José Fernández Madrid (1789–1830): Médico, Poeta y Presidente en Tiempos de Revolución

Contexto histórico y social en el que nació

El siglo XVIII en la Nueva Granada, particularmente en el virreinato que comprendía territorios del actual Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá, fue una época de profundas tensiones. El dominio español estaba siendo cada vez más cuestionado por una élite criolla que había empezado a adoptar las ideas ilustradas de Europa. En este marco de agitación política e intelectual nació José Fernández Madrid el 19 de febrero de 1789 en Cartagena de Indias, una de las ciudades más estratégicas del Caribe colonial, clave en la defensa del Imperio español y puerto de entrada de mercancías y nuevas ideas.

Cartagena no solo era un bastión militar, sino también un semillero de pensamiento liberal, especialmente en los sectores criollos que comenzaban a resentir la subordinación impuesta por la metrópoli. A esto se sumaban las reformas borbónicas y la presión fiscal que alimentaban el descontento. Fernández Madrid creció en este contexto, justo cuando el mundo hispanoamericano se encaminaba hacia la ruptura con España.

Orígenes familiares y clase social

Proveniente de una familia criolla acomodada, José Fernández Madrid se benefició desde su infancia de un entorno de privilegios que le permitió acceder a la mejor educación de su tiempo. Su familia se trasladó pronto a Santa Fe de Bogotá, entonces centro político e intelectual del virreinato, donde tendría lugar su formación y primeras actividades públicas. Su linaje y conexiones sociales lo integraban en la élite de la Nueva Granada, lo cual le facilitó el ingreso a espacios donde se debatían los destinos del territorio.

Esta posición privilegiada no lo alejó de las aspiraciones reformistas y emancipadoras que bullían entre los jóvenes neogranadinos de su generación. Desde muy joven se involucró con el pensamiento ilustrado y con círculos que promovían la renovación del orden político.

Formación académica, intelectual y espiritual

Fernández Madrid fue un brillante estudiante del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, institución de élite de la capital neogranadina. Allí obtuvo el doctorado en Medicina, disciplina en la que se especializaría, pero también cursó y completó estudios en Derecho, obteniendo un segundo doctorado. Esta combinación entre ciencias naturales y derecho lo situó en una posición excepcional como pensador humanista, bien versado tanto en el conocimiento empírico como en las cuestiones de organización social y legal.

Durante su etapa de formación, se unió a la célebre tertulia del Buen Gusto, círculo intelectual clave de la vida bogotana que promovía la lectura y discusión de los clásicos, así como de las nuevas ideas de la Ilustración francesa. Esta tertulia sería punto de encuentro para muchas de las futuras figuras de la independencia neogranadina.

Primeros intereses literarios y políticos

Su pasión por las letras lo llevó a colaborar activamente con Francisco José de Caldas en el influyente Semanario de la Nueva Granada, publicación dedicada a difundir ciencia, política y literatura, que representó un vehículo clave para la difusión de las ideas revolucionarias. Allí aparecieron sus primeros textos, entre ellos su notable “Oda a la noche” (1812), ejemplo temprano de su sensibilidad literaria y vocación poética.

Además de Semanario, cofundó El Mensajero junto a José María Salazar, y participó en El Argos de Rodríguez Torices. Todos estos medios fueron fundamentales para consolidar una conciencia pública republicana, crítica del absolutismo español.

Su ingreso en la logia masónica “Las tres virtudes teologales” en 1808 demuestra su temprana afiliación a espacios de pensamiento liberal y de conspiración emancipadora. La masonería jugó un papel crucial en la difusión de ideales ilustrados y revolucionarios en América Latina.

Primeros pasos en la vida pública

Fernández Madrid dio el salto a la política activa en 1811, cuando fue nombrado procurador general de la Provincia de Cartagena, cargo desde el cual participó en la Declaración de Independencia de España de noviembre de ese año. Esta fue una de las primeras declaraciones formales de ruptura con la metrópoli en el continente.

Ese mismo año fue elegido diputado al Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, instancia federal que intentaba articular políticamente las distintas regiones del territorio. Sin embargo, el enfrentamiento entre centralistas, liderados por el Estado de Cundinamarca, y federalistas como Cartagena, generó tensiones internas que amenazaron la unidad del proceso emancipador.

En medio de estas disputas, Fernández Madrid fue reconocido como una figura conciliadora. Su perfil moderado, intelectual y diplomático le permitió ganarse la confianza de distintos sectores, lo cual derivó en su elección como miembro del Primer Triunvirato del poder Ejecutivo. Este cuerpo colegiado fue creado para dirigir la república naciente ante la crisis de legitimidad y liderazgo.

