la minería, la agricultura, el comercio y la organización social de las regiones visitadas. Se interesó especialmente por el impacto de la explotación de recursos naturales en las economías locales, y observó la relación entre los colonos y los pueblos indígenas. Las tablas económicas y los inventarios estadísticos que produjo fueron una de las contribuciones más relevantes de la expedición. Malaspina propuso que la administración de las colonias debía cambiar, basándose en una mayor autonomía y en un enfoque más racional y eficiente en el uso de los recursos.
A nivel científico, los descubrimientos realizados durante la expedición se consideran entre los más ricos y completos de la Ilustración. Los estudios realizados por Antonio Pineda, Luis Nee, Tadeo Haenke y otros científicos que acompañaron a Malaspina proporcionaron valiosos recursos para la botánica, la zoología y la geografía. Además, el Atlas Marítimo de España y los mapas hidrográficos resultantes de la expedición constituyen un legado cartográfico sin igual. La información recopilada durante el viaje fue entregada al Depósito Hidrográfico de Madrid y se convirtió en la base para futuras publicaciones científicas.
El Reconocimiento Internacional de la Expedición
Los logros de la expedición de Malaspina no fueron solo un hito para España, sino también para la comunidad científica europea. La riqueza de los datos recopilados, la precisión cartográfica y los informes detallados hicieron que la expedición fuera reconocida como una de las más completas de su tiempo. El trabajo realizado por Malaspina y sus colaboradores fue comparado con las exploraciones de otros grandes científicos y navegantes, como James Cook y Louis Bougainville, pero con una característica distintiva: su enfoque era más científico y sistemático, buscando no solo el descubrimiento geográfico, sino también el análisis profundo de las condiciones económicas, sociales y políticas de los territorios.
En el ámbito científico, Malaspina se destacó no solo como líder de la expedición, sino también como un pensador político y económico. Su propuesta para una mayor autonomía colonial fue un reflejo de sus ideas sobre la necesidad de reformas en el Imperio español. En este sentido, su visión era similar a la de figuras contemporáneas como Alejandro de Humboldt, quien también proponía una mirada científica y reformista para mejorar las condiciones de vida en los territorios coloniales.
La Caída y el Legado
Conflictos Políticos y Prisión
La Expedición Malaspina representó uno de los logros más importantes en la historia de las exploraciones científicas de la Ilustración española, pero la vida de su líder, Alejandro Malaspina, tomaría un giro inesperado tras el regreso de la expedición a España. Malaspina no solo había completado con éxito su misión científica y cartográfica, sino que también había presentado a la Corte española los resultados de su investigación política, proponiendo reformas fundamentales para el Imperio. Su visión para una mayor autonomía de las colonias americanas y su crítica a las estructuras de poder imperiales alarmaron a figuras clave del gobierno español, especialmente al ministro de la Corte Manuel Godoy, quien veía las propuestas de Malaspina como una amenaza a la estabilidad de la Monarquía.
A pesar de la importancia de sus contribuciones científicas, Malaspina fue acusado de conspiración política. En 1795, debido a su creciente influencia y a las tensiones con la Corte española, fue arrestado y sometido a juicio bajo acusaciones de estar involucrado en una intriga política. En ese contexto, su figura fue percibida como un peligroso reformista que podría desafiar el sistema de poder tradicional de la Monarquía española. El hecho de que la Expedición Malaspina hubiese dado lugar a una crítica de las estructuras coloniales no fue bien recibido en un momento en que España temía los ecos de la Revolución Francesa y las ideas ilustradas que se estaban expandiendo por Europa.
En abril de 1796, Malaspina fue destituido de todos sus cargos y condenado a diez años de prisión en el castillo de San Antón, en La Coruña. Esta pena de prisión, sumada a la destitución de sus grados militares, representó un golpe devastador para el navegante y científico. Sin embargo, un año más tarde, la condena de prisión fue conmutada por el destierro a Italia, donde pasaría sus últimos años en relativo anonimato. En ese exilio, Malaspina continuó sus estudios y escritos, sin perder su interés por los avances científicos y las ideas reformistas que lo habían guiado a lo largo de su vida.
Últimos Años y Muerte
Tras su destierro, Malaspina vivió en diversas ciudades italianas, entre ellas Pontremoli, donde murió en 1809 a los 55 años de edad. A pesar de que su vida terminó en circunstancias difíciles, su legado como uno de los grandes científicos y exploradores del siglo XVIII perduró a través de las publicaciones y estudios que se derivaron de su expedición. Durante sus años de exilio, Malaspina siguió en contacto con los círculos intelectuales y científicos de la época, y su obra fue reconocida por algunos de los más importantes pensadores de la Ilustración.
Aunque su vida estuvo marcada por la controversia y el exilio, su contribución a la ciencia y la política no fue olvidada. La riqueza de los datos reunidos por la expedición, y la visión reformista que expresó en sus informes políticos, se mantuvieron como un legado duradero. Hoy, los materiales de la expedición se encuentran dispersos en archivos y museos de todo el mundo, como el Museo Naval de Madrid y el British Museum, y siguen siendo una fuente invaluable para la investigación científica y histórica.
Legado Duradero
El legado de Alejandro Malaspina es particularmente significativo en varios campos. En primer lugar, su expedición científica ha sido considerada una de las más completas de su tiempo, no solo en términos de exploración geográfica, sino también en la profundidad y amplitud de los estudios que llevó a cabo. Su enfoque multidisciplinario de la ciencia y su capacidad para integrar diversas ramas del conocimiento —como la geografía, la botánica, la zoología, la astronomía y la economía política— sentaron las bases de futuros desarrollos en la investigación científica y en la exploración del continente americano y sus territorios.
Además, su visión política y social fue pionera en muchos aspectos. Al proponer una mayor autonomía para las colonias españolas, Malaspina demostró una comprensión profunda de las dinámicas del poder colonial y de las tensiones que existían entre el centro imperial y las colonias. Aunque sus propuestas fueron vistas como una amenaza en su tiempo, la historia ha reconocido la relevancia de sus ideas en un contexto de transformación política, social y económica en las colonias americanas.
El impacto de Malaspina también se extiende al campo de la cartografía. Los mapas y las tablas hidrográficas que elaboró durante la expedición se consideran algunos de los más precisos de la época y contribuyeron significativamente al avance de la ciencia geográfica. Hoy en día, estos trabajos continúan siendo objeto de estudio en diversos centros de investigación.
En términos filosóficos, su enfoque de la «física de la Monarquía», que trataba de aplicar los principios científicos de la Ilustración para comprender la estructura y el funcionamiento del Imperio, lo coloca entre los pensadores más innovadores de su tiempo, junto a figuras como Alejandro de Humboldt o Adam Smith.
A pesar de que su obra más ambiciosa nunca fue publicada en su totalidad debido a su caída en desgracia, el legado de Malaspina sigue vivo en las obras científicas y los estudios derivados de su expedición. Su nombre está asociado a una nueva era de exploración, conocimiento y crítica al sistema imperial que, aunque incompleta, dejó una huella indeleble en la historia de las ciencias sociales, la geografía y las relaciones coloniales.
MCN Biografías, 2025. "Alejandro Malaspina (1754–1809): El Navegante que Quiso Transformar el Imperio Español". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/malaspina-alejandro [consulta: 16 de octubre de 2025].