Nectánebos II (359-341 a.C.). El último gran faraón nativo que desafió al Imperio Persa

El reinado de Nectánebos II, también conocido por su nombre egipcio Nekhetherhebet, representa el último gran esfuerzo de un soberano nativo por preservar la independencia del antiguo Egipto frente al avance de las potencias extranjeras. Fue el tercer y último faraón de la XXX dinastía, y su figura se recuerda no solo por su resistencia militar frente a los persas, sino también por su ambiciosa labor constructora y su protección al clero egipcio. Con él se cierra uno de los capítulos más intensos de la historia faraónica antes de la hegemonía macedónica.

Orígenes y contexto histórico

Nectánebos II nació en una época convulsa para Egipto. Hijo del general Tjahepimu, hermano del faraón Teos, accedió al trono tras la traición de su padre al propio Teos, quien se encontraba en campaña militar en Asia. Aprovechando la ausencia del faraón legítimo y su creciente impopularidad, Tjahepimu ofreció la corona a su hijo, quien logró tomar el poder y consolidarse como soberano.

Su ascenso al trono no estuvo exento de dificultades. Un pretendiente rival se levantó desde Mendes, generando un conflicto interno que pudo costarle la vida. Sin embargo, el apoyo estratégico de Agesilao y sus tropas espartanas mercenarias fue decisivo para su victoria. Esta intervención extranjera fue clave no solo para eliminar la amenaza interna, sino también para consolidar su posición frente a posibles represalias de los persas, que veían con malos ojos la inestabilidad en la región.

Nectánebos II adoptó inicialmente el nombre de coronación Senedjemibre Setepenineher, que más tarde cambiaría. Su título reflejaba su conexión divina y su intención de gobernar conforme a la tradición faraónica, en un intento por reforzar su legitimidad ante el clero y el pueblo egipcio.

Logros y contribuciones

Uno de los aspectos más sobresalientes del reinado de Nectánebos II fue su extraordinaria actividad constructora. Durante su mandato se erigieron templos, monumentos y estelas en diversos puntos del país, reflejo de su esfuerzo por revitalizar el culto religioso y reafirmar su autoridad sagrada. Esta actividad le valió el respeto y devoción del clero egipcio, clave para mantener la cohesión nacional en tiempos de crisis.

Una de las piezas más emblemáticas de su época es la Estela Metternich, conservada hoy en el Metropolitan Museum de Nueva York. Con una altura de 83,5 cm, esta estela destaca no solo por su belleza estética, sino por su profundo contenido mágico y religioso. Representa a Nectánebos II en una posición de mediador entre los dioses y los hombres, reforzando su papel como protector del orden cósmico (ma’at).

Entre las políticas más importantes de su reinado destacan:

  • Fortalecimiento de las fronteras ante las constantes amenazas persas.

  • Reorganización del ejército con el apoyo de mercenarios griegos y libios.

  • Patrocinio del clero y donaciones a templos, especialmente en Tebas y Menfis.

  • Fomento de la arquitectura religiosa, elevando nuevas construcciones en honor a los dioses tradicionales.

Su reinado, pese a las dificultades, gozó de una estabilidad relativa durante los primeros años, permitiendo el florecimiento cultural y el fortalecimiento de la identidad egipcia en un contexto cada vez más influenciado por el mundo helénico.

Momentos clave

El reinado de Nectánebos II estuvo marcado por varios eventos fundamentales que definieron su legado. Entre ellos destacan los siguientes:

Enfrentamiento con Artajerjes III

La gran amenaza externa del reinado de Nectánebos II fue el Imperio Persa, liderado por Artajerjes III. En el invierno del 351-350 a.C., las tropas persas intentaron invadir Egipto, pero fueron contenidas gracias a la eficaz resistencia del ejército egipcio, reforzado por mercenarios griegos. Esta victoria fue un momento de gloria para Nectánebos II, quien demostró su capacidad estratégica y su voluntad de defender la soberanía nacional.

Sin embargo, en el año 343 a.C., Artajerjes III lanzó un segundo ataque, esta vez personalmente liderado y con el apoyo decisivo de sus generales Bagoas y Mentor de Rodas. Pese a contar con un ejército numeroso, compuesto por aproximadamente 140.000 hombres entre egipcios y mercenarios, Nectánebos II no pudo contener el embate persa en Pelusium, la tradicional puerta de entrada a Egipto desde Asia.

Huida y resistencia final

Tras la caída de Pelusium, Nectánebos II se vio obligado a retirarse a Menfis, y posteriormente al Alto Egipto, específicamente a la región de Baja Nubia. Allí logró mantenerse durante dos años más, resistiendo con los recursos disponibles, aunque su capacidad de gobierno efectiva era ya muy limitada. Este exilio forzado marcó el fin del dominio egipcio independiente, pues tras su caída, Egipto fue nuevamente integrado al Imperio Persa como una satrapía.

Desconocido final

El destino final de Nectánebos II permanece envuelto en el misterio. No se conocen registros precisos de cómo terminó su vida, aunque su sarcófago fue hallado en Alejandría tiempo después, posiblemente trasladado tras la destrucción de su tumba original. Esta falta de claridad en torno a sus últimos días ha contribuido al carácter legendario que rodea su figura.

Tras su desaparición, un personaje poco conocido, Khababash, asumió brevemente la posición de faraón. Sin embargo, su papel parece haber sido más simbólico que real, como se deduce de la Estela de Nastesen, conservada en el Museo de Berlín.

Relevancia actual

La figura de Nectánebos II ha adquirido un especial interés en la historiografía moderna por varias razones:

  • Fue el último faraón nativo de Egipto, lo que lo convierte en un símbolo de la resistencia cultural frente a las dominaciones extranjeras.

  • Su obra arquitectónica y su devoción religiosa dejaron huellas visibles que aún perduran en templos y estelas.

  • Su imagen ha sido recuperada por el nacionalismo egipcio moderno como ejemplo de orgullo y defensa de la soberanía.

  • Desde un enfoque arqueológico, su reinado representa uno de los últimos periodos en que Egipto conservó su independencia política y cultural antes del dominio greco-macedónico iniciado por Alejandro Magno.

A ello se suma el atractivo casi mítico que rodea sus últimos años, marcados por la resistencia tenaz y la incertidumbre de su destino final. La representación de Nectánebos II en la Estela Metternich, por ejemplo, ha sido objeto de múltiples estudios por su simbolismo religioso y su refinada elaboración artística.

Cronología destacada del reinado de Nectánebos II

A continuación, se presenta un resumen de los principales hitos del reinado de este destacado monarca egipcio:

  • 359 a.C.: Accede al trono tras la caída de Teos, apoyado por su padre Tjahepimu y las tropas espartanas.

  • 356 a.C.: Derrota a su rival de Mendes con ayuda de mercenarios griegos.

  • 351-350 a.C.: Rechaza la primera invasión persa liderada por Artajerjes III.

  • 343 a.C.: Fracasa en la defensa de Pelusium frente a la segunda ofensiva persa.

  • 342-341 a.C.: Huye al Alto Egipto, donde mantiene una resistencia simbólica durante dos años más.

  • 341 a.C.: Fin de su gobierno; Egipto vuelve a manos del Imperio Persa.

Nectánebos II dejó una huella imborrable en la historia egipcia. Su figura sintetiza la lucha entre tradición y conquista, entre lo sagrado y lo político, entre la gloria del pasado y la amenaza del presente. Aunque su caída marcó el fin de una era, su legado perdura como testimonio de la última gran resistencia egipcia frente al poder imperial extranjero.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Nectánebos II (359-341 a.C.). El último gran faraón nativo que desafió al Imperio Persa". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/nectanebos-ii [consulta: 26 de septiembre de 2025].