Nerón, Emperador de Roma (37-68).
Emperador romano (54-68 de nuestra era), último representante de la familia Julio-Claudia, nacido el 15 de diciembre del año 37 en Antium (actual Anzio, Italia) y muerto el 9 de junio del año 68, tras suicidarse para no ser capturado vivo al producirse la rebelión de las legiones provinciales de Aquitania y la Tarraconensis. Era hijo del cónsul Cneo Domicio Ahenobardo y de Agripina la Menor, bisnieta del emperador Octavio Augusto.
En su juventud, Nerón tuvo por maestros a Séneca, en Retórica y Moral, y al prefecto del pretorio, Burro, en las Artes militares; se rodeó de jóvenes libertinos cuya influencia trató en vano de contrarrestar Séneca.
La ambición de Agripina. El ascenso de Nerón
En el año 49, Agripina contrajo matrimonio, por tercera vez, con su tío carnal, el emperador Claudio. El único móvil de esta unión no era otro que abrir el camino del trono a Nerón, hijo de su primer matrimonio, objetivo que cumplió al año siguiente cuando Claudio, dominado por completo por su bella y persuasiva esposa, adoptó a Nerón y lo proclamó heredero al trono imperial dejando en un segundo término a su propio hijo, el príncipe Británico, tenido con Mesalina. Agripina también consiguió que Claudio otorgase a Nerón el «imperium» proconsular y su casamiento en el año 53 con la hija de Claudio, Octavia. A partir de ese mismo momento, la posición de Nerón se tornó inexpugnable y Agripina ya no necesitó más del pusilánime Claudio, más preocupado por dar gusto a sus placeres carnales y gastronómicos que por gobernar el Imperio. Agripina, ante el temor a que Claudio diera marcha atrás en su decisión de vincular al trono a Nerón, decidió asesinarlo con ayuda de la famosa envenenadora Locusta; era el año 54.
Muerte de Claudio. Nerón emperador
El 13 de octubre del año 54, Claudio fue envenenado mientras ingería un plato de una de sus setas favoritas. Inmediatamente después, Nerón fue aclamado emperador con la colaboración de la guardia pretoriana y de su jefe, el prefecto de la guardia Burro, mientras que el infeliz Británico era relegado. Para asegurar la elección del nuevo emperador, Agripina no dudó un instante en mandar ejecutar a los muchos partidarios que había en el palacio imperial de Británico. Los que no fueron eliminados fueron enviados a un destierro «conveniente». El nuevo emperador contaba con tan sólo 17 años, lo que motivó el recelo del Senado pero éste, forzado por el ejército y mermado por Agripina, se vio obligado a reconocerlo.
Comienzos del reinado de Nerón
Nombrado emperador en plena adolescencia, Nerón tuvo como primeros colaboradores a sus preceptores de niñez, Séneca y Burro, los cuales se encargaron de contrarrestar el poderoso partido palatino integrado por Agripina y el liberto Palante. El violento choque entre los dos partidos terminó pronto con la pérdida de influencia política de la emperatriz que, aun conservando los honores de que había sido revestida a la subida al trono de su hijo, dejó de contar con significación real en la gestión de los asuntos públicos.
Los cinco primeros años de su reinado estuvieron marcados por un período de prosperidad. Aconsejado por Séneca y Burro, Nerón retomó en su discurso ante el Senado las prácticas constitucionales de Augusto y se limitó a dirigir la política exterior y al ejército, mientras que el resto de la administración recaía sobre el Senado. Esta política le valió ser reconocido por el Senado como el Padre de la Patria. Redujo los impuestos, controló a los publicanos y garantizó la seguridad en las fronteras. Recomendó a los gobernadores provinciales que escucharan las quejas de los esclavos maltratados, transfirió algunas competencias de los ediles a los cónsules y pretores con el fin de que aquellos atendiesen mejor los asuntos municipales; se ocupó en persona de los negocios públicos. En cuanto a la política exterior, también obtuvo brillantes éxitos en estos primeros años. En el 54 mandó contra los partos, que habían invadido Armenia, a Domicio Corbulón, el cual obtuvo una importante victoria en este país.