El 7 de octubre de 1814, ejerció la presidencia interinamente junto a José María del Castillo y Rada y Joaquín Camacho, a la espera de la posesión de Custodio García Rovira, quien no logró asumir sino hasta que Simón Bolívar tomó la capital el 22 de diciembre de 1814, obligando a la rendición del Estado de Cundinamarca. El rol de Fernández Madrid en este periodo fue clave para evitar una guerra civil abierta entre los patriotas.

Durante esta etapa, su compromiso con la causa republicana fue firme, y comenzó a percibirse como un líder capacitado para tomar las riendas del país en tiempos de crisis. Su pensamiento conciliador, sin embargo, sería puesto a prueba en los años siguientes, cuando se enfrentara al dilema de la resistencia frente a la reconquista española.

Asunción presidencial en 1816 y decisión de resistir a Morillo

En medio del caos generado por la ofensiva del ejército realista al mando del Pacificador Pablo Morillo, el Congreso de la Nueva Granada, acorralado y sin liderazgo definido, nombró a José Fernández Madrid presidente el 14 de marzo de 1816. Su designación se produjo en un momento de extrema fragilidad para la naciente república: las divisiones internas, la falta de coordinación militar y la inminente ofensiva española hacían prever un colapso.

Autorizado por el Congreso para negociar con los invasores, Fernández Madrid optó por continuar la lucha, convencido de que aún existía la posibilidad de reorganizar la resistencia patriota. Esta decisión fue contraria a la estrategia de su propio General en Jefe, Serviez, quien prefería retirarse a los Llanos del Casanare, donde se podía reagrupar la fuerza militar.

La decisión de no capitular fue tan valiente como peligrosa. Fernández Madrid decidió acompañar al escaso grupo de cinco congresistas que se dirigían al sur, buscando preservar la legalidad republicana en ciudades más seguras. En Popayán, sin embargo, se vio obligado a dimitir ante una Comisión Legislativa, que en nombre del disuelto Congreso designó como sucesor a García Rovira, a quien se suponía también en camino hacia el sur.

Captura y exilio

La tragedia se consumó el 29 de junio de 1816, cuando el pequeño destacamento republicano fue derrotado en la batalla de Cuchilla del Tambo por las tropas realistas al mando de Juan Sámano. Fernández Madrid logró escapar y se unió a un grupo de fugitivos, entre ellos Francisco José de Caldas y Manuel Rodríguez Torices, con quienes intentó cruzar la cordillera Oriental para llegar a Brasil.

El grupo fue interceptado por las fuerzas realistas, que ya controlaban Popayán, y obligado a esconderse en las montañas de Barragán. Allí, Fernández Madrid fue capturado por una patrulla dirigida por el capitán Carlos Toldrá y trasladado a Santa Fe. Durante la Reconquista, los tribunales realistas decidieron no ejecutarlo, como sí hicieron con otros patriotas, y en su lugar ordenaron su expatriación a la Península, aunque antes fue encarcelado en el castillo San Felipe de Cartagena.

Durante el trayecto, su estado de salud se agravó, por lo que fue desembarcado en Cuba, donde iniciaría una nueva etapa de su vida.

Vida en el exilio: medicina y conspiración

Aislado de la política neogranadina, Fernández Madrid encontró en La Habana un refugio inesperado. Enfermo pero activo, retomó su carrera médica con gran éxito, ganándose el respeto y la simpatía de muchos habitantes de la ciudad. Gracias a su carisma y talento, logró evitar sucesivos intentos de repatriación forzosa y, en cambio, atrajo a su esposa, a quien llamaba “la Amira” en sus poemas, consolidando su vida familiar en el exilio.

En Cuba, se convirtió en un centro de actividad revolucionaria, recibiendo en su casa a conspiradores independentistas y uniéndose a logias masónicas comprometidas con la independencia de la isla. Entre sus amistades más cercanas estaban José Antonio Miralla, médico argentino que había propagado el republicanismo en Lima y viajado por Europa, y Vicente Rocafuerte, ecuatoriano también confinado en Cuba y futuro presidente del Ecuador. Junto a ellos, Fernández Madrid se implicó en la conspiración de “Soles y Rayos de Bolívar”, una intentona revolucionaria que buscaba liberar a Cuba con apoyo continental.

Además de sus actividades políticas, Fernández Madrid reinició su obra literaria con gran intensidad. En La Habana publicó las poesías “Mi bañadera” y “La hamaca”, inspiradas en la vida doméstica y el nacimiento de su hija. Estas obras combinaban ternura, sensibilidad y estilo clásico, y fueron recibidas con entusiasmo por sus lectores. También refundó el periódico “El Argos”, continuando la labor de divulgación de ideas liberales y republicanas.

