Arturo Uslar Pietri (1906–2001): Intelectual, Político y Maestro de la Novela Histórica Latinoamericana
Arturo Uslar Pietri nació el 16 de mayo de 1906 en Caracas, Venezuela, en una familia que lo encaminaría hacia una vida de profundo compromiso intelectual y cultural. Desde temprana edad, mostró un prodigioso talento para las humanidades, un hecho que se convertiría en el motor de su vida y obra. Su niñez y adolescencia fueron marcadas por una aguda conciencia de la realidad social y política de su país, lo que impulsó su incesante búsqueda de la identidad nacional venezolana y de un lenguaje literario propio que pudiera trascender las limitaciones del contexto histórico de su tiempo.
Uslar Pietri se formó en las aulas de la Universidad Central de Venezuela, donde, a pesar de su profundo interés por las ciencias sociales, comenzó a sentirse atraído por la literatura. A los catorce años, publicó sus primeros poemas y artículos en la revista Paz y Labor, una de las publicaciones más importantes de la época, en Maracay. Sin embargo, pronto abandonó la poesía, género que había cultivado en sus años de adolescencia, para dedicarse por completo a la prosa, un campo en el que tendría gran éxito y en el que se convertiría en una de las figuras más destacadas de la narrativa latinoamericana.
El año 1925 marcó el inicio de su incursión formal en la vida literaria venezolana. Comenzó a publicar de manera constante en Elite, una revista literaria de gran prestigio de la época. En este espacio, Uslar Pietri se unió a otros jóvenes escritores, entre ellos Miguel Otero Silva, con quien compartió la pasión por la literatura y, más tarde, protagonizó importantes proyectos editoriales y literarios. Fue en Elite donde el joven escritor comenzó a forjar su propio estilo, alejado de las influencias literarias europeas, al tiempo que se incorporaba a las discusiones vanguardistas que comenzaban a llegar a Hispanoamérica desde Europa. Esta incursión en la vanguardia fue vista por muchos como una respuesta a las tensiones de la identidad cultural venezolana, un país en el que el mestizaje y las contradicciones sociales no siempre encontraban eco en las formas literarias tradicionales.
Durante su estancia en Elite, y posteriormente en Caricatura, un periódico humorístico de Caracas, Uslar Pietri adoptó el pseudónimo de «Bárbaro de Braganza». Este seudónimo, que compartió con su amigo y compañero de generación Miguel Otero Silva, denota tanto el sentido de ruptura como el de una crítica mordaz a la sociedad de su tiempo. Bajo este nombre, el joven escritor no solo abordó temas políticos y sociales, sino que también empezó a perfilar un lenguaje literario único que combinaría la agudeza crítica con la profunda reflexión filosófica y existencial.
Fue en 1928 cuando Arturo Uslar Pietri dio un paso decisivo en su carrera literaria al publicar su primer libro, Barrabás y otros relatos, que recogió algunos de los cuentos que había ido publicando en diversas revistas literarias de la época. La crítica reaccionó favorablemente ante esta obra, destacando tanto su madurez estilística como su capacidad para explorar con profundidad los complejos aspectos del alma humana. Los relatos de Uslar Pietri combinaban la narración breve con una serie de reflexiones sobre la identidad, la historia y los conflictos de su país natal. A través de estos relatos, el escritor emergía como una de las voces más prometedoras de la narrativa venezolana, capaz de captar las tensiones de la realidad venezolana sin perder de vista las influencias literarias internacionales.
El éxito de Barrabás y otros relatos posicionó a Uslar Pietri como un referente literario entre los jóvenes escritores venezolanos, quienes se agrupaban en revistas como Válvula, una publicación que el propio Uslar Pietri ayudó a fundar en 1928, junto a otros escritores como Nelson Himiob, Fernando Paz Castillo, Carlos Eduardo Frías, Juan Oropesa, Joaquín Gabaldón Márquez, Luis Rafael Castro, y José Salazar Domínguez. En Válvula, Uslar Pietri retomó la poesía, y, bajo el pseudónimo de «Antonio Clavo», publicó algunas composiciones vanguardistas que, aunque menos conocidas que su prosa, son esenciales para entender el viraje estilístico que experimentó en sus primeros años. La publicación de Válvula marcó la consolidación de una generación de escritores venezolanos que, influenciados por las corrientes vanguardistas, buscaban una nueva forma de expresión literaria capaz de reflejar los desafíos de la modernidad en América Latina.