Tanto Séneca como Burro instigaron a Nerón para que se desprendiese de la tutela de su madre, que gobernaba el Imperio en las sombras; incluso llegó a asistir secretamente a las sesiones del Senado y a recibir a embajadores en nombre del Emperador. Poco a poco se vio desplazada de la corte, lo que provocó que conspirase con Británico para arrebatarle el poder a Nerón. Éste, enterado de la conjura, cuando tan sólo llevaba un año en el poder, invitó a su hermanastro a un suntuoso banquete en palacio en el que Británico cayó fulminado por los efectos de un veneno mientras que Nerón seguía comiendo impasible. El suceso sólo sirvió para acrecenta aún más la distancia entre madre e hijo, circunstancia que fue aprovechada por todo tipo de delatores para denunciar a la emperatriz de participar en todos los complots posibles para derrocar al emperador. Sólo la intervención de Séneca y Burro logró salvarle la vida e incluso forzar una reconciliación aparente. Desde ese momento, Agripina trató por todos los medios de recuperar el favor imperial; incluso llegó a seducir a su propio hijo, el Emperador.
Una vez alejada Agripina de palacio, Séneca y Burro pudieron ejercer un control absoluto sobre la política imperial que guiaron con mano firme bajo el principio general de acrecentar el prestigio de la autoridad imperial, basado en la garantía de justicia y prosperidad económica del Imperio.
Inicios de la oposición senatorial. La muerte de Agripina
A partir del año 57 el estamento senatorial comenzó a fraguar una decidida oposición contra el cada vez más opresivo y caprichoso sistema del emperador. La gota que colmó el vaso fue la aparición en escena de Popea Sabina, esposa del senador Otón, compañero de fiestas del emperador, al que Nerón alejó de Roma con un destino en la Lusitania. Popea, no contenta con el papel de amante, pretendió ir más lejos, es decir, lograr que Nerón repudiase a su esposa Octavia y luego contraer matrimonio con el emperador. Agripina, al enterarse de la maniobra de la nueva favorita de su hijo, volvió a oponerse con todas sus fuerzas, pero con unas trágicas consecuencias. Harto de las intromisiones de su madre, Nerón planeó la muerte de Agripina y trató en diversas ocasiones de envenenarla; fracasó una y otra vez, por lo que decidió ahogarla en el mar; también esta vez se salvó Agripina, que mandó un mensajero a su hijo para contarle los peligros que había corrido. Nerón acusó al mensajero de intentar asesinarlo por orden de Agripina y mandó a los soldados que dieran muerte a su madre, lo que ocurrió en el año 59. El emperador intentó en vano presentar esta muerte como si de un suicidio se tratase. Aun así, el Senado acabó plegándose al engaño de Nerón y reconoció públicamente el matricidio. El pulso establecido entre los partidarios de la emperatriz y de Nerón acabó en victoria para estos últimos. Pero la muerte de Agripina había roto un difícil equilibrio de influencias que actuaban como contrapeso a la cada vez más decidida voluntad de Nerón de imponer un gobierno personal de carácter despótico.
Giro político
Poco después Nerón decidió repudiar a su esposa y la acusó de adulterio, por lo que la desterró a la isla de Pandataria y posteriormente, debido a las simpatías que ésta levantaba en el pueblo romano, la mandó asesinar en el año 62.
Ese mismo año contrajo matrimonio con su amante Popea. Asesinó a su mentor, Burro, cuya rectitud moral incomodaba al emperador; el puesto de Burro fue ocupado por un nuevo favorito, Tigelino. Por supuesto, la elección de Tigelino no podía significar más que una cosa: la retirada de la escena política del viejo consejero Séneca, al que Nerón no puso obstáculos para que se retirase. Los desmanes de Nerón propiciaron la dimisión de Séneca, con lo que ya nada ponía freno al despotismo delirante de Nerón. A partir de este momento el Emperador cometió todo tipo de extravagancias y atrocidades; se rodeó de una corte de aduladores y artistas entre los que se hacía destacar como poeta, músico y bailarín; además se dedicó a exhibiciones deportivas en público que provocaron la hilaridad del pueblo romano.
Tigelino desató una feroz represión contra los dirigentes aristócratas más críticos al reinado de Nerón. Las dos víctimas más significativas fueron los senadores Fausto Cornelio Sila, yerno de Claudio, y Rubelio Plauto, nieto de Tiberio, el primero asesinado en Marsella y el segundo en Asia. La represión desencadenada contra los senadores tuvo otra vertiente, la económica, ya que los bienes de los desgraciados senadores eran confiscados por el Estado, esto es, por el propio Nerón. El incendio de Roma del año 64 acabó por aumentar la impopularidad del emperador.
El incendio de Roma
Durante la noche del 18 al 19 de julio del año 64, Roma fue pasto de las llamas mientras que Nerón se encontraba en una villa que poseía en su ciudad natal de Antium. El fuego se enseñoreó de la ciudad durante nueve días seguidos y apenas respetó tres de los catorce barrios en los que Augusto había dividido Roma. Esta tragedia comenzó el mismo día del aniversario del primer incendio perpetrado por los galos, hacia el año 386 a.C.
Lejos de la imagen del déspota y loco Nerón que nos ha dejado la historiografía posterior, lo cierto fue que el emperador regresó de Antium nada más conocer la noticia para dirigir personalmente los trabajos encaminados a extinguir el incendio, abrió edificios públicos y jardines para dar refugio a las víctimas y organizó la distribución de trigo a bajo precio entre la población.
La devastación de la ciudad permitió a Nerón llevar a la práctica los planes megalómanos con los que siempre había soñado: concretamente la erección de un palacio imperial ubicado sobre la colina del Esquilino como no se había visto hasta la fecha, al que bautizó con el sonoro nombre de Domus Aurea (‘La Casa Dorada’). Para su construcción no fue suficiente con todas las rentas del Imperio y los caudales públicos, además se recurrió a las confiscaciones de particulares, la falsificación de moneda, al crimen, a la expropiación de los templos y la fundición de las estatuas de los dioses penates. Delante del edificio se erigió una estatua, de 36 metros de altura, que representaba a Nerón bajo la forma del dios sol. Pero, además de la construcción del palacio, Nerón también se propuso modernizar el resto de la ciudad. Para ello, hizo trazar amplias calles donde antes se amontonaban las casas entre callejones malolientes, abrió espacios libres y plazas públicas, mandó construir en piedra todos los pisos inferiores de las casas y una serie de porches corridos en la mayor parte de las calles para resguardar a los romanos de la lluvia y de los calores del verano.
Como ya se ha señalado, la tradición historiográfica, sobre todo cristiana, trató de inculpar a Nerón del desastre describiéndole en el regazo de una de sus terrazas desde la que contemplaba el incendio mientras componía una canción con su lira. Sin embargo, en la actualidad nadie duda del carácter fortuito del desastre, teniendo en cuenta que el incendio era uno más de los muchos que Roma padecía prácticamente todos los años.
De todas formas, Nerón, siempre muy sensible a la opinión que tenían de él sus súbditos, se vio en la necesidad de buscar un chivo expiatorio para alejar de su persona la acusación de incendiario. Del incendio se hizo responsable a lo que entonces no era más que una pequeña religión oriental, los cristianos, que sufrieron de este modo la primera persecución de su historia. Ésta llegó a tales extremos, que muchos ciudadanos del Imperio, conmovidos por el sufrimiento de los cristianos, abrazaron esta religión, cuyo auge sería ya imparable. Nerón, para congraciarse con el pueblo, realizó festejos y entregó a la ciudadanía regalos, lo que mermó considerablemente las arcas imperiales.
En el año 65, en un enfrentamiento con Popea, le propinó una patada en el vientre que le provocó un aborto del que no sobrevivió.
La ruptura con el Senado. La conjura de Pisón
Las cada vez mayores infamias perpetradas por Nerón y su séquito de favoritos y aduladores, sus crueldades, desenfrenos y decisiones caprichosas y el poder omnímodo del que gozaba el todopoderoso Tigelino, acabaron por fomentar la aparición de un grupo de oposición, en el año 65, capitaneado por el noble Calpurnio Cneo Pisón. La conjura aglutinó en torno suyo a un numeroso grupo de opositores a Nerón, tanto por parte de senadores como de militares e intelectuales, todos ellos hartos de la tiranía impuesta por el Emperador. La conjura acabó siendo descubierta en el último momento gracias a la intervención del prefecto de la flota de Miseno, el liberto Milico. Nerón y Tigelino desataron una verdadera carnicería entre los años 65 y 66 tendente a deshacerse de los conjurados o de los sospechosos mediante juicios sumarísimos, condenas directas a muerte, suicidios «voluntarios» y la pena del destierro. El propio Séneca fue obligado a suicidarse, junto con Subrio Flavio, Sulpicio Aspro, Fenio Rufo, Vestinio y el poeta Lucano, entre otros muchos.