Retorno a Colombia y reivindicación política

Tras el fracaso de la conspiración y la creciente presión realista, Fernández Madrid logró permanecer en Cuba hasta 1825, cuando decidió regresar a la Gran Colombia. Su llegada estuvo marcada por las acusaciones de traición debido a su rendición en 1816. En respuesta, publicó un extenso manifiesto titulado “Exposición de José Fernández Madrid a sus compatriotas sobre su conducta política, de 14 de marzo de 1816”, acompañado de documentación que demostraba su compromiso patriótico.

El manifiesto fue eficaz. Francisco de Paula Santander, entonces vicepresidente de Colombia, lo restituyó al ámbito diplomático con el apoyo de Simón Bolívar, nombrándolo en marzo de 1826 Agente Confidencial de Colombia ante la Corte de Francia.

Actividad diplomática

En París, Fernández Madrid se enfrentó al desafío de obtener el reconocimiento diplomático de Colombia por parte de las potencias europeas. Gracias a su tenacidad y talento negociador, logró importantes avances con figuras clave del gobierno francés, como el Barón de Damas, Ministro de Asuntos Exteriores, y el Conde de la Villèle, jefe del Consejo de Gobierno.

El fruto de esta labor fue un reconocimiento de facto de Colombia por parte de Francia, que permitió el ingreso de naves colombianas en puertos franceses y el nombramiento recíproco de cónsules. En agosto de 1827, se formalizó un acuerdo para el intercambio diplomático regular.

A finales de ese mismo año, fue designado Ministro Plenipotenciario ante la Corte de Inglaterra, en reemplazo de José Manuel Hurtado. Desde Londres, continuó las negociaciones con Holanda, Dinamarca y Suecia, retomando las gestiones iniciadas por Francisco Antonio Zea en 1820 para consolidar el reconocimiento internacional de Colombia.

En Londres también retomó contacto con Vicente Rocafuerte, su antiguo compañero de conspiraciones en Cuba, que ahora representaba a los Estados Unidos Mexicanos en Europa. Juntos trabajaron para neutralizar los planes de reconquista española desde Cuba y Puerto Rico, especialmente ante la amenaza concreta que se materializó en 1829.

Durante estos años, Fernández Madrid consolidó su figura como diplomático de gran talla, capaz de articular intereses republicanos en un escenario internacional aún dominado por las monarquías conservadoras. Su trayectoria le ganó un lugar destacado en la política exterior de la Gran Colombia, y su labor fue reconocida incluso por adversarios ideológicos.

Últimos años en Europa

Radicado en Bernes-Terrace, una residencia a las afueras de Londres, José Fernández Madrid continuó su incansable labor diplomática y literaria hasta sus últimos días. Su residencia se convirtió en un punto de encuentro para diplomáticos, exiliados latinoamericanos, escritores y pensadores, todos unidos por la causa republicana o por afinidades intelectuales. Su salud, sin embargo, comenzaba a deteriorarse.

Durante estos años finales, Fernández Madrid no cesó de escribir ni de implicarse en los asuntos de su país. A pesar de la distancia geográfica, seguía atentamente la evolución política de la Gran Colombia, que ya mostraba signos de fisura entre los partidarios de Bolívar y de Santander. Su fidelidad a los ideales republicanos, expresada desde la moderación, lo mantenía como una figura respetada por ambos sectores, aunque ya no ocupaba cargos activos en la política interna.

El 28 de junio de 1830, falleció repentinamente en su casa de Londres. Su muerte coincidió trágicamente con los momentos de mayor crisis para la república que ayudó a fundar: ese mismo año, Simón Bolívar renunciaba a la presidencia y el sueño de la Gran Colombia comenzaba a desmoronarse. Fernández Madrid no alcanzó a ver la desintegración definitiva del proyecto por el que había luchado, ni el destino de sus viejos camaradas de armas.

Relevancia en su tiempo

La vida de José Fernández Madrid se entrelazó con los momentos más decisivos de la historia de Colombia y América Latina. Fue presidente en tiempos de guerra, prisionero y exiliado, conspirador y diplomático, poeta y científico. Su polifacética trayectoria lo convirtió en un símbolo del intelectual comprometido con la transformación de su sociedad, al estilo de los humanistas ilustrados.

En vida, fue respetado tanto por sus aliados como por muchos de sus opositores. Su decisión de no rendirse ante Morillo, aunque criticada por algunos, fue vista por otros como un acto de profundo compromiso patriótico. Su papel en la construcción de la institucionalidad republicana temprana, especialmente en su intento de mantener la legalidad del Congreso de la Nueva Granada durante la invasión española, le ganó reconocimiento como uno de los primeros presidentes constitucionales del país.

