Felipe V (1683–1746): El Rey Borbón que Transformó España tras la Guerra de Sucesión


Felipe V (1683–1746): El Rey Borbón que Transformó España tras la Guerra de Sucesión

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La Ascensión al Trono y los Primeros Años de Reinado

Felipe V nació el 19 de diciembre de 1683 en el Palacio de Versalles, en París, bajo el nombre de Luis de Borbón. Era el hijo de Luis, gran delfín de Francia, y María Cristina Victoria de Baviera, lo que lo convertía en bisnieto de Felipe IV de España y, por tanto, heredero potencial a la corona española. La relación de los Borbones con la familia real española y la política europea de la época fue clave para el ascenso de Felipe al trono de España, marcando el principio de una nueva dinastía en la historia de la monarquía española.

La muerte de Carlos II de España, en 1700, sin dejar un heredero directo, desató una de las crisis dinásticas más complejas en la historia de Europa. El monarca, último de la dinastía de los Habsburgo en España, había sufrido la falta de descendencia, lo que provocó que el reino se sumiera en una serie de intrigas para determinar quién ocuparía el trono. En su testamento, Carlos II nombró heredero al duque de Anjou, Felipe de Borbón, quien se encontraba en ese momento como el candidato respaldado por Francia. Esta decisión fue vista con desconfianza por muchas de las grandes potencias europeas, principalmente por la monarquía austriaca, que no aceptaba la idea de que la Corona de España recayera sobre un Borbón, ya que significaba la creación de un imperio de gran poder bajo el dominio de una sola familia.

El 16 de noviembre de 1700, Felipe V asumió oficialmente el trono de España, pero bajo una condición crucial: renunciar a sus derechos sobre la Corona francesa, tal como lo había estipulado Felipe IV de España, abuelo de Felipe V. Este pacto estaba diseñado para evitar que España y Francia se unieran bajo una misma dinastía, algo que hubiese alterado el equilibrio de poder en Europa. Felipe aceptó esta renuncia, sin embargo, la situación en la península ibérica no era tan sencilla. La proclamación de Felipe V como rey de España desató una serie de conflictos, entre ellos, la Guerra de Sucesión Española (1701-1714), que enfrentó a las potencias europeas en una lucha por la hegemonía del territorio español.

La Guerra de Sucesión Española y la Consolidación del Reinado de Felipe V

En el momento de su ascenso al trono, Felipe V heredó un reino en una situación de decadencia absoluta. Durante el reinado de Carlos II, España había perdido gran parte de su poderío militar y económico. La Hacienda estaba arruinada, el ejército era débil y mal preparado, y la administración se encontraba sumida en un nivel alarmante de corrupción. La crisis económica y las constantes luchas internas debilitaban a España, que había pasado de ser una de las grandes potencias europeas a convertirse en un actor secundario en la política internacional.

La Guerra de Sucesión Española fue, por tanto, el escenario principal para la consolidación de Felipe V como monarca. Durante los primeros años del conflicto, las potencias europeas se alinearon en dos bloques enfrentados. Por un lado, Francia, que apoyaba al candidato Borbón, Felipe V, y por el otro, una coalición de países encabezada por Austria, Inglaterra y Países Bajos, que se oponían a la dinastía francesa en España. La contienda se transformó rápidamente en un conflicto de carácter internacional, en el cual se dirimía no solo el futuro de España, sino también el equilibrio de poder en Europa.

Uno de los momentos clave de la guerra fue la Batalla de Almansa en 1707, una victoria decisiva para las tropas de Felipe V, que permitió consolidar su poder sobre la mayor parte de España, especialmente en el Reino de Aragón. Esta victoria fue fundamental para inclinar la balanza a favor de Felipe V, aunque la guerra continuó hasta 1714 debido a la resistencia de Cataluña, que permaneció leal al archiduque Carlos de Austria, rival de Felipe V en la lucha por el trono.

Felipe V, tras su victoria, impulsó una serie de reformas que tenían como objetivo centralizar el poder en la figura del monarca, siguiendo el modelo de absolutismo francés. El triunfo en la guerra también permitió que el nuevo rey introdujera una serie de medidas políticas y sociales que reorganizaron profundamente el país. La victoria, además, trajo consigo el tratado de Utrecht (1713), que, aunque reconoció a Felipe V como rey de España, implicaba importantes pérdidas territoriales para el país, como la cesión de Gibraltar y Menorca a Inglaterra. A pesar de estos reveses, la paz resultante estableció el marco para la consolidación de la dinastía Borbónica en España.

La Influencia Francesa y la Nueva Dinastía Borbónica

Desde el principio de su reinado, Felipe V estuvo profundamente influenciado por las ideas y el estilo de gobierno de su abuelo, Luis XIV de Francia. La relación con Francia y la figura de Luis XIV fueron determinantes para la orientación de las políticas internas y externas de Felipe V. La corte española se transformó bajo la influencia de los franceses, quienes ocuparon numerosos cargos importantes en la administración. Jean Orry, un economista y político francés, fue nombrado secretario de Hacienda y llevó a cabo una serie de reformas que trataron de mejorar la economía de España, aunque estas medidas no fueron suficientes para resolver completamente la crisis fiscal del país.