Muerte de Nerón
Desde este momento Nerón vivió aterrorizado por el miedo al asesinato e instauró una época marcada por las represiones y las muertes de todos aquellos que pensaba conspiraban contra él. Coincidiendo con las persecuciones de la conjura de Pisón, diversos desastres naturales asolaron el Imperio, por lo que Nerón creyó que los dioses de Roma estaban descontentos. Para calmarlos, pensó en realizar una matanza general de senadores como sacrificio ante la cólera divina. Tras la muerte de Popea, Nerón contrajo de nuevo matrimonio, en este caso con Estatilia Mesalina. Ambos iniciaron un viaje por Grecia, en el año 66, acompañados de un séquito impresionante formado por más de 10.000 pretorianos y unos 5.000 jóvenes (llamados los augustanos). En Grecia celebró y participó en todos los juegos griegos; despojó el templo de Delfos de sus riquezas. Fue allí donde llevó a cabo algunas de sus más extravagantes acciones; éstas provocaron la diversión y el aplauso del pueblo, por lo que Nerón concedió la libertad a sus habitantes. En el transcurso de este viaje, volvieron a surgir nuevas intentonas de golpe de Estado, todas ellas reprimidas con dureza por el fiel Tigelino. Nerón regresó a Roma al enterarse del descontento que sus actos levantaban en la ciudad, próxima a la rebelión, realizó una entrada triunfal y decretó tantos festejos que los senadores tuvieron que protestar ante la ausencia de días hábiles para el trabajo.
Temeroso del poder y de la fama que el general Corbulón había adquirido en las provincias orientales, le mandó llamar a Roma y en el camino de regreso ordenó su asesinato; igual le sucedió a la hija de Claudio, Antonia, su hermanastra, a la que asesinó por negarse a contraer matrimonio con él. En política exterior destaca la sublevación de los judíos en el año 66 que obligó a las tropas romanas a evacuar Palestina; se mandó a Vespasiano y a su hijo Tito para recuperar la provincia, lo que lograron brillantemente en una rápida campaña desde el 66 al 68.
El descontento del pueblo era tan grande que en el año 68 Vindex, gobernador de la Galia, se levantó contra el Emperador y ofreció el trono a Galba, en esos momentos gobernador de la Bética; también se unió a la revuelta el gobernador de la Lusitania, Otón. Nerón envió contra los sublevados a las tropas de Germania al mando de Virginio Rufo, el cual venció a Vindex en Besanzón, batalla en la que el rebelde perdió la vida. Pero la revuelta no estaba ni mucho menos acabada, el gobernador de África, Claudio Macer, se unió a los rebeldes y cortó el suministro de trigo a Roma, lo que llevó el hambre a la capital del Imperio. El pueblo y el Senado en pleno, cansados de las extravagancias de Nerón y hambrientos por la falta de trigo, se sublevaron; finalmente el Prefecto del Pretorio, Nimfidio Sabino, tomó partido por Galba y sublevó a los pretorianos; al mismo tiempo, el Senado, al ver sublevados a los pretorianos, perdió el temor a Nerón, lo declaró enemigo del Pueblo de Roma y ofreció el imperio a Galba. Nerón, abandonado por todos, huyó de Roma para refugiarse en la finca del liberto Faón, donde fue descubierto por los rebeldes. Incapaz de suicidarse, pidió a un esclavo que lo ejecutara; éste le clavó un puñal en el cuello cuando las tropas del nuevo prefecto del pretorio, Nufidio, se disponían a entrar en palacio para capturar al depuesto emperador y someterle al castigo decretado por el Senado: la muerte a latigazos. Era el 9 de junio del año 68.
Con Nerón se extinguió la dinastía Julio-Claudia. Su muerte dio lugar a un año de confusión conocido con el nombre del Año de los Cuatro Emperadores. Éstos fueron: Galba, Vitelio, Otón y Vespasiano. Al final de este período quedó Vespasiano como único Emperador, lo que dio origen al reinado de la dinastía de los Flavios (69-96).
Bibliografía
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GRIMBERG, Carl: Roma: monarquía, república, imperio… caos. (México D.F: Daimon. 1987).
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FREDOUILLE, Jean-Claude: Diccionario de civilización romana. (Barcelona: Planeta, 1996).
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VV.AA: Historia de Roma: el Imperio romano. (Madrid: Cátedra, 1989).