En Cuba, donde pasó años fundamentales, también dejó una impronta duradera: su actividad médica, su poesía, su participación en la vida intelectual y su implicación en los movimientos independentistas lo convirtieron en un personaje admirado en los círculos reformistas de La Habana. En Europa, en particular en Francia e Inglaterra, sus gestiones diplomáticas ayudaron a colocar a Colombia en el escenario internacional como nación independiente y soberana.

Legado literario

Aunque su carrera política fue intensa, Fernández Madrid no dejó nunca de escribir, y su obra literaria constituye uno de los legados más singulares del periodo independentista. Desde sus primeros versos en El Semanario de la Nueva Granada, como la “Oda a la noche”, hasta sus publicaciones en El Argos habanero y sus compilaciones en París y Londres, se percibe una voz poética comprometida, refinada y capaz de combinar sensibilidad con reflexión política.

En 1822, publicó su obra teatral Atala, una tragedia en tres actos que más tarde reeditó bajo el título Guatimoc o Guatimozín (París, 1827), reflejo de su preocupación por los pueblos originarios y la conquista americana. Ese mismo año reunió sus textos bajo el título Poesías del ciudadano doctor José Fernández Madrid, compilación que sería reimpresa posteriormente en Londres.

También fue ensayista y científico prolífico. En 1810 escribió su Memoria sobre la naturaleza, causas y curación del coto, una de las primeras aproximaciones médicas al bocio en la región. Firmó artículos médicos bajo el seudónimo “Empédocles”, y durante su exilio en Cuba elaboró tratados sobre enfermedades tropicales como la disentería (1817) y la fiebre amarilla (1823), este último traducido al francés y comentado en la Academia de Medicina de París.

Su interés por los temas sociales lo llevó a redactar El comercio, cultivo y elaboración del tabaco, un texto que mezcla economía, salud pública y crítica social. Además, fue premiado por la Sociedad Patriótica de La Habana por su trabajo Influjo de los climas cálidos en la estación del calor (1824), que se reimprimió en 1840, mucho después de su muerte.

Tradujo también obras como Los tres reinos de la naturaleza, del poeta y científico francés Jacobo Delille, reflejo de su vocación universalista y su deseo de acercar el conocimiento científico europeo a los lectores americanos.

Relecturas históricas y controversias

A pesar de sus múltiples contribuciones, Fernández Madrid no escapó de las controversias. Fue acusado por algunos de haber flaqueado en momentos críticos, en especial tras su rendición en 1816. El historiador José Manuel Restrepo cuestionó su conducta, lo que motivó una respuesta pública y escrita desde Londres en 1827, titulada “Breve contestación a los cargos que le ha hecho el Señor Restrepo en su Historia de Colombia”. En este escrito, Fernández Madrid defendió con vehemencia su trayectoria y reafirmó su compromiso con la causa republicana.

Estas disputas reflejan el carácter polarizado de la política neogranadina, donde los héroes eran rápidamente convertidos en villanos según los vaivenes del poder. No obstante, los análisis posteriores tienden a reivindicar su figura como un actor clave del proceso emancipador, cuya moderación y visión de Estado contrastaban con el sectarismo de la época.

Proyección histórica

Más allá del juicio inmediato, la figura de José Fernández Madrid perdura como un modelo de integridad intelectual en tiempos de transformación. Su capacidad para transitar entre la medicina, la literatura, la diplomacia y la política lo convierte en uno de los más completos representantes del humanismo ilustrado en América Latina.

Su vida fue la de un hombre que nunca se conformó con una sola identidad: fue presidente y poeta, médico y diplomático, conspirador y moderado, y en todas esas facetas dejó una huella indeleble. En su obra y en su acción pública se conjugan el pensamiento ilustrado, el romanticismo temprano y el ideario republicano, como si su vida misma hubiese sido una síntesis del tránsito entre el antiguo régimen y la modernidad.

A su manera, Fernández Madrid simboliza el drama de una generación que intentó fundar un nuevo orden sobre las ruinas del imperio, sin manuales ni precedentes, con solo sus convicciones y su fe en la razón y la libertad. Su muerte en el exilio londinense, lejos de su amada Cartagena, pero tras una vida de servicio a la causa americana, lo convierte en uno de los padres olvidados de la independencia, cuya memoria merece ser rescatada y celebrada.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "José Fernández Madrid (1789–1830): Médico, Poeta y Presidente en Tiempos de Revolución". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/fernandez-madrid-de-castro-jose [consulta: 30 de septiembre de 2025].