Jalid Ibn Abd al-Aziz (1913-1982).
Rey de Arabia Saudita nacido en Riad en 1913 y muerto en Taif el 13 de junio de 1982. Fue el cuarto monarca de la dinastía Wahabita, fundada por su padre, Ibn Saud III. Ocupó el trono del país desde 1975, tras el asesinato de su hermano Faysal, hasta su muerte. Fue un estrecho colaborador de sus hermanos Saud y Faysal, quienes ocuparon el trono saudita antes que él.
En su juventud participó en varias campañas que tenían como fin la unificación de la península arábiga. Cuando tan solo contaba catorce años de edad, su padre le envió como su representante a las tribus nómadas del desierto, para que conociera sus problemas y oyera sus quejas y peticiones. Tomó parte en 1934 de la expedición del ejército saudí, que estaba encabezada por su hermano Faysal, contra el Yemen. En 1939 fue nombrado por su hermano Saud, que por aquel entonces ocupaba el trono, jefe de la delegación de Arabia Saudita que acudió a Londres para tratar el tema de Palestina.
Incomodo al encontrarse fuera de casa se apresuró a regresar a su país poco después del fracaso de las conversaciones. A su regreso a su país comenzó a encargarse de los asuntos relacionados con las tribus beduinas, cuyos problemas conocía bastante bien desde su juventud. Jalid era visto en la corte como un hombre del desierto, y se le relacionaba más con la vida del desierto que con la política y la diplomacia. La mayor parte de su tiempo lo pasaba viviendo con los beduinos, a los que apoyaba especialmente en sus proyectos y reclamaciones, especialmente las referentes al uso de las aguas subterráneas. El poco tiempo que se encontraba en Riad, centraba toda su atención en obras de caridad. Sus dotes diplomáticas y su carácter, unidos a su reputación de persona reflexiva, le hizo convertirse en el arbitro de todas las disputas que surgían en el sena de la amplia familia real saudita.
Se convirtió en el más cercano colaborador de sus dos hermanos, Saud y Faysal, quienes ocuparon sucesivamente el trono. En 1962 fue nombrado viceprimer ministro por su hermano Saud. Poco después de que su hermano el rey Saud fuera depuesto por las autoridades civiles y militares en noviembre de 1964 y sucedido por su hermano Faysal, fue nombrado príncipe heredero de la corona saudita. Fue elegido gracias a sus buenas relaciones en el seno de la familia, en detrimento de dos de sus hermanos, más aguerridos y más guerreros, Fahd y Sultán. El puesto de heredero llevaba consigo el cargo de vicepresidente del Consejo de Ministros. Desde 1970 comenzó a sufrir serios problemas de salud, por lo que se redujeron notablemente el número de sus apariciones públicas, esto hizo surgir rumores en la corte sobre su posible destitución como sucesor al trono.
El 25 de marzo de 1975, tan solo una hora después de que su hermano, el rey Faysal, fuera asesinado por su sobrino Faysal ben Musaid, fue nombrado primer ministro y rey de Arabia Saudita por el Consejo Real. Su nombramiento fue acogido con entusiasmo por al población, entre al que gozaba con un gran popularidad, especialmente entre los beduinos. En el nuevo gobierno, en el que realizó pocos cambios, con el fin de poder continuar con al política de su antecesor, se reservó además de su jefatura las carteras de Defensa y Exteriores, a pesar de su escasa experiencia en política internacional. Desde entonces gobernó como monarca absoluto hasta su muerte, aunque anunció su intención de reorganizar las relaciones entre los súbditos y las autoridades. Para llevar a cabo este propósito aprobó la formación de un órgano consultivo de designación real que ampliara los ámbitos de participación de la población en el gobierno del país. Sin embargo en ningún momento se contempló la posibilidad de convocar elecciones democráticas.
Jalid no era un hombre muy activo políticamente, por lo que dejó gran parte de la administración en manos del príncipe Fahd, quien ocupaba la cartera de Interior y fue nombrado su sucesor. Tomó una serie de medidas destinadas a elevar la actividad constructora y a elevar la calidad de las viviendas. Aunque uno de sus mayores empeños fue dotar al ejército del país de un material bélico modernos y competitivo, que en su mayoría adquirió en Estados Unidos. Trató de que su país fuera un factor decisivo en la política de Oriente Medio. Inició su faceta mediadora en la región cuando medió entre Siria e Irak en sus disputas sobre los derechos del agua. Jugó en 1976 un importante papel en las conversaciones que condujeron al fin de la guerra civil de Líbano. Desde la Liga Árabe promovió la creación de una fuerza de pacificación árabe. Reprendió al presidente egipcio Anwar el-Sadat cuando este llevó a cabo su iniciativa de firmar la paz con Israel. Con el fin de aumentar su influencia en la región del golfo Pérsico, realizó en marzo de 1976 una gira por los países de la zona.
En 1979 sus problemas de salud le hicieron disminuir sus apariciones públicas, por lo que el príncipe Fahd asumió la mayor parte de las labores de gobierno. Ese mismo año tuvo que hacer frente a la ocupación de La Meca por parte de un comando chiíta, el cual exigía la inmediata aplicación de importantes reformas sociales. Tuvo que utilizar todas sus cualidades diplomáticas para suavizar las tensiones surgidas con el Reino Unido después de que un canal británico mostrