Carlota Joaquina de Borbón (1775–1830): La Infanta Rebelde que Desafió Dos Coronas y Soñó con un Imperio Americano

Infancia y formación en la corte española

Nacimiento y linaje real

Carlota Joaquina de Borbón nació el 25 de abril de 1775 en Aranjuez, en el seno de una de las familias más poderosas de Europa. Hija de Carlos IV de España y María Luisa de Parma, su sangre unía las casas reales de España y Francia, colocándola desde el inicio en el centro de los intereses dinásticos del continente. Fue hermana de Fernando VII, futuro rey de España, y su posición como infanta le otorgó un papel político que superaría las expectativas tradicionales de su género en la época.

Desde temprana edad fue educada para cumplir funciones de representación diplomática y política. La corte de Madrid, aunque impregnada de formalismos borbónicos, ofrecía a Carlota Joaquina una formación sólida en materias como historia, religión y protocolo, y una noción clara del papel de la realeza en el mantenimiento del orden internacional. Su carácter fuerte y determinado comenzó a vislumbrarse ya en la adolescencia, acompañado de una inquietud por participar activamente en los asuntos de Estado.

Educación y entorno cortesano en Madrid

La corte española del siglo XVIII estaba en plena transición ideológica. Las influencias ilustradas se mezclaban con un conservadurismo tradicional que aún dominaba las estructuras del poder. En ese contexto, Carlota Joaquina creció con un doble influjo: el del deber monárquico tradicional y el de las nuevas corrientes de pensamiento político. Sin embargo, no se le permitió desarrollar una carrera intelectual en sentido estricto. Su destino, como el de muchas princesas, era ser instrumento de alianzas matrimoniales, y así se materializó a muy temprana edad.

Matrimonio y entrada en la monarquía portuguesa

Unión con el príncipe Joao de Braganza

A los 10 años, Carlota Joaquina fue comprometida con Joao de Braganza, heredero de la corona portuguesa, y a los 14 años se celebró su matrimonio en Elvas, ciudad fronteriza entre España y Portugal. Esta unión tenía como objetivo consolidar la alianza entre las coronas ibéricas frente a la amenaza revolucionaria francesa. La joven infanta fue enviada a Lisboa, iniciando una vida de tensiones, tanto personales como políticas.

Joao, más reservado y conservador, contrastaba con la personalidad impetuosa de Carlota Joaquina. Aunque su unión dio lugar a una prole numerosa —incluidos Pedro I de Brasil, Miguel I de Portugal, y María Isabel de Borbón, reina consorte de España—, el matrimonio estuvo desde el inicio plagado de conflictos, sospechas y desencuentros.

Primeros años como princesa de Brasil y los conflictos maritales

Las tensiones entre ambos se agudizaron con el paso del tiempo. En 1806, Carlota Joaquina llegó a conspirar contra su esposo para declararlo incapacitado por enfermedad, con la intención de asumir el poder como regente. Este intento de usurpación marcó el inicio de una guerra fría dentro del seno de la familia real portuguesa. Aunque las apariencias se mantenían en público, en privado la ruptura era total.

Durante este periodo, Carlota Joaquina no solo mostró una clara ambición política, sino que se ganó la fama de ser una figura provocadora, rodeada de rumores de escándalos amorosos. Aunque parte de estos rumores fueron probablemente amplificados por sus enemigos políticos, su imagen pública quedó teñida de controversia.

Traslado a Brasil y el impacto de las guerras napoleónicas

La invasión francesa y el exilio en América

En 1807, el avance de las tropas napoleónicas hacia la Península Ibérica forzó al regente Joao a tomar una decisión drástica: trasladar la corte portuguesa a Brasil. Esta decisión, respaldada por Inglaterra, fue tomada para preservar la soberanía de la corona portuguesa. El 22 de enero de 1808, Carlota Joaquina desembarcó en Bahía junto con el resto de la familia real, después de una travesía difícil y mal organizada.

En marzo, la corte se instaló en Río de Janeiro, en el improvisado palacio de Boa Vista, lejos del boato de Lisboa. La adaptación fue ardua. El calor, las condiciones sanitarias, la precariedad de las estructuras palaciegas y la distancia respecto al centro de poder europeo crearon una atmósfera tensa y deprimente para muchos miembros de la realeza.

Adaptación a la corte improvisada en Río de Janeiro

Pese a las dificultades, la estancia en Brasil transformó profundamente el carácter de la monarquía portuguesa. La presencia del rey convirtió a Río de Janeiro en la nueva capital del Imperio y fortaleció los vínculos políticos y económicos entre Portugal y sus colonias. En ese contexto, Carlota Joaquina vio una oportunidad única: aprovechar el vacío de poder en España para intervenir activamente en los asuntos hispanoamericanos.