La figura de Felipe IV también fue clave en el establecimiento de las bases para el ascenso de Felipe V. El legado de Felipe IV, quien había anticipado las dificultades dinásticas que se avecinaban, se convirtió en un referente en la política sucesoria. Felipe IV, al prever la decadencia de su hijo Carlos II, se había asegurado de que su descendencia, en caso de que no surgiera un heredero directo en España, se alineara con los intereses de las grandes monarquías europeas, lo que facilitó la entrada de los Borbones en el trono español.

A nivel dinástico, el matrimonio de Felipe V con María Luisa Gabriela de Saboya, en 1701, consolidó aún más la alianza entre Francia y España. Sin embargo, la muerte prematura de María Luisa en 1714 marcó el inicio de una nueva fase en la vida de Felipe V. En ese mismo año, se casó con Isabel de Farnesio, una mujer ambiciosa y determinada que desempeñó un papel crucial en la política española durante el resto del reinado de Felipe V.

Isabel de Farnesio, de origen italiano, trajo consigo una serie de ambiciones políticas que incluyeron la promoción de sus hijos en la corte española. Fue esta segunda esposa quien impulsó gran parte de las reformas políticas y territoriales que marcaron los últimos años de Felipe V en el trono. Bajo su influencia, España comenzó a recuperar algunos territorios perdidos durante la guerra, y la política exterior española se orientó hacia la recuperación de posesiones en Italia.

La Pérdida de Fuerza y los Síntomas de Trastornos Mentales

A partir de 1724, Felipe V mostró claros signos de trastornos mentales, lo que llevaría a su primera abdicación en favor de su hijo Luis I. Esta decisión fue posiblemente un reflejo de sus propios deseos de escapar de las presiones del trono y retirarse del mundo de la política. Sin embargo, la muerte inesperada de su hijo Luis, apenas meses después de su ascenso al trono, forzó a Felipe V a regresar al poder. A partir de ese momento, Felipe V sufrió graves episodios de depresión y ansiedad, que le llevaron a delegar gran parte de las responsabilidades gubernamentales en su esposa Isabel de Farnesio y en varios ministros, entre ellos José Patiño, quien se convirtió en una figura clave en la administración.

A pesar de su incapacidad para gobernar de manera efectiva en sus últimos años, Felipe V dejó una huella profunda en la historia de España. Su reinado, marcado por las reformas centralistas y la consolidación de la dinastía Borbónica, representó un punto de inflexión para el país. Sin embargo, los trastornos mentales que lo aquejaron en sus últimos años y la influencia de su esposa y sus ministros significaron que el verdadero poder estuvo, en muchas ocasiones, fuera de sus manos.

La Guerra de Sucesión y la Configuración del Nuevo Orden Borbónico en España

La primera parte del reinado de Felipe V estuvo marcada por la Guerra de Sucesión Española, un conflicto internacional que no solo definió el futuro de España, sino también el equilibrio de poder en Europa. En 1701, tras la muerte de Carlos II de España, Felipe V, como heredero de la Corona, se vio envuelto en una lucha política y militar que enfrentó a las principales potencias europeas: Francia, Gran Bretaña, el Sacro Imperio Romano Germánico, los Países Bajos y Portugal. Este conflicto tuvo repercusiones tanto a nivel internacional como nacional, y su resolución trajo consigo la imposición de un nuevo orden político, social y territorial en España.

El Fracaso de los Primeros Años en la Guerra de Sucesión

Al comienzo de la guerra, las fuerzas del joven Felipe V, apoyadas principalmente por Francia, se vieron en una situación de desventaja frente a la coalición de potencias europeas que apoyaban al archiduque Carlos de Austria. Los primeros años del conflicto (1701-1706) fueron especialmente desastrosos para las tropas borbónicas. La guerra tuvo una rápida expansión fuera de los territorios españoles, afectando el Milanesado, las posesiones españolas en Italia, así como las posesiones coloniales de España en América.

En 1704, las tropas aliadas, bajo el mando de los generales John Churchill (duque de Marlborough) y el príncipe Eugène de Saboya, lograron derrotar a las fuerzas de Felipe V en varias batallas clave, incluyendo la batalla de Blenheim en el Rhin. A pesar de estos reveses, Felipe logró evitar una derrota total gracias a su determinación y la continua intervención de Francia, que no solo proporcionó apoyo militar, sino que también lo respaldó con recursos para la guerra.

Sin embargo, el conflicto tocó territorio español por primera vez en 1705, cuando las tropas aliadas desembarcaron en la península. Las ciudades de Denia y Barcelona fueron tomadas, y los aliados proclamaron a Carlos de Austria como Carlos III de España. En este momento, las ciudades catalanas y los reinos de la antigua Corona de Aragón se alinearon con el archiduque, mientras que la mayor parte de Castilla se mantuvo fiel a Felipe V. Esto generó una división territorial que enfrentó a los distintos reinos de España, transformando la Guerra de Sucesión en una guerra civil dentro del reino.

A pesar de los reveses sufridos, Felipe V y sus tropas continuaron la lucha, principalmente en la zona de Aragón y en las Islas Baleares. La situación cambió a partir de 1707, cuando se produjo la Batalla de Almansa, un enfrentamiento crucial que inclinó la balanza a favor de Felipe V.

La Batalla de Almansa y la Recuperación de la Iniciativa Borbónica

El 25 de abril de 1707, las fuerzas borbónicas, al mando del general duque de Berwick, lograron una victoria decisiva sobre el ejército del archiduque Carlos en Almansa (provincia de Albacete). Esta victoria marcó un punto de inflexión en la guerra, ya que debilitó gravemente las fuerzas austracistas en España. A través de esta victoria, Felipe V consolidó su control sobre la Corona de Aragón, una de las regiones más rebeldes, y comenzó un proceso de reabsorción de los territorios perdidos en la península.

El golpe fue devastador para la causa del archiduque Carlos, que se encontraba en Cataluña. Tras la derrota, las tropas borbónicas iniciaron una rápida campaña que les permitió tomar varias ciudades clave del noreste de España. A pesar de algunos reveses, la victoria en Almansa y las posteriores conquistas facilitaron la recuperación del control de buena parte de los territorios en disputa.

La victoria también tuvo consecuencias políticas y territoriales significativas. La toma de territorios en Aragón y Valencia permitió a Felipe V comenzar un proceso de centralización administrativa que afectó profundamente la estructura política de España. El conflicto en Cataluña y el continuo apoyo de esta región a los intereses del archiduque Carlos retrasó la consolidación total del poder borbónico. Esta resistencia culminó con la toma de Barcelona en 1714, que marcó el fin definitivo de la resistencia austracista en la península.

La Firma de los Tratados de Utrecht y la Consolidación de Felipe V

El final de la guerra se materializó en 1713 con la firma del Tratado de Utrecht, que puso fin a la Guerra de Sucesión y ratificó a Felipe V como rey de España. Sin embargo, los términos del tratado implicaron una serie de concesiones territoriales a favor de las potencias aliadas. Gran Bretaña se aseguró la posesión de Gibraltar y Menorca, mientras que los Países Bajos, Saboya y Portugal también recibieron territorios que anteriormente pertenecían a España.

A pesar de las pérdidas territoriales, el Tratado de Utrecht representó la consolidación de la dinastía borbónica en España, lo que fue un triunfo estratégico para Felipe V. Al final del conflicto, el rey francés consiguió asegurar su posición en el trono español, al tiempo que renunciaba a cualquier derecho sobre la Corona francesa, tal como se había pactado en su ascenso.

Las consecuencias políticas del Tratado de Utrecht fueron significativas. En primer lugar, marcó el fin de la hegemonía española en Europa. España perdió territorios clave en Europa, pero, a pesar de ello, consiguió mantener el control sobre sus posesiones más importantes en América. En segundo lugar, el tratado confirmó la preeminencia de Francia en la política europea, aunque esto fue un factor que trajo consigo tensiones en los años siguientes, especialmente con las ambiciones territoriales de España en Italia.

El Reinado de Felipe V: Reformas Internas y Consolidación del Poder

Una vez finalizada la Guerra de Sucesión, Felipe V se enfrentó a la difícil tarea de reconstruir el país y consolidar su poder. La crisis económica y administrativa heredada del reinado de Carlos II de España requería una serie de reformas profundas en el ámbito político, social y económico.

Felipe V adoptó el modelo centralista y absolutista francés, lo que implicó un fuerte control de la monarquía sobre los diferentes territorios del reino. La influencia de la corte francesa y el consejo real fueron determinantes para implementar estas reformas. Uno de los actos más importantes fue la promulgación de los Decretos de Nueva Planta, que afectaron a los territorios de la Corona de Aragón (Cataluña, Aragón, Valencia y las Islas Baleares). Estos decretos supusieron la abolición de los fueros y privilegios autonómicos que existían en estos territorios, unificando legal y administrativamente España bajo un mismo sistema centralista, inspirado en el modelo francés.

Los decretos fueron un golpe a la autonomía de los reinos de la antigua Corona de Aragón, que ya habían resistido al poder central borbónico. No obstante, a pesar de la oposición de algunos sectores, Felipe V logró consolidar su poder sobre estos territorios y reforzar la unidad de España bajo su reinado. Además, las reformas administrativas y fiscales, junto con la reorganización del ejército y la marina, ayudaron a restaurar parcialmente la capacidad defensiva del país.

El Imperio Colonial y la Expansión en América

A pesar de las pérdidas en Europa, Felipe V continuó buscando fortalecer el imperio español en el Nuevo Mundo. Durante su reinado, las colonias americanas siguieron siendo una fuente crucial de ingresos para la Hacienda española. En particular, la flota de Indias y el comercio con América fueron esenciales para la recuperación económica de España después de la guerra. Felipe V promovió una serie de reformas en la administración colonial que aumentaron la explotación de los recursos en América, aunque estas reformas no fueron suficientes para evitar la crisis económica que afectaba a España en general.

Además de la economía, el imperio español en América se vio beneficiado por la política expansionista de Felipe V en el Caribe y América Central. En el ámbito militar, España continuó protegiendo sus rutas comerciales, especialmente en el golfo de México y el Caribe, frente a las ambiciones de potencias extranjeras como Inglaterra, que continuó su expansión en el continente americano.

La Influencia de Isabel de Farnesio y los Problemas de Salud Mental de Felipe V

La etapa central del reinado de Felipe V se caracteriza por la consolidación de su poder absoluto y la profunda transformación administrativa que implementó en España. Sin embargo, los últimos años de su reinado estuvieron marcados por un conjunto de circunstancias que afectaron tanto su estabilidad mental como la gestión efectiva del país. A lo largo de estos años, su segundo matrimonio con Isabel de Farnesio, una mujer ambiciosa y de gran capacidad política, tuvo un impacto fundamental no solo en la política interna de España, sino también en la proyección internacional del reino.

El Matrimonio con Isabel de Farnesio y el Cambio en la Política Exterior

En septiembre de 1714, Felipe V se casó con Isabel de Farnesio, hija del duque de Parma y una mujer que, además de ser una figura notablemente influyente en la corte española, jugaría un papel clave en la política exterior del reinado. Este matrimonio fue un punto de inflexión en la política española, ya que Isabel de Farnesio se convirtió en una figura dominante que influyó profundamente en la toma de decisiones, especialmente en la política internacional y en los intereses dinásticos de la familia Borbónica.

Isabel de Farnesio, consciente de la importancia del poder en el control de las tierras europeas, promovió ambiciosos planes territoriales para sus hijos. Desde el principio, su principal objetivo fue asegurar que sus descendientes tuvieran acceso a reinos italianos como Parma, Toscana y Plasencia, lo que llevó a la corte española a involucrarse más en los asuntos políticos de Italia. Como parte de este objetivo, Carlos de Borbón, uno de los hijos del matrimonio, eventualmente se convertiría en rey de Nápoles y Sicilia, y más tarde, rey de España como Carlos III.

El creciente poder de Isabel de Farnesio en la corte significó un cambio en la orientación política de Felipe V. La influencia francesa que había predominado en sus primeros años de reinado comenzó a ser desplazada por los intereses italianos, con la figura de Isabel como la principal defensora de los planes expansionistas de España en el continente europeo. Isabel también ejerció una gran influencia sobre el monarca, quien parecía más sumido en su mundo interior, alejado de las decisiones políticas.

La Desaparición de la Influencia Francesa

Uno de los cambios más significativos en la corte española bajo el reinado de Felipe V fue la desaparición de la influencia francesa. Durante los primeros años de su reinado, el monarca estuvo profundamente influenciado por las ideas de Luis XIV de Francia, lo que llevó a un estilo de gobierno centralista y absolutista. Sin embargo, con el ascenso de Isabel de Farnesio, la política exterior de España comenzó a alejarse de la estrecha relación con Francia y, en cambio, se inclinó más hacia una serie de alianzas estratégicas con otras potencias europeas.

Uno de los eventos que marcó este cambio fue el Pacto de Familia firmado con Francia en 1721, una alianza que consolidó aún más la posición de los Borbones en España, pero que también reflejó una distensión en la relación bilateral que se había mantenido durante la primera parte del reinado. A pesar de esta alianza con Francia, la política de Isabel fue cada vez más enfocada en la expansión de los intereses de sus hijos en Italia, lo que trajo consigo tensiones con otras potencias europeas, especialmente con Austria.

El Deterioro Mental de Felipe V y su Abdicación

A partir de 1724, Felipe V comenzó a mostrar síntomas evidentes de trastornos mentales. En ese mismo año, y probablemente influenciado por su deterioro psicológico, el rey decidió abdicar temporalmente en favor de su hijo, Luis I, quien ascendió al trono en enero de 1724. Felipe alegó que necesitaba retirarse a meditar sobre su vida y dedicarse a la salvación de su alma, una justificación que parece haber sido más bien un refugio para evitar las presiones del trono y la creciente incertidumbre acerca de su capacidad para gobernar.

No obstante, la muerte prematura de Luis I, apenas siete meses después de su ascensión, cambió nuevamente el rumbo de la monarquía. Luis I falleció debido a una viruela mal tratada, y Felipe V, a pesar de sus intentos de retirarse, fue obligado a regresar al trono. El regreso al poder fue un proceso doloroso y frustrante para el monarca, quien, sumido en crisis de salud mental, delegó la mayoría de las responsabilidades políticas en su esposa Isabel de Farnesio y en una serie de ministros, entre los que se encontraba José Patiño, un hombre que desempeñó un papel fundamental en la organización de la administración española en los últimos años del reinado.

A pesar de sus problemas mentales, Felipe V logró mantener una figura de poder, aunque sin ejercer realmente el control sobre los asuntos del gobierno. Su comportamiento errático y sus períodos de profunda depresión y aislamiento dificultaron el funcionamiento eficiente del aparato estatal, y muchos de los problemas internacionales y políticos fueron manejados por sus consejeros y ministros, principalmente Isabel de Farnesio y José Patiño.

Los Logros Administrativos de Isabel de Farnesio

Isabel de Farnesio, lejos de ser solo una figura decorativa en la corte, se convirtió en la auténtica arquitecta de las políticas exteriores y algunas de las decisiones internas más significativas. Fue ella quien orientó la política española hacia la recuperación de territorios en Italia, un proceso que culminó con la ocupación de Nápoles y Sicilia en la década de 1730 bajo la dirección de su hijo, Carlos III. Además, Isabel consiguió colocar a sus otros hijos en posiciones de poder y seguridad, asegurando que la dinastía Borbónica se mantuviera consolidada.

Isabel también intervino decisivamente en los asuntos políticos internos, favoreciendo la centralización de la administración, la reorganización del ejército y el fortalecimiento de la Armada española. Estas medidas fueron esenciales para intentar contrarrestar la decadencia que había afectado a la monarquía española en las primeras décadas del siglo XVIII. Sin embargo, la falta de una guía efectiva por parte de Felipe V hizo que la política exterior y las reformas estructurales fueran impulsadas más por la ambición de Isabel que por las intenciones de su marido.

La Inestabilidad Psicológica de Felipe V

Mientras tanto, los problemas mentales de Felipe V no solo afectaron su capacidad para gobernar, sino que también se reflejaron en su vida personal y familiar. Los síntomas de su enfermedad incluyeron largas fases de depresión, paranoia y episodios de locura en los cuales el rey se mostraba completamente desconectado de la realidad. En su último período de reinado, Felipe V se dedicaba a organizar actividades extravagantes, como cacerías nocturnas a las dos de la madrugada y la realización de rituales extraños. En algunos momentos, el rey se mostraba completamente ajeno a los problemas nacionales e internacionales que aquejaban al país.

Los trastornos mentales de Felipe V no solo pusieron en peligro la estabilidad de la Corona, sino que también hicieron que la figura del rey fuera percibida como una sombra de su antiguo yo. A medida que sus períodos de lucidez se hicieron menos frecuentes, la responsabilidad de tomar decisiones políticas recayó aún más en Isabel de Farnesio y en los ministros, quienes continuaron consolidando el poder de la dinastía Borbónica, mientras Felipe V se alejaba cada vez más de la realidad política.

La Última Etapa del Reinado y la Muerte de Felipe V

Felipe V pasó sus últimos años de vida en un estado de creciente deterioro mental y físico. En 1746, un ataque de apoplejía terminó con su vida mientras residía en el Palacio del Buen Retiro en Madrid, a los 62 años. A su muerte, el trono fue heredado por su hijo Fernando VI, quien continuó con las reformas y políticas de la dinastía Borbónica, aunque con un enfoque diferente.

A pesar de los problemas que marcaron su reinado, la figura de Felipe V dejó una huella perdurable en la historia de España. Su reinado consolidó la dinastía Borbónica, marcando un cambio fundamental en la estructura política y administrativa del país, que se tradujo en un gobierno centralizado y absolutista. Sin embargo, su legado también estuvo marcado por los altibajos de su salud mental, que afectaron tanto su capacidad para gobernar como la forma en que su reinado fue percibido en la historia.

El Impacto del Legado de Felipe V en la Política Española y su Relación con Europa

Con la muerte de Felipe V en 1746, la dinastía Borbónica en España había dejado una huella profunda, pero también una serie de retos por resolver. Aunque los problemas internos de salud mental y su creciente dependencia de sus ministros y esposa marcaron los últimos años de su reinado, la consolidación de los Decretos de Nueva Planta, la centralización del poder y los cambios administrativos que implementó durante su gobierno dejaron un legado que influiría en la estructura del Estado español durante todo el siglo XVIII. En esta cuarta parte, se analizará cómo el reinado de Felipe V impactó la política interna de España, sus relaciones exteriores, y cómo su legado fue recibido por los sucesores que continuaron con su obra.

La Centralización del Poder y los Decretos de Nueva Planta

Uno de los legados más duraderos de Felipe V fue su esfuerzo por unificar España bajo un sistema centralizado de gobierno. Esto se concretó principalmente con los Decretos de Nueva Planta, promulgados entre 1707 y 1716, que supusieron una profunda reestructuración de los reinos que componían la Corona de Aragón. Estos decretos, motivados por la necesidad de sofocar la resistencia de los territorios aragoneses y catalanes al régimen borbónico, abolieron las leyes, instituciones y privilegios que se habían mantenido durante siglos en estas regiones.

Cataluña, Aragón, Valencia y las Islas Baleares, que habían sido leales a Carlos de Austria durante la Guerra de Sucesión, vieron derogados sus fueros y se les impuso un sistema administrativo inspirado en el de Castilla. Con estos decretos, Felipe V logró consolidar un Estado centralizado y absolutista, siguiendo el modelo francés. La abolición de los fueros y la unificación de las leyes significaron el fin de las autonomías regionales, lo que supuso una reconfiguración total de las estructuras políticas y sociales de los antiguos reinos de la Corona de Aragón.

Aunque los Decretos de Nueva Planta unificaron el sistema administrativo y legal de España, el costo político de esta centralización fue alto. Las regiones afectadas, especialmente Cataluña, nunca aceptaron completamente la pérdida de sus antiguos derechos y privilegios, lo que alimentó un sentimiento de disconformidad que perduraría durante años. En los siglos siguientes, el recuerdo de los decretos y la centralización de Felipe V seguiría siendo un tema de debate y oposición en muchas de estas regiones.

Por otro lado, Castilla, que se benefició de esta centralización, consolidó su poder político, económico y militar. Felipe V, al igual que su abuelo Luis XIV de Francia, instauró un sistema de gobierno que dependía totalmente de la monarquía, eliminando gran parte de la influencia de las Cortes y los concejos. Con la creciente influencia de los ministros, los gobernantes borbónicos consolidaron un absolutismo monárquico que perduró durante gran parte del siglo XVIII.

La Reforma Administrativa y la Recuperación Económica

Uno de los aspectos que más caracterizó el reinado de Felipe V fue la puesta en marcha de una serie de reformas económicas y administrativas. La situación económica que heredó Felipe V de su predecesor Carlos II era desastrosa: España estaba sumida en una grave crisis fiscal, el comercio se encontraba restringido y el Estado carecía de recursos suficientes para mantener su ejército y su marina.

Para enfrentar estos desafíos, Felipe V emprendió una serie de reformas que comenzaron con la reorganización de la Hacienda, la Marina y el Ejército. La figura de Jean Orry, un ministro francés que fue nombrado secretario de Hacienda en 1704, fue clave para intentar sanear las finanzas del reino. Orry implementó una serie de medidas para reformar el sistema fiscal, que incluían la creación de un sistema tributario más eficiente y la reorganización de la deuda pública.

Otro de los aspectos más destacados de la reforma económica fue la promoción de la Marina española. Durante el reinado de Felipe V, España trató de recuperar la supremacía en el mar, que había perdido durante el declive de los siglos anteriores. A través de un programa de construcción naval, se renovaron los astilleros y se creó una potente flota, que fue esencial para la protección de las rutas comerciales y la defensa de los intereses coloniales en América.

Sin embargo, la recuperación económica fue un proceso lento y plagado de obstáculos. La Guerra de Sucesión y las concesiones territoriales en los tratados de Utrecht afectaron gravemente a la capacidad económica de España, y las reformas fiscales impulsadas por Orry no fueron suficientes para lograr una recuperación inmediata. A pesar de ello, durante la primera mitad del siglo XVIII, España comenzó a estabilizar sus finanzas y a retomar un crecimiento moderado en términos comerciales, aunque la dependencia de las colonias americanas continuó siendo una de las principales fuentes de ingresos para la Hacienda española.

La Influencia Internacional de Felipe V y la Política Exterior Española

Aunque Felipe V tuvo que ceder parte de su poder territorial en Europa tras los tratados de Utrecht, su política exterior estuvo marcada por su vinculación con Francia y el hecho de que los intereses de la dinastía Borbónica en ambos países fueran cada vez más intrínsecos. La monarquía borbónica en España no solo se consolidó dentro de las fronteras del país, sino que se extendió a otras partes de Europa, especialmente en Italia, donde los Borbones buscaron consolidar su poder y garantizar que sus hijos pudieran acceder a importantes duchas y reinos italianos.

El matrimonio con Isabel de Farnesio, además de tener un impacto profundo en la política interna de España, también tuvo repercusiones significativas en la política internacional. Con su esposa, Felipe V buscó recuperar territorios italianos perdidos, como Nápoles y Sicilia, que se convirtieron en posesiones borbónicas a lo largo de su reinado y en el de su hijo Carlos III.

En términos internacionales, la política exterior española estuvo marcada por una serie de alianzas con Francia y otras potencias europeas. Los Pactos de Familia, en los cuales España y Francia se comprometieron a apoyarse mutuamente en caso de conflictos con otras naciones europeas, fueron un reflejo de la creciente interdependencia entre ambos países, aunque también generaron tensiones con otros actores como Inglaterra y Austria.

Uno de los eventos clave en la política exterior de Felipe V fue la Guerra de la Oreja de Jenkins (1739-1748), un conflicto con Gran Bretaña motivado por el comercio en el Caribe y las colonias americanas. Aunque el conflicto terminó en una serie de derrotas para España, evidenció la vulnerabilidad de las posesiones españolas en América frente a la creciente expansión inglesa en el continente. A pesar de estos reveses, Felipe V logró mantener el control sobre sus colonias, y el imperio español en América siguió siendo uno de los principales motores de la economía española.

La Enfermedad Mental de Felipe V y la Delegación de Poderes

Durante los últimos años de su reinado, Felipe V sufrió graves trastornos mentales que afectaron seriamente su capacidad para gobernar. Con frecuencia, su comportamiento errático y sus episodios de depresión, ansiedad y paranoia interfirieron en la administración del Estado. A medida que su salud mental empeoraba, el monarca delegó más y más poder en su esposa Isabel de Farnesio, quien asumió un papel dominante en la política del país. Los ministros también desempeñaron un papel clave en la gestión de los asuntos del gobierno, especialmente José Patiño, quien continuó con las reformas en la Armada y el Ejército, y Julio Alberoni, quien impulsó la política exterior española.