La participación activa de Uslar Pietri en la creación de Válvula y en las discusiones literarias de la época refleja la ansiedad de una generación por redefinir su identidad cultural. En este contexto, la obra de Uslar Pietri comienza a caracterizarse por una doble búsqueda: la de un lenguaje nuevo, más adecuado para expresar las contradicciones de un país y un continente inmersos en procesos de transformación, y la de una reflexión sobre el mestizaje cultural que definía la idiosincrasia de Venezuela y, por extensión, de toda Hispanoamérica.
El interés por la política, que sería una constante a lo largo de su vida, se asomó en estos primeros años, pero de manera más indirecta. Uslar Pietri observaba los cambios políticos de Venezuela y la llegada de la modernidad con un enfoque crítico, lo que lo llevó a vincularse con diversos movimientos y publicaciones que se posicionaban en favor de un futuro progresista para su país. Sin embargo, su interés por la política se consolidaría plenamente durante su estancia en Europa, particularmente en París, donde, tras terminar sus estudios universitarios de Ciencias Políticas, iniciaría una nueva etapa que marcaría su vida de manera definitiva.
Con solo 23 años, en 1929, Uslar Pietri obtuvo su título de doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Central de Venezuela. Ese mismo año, se integró al servicio diplomático venezolano y fue enviado a París como agregado civil de la Embajada de Venezuela ante la Sociedad de las Naciones. Durante su estancia en la capital francesa, Uslar Pietri profundizó su conocimiento literario y político, al mismo tiempo que comenzó a relacionarse con importantes figuras de la cultura europea y latinoamericana. Fue en París donde se consolidó su vínculo con escritores y pensadores que, al igual que él, estaban buscando nuevas formas de comprensión de la realidad latinoamericana.
En los años que pasó en París (1929-1934), Uslar Pietri trabó amistad con intelectuales venezolanos como César Zumeta y Caracciolo Parra Pérez, y con escritores de renombre internacional, como Luis Cardoza y Aragón, Miguel Ángel Asturias, y Alejo Carpentier, con quienes compartiría discusiones literarias y políticas que alimentaron su visión del mundo. Durante este período, Uslar Pietri, junto con estos autores, fue pionero de la idea del «realismo maravilloso», un concepto que más tarde sería ampliamente conocido como «realismo mágico», y que influiría en la narrativa de la región durante las décadas posteriores.
La experiencia europea también permitió a Uslar Pietri entrar en contacto con escritores y artistas de vanguardia como el poeta surrealista André Breton y el escritor Robert Desnos. Estos encuentros marcaron profundamente su obra y lo llevaron a explorar la literatura desde una perspectiva más universal, abriendo un diálogo entre su país y el resto del mundo literario. En su estancia en París, el joven escritor no solo cultivó una mirada crítica sobre su país natal, sino que también amplió sus horizontes sobre la literatura, la política y las realidades culturales de Europa y América Latina.
A través de estas experiencias y contactos, Uslar Pietri fortaleció su compromiso con la literatura y la política, dos esferas que, aunque en apariencia separadas, siempre estuvieron entrelazadas en su vida. Su temprano ingreso a la diplomacia y su formación académica en Ciencias Políticas no hicieron más que profundizar su convicción de que la literatura debía tener un papel activo en la construcción de la identidad nacional venezolana y en la reflexión sobre los destinos de Hispanoamérica.
La influencia del exilio y la búsqueda de la identidad (1929–1945)
El viaje de Arturo Uslar Pietri a Europa en 1929, cuando tenía solo 23 años, marcó un antes y un después en su carrera literaria y política. Aquel exilio europeo, en el que residió principalmente en París, se convirtió en un espacio fundamental para su desarrollo intelectual, pues no solo le permitió profundizar en sus estudios literarios y políticos, sino que también fue el momento en el que comenzó a forjar una identidad literaria vinculada a las tensiones de la modernidad en América Latina. Durante estos años, Uslar Pietri no solo se dedicó a su trabajo diplomático en la capital francesa, sino que se sumergió en los círculos intelectuales de la época, donde estableció relaciones con escritores que serían fundamentales para su obra, como Luis Cardoza y Aragón, Miguel Ángel Asturias, y Alejo Carpentier, entre otros. Junto a estos autores, Uslar Pietri se integró a las primeras discusiones sobre lo que más tarde se conocería como «lo real maravilloso», una propuesta estética que cambiaría la narrativa de Hispanoamérica.
El concepto de «lo real maravilloso», que surgió en la época en la que Uslar Pietri compartió largas horas de conversación con escritores latinoamericanos en París, se desarrolló como una alternativa al realismo social y al naturalismo literario predominante en la región. El término «realismo mágico», aunque más popular, se consolidó posteriormente como una corriente literaria que influiría profundamente en los autores del Boom Latinoamericano de los años 60. Uslar Pietri, Miguel Ángel Asturias, y Alejo Carpentier coincidieron en que la realidad latinoamericana, plagada de elementos místicos, leyendas y realidades surrealistas, requería una nueva forma de expresión literaria que reflejara mejor la complejidad de las sociedades latinoamericanas. Este enfoque sería una de las huellas más distintivas de la obra de Uslar Pietri, que seguiría explorando la identidad cultural de Venezuela y América Latina a lo largo de su vida.
Pero más allá de sus logros literarios, la estancia de Uslar Pietri en Europa fue clave para su crecimiento como intelectual comprometido con la política. Durante su tiempo en París, comenzó a observar más detenidamente los movimientos políticos internacionales, en especial los procesos de transformación social que vivían los países latinoamericanos. La influencia de los movimientos de izquierda, el auge de los nacionalismos y las tensiones en torno a las identidades nacionales fueron cuestiones que comenzaron a marcar de forma significativa su pensamiento. Uslar Pietri, al igual que muchos otros intelectuales de la época, estaba convencido de que la literatura debía desempeñar un papel activo en la construcción de la conciencia nacional, en la creación de un lenguaje nuevo que pudiera reflejar las contradicciones y complejidades de los países de América Latina, incluido Venezuela.
A lo largo de los años que pasó en Europa, Uslar Pietri no solo amplió su círculo de amistades y relaciones literarias, sino que también se enfrentó al reto de definir su propia voz como escritor. Su formación en Ciencias Políticas y su visión crítica de la realidad venezolana lo llevaron a un análisis profundo de las tensiones sociales y políticas de su país. La búsqueda de una identidad nacional para Venezuela, y de una voz literaria que reflejara esa identidad, pasó a ser uno de los pilares de su trabajo. La influencia de sus amigos escritores y pensadores europeos le permitió abrir sus horizontes y abordar cuestiones culturales más amplias, como el mestizaje y las luchas de poder en el continente americano.
A pesar de la distancia geográfica, Uslar Pietri no dejó de seguir los acontecimientos políticos de su país natal. La situación en Venezuela, marcada por la dictadura de Juan Vicente Gómez hasta su muerte en 1935, lo empujó a un profundo análisis sobre las relaciones entre la literatura, el arte y la política en su tierra. El golpe de estado de 1928, la prolongación del poder de Gómez y las consecuencias de la falta de democracia en el país fueron cuestiones que no escaparon a la atención de Uslar Pietri, quien, desde el exilio, mantenía una vigilancia constante sobre los movimientos políticos en Venezuela.
No es sorprendente que, a lo largo de su estancia en París, Uslar Pietri decidiera involucrarse más profundamente en la política de su país y en el análisis de las condiciones sociales de Venezuela. En 1931, tras la publicación de Las lanzas coloradas, su primera novela histórica, Uslar Pietri alcanzó notoriedad tanto en el ámbito literario como en el político. Su visión de la historia venezolana, plasmada en esta obra, lo vinculó a los debates sobre la identidad nacional y la búsqueda de respuestas a los dilemas históricos del país. En Las lanzas coloradas, el autor exploraba las luchas internas y las tensiones entre la tradición y la modernidad que definían a Venezuela en ese momento, presentando un relato épico que, al mismo tiempo, reflejaba los problemas sociales y políticos de la realidad de su tiempo.
A pesar de que la novela fue escrita en 1931, en el contexto de su estancia en Europa, su publicación en 1932 tuvo una gran resonancia en Venezuela, y su autor fue considerado una de las voces más influyentes de la narrativa contemporánea del país. Las lanzas coloradas marcó un punto de inflexión en la literatura venezolana, pues a través de su enfoque histórico, Uslar Pietri logró transmitir una visión de la historia de Venezuela que trascendía las narraciones políticas y formales. La novela fue celebrada tanto por su riqueza estilística como por su capacidad para abordar las complejidades del mestizaje y la construcción de la nación.
La labor diplomática de Uslar Pietri, durante su estancia en Europa, también fue crucial para su formación. En su rol como agregado civil de la Embajada de Venezuela en la Sociedad de las Naciones en Ginebra, tuvo la oportunidad de interactuar con diplomáticos de todo el mundo, lo que amplió aún más su perspectiva política. Esta experiencia lo acercó a las dinámicas internacionales y le permitió comprender las tensiones globales que influían en los destinos de América Latina, especialmente en relación con las luchas por la autodeterminación y la identidad en los países del continente.
A través de su contacto con la intelectualidad europea y latinoamericana, Uslar Pietri entendió que la literatura no podía ser un acto aislado, sino que debía estar íntimamente vinculada con los procesos sociales, políticos y culturales de su tiempo. Su conciencia de la necesidad de una literatura latinoamericana que reflejara las realidades y contradicciones del continente lo llevó a explorar nuevas formas narrativas y a cuestionar las estructuras tradicionales de poder, tanto en el ámbito político como en el literario.