Su residencia en Río no fue pasiva. Pese a sus desavenencias con Joao, Carlota Joaquina participó en reuniones, hizo alianzas políticas y comenzó a planear su intervención directa en los territorios del antiguo Virreinato del Río de la Plata.

Ambiciones políticas y el “carlotismo” en América

Reclamación del trono español desde el exilio

La invasión de Napoleón Bonaparte a España en 1808, el exilio de Carlos IV y Fernando VII a Francia, y el inicio de los procesos independentistas en América Latina generaron una crisis de legitimidad. Carlota Joaquina, como única miembro libre de la familia real española, se proclamó heredera legítima de la corona española en ultramar. El 21 de marzo de ese mismo año, escribió al Cabildo de Buenos Aires para presentarse como defensora de los derechos monárquicos en las colonias.

Este movimiento, conocido como “carlotismo”, fue recibido con entusiasmo por algunos sectores conservadores, pero con enorme recelo por otros. Muchos criollos realistas no aceptaban que una princesa portuguesa gobernara sobre territorios españoles, mientras que los patriotas independentistas la veían como un obstáculo más en su camino hacia la autodeterminación.

Relación con patriotas e intentos de frenar la independencia

Curiosamente, algunos líderes de la independencia como Manuel Belgrano, Vieites, Castelli y Juan José Paso vieron en Carlota Joaquina una figura útil para avanzar sus propios objetivos. Su apoyo, sin embargo, fue más táctico que ideológico. En 1809, la Audiencia de Charcas se levantó en armas influenciada, en parte, por el accionar de emisarios carlotistas como Goyeneche, lo que aceleró el conflicto nacionalista.

Carlota Joaquina intentó frenar el avance de las independencias por medio del apoyo militar y financiero a los realistas. En Uruguay, respaldó a Francisco Javier Elío y Gaspar Vigodet; incluso vendió sus joyas personales para financiar sus campañas. Pero sus esfuerzos fueron neutralizados tanto por la falta de apoyo local como por la desconfianza de la Regencia Española, que llegó a prohibir a las autoridades coloniales colaborar con ella.

A partir de 1812, la influencia de Carlota Joaquina en América disminuyó considerablemente. El reconocimiento de Fernando VII por parte de las Cortes de Cádiz como monarca legítimo la excluyó de la línea sucesoria y desactivó sus aspiraciones continentales. No obstante, el impacto del “carlotismo” marcó un precedente sin igual en la historia de las mujeres reales: una princesa europea reclamando un imperio transatlántico desde el exilio.

Conflictos diplomáticos y desencuentros en América

Oposición de criollos y resistencias locales

Aunque Carlota Joaquina había buscado posicionarse como representante legítima de la corona española en América, su proyecto se encontró con múltiples resistencias. En primer lugar, los criollos realistas no estaban dispuestos a aceptar la autoridad de una reina portuguesa. Desconfiaban de las verdaderas intenciones de la corona lusa y temían una anexión de los territorios americanos al reino vecino.

Por otro lado, los movimientos independentistas, en pleno auge desde 1810, consideraban a Carlota Joaquina como una amenaza a su causa. Tanto en Buenos Aires como en Paraguay y Uruguay, sus intentos de intervención fueron recibidos con sospecha. Incluso cuando los patriotas pidieron su ayuda para frenar las represiones realistas, como ocurrió con Belgrano en Paraguay, el trasfondo de sus acciones fue entendido como una forma de expansión del imperio portugués más que como un auxilio desinteresado.

Participación en conflictos del Río de la Plata, Paraguay y Uruguay

En el Río de la Plata, su intervención se cruzó con los intereses de Inglaterra, potencia que apostaba por la independencia americana como vía para el librecambismo. El embajador británico en Río de Janeiro, Lord Strangford, se opuso abiertamente a las pretensiones de la reina, defendiendo la autonomía de las nuevas repúblicas y presionando al rey Joao VI para que no interviniera militarmente en esos territorios.

A pesar de estas presiones, la monarquía portuguesa ocupó Uruguay por un tiempo, generando tensiones diplomáticas con Buenos Aires. En 1812, por mediación de Strangford, se llegó a un acuerdo para la retirada de los brasileños. La influencia de Carlota Joaquina en la política americana, aunque ya en declive, había dejado una huella importante, convirtiéndose en uno de los episodios más singulares del proceso de independencia hispanoamericano.

Reconfiguración de la monarquía portuguesa

Muerte de María I y ascenso de Joao VI

La muerte de María I en 1816, a los 81 años, provocó un cambio significativo en la estructura de poder en Portugal. Joao, esposo de Carlota Joaquina, fue proclamado rey como Joao VI, aunque no fue coronado hasta 1818. En este nuevo contexto, Carlota Joaquina adquirió el título oficial de reina consorte, pero su papel seguía siendo más bien el de una figura políticamente activa y desafiante.