La delegación de poder a Isabel y a los ministros permitió que el reino continuara funcionando, pero también reflejó la creciente dependencia de Felipe V de aquellos que lo rodeaban. Mientras tanto, la inestabilidad psicológica del rey causaba estragos en su vida personal y en la forma en que España se relacionaba con el resto de Europa. A pesar de sus problemas, la dinastía Borbónica perduró, y la consolidación del poder de Felipe V fue crucial para el fortalecimiento del Estado español.

La Muerte de Felipe V y el Traspaso del Poder a Fernando VI

Felipe V falleció el 9 de julio de 1746, dejando tras de sí un legado complejo. Aunque su reinado estuvo marcado por la centralización del poder y las reformas estructurales que transformaron España, también estuvo marcado por los trastornos mentales que lo aquejaron durante gran parte de su vida y que condicionaron el ejercicio efectivo de su autoridad.

A su muerte, el trono fue heredado por su hijo Fernando VI, quien, a diferencia de su padre, logró estabilizar políticamente el reino y continuar con las reformas, pero con una política más prudente y racional, alejada de las crisis emocionales y psicológicas de Felipe V. Así, la dinastía Borbónica continuó su reinado, marcando el inicio de un nuevo ciclo en la historia de España.

El Legado de Felipe V y el Impacto Duradero en la Historia de España

La muerte de Felipe V en 1746 marcó el final de una era turbulenta para España. Durante su reinado, España vivió una serie de transformaciones profundas que sentaron las bases para la evolución política, administrativa y económica del país a lo largo del siglo XVIII. Aunque su reinado estuvo marcado por numerosos desafíos personales y una notable influencia de la enfermedad mental en sus últimos años, su legado perduró. Felipe V consolidó la dinastía Borbónica en España, implementó reformas claves y estructuró un sistema de gobierno centralizado que sería continuado por sus sucesores. Esta última parte de su biografía explora el impacto de Felipe V en España y el legado que dejó para el futuro del país, tanto en términos internos como internacionales.

La Consolidación de la Dinastía Borbónica

Uno de los logros más significativos de Felipe V fue la consolidación de la dinastía Borbónica en el trono de España. La Guerra de Sucesión Española, que duró desde 1701 hasta 1714, había representado una amenaza existencial para la monarquía española. Durante este conflicto, se dirimió no solo la cuestión de la sucesión al trono, sino también la naturaleza del futuro del imperio español. Felipe V, apoyado por Francia y por una parte de los territorios españoles, luchó contra una coalición internacional que apoyaba al archiduque Carlos de Austria.

El Tratado de Utrecht de 1713, que puso fin a la guerra, reconoció a Felipe V como el rey legítimo de España, pero a costa de importantes concesiones territoriales, como la cesión de Gibraltar a Gran Bretaña y la pérdida de Menorca. Sin embargo, a pesar de estas pérdidas, el Tratado estableció una importante victoria para Felipe V, consolidando la monarquía Borbónica en España. Tras la firma de este tratado, Felipe V se dedicó a fortalecer su poder absoluto dentro del reino, siguiendo el modelo francés de Luis XIV, lo que marcó el inicio de un período de centralización y absolutismo.

A lo largo de su reinado, Felipe V enfrentó una creciente oposición de sectores regionales que no aceptaban la centralización del poder. La Corona de Aragón, en particular, resistió los intentos de imposición de las leyes castellanas, lo que dio lugar a los Decretos de Nueva Planta de 1707 a 1716. Estos decretos abolieron los fueros tradicionales y la autonomía de los reinos de Aragón, Cataluña y Valencia, y unificaron el sistema legal en todo el reino, bajo el dominio de Castilla. Aunque estos decretos consolidaron el poder de Felipe V, la resistencia regional en lugares como Cataluña sería un tema que seguiría siendo relevante en la política española durante generaciones, pues dejó cicatrices profundas en la memoria colectiva de estas regiones.

El legado dinástico de Felipe V fue asegurado no solo por la consolidación de la Corona, sino también por el éxito de los Borbones en la política europea. La alianza con Francia y la intervención de los Borbones en los conflictos europeos hicieron de España un jugador clave en las relaciones internacionales del siglo XVIII, a pesar de la pérdida de su influencia en territorios europeos.

Reformas Administrativas y la Influencia Francesa

Felipe V es conocido por implementar una serie de reformas administrativas que transformaron el sistema de gobierno español. Su modelo de absolutismo estaba basado en el control centralizado de las instituciones y en la figura del monarca como eje principal del poder. Esto no solo implicaba el control sobre la política interna, sino también sobre la economía, la justicia y las relaciones exteriores.

Una de las reformas más importantes de su reinado fue la creación de un sistema administrativo centralizado. Durante el reinado de Felipe V, España adoptó un sistema similar al de Francia bajo Luis XIV, con un aparato burocrático que concentraba el poder en manos del monarca y sus ministros. La Corte se convirtió en el centro del poder político, y el monarca, aunque afectado por problemas mentales en sus últimos años, fue capaz de consolidar el poder central a través de sus ministros. Jean Orry, un ministro de origen francés, desempeñó un papel crucial en la reorganización de la Hacienda y en la reforma del sistema fiscal, que ayudó a estabilizar las finanzas del país tras la guerra.