En 1934, después de pasar cinco años en Europa, Uslar Pietri regresó a Venezuela, donde la situación política había cambiado significativamente. La muerte de Juan Vicente Gómez y la llegada al poder de Eleazar López Contreras significaron el inicio de una nueva etapa de apertura política en Venezuela, que sería clave para el desarrollo de la democracia en el país. Uslar Pietri, con su regreso al país, volvió a involucrarse activamente en la vida política y literaria de Venezuela, impulsado por su firme compromiso con el futuro de su nación.
A lo largo de los siguientes años, Uslar Pietri no solo continuó su trabajo literario, sino que también se convirtió en una figura central en la política venezolana. Su influencia y su pensamiento sobre la identidad nacional, el mestizaje y las luchas políticas y sociales de Venezuela se mantuvieron presentes en cada una de sus intervenciones, tanto en el campo de la política como en el de la literatura. La experiencia del exilio, aunque dolorosa, le brindó la oportunidad de observar con una mirada más crítica y global los desafíos que enfrentaba Venezuela, y le permitió forjar un pensamiento y una obra literaria que trascenderían su tiempo.
Compromiso político y consolidación literaria (1946–1958)
El regreso de Arturo Uslar Pietri a Venezuela en 1946 marcó una nueva etapa en su vida, tanto en lo personal como en lo intelectual. Tras más de una década en el exilio, donde se había consolidado como una de las voces más relevantes de la literatura latinoamericana, su regreso al país coincidió con un momento crucial para la política venezolana. La caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y el restablecimiento de la democracia ofrecieron un escenario propicio para la actividad política e intelectual del escritor, quien, en este período, desempeñó un papel clave en la configuración del futuro político y cultural de Venezuela.
A pesar de los años de exilio, Uslar Pietri continuó su labor literaria, y su regreso a Venezuela significó la culminación de su proceso de maduración como narrador, ensayista y pensador. En este período, publicó algunas de sus obras más importantes, que marcarían su legado tanto en el ámbito literario como en el intelectual. Su novelística alcanzó nuevas alturas con la publicación de El camino de El Dorado (1947), una obra que profundiza en las contradicciones de la historia venezolana a través de la figura del conquistador Lope de Aguirre, cuyo alucinante viaje por el continente sudamericano se convierte en una metáfora de la lucha por el poder, el territorio y la identidad. Esta novela es considerada una de las más representativas de la literatura histórica de Uslar Pietri, y al igual que Las lanzas coloradas, constituye una exploración profunda de las tensiones sociales y políticas de su país.
En 1946, al regresar a Venezuela, Uslar Pietri no solo retomó su labor literaria, sino que también se sumergió de lleno en los asuntos políticos del país. En ese momento, Venezuela experimentaba una transformación política significativa tras la caída de Pérez Jiménez. En 1947, el escritor se unió al gobierno provisional encabezado por Rómulo Betancourt, quien, en ese entonces, estaba impulsando una serie de reformas democráticas. Uslar Pietri fue designado ministro de Educación, cargo desde el cual impulsó una serie de reformas educativas que buscaban modernizar el sistema y ampliar el acceso de los sectores populares a la educación. Su esfuerzo por mejorar la educación en Venezuela reflejaba su convicción de que una nación debía fortalecer sus cimientos intelectuales para poder afrontar los retos del futuro. Como ministro, presentó la famosa «Ley Uslar Pietri» de 1940, que promovió una profunda reforma en el sistema educativo, con énfasis en la educación técnica y profesional.
El retorno de Uslar Pietri a la política también estuvo marcado por su compromiso con la democracia y el fortalecimiento de las instituciones del país. Durante este período, el escritor fue un firme defensor de la necesidad de una estructura política estable, y se posicionó como un moderado dentro de las discusiones ideológicas que caracterizaban la política venezolana en esa época. Su enfoque político no fue nunca extremista; por el contrario, su talante conciliador y pragmático lo convirtió en una figura respetada, incluso por aquellos que no compartían todas sus opiniones. En este contexto, su obra literaria, que siempre estuvo vinculada a su visión crítica de la historia y la política de Venezuela, se convirtió en un referente para muchos intelectuales y políticos que buscaban nuevas formas de entender la identidad y el destino de la nación.
La influencia de Uslar Pietri en la política venezolana se consolidó a lo largo de los años. En 1952, fue elegido senador, cargo que mantuvo hasta 1973, y a partir de ese momento, su presencia en el Congreso fue constante. Su posición política le permitió colaborar con gobiernos de diferentes signos ideológicos, lo que le otorgó una posición única dentro del espectro político. A través de sus intervenciones parlamentarias, y como miembro del Senado, Uslar Pietri defendió la necesidad de un equilibrio entre las fuerzas políticas y de una democracia que garantizara la inclusión de todos los sectores sociales. Su habilidad para mediar entre los diferentes intereses y su firme compromiso con el fortalecimiento de las instituciones democráticas de Venezuela lo convirtieron en un referente clave para la política del país en la postguerra.
Paralelamente, Uslar Pietri continuó su labor en el periodismo, lo que le permitió mantener una relación estrecha con la opinión pública venezolana. A través de sus artículos de opinión en medios como El Universal y Ahora, el escritor se convirtió en una de las voces más influyentes del debate intelectual y político del país. Sus columnas, cargadas de agudeza crítica, fueron un vehículo para que expusiera sus puntos de vista sobre temas tan diversos como la situación política interna de Venezuela, las tensiones internacionales, la economía y la cultura. Estas publicaciones también le permitieron mantener una presencia constante en los medios de comunicación, consolidando su imagen como un intelectual comprometido con los cambios que experimentaba la nación.
Una de las cuestiones que más preocupaba a Uslar Pietri durante este período era la gestión del petróleo, una de las principales fuentes de riqueza de Venezuela. En 1936, a raíz de un escrito emblemático titulado Sembrar el petróleo, Uslar Pietri planteó la necesidad de transformar la riqueza petrolera en una palanca para el desarrollo del país, proponiendo una visión a largo plazo que trascendiera la mera explotación de los recursos naturales. Su propuesta fue un llamado a la reflexión sobre el modelo económico de Venezuela, y si bien en ese momento no fue adoptada de manera inmediata, las ideas de Uslar Pietri siguen siendo citadas hasta el día de hoy en debates sobre el manejo de los recursos naturales en Venezuela.
A lo largo de la década de 1950, Uslar Pietri vivió un período de gran actividad política y literaria. En 1953, después de su renuncia a la cátedra universitaria, se adentró en el mundo de la publicidad, donde continuó su labor de divulgación cultural. Fue entonces cuando, además de sus tareas en el Congreso y el gobierno, se involucró en la creación de programas televisivos que también reflejaban su pensamiento. El más emblemático de estos fue Valores humanos, un programa que comenzó a transmitirse en 1953 y que se mantuvo en antena hasta 1987. Durante su emisión, Uslar Pietri compartió con el público su visión sobre la historia, la política y la cultura, abriendo un espacio para el análisis profundo de los temas que dominaban el panorama nacional e internacional.
El programa Valores humanos fue una de las formas más accesibles a través de las cuales Uslar Pietri llegó a un público masivo. Con una estructura que combinaba su talento literario con su capacidad didáctica, el escritor logró consolidarse como una de las figuras más admiradas de la televisión venezolana. La calidad literaria de sus guiones y la profundidad de sus reflexiones sobre los temas abordados, desde la historia antigua hasta la política contemporánea, lo convirtieron en un referente en la cultura popular venezolana. La emisión de este programa, junto con otras iniciativas como Cuéntame a Venezuela y Raíces venezolanas, permitió que la figura de Uslar Pietri se consolidara no solo en el ámbito literario, sino también en el corazón de la sociedad venezolana, que lo veía como un intelectual comprometido con el país y sus desafíos.
La década de 1950 también fue testigo de la consolidación de la producción literaria de Uslar Pietri, con la publicación de novelas y relatos que profundizaban en las raíces históricas y culturales de Venezuela. En 1954, su novela El camino de El Dorado recibió el Premio Nacional de Literatura, un reconocimiento a su contribución a la narrativa histórica y a su mirada crítica sobre los orígenes y los problemas que atravesaba su país. A lo largo de este período, Uslar Pietri también publicó numerosos ensayos, entre los que se destacan sus trabajos sobre la historia del país y la economía, temas que se mantendrían como ejes fundamentales en su obra a lo largo de toda su vida.
Años de consolidación mediática y presencia internacional (1958–1970)
La llegada de Arturo Uslar Pietri al escenario político y cultural venezolano en 1958 fue un testimonio de su constante evolución como intelectual, escritor y hombre de acción. A lo largo de la década de 1960, Uslar Pietri continuó siendo una figura prominente no solo en la política de Venezuela, sino también en la literatura y el ámbito mediático internacional. Este período, marcado por su participación en diversos campos, consolidó su estatus como una de las voces más influyentes de América Latina, gracias a su talante moderado, su profundo conocimiento de los procesos históricos y su capacidad para conectar con el pueblo venezolano a través de diversos medios.