La creación del Reino Unido de Brasil y Portugal en 1815 formalizó la nueva realidad imperial. Este movimiento consolidó la permanencia de la corte en Río de Janeiro y reforzó el poder del rey en ambos lados del Atlántico. Carlota Joaquina, mientras tanto, continuaba promoviendo sus propios intereses, entre ellos, los matrimonios estratégicos de sus hijas con miembros de la monarquía española.

Formación del Reino Unido de Brasil y Portugal

El nuevo reino supuso una modernización de la estructura monárquica luso-brasileña, pero también abrió nuevas fracturas. En Portugal, los liberales empezaban a exigir una constitución, mientras que en Brasil comenzaba a gestarse un incipiente nacionalismo que años después conduciría a la independencia. Carlota Joaquina, fervientemente absolutista, se opuso desde el principio a estas ideas y comenzó a tejer una red de conspiraciones para frenar los avances liberales.

En este proceso, utilizó su influencia dentro del palacio, alentó a sus hijos a actuar contra el constitucionalismo y mantuvo estrechas relaciones con sectores ultraconservadores tanto en Portugal como en España. Esta militancia la convertiría en una figura fundamental en las luchas por el poder que marcarían los años siguientes.

Retorno a Europa y papel en la política absolutista

Negativa a aceptar la Constitución de 1822

El levantamiento liberal de 1820 en Portugal culminó en la convocatoria de unas Cortes Constituyentes y en la redacción de una Constitución en 1822, que limitaba significativamente el poder real. El rey Joao VI se vio obligado a regresar a Lisboa para jurar el nuevo orden. Carlota Joaquina, en cambio, se negó rotundamente a aceptar la Constitución.

Esa negativa casi le cuesta el destierro, pero prefirió enfrentarse políticamente desde dentro. Se convirtió en la figura central del bloque absolutista, organizando desde el exilio en el propio Portugal una resistencia tenaz contra el liberalismo. Su papel fue especialmente influyente en la llamada “Villafrancada” de 1823, un golpe de Estado absolutista que coincidió con la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis en España para restaurar a Fernando VII.

Conspiraciones y apoyo al levantamiento absolutista

La Villafrancada, aunque ejecutada por su hijo don Miguel, fue promovida activamente por Carlota Joaquina. El éxito inicial del levantamiento, sin embargo, se vio opacado por las divisiones internas de la corte y las tensiones entre los absolutistas más radicales y los que buscaban un equilibrio con las ideas liberales. Como consecuencia de este movimiento, la reina fue expulsada de la corte portuguesa en 1824.

Su influencia, sin embargo, persistió. La polarización entre absolutismo y liberalismo en Portugal no haría más que intensificarse en los años siguientes, y la reina siguió siendo un símbolo de la causa tradicionalista. Su legado como figura política superó al de reina consorte: se convirtió en una lideresa ideológica de la monarquía autoritaria.

Últimos años, viudez e intrigas sucesorias

Fallecimiento de Joao VI y abdicación de Pedro IV

En 1826, murió su esposo Joao VI, y la corona pasó a su hijo Pedro I de Brasil, quien también fue reconocido como Pedro IV de Portugal. Sin embargo, Pedro prefirió seguir en Brasil, ya como Emperador independiente, y abdicó sus derechos a la corona portuguesa en favor de su hija María da Glória, de tan solo siete años.

Este movimiento abría un nuevo capítulo de tensiones. La niña debía casarse con su tío, el infante don Miguel, para unir las dos ramas de la familia. Esta maniobra fue vista por Carlota Joaquina como una oportunidad para restaurar el absolutismo. Apoyó firmemente a Miguel, quien desembarcó en Lisboa en 1828 y anuló la constitución, autoproclamándose rey.

Conflictos dinásticos y muerte de Carlota Joaquina

El regreso de Miguel al trono desató una nueva guerra civil en Portugal, entre los miguelistas, defensores del absolutismo, y los liberales, partidarios de la reina María II (nombre real de María da Glória). Carlota Joaquina no llegó a ver el desenlace de esta contienda, ya que falleció ese mismo año de 1828 en el Palacio de Queluz, cerca de Lisboa.

Su muerte puso fin a una vida marcada por la confrontación, el exilio, la ambición y la voluntad política. Pocas reinas en la historia de Iberoamérica y Europa dejaron una huella tan polémica y trascendental como ella. De princesa española a reina portuguesa, de conspiradora a pretendiente imperial americana, Carlota Joaquina fue una figura única, cuya vida refleja los cambios y conflictos de una era tumultuosa.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Carlota Joaquina de Borbón (1775–1830): La Infanta Rebelde que Desafió Dos Coronas y Soñó con un Imperio Americano". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/carlota-joaquina-reina-de-portugal [consulta: 19 de octubre de 2025].