Eslava Lazaga, Sebastián de (1684–1759): Defensor de la Corona Española en América

Eslava Lazaga, Sebastián de (1684–1759): Defensor de la Corona Española en América

Sebastián de Eslava Lazaga, nacido en 1684 en Enériz, Navarra, se destacó como un militar y administrador colonial español que marcó un hito en la historia de la defensa del Imperio Español en América. Su figura es especialmente conocida por su actuación durante la Guerra de Sucesión y por la significativa defensa de Cartagena de Indias frente a un formidable ataque británico en 1741. Eslava, quien alcanzó altos rangos dentro del ejército español, jugó un papel crucial en la creación del virreinato del Nuevo Reino de Granada, que abarcaba territorios de lo que hoy son Colombia, Panamá, Venezuela y Ecuador.

Primeros Años y Formación Militar

Hijo de una familia noble de Navarra, Sebastián de Eslava creció en un ambiente que le permitió acceder a una formación militar temprana. Era hermano de Rafael Eslava, quien también fue una figura destacada en el ámbito militar. Desde joven, Eslava comenzó su carrera como cadete en el tercio de Navarra, iniciando su trayectoria en el ejército que rápidamente lo llevaría a destacar por su valentía y habilidades estratégicas.

En 1702, cuando contaba con apenas 18 años, fue ascendido a alférez en el regimiento de Guardias Españolas, una unidad de élite recién creada en España. Esta promoción marcó el comienzo de una carrera exitosa que lo llevaría a participar en algunas de las batallas más relevantes de la Guerra de Sucesión Española.

La Guerra de Sucesión Española y la Expansión Militar

La Guerra de Sucesión, librada entre 1701 y 1714, enfrentó a los partidarios del archiduque Carlos de Austria y a los defensores del rey Felipe V, heredero de la dinastía borbónica. Sebastián de Eslava participó activamente en la contienda, destacándose en diversas batallas clave. Estuvo presente en el sitio de Gibraltar, luchó en las campañas de Extremadura y Portugal, y tomó parte en las batallas de Almansa, Zaragoza, Brihuega y Villaviciosa, así como en el segundo sitio de Barcelona.

Las victorias obtenidas en esas batallas fueron fundamentales para el triunfo de Felipe V y la consolidación de la dinastía borbónica en España. En 1715, tras la conclusión de la guerra, Eslava fue ascendido a capitán, y continuó su carrera militar. En esa época, organizó el Regimiento de Asturias, con el cual participó en la campaña de Sicilia, y también estuvo presente en la toma de Mesina.

La Defensa de Cartagena de Indias

En 1739, cuando la tensión entre España e Inglaterra aumentó, especialmente con la destrucción de Portobelo por parte de la flota británica bajo el mando del almirante Edward Vernon, las autoridades españolas se vieron obligadas a reforzar las defensas en el Caribe. España ya había intentado en el pasado crear un virreinato en el Nuevo Reino de Granada (actualmente Colombia, Panamá, Venezuela y Ecuador), pero no fue sino hasta 1740 que la Corona española decidió restablecer la administración colonial bajo el mando de un virrey. Sebastián de Eslava fue nombrado virrey, gobernador y capitán general de la región.

La situación política y militar en ese momento era sumamente delicada. La flota británica, reforzada con la llegada de nuevos barcos y tropas, tenía en mente apoderarse de las plazas más importantes de América, y Cartagena de Indias, una ciudad clave para el comercio colonial, era uno de sus principales objetivos. El 23 de octubre de 1739, Inglaterra declaró la guerra a España, y un año después, en marzo de 1741, la flota británica, comandada por Vernon, llegó a las costas de Cartagena.

A pesar de la expectativa de que los ingleses atacarían otros puntos estratégicos como La Habana o Panamá, Eslava decidió no arriesgarse y se quedó en Cartagena, iniciando un proceso de fortificación de la ciudad. A lo largo de los meses, organizó la construcción de estacadas, renovó los baluartes, reforzó los fuertes y mejoró las murallas. No obstante, los recursos eran limitados y Eslava se vio obligado a pedir un préstamo extraordinario a los habitantes de Nueva Granada, lo que generó descontento entre la población local, especialmente en Vélez, donde tuvo lugar un levantamiento en 1740.

La Batalla de Cartagena de Indias

El 15 de marzo de 1741, la flota británica, compuesta por 37 navíos y 15.000 marinos y soldados, comenzó su ataque a Cartagena. A pesar de la superioridad numérica y tecnológica de los británicos, la defensa española, bajo la dirección de Blas de Lezo, logró resistir. La estrategia defensiva de Eslava, combinada con la valentía de las tropas españolas y los ataques navales dirigidos por Lezo, resultó ser exitosa. A pesar de que los ingleses lograron tomar la bahía y bombardear varios puntos de la ciudad, no pudieron tomar el fuerte de San Felipe ni la ciudad misma.

En abril de 1741, los británicos empezaron a comprender que la toma de Cartagena era imposible, y finalmente, el 20 de mayo, comenzaron su retirada. Esta victoria fue crucial para la defensa del Imperio Español en América y marcó un punto de inflexión en la guerra naval entre ambos imperios. Sin embargo, el reconocimiento de la victoria fue más para el comandante Blas de Lezo que para Eslava, quien, en un acto de prudencia, decidió no abandonar la ciudad y continuar fortaleciendo las defensas.

Últimos Años y Retiro en España

Tras su victoria en Cartagena, Eslava continuó desempeñando su cargo como virrey de Nueva Granada hasta 1749, cuando se le informó del cese de las hostilidades con Gran Bretaña y del nombramiento de su sucesor, José Alfonso Pizarro. Eslava regresó a España en 1750, donde fue nombrado director general de Infantería y, posteriormente, secretario del Despacho Universal de Guerra en 1754, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1759.

En reconocimiento a sus méritos, Carlos III le otorgó el título de marqués de la Real Defensa, el cual fue heredado por su sobrino Gaspar de Eslava y Monzón. Sebastián de Eslava falleció el 21 de junio de 1759 en Madrid, dejando un legado indeleble en la historia militar y colonial española.

Virreinato del Nuevo Reino de Granada: Reformas y Desafíos

Tras su llegada al Nuevo Reino de Granada en 1740, Sebastián de Eslava asumió uno de los cargos más delicados y de mayor responsabilidad política y militar de la época. Aquel virreinato recién creado por la Corona española tenía como objetivo defender los territorios del norte de Sudamérica de las amenazas externas, especialmente de la creciente potencia naval británica, que había mostrado su agresividad con el ataque a Portobelo en 1739 y sus posteriores acciones en el Caribe. Como virrey, Eslava no solo debía velar por la estabilidad política de la región, sino también por la defensa militar de un territorio muy amplio y vulnerable.

Una de las primeras acciones de Eslava al asumir el cargo fue la organización de una defensa estructural adecuada en Cartagena, principal puerto y bastión de la corona española en la región. La ciudad de Cartagena de Indias, situada en la costa del Caribe, se convirtió en el objetivo principal de la flota inglesa que, liderada por Vernon, buscaba desmantelar el sistema colonial español en América. Sebastián de Eslava, consciente de la amenaza, comenzó un ambicioso plan de fortificación de las murallas de la ciudad, el reforzamiento de sus fortalezas y la construcción de nuevas defensas. Sin embargo, la falta de recursos y el descontento local debido a las cargas financieras que imponía la guerra complicaron la situación.

Eslava también tuvo que enfrentar la resistencia de la población local, particularmente en las zonas rurales, donde los levantamientos como el de Vélez en 1740 comenzaron a mostrar un creciente descontento con las políticas coloniales. La solicitud de préstamos extraordinarios para financiar las fortificaciones de Cartagena generó malestar, especialmente en las zonas más afectadas por la guerra. Sin embargo, a pesar de estos retos internos, Eslava supo manejar la situación y mantener el control de la región ante la constante amenaza británica.

La Reconfiguración de la Defensa: La Importancia de la Tropa Local

A medida que la amenaza británica se volvía cada vez más inminente, Eslava entendió que la resistencia a los ataques no solo dependía de las tropas regulares españolas, sino también de las milicias locales. Cartagena contaba con unos 1.100 soldados, pero la defensa también dependía de un contingente de más de 2.000 personas entre ellos: milicianos, indígenas y pardos. La incorporación de estos sectores de la población local en las fuerzas defensivas representaba un paso significativo en la integración de las diversas comunidades en la lucha por la defensa del Imperio.

El papel de Blas de Lezo, quien estaba a cargo de la flota española, fue igualmente fundamental. Juntos, Eslava y Lezo dirigieron las acciones en la defensa de la plaza de Cartagena, donde la resistencia española logró frustrar un ataque británico de proporciones descomunales. Con una flota que superaba en número y recursos a la española, la batalla de Cartagena de Indias se convirtió en uno de los episodios más importantes en la historia de la resistencia colonial contra la invasión extranjera. Esta victoria resultó clave para mantener el control español en el Caribe y Sudamérica, dejando una huella indeleble en la historia de la defensa de América.

El Virrey y el Control del Comercio: Políticas de Gobernabilidad

Además de sus tareas de defensa, Eslava también tuvo que administrar el comercio y las finanzas en el virreinato, elementos clave para el buen funcionamiento del sistema colonial. El comercio de la región era esencial no solo para la economía de Nueva Granada, sino para el Imperio Español en general, ya que el oro, la plata y otras riquezas del continente americano representaban una fuente crucial de recursos para la Corona. La creación del virreinato del Nuevo Reino de Granada también supuso la reorganización administrativa de los territorios que abarcarían el virreinato, lo que significaba que Eslava debía gestionar una estructura política compleja.

Uno de los retos más destacados en su mandato fue la necesidad de lidiar con las tensiones entre las autoridades coloniales y los grupos de comerciantes, en especial aquellos vinculados con la Compañía Guipuzcoana, que controlaba una parte importante del comercio del tabaco en el virreinato. Eslava tuvo que equilibrar los intereses de la Corona con los de los comerciantes locales, a menudo navegando entre demandas económicas y políticas que no siempre eran fáciles de satisfacer.

La Defensiva y el Colapso de la Flota Británica

La batalla más famosa que definió el legado de Sebastián de Eslava fue, sin lugar a dudas, la defensa de Cartagena de Indias. Tras meses de preparación, el ataque británico comenzó en marzo de 1741 con el desembarco de la flota comandada por Edward Vernon. A pesar de la aparente desventaja numérica y tecnológica, la astucia y la resistencia de las tropas españolas bajo el mando de Blas de Lezo y el propio Eslava resultaron determinantes para la derrota de los británicos.

La flota británica estaba formada por 37 navíos, con más de 15.000 marinos y soldados a bordo, mientras que las fuerzas españolas apenas superaban los 3.200 hombres. A pesar de ello, la defensa se mantuvo firme durante varias semanas de intensos combates. Uno de los momentos clave de la batalla fue cuando los británicos lograron apoderarse de la bahía de Cartagena, pero no pudieron tomar la ciudad ni las fortalezas clave, como el castillo de San Felipe.

Finalmente, a finales de abril de 1741, los británicos comenzaron a darse cuenta de que no podrían tomar Cartagena y decidieron iniciar una retirada, lo que fue un golpe devastador para los planes de expansión imperial británicos en América. En este contexto, la victoria española en Cartagena de Indias representó no solo una defensa exitosa, sino también una reafirmación de la vigencia de la monarquía española en el continente.

Los Últimos Años de Eslava: De Virrey a Secretario de Guerra

Después de la victoria en Cartagena y tras completar su mandato en Nueva Granada, Eslava regresó a España en 1750, donde continuó con su carrera en la administración militar. Fue nombrado director general de Infantería y más tarde ocupó el cargo de secretario del Despacho Universal de Guerra en 1754, un puesto de gran prestigio que subrayaba la confianza que la Corona española depositaba en su experiencia y habilidades administrativas.

Aunque su salud se encontraba en declive debido a la avanzada edad, Sebastián de Eslava continuó siendo una figura influyente en los círculos militares hasta su muerte en 1759. En reconocimiento a sus méritos, Carlos III le otorgó el título de marqués de la Real Defensa, que fue heredado por su sobrino, Gaspar de Eslava y Monzón.

El Legado de Eslava

Sebastián de Eslava no solo dejó un legado de victorias y gestas heroicas, sino también de reformas militares y administrativas en el Nuevo Reino de Granada, que ayudaron a consolidar el control español sobre estos territorios estratégicos. Su capacidad para enfrentar desafíos militares y políticos, así como su habilidad para manejar las tensiones dentro del sistema colonial, lo convierten en una figura fundamental en la historia de la defensa del Imperio Español en América.

El legado de Sebastián de Eslava sigue siendo relevante en la historia de las relaciones coloniales de España con América. Su figura es recordada por su resistencia frente a uno de los ataques más ambiciosos de la historia militar británica y por su habilidad para administrar y defender con éxito el vasto territorio del virreinato de Nueva Granada.

Defensa de los intereses coloniales

Eslava no solo se destacó en las batallas, sino también en su capacidad para gestionar un virreinato que enfrentaba desafíos tanto internos como externos. A lo largo de su vida, trabajó incansablemente para mantener el control de los intereses coloniales en un periodo de gran inestabilidad para el Imperio Español. La victoria de Cartagena de Indias no solo salvó la ciudad de un desastre, sino que también preservó la integridad del sistema comercial español en el continente americano. Al mantener el control sobre este puerto crucial, Eslava contribuyó a proteger una parte esencial de los recursos de la Corona, que financiaban las políticas y expansiones imperiales.

El título de marqués y el reconocimiento tardío

El reconocimiento de Eslava llegó tardíamente, con el título de marqués de la Real Defensa otorgado por Carlos III, un homenaje post mortem que subraya la importancia histórica de su figura, aunque este reconocimiento fue otorgado en su ausencia, cuando ya había fallecido. Este reconocimiento, sin embargo, no fue solo por sus victorias militares, sino también por su sabiduría estratégica y su labor administrativa que permitió al Imperio continuar consolidando su dominio en el continente.

Reflexión sobre su legado

Sebastián de Eslava representa un ejemplo del tipo de liderazgo que se necesitaba en los territorios coloniales españoles en América. Un hombre que no solo luchaba en el campo de batalla, sino que también comprendía la importancia de la diplomacia, la administración eficaz y la adaptación a las circunstancias cambiantes. Su figura se erige como un símbolo de los desafíos y logros de los administradores coloniales españoles de la época. Su historia es un recordatorio de las tensiones geopolíticas de un imperio que, aunque en declive, seguía teniendo una enorme influencia en los destinos de muchos territorios lejanos.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Eslava Lazaga, Sebastián de (1684–1759): Defensor de la Corona Española en América". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/eslava-lazaga-sebastian-de [consulta: 19 de octubre de 2025].