Tras la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez en 1958 y la instauración de un gobierno democrático bajo Rómulo Betancourt, Uslar Pietri se convirtió en un actor fundamental en la nueva era política del país. Durante esta etapa de consolidación democrática, que trajo consigo una estabilidad política después de años de autoritarismo, Uslar Pietri ocupó un escaño en el Senado de Venezuela, donde se destacó por su moderación y su postura crítica frente a las dificultades que atravesaba la naciente democracia. A lo largo de su tiempo como senador, de 1958 a 1973, su figura se consolidó como la de un político ecuánime, respetado tanto por sus aliados como por sus opositores. Su enfoque pragmático y conciliador le permitió jugar un papel esencial en la construcción de un sistema democrático que, si bien no estuvo exento de desafíos, fue fundamental para el avance de Venezuela en las décadas posteriores.
Sin embargo, la política no fue el único campo en el que Arturo Uslar Pietri marcó una diferencia significativa. Durante los años de la década de 1960, su nombre también se consolidó en el ámbito mediático a través de su presencia en la televisión y la radio, donde sus intervenciones se convirtieron en parte del tejido cultural y social de Venezuela. Uno de los programas más emblemáticos de su trayectoria en este campo fue Valores Humanos, el cual comenzó a emitirse en 1953 y perduró hasta 1987. En este programa, Uslar Pietri no solo se limitó a impartir lecciones de historia y cultura, sino que abordó cuestiones filosóficas y políticas, proponiendo una reflexión sobre los valores universales y nacionales que debían guiar el futuro del país. El programa fue un éxito rotundo y se convirtió en uno de los más vistos de la televisión venezolana, lo que permitió a Uslar Pietri acceder a un público más amplio, en su mayoría ajeno a los círculos literarios y académicos.
Valores Humanos no solo fortaleció la presencia mediática de Uslar Pietri, sino que también consolidó su imagen como un intelectual que podía comunicar ideas complejas de una manera accesible y profunda. Los temas que tocaba en su programa abarcaron desde la historia de Venezuela y su literatura hasta cuestiones de política internacional, reflexionando siempre desde una perspectiva crítica y humanista. Su capacidad para tocar temas universales mientras mantenía una profunda conexión con su contexto venezolano le permitió llegar a un público diverso, que reconocía en él a un pensador comprometido con la construcción de una Venezuela más justa y democrática.
El impacto de Valores Humanos en la sociedad venezolana también ayudó a definir la imagen pública de Arturo Uslar Pietri como una figura respetada no solo por su contribución literaria y política, sino también por su capacidad para influir en la opinión pública a través de los medios de comunicación. A través de este programa, Uslar Pietri se estableció como un puente entre la intelectualidad y el pueblo, utilizando la televisión como un medio para educar y sensibilizar a las nuevas generaciones de venezolanos sobre la importancia de los valores humanos, la democracia y la solidaridad.
A lo largo de los años, la popularidad de Uslar Pietri en la televisión venezolana se extendió a otros formatos de medios de comunicación. Durante los años 60, su figura se hizo cada vez más conocida en el ámbito internacional, particularmente en el ámbito de la diplomacia y la cultura. Su labor como escritor y periodista lo llevó a interactuar con muchos de los intelectuales y políticos más importantes del mundo. Durante su estancia en el extranjero, en particular en su tiempo trabajando para la UNESCO, se relacionó con diversas figuras del ámbito académico y cultural. En la sede parisina de la UNESCO, donde desempeñó un destacado rol en las décadas de 1970 y 1980, Uslar Pietri consolidó su imagen como un defensor de la cultura y la educación a nivel global.
Su trabajo con la UNESCO y su presencia en foros internacionales le permitió involucrarse más directamente en cuestiones globales que atañían a América Latina y el mundo. La búsqueda de una identidad latinoamericana dentro del contexto global fue un tema que Uslar Pietri abordó constantemente durante su carrera, y su participación en organismos internacionales le brindó la oportunidad de exponer sus ideas a una audiencia más amplia. En particular, su pensamiento sobre el papel de América Latina en el escenario global fue una parte esencial de su discurso diplomático. Además, sus intervenciones públicas en estos foros internacionales le dieron visibilidad y consolidaron su estatus como uno de los grandes pensadores latinoamericanos del siglo XX.
En el ámbito literario, los años 60 y 70 fueron un período de gran productividad para Uslar Pietri. Además de su trabajo en los medios de comunicación y su trabajo diplomático, el escritor continuó publicando obras de gran relevancia. En 1962, publicó Un retrato en la geografía, la primera de las tres novelas que componen la trilogía «El laberinto de fortuna», una serie de libros que abordan temas históricos y políticos de América Latina. La trilogía se destacó por su exploración profunda de las relaciones entre la historia, la geografía y la política, y consolidó aún más la posición de Uslar Pietri como uno de los grandes narradores históricos de Hispanoamérica.
En el mismo año, Uslar Pietri continuó con su labor como ensayista y periodista. A lo largo de su carrera, su labor como columnista en medios de comunicación fue esencial para entender su visión del mundo. Sus columnas en El Nacional y otros periódicos venezolanos no solo trataban cuestiones políticas y sociales, sino que también ofrecían una profunda reflexión sobre la historia y la cultura venezolana. Su influencia como escritor y periodista se expandió a lo largo de Hispanoamérica, y sus escritos se leyeron en todo el continente, especialmente entre aquellos interesados en comprender las dinámicas sociales y políticas de Venezuela.
A medida que los años avanzaban, Arturo Uslar Pietri continuó siendo una figura central en la política, la literatura y la cultura de Venezuela. Su estatus como intelectual de renombre internacional lo llevó a recibir varios honores, como el Premio Príncipe de Asturias en 1990, que reconoció su aporte a la literatura y a la cultura latinoamericana. La distinción, otorgada por su incansable dedicación a la literatura histórica y a la reflexión política, consolidó aún más su figura como una de las más relevantes de su generación.
El período entre 1958 y 1970 fue crucial para la consolidación del pensamiento y la obra de Uslar Pietri, no solo en Venezuela, sino también en América Latina. Su presencia mediática, su trabajo diplomático y su actividad literaria fueron fundamentales para definir la historia cultural y política de su país. A lo largo de estos años, el escritor venezolano no solo dejó una huella profunda en los medios de comunicación y la política, sino que también sembró las semillas de una reflexión profunda sobre la identidad latinoamericana y el futuro de la región en el escenario global.
Últimos años y legado (1970–2001)
Los últimos años de la vida de Arturo Uslar Pietri fueron una continuación de su labor intelectual, literaria y política, pero también estuvieron marcados por una serie de revalorizaciones tanto de su figura como de su legado. Tras décadas de actividad frenética en diversos campos, Uslar Pietri se acercaba a la edad avanzada con una lucidez inquebrantable y un incansable deseo de seguir aportando a la cultura de Venezuela y a la reflexión sobre los destinos de América Latina. A lo largo de los años 70 y 80, su figura se consolidó no solo como un escritor, sino como un pensador comprometido con las transformaciones del país, y su obra continuó siendo un referente dentro del pensamiento político y cultural venezolano.
A lo largo de la década de 1970, Uslar Pietri siguió involucrado en la diplomacia y en actividades internacionales, trabajando con la UNESCO, donde asumió un papel relevante. En 1975, fue nombrado delegado permanente de Venezuela ante la UNESCO en París, y ocupó la vicepresidencia del Consejo Directivo de la organización, representando a los pueblos hispanoamericanos. Durante estos años, Uslar Pietri mostró una firme dedicación a la preservación del patrimonio cultural de América Latina y el mundo, y su participación en foros internacionales le permitió seguir influyendo en la política y la cultura global.
Uno de los aspectos más notables de esta etapa fue el vínculo cada vez más estrecho de Uslar Pietri con los temas de la identidad latinoamericana, la educación y la defensa de los valores democráticos en el continente. Desde su posición en la UNESCO, continuó defendiendo la importancia de la educación como un motor para el desarrollo y la estabilidad de los países de América Latina, y abogó por una visión integradora de los pueblos latinoamericanos en el contexto global. Su presencia en la diplomacia internacional durante esta etapa reflejaba su compromiso con la región, y su influencia se extendió más allá de Venezuela, convirtiéndose en un referente del pensamiento humanista latinoamericano.
En paralelo a su labor diplomática, Uslar Pietri mantuvo su intensa actividad literaria y ensayística. A pesar de la carga de trabajo derivada de sus responsabilidades internacionales, continuó publicando obras significativas que demostraron su constante interés por los problemas históricos y culturales de su país. En 1980, publicó Los ganadores, una recopilación de relatos que fueron bien recibidos por la crítica y el público, reafirmando su estatus como uno de los más grandes cuentistas de Venezuela. Esta obra se sumaba a su ya vasta producción literaria, que incluía novelas, cuentos, ensayos y artículos periodísticos. Su estilo narrativo, siempre reflexivo y profundo, continuó desarrollándose, manteniendo su capacidad para capturar la esencia de la realidad venezolana a través de la literatura.