La influencia francesa sobre la corte española fue profunda. Desde el comienzo de su reinado, Felipe V se inspiró en los métodos de gobierno de su abuelo, Luis XIV de Francia, cuyo reinado se caracterizó por el absolutismo monárquico. Felipe V trajo consigo el sistema de gobierno centralizado, que buscaba eliminar las influencias regionales y aumentar el poder del monarca sobre todo el territorio. Durante su reinado, se reforzó la administración central y se crearon nuevas instituciones que consolidaron el poder del rey.

Sin embargo, la centralización del poder no fue un proceso sencillo. Las regiones, especialmente la Corona de Aragón, resistieron estas reformas. La caída de la autonomía catalana, por ejemplo, fue un golpe durísimo para la región, que nunca perdonó a la monarquía borbónica por la pérdida de sus fueros y derechos.

La Política Exterior: Relaciones con Europa y la Guerra de la Oreja de Jenkins

A pesar de los problemas internos, Felipe V se dedicó a garantizar la supervivencia y la expansión de los intereses de España a nivel internacional. Aunque los tratados de Utrecht en 1713 habían puesto fin a la guerra con Austria, Inglaterra y otras potencias europeas, los intereses de España en Europa no desaparecieron. De hecho, Felipe V buscó recuperar algunos de los territorios perdidos, especialmente en Italia, y expandir la influencia española a través de una política exterior más activa.

En los años posteriores a la firma de Utrecht, Felipe V se vio involucrado en una serie de conflictos internacionales. Uno de los más importantes fue la Guerra de la Oreja de Jenkins (1739-1748), en la que España se enfrentó a Gran Bretaña por el control de las rutas comerciales en América y por la protección de sus colonias. Aunque España no logró un triunfo decisivo en la guerra, el conflicto destacó la creciente rivalidad entre las dos potencias coloniales, y mostró la vulnerabilidad de las posesiones españolas en el continente americano frente al poderío naval británico.

Otro aspecto significativo de la política exterior de Felipe V fue la alianza con Francia en el contexto de los Pactos de Familia, firmados en varias ocasiones a lo largo del reinado. Estas alianzas buscaban asegurar el apoyo mutuo en caso de conflictos con otras potencias europeas, como Inglaterra. Sin embargo, estas alianzas también generaron tensiones, especialmente cuando las potencias rivales, como Austria, formaron coaliciones para contrarrestar la creciente influencia de los Borbones en Europa.

La Inestabilidad Mental de Felipe V y la Delegación del Poder

En los últimos años de su reinado, la salud mental de Felipe V se deterioró de manera grave. A partir de 1724, el monarca comenzó a mostrar signos de depresión y ansiedad, que se convirtieron en episodios más intensos de locura. Estos trastornos afectaron profundamente su capacidad para gobernar, lo que le llevó a abdicar temporalmente en favor de su hijo, Luis I, en 1724. Sin embargo, la muerte de su hijo en el mismo año, a causa de la viruela, obligó a Felipe V a retomar el trono, aunque ya no pudo ejercer el poder con la misma efectividad que antes.

La mayor parte del poder durante estos años fue delegado en Isabel de Farnesio, su esposa, y en los ministros de la Corte, especialmente en José Patiño y Julio Alberoni. Aunque Felipe V seguía siendo el monarca, su incapacidad para gobernar de manera eficiente dejó a su esposa y a sus ministros con un control efectivo sobre los asuntos del Estado. A través de esta delegación de poder, España continuó en la senda de la centralización política y la reorganización administrativa, aunque bajo la dirección de sus consejeros.

El Impacto del Reinado de Felipe V en la Historia de España

El legado de Felipe V es complejo. Por un lado, consolidó la dinastía Borbónica en el trono de España y cimentó una estructura de gobierno centralizado y absolutista que perduró durante gran parte del siglo XVIII. Las reformas administrativas, la reorganización de la Hacienda y la Marina, y los esfuerzos por recuperar territorios en Europa e Italia son logros que marcaron la historia de España.

Por otro lado, la centralización impuesta por Felipe V también generó resentimiento y divisiones internas, especialmente en las regiones de la Corona de Aragón, que nunca aceptaron la imposición de las leyes castellanas. Estos conflictos, junto con los problemas de salud mental del rey, marcaron las relaciones entre las distintas regiones del país y sentaron las bases para futuras tensiones políticas.

En términos internacionales, Felipe V logró que España siguiera siendo una potencia importante en Europa, a pesar de las pérdidas territoriales y las dificultades económicas que enfrentó. La política exterior española, marcada por la relación con Francia y las disputas con Inglaterra, sentó las bases para la política exterior de los Borbones en los siglos posteriores.

Finalmente, la figura de Felipe V como monarca de España es recordada por su habilidad para enfrentar las crisis del momento, por sus reformas estructurales y por su dolorosa lucha con la enfermedad mental que, a pesar de sus deficiencias, no impidió que España continuara siendo una de las principales potencias europeas durante su reinado.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Felipe V (1683–1746): El Rey Borbón que Transformó España tras la Guerra de Sucesión". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/felipe-v-rey-de-espanna [consulta: 15 de octubre de 2025].