Un aspecto particularmente relevante de sus últimos años fue su regreso al periodismo, un campo en el que había trabajado durante buena parte de su vida. En la década de los 80, Arturo Uslar Pietri asumió la dirección de Papel Literario, suplemento cultural del periódico El Nacional, donde continuó contribuyendo con sus artículos y ensayos. Estos escritos seguían siendo una mezcla de reflexión política y cultural, a menudo centrados en la situación de Venezuela, la corrupción, el estado de la democracia y la evolución del país en un contexto global cambiante. Aunque su crítica no era fácil ni complaciente, su postura moderada y su visión del futuro le ganaron el respeto tanto de sus aliados como de sus detractores. Uslar Pietri no solo se dedicó a la crítica de la realidad política de Venezuela, sino que también impulsó una reflexión sobre el papel de la cultura en la construcción de la nación y la identidad nacional.
La década de 1980 también marcó un hito en su labor literaria con la publicación de La isla de Robinson (1981), una novela que fue muy bien recibida en Venezuela y que le valió el Premio Nacional de Literatura. Esta obra, que gira en torno a la figura del náufrago Robinson Crusoe, refleja de manera alegórica las tensiones y las contradicciones inherentes a la construcción de la identidad venezolana y, por extensión, a la de América Latina. A través de esta novela, Uslar Pietri abordó temas de soledad, alienación y resistencia, cuestiones que eran recurrentes en su obra y que reflejaban su profunda preocupación por el destino de su país y de la región.
Durante este período, su figura fue objeto de homenaje en numerosas ocasiones. En 1986, Uslar Pietri celebró su 80º cumpleaños con una serie de homenajes que reflejaron el cariño y respeto que había ganado tanto en Venezuela como en el resto de América Latina. Fue recibido con honores en diversos ámbitos académicos, políticos y culturales. Entre los reconocimientos más significativos de ese año se encuentra el homenaje que le rindió el Congreso de la República y la Presidencia de la República de Venezuela, quienes le tributarían un merecido reconocimiento por su incansable contribución al pensamiento y la cultura del país.
El final de la década de 1980 también marcó el inicio de la reevaluación de la obra y el legado de Arturo Uslar Pietri, cuyo pensamiento había influido decisivamente en la historia de la literatura y la política de Venezuela. A pesar de los años, su relevancia en la vida cultural y política del país permaneció intacta. En la década de 1990, Uslar Pietri se mantuvo activo como escritor, ensayista y comentarista. A lo largo de estos años, continuó publicando diversos ensayos sobre economía, política y cultura, consolidando su posición como un intelectual clave en el panorama latinoamericano. En 1990, tras recibir el prestigioso Premio Príncipe de Asturias, Uslar Pietri fue reconocido a nivel internacional como uno de los grandes pensadores de su generación.
A pesar de las dificultades y crisis que atravesó Venezuela durante las últimas décadas de su vida, Uslar Pietri no dejó de expresar su preocupación por la situación política y social del país. En 1993, denunció la corrupción en el gobierno de Carlos Andrés Pérez, un tema que había sido recurrente en su obra, y que ahora tomaba una relevancia aún mayor debido a los escándalos políticos que sacudían a Venezuela. Sus denuncias, siempre moderadas pero contundentes, se convirtieron en un llamado de atención para los venezolanos, una advertencia sobre los peligros de la corrupción y la falta de transparencia en la política.
Arturo Uslar Pietri continuó su labor como periodista y escritor hasta sus últimos días. Su figura, siempre asociada a la reflexión profunda y el compromiso con su país, se consolidó como un emblema de la intelectualidad venezolana y latinoamericana. Su legado, tanto literario como político, sigue siendo una fuente de inspiración para las generaciones posteriores, quienes lo ven como un modelo de escritor comprometido con su tiempo y con la identidad de su país. Uslar Pietri falleció el 27 de febrero de 2001, a los 94 años, dejando un legado monumental que trasciende las fronteras de Venezuela y de América Latina.
En su última etapa, su trabajo se convirtió en un puente entre el pasado y el futuro, entre la historia y la modernidad, y su voz siguió siendo escuchada por aquellos que buscaban una forma más humana y reflexiva de abordar los problemas de Venezuela y de América Latina. A través de sus obras, sus ensayos, sus intervenciones políticas y sus lecciones televisivas, Uslar Pietri demostró que la literatura y el pensamiento pueden ser herramientas poderosas para cambiar el destino de una nación. Su vida y obra son el reflejo de un hombre que, a lo largo de su existencia, nunca dejó de luchar por una Venezuela mejor.
MCN Biografías, 2025. "Arturo Uslar Pietri (1906–2001): Intelectual, Político y Maestro de la Novela Histórica Latinoamericana". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/uslar-pietri-arturo [consulta: 16 de octubre de 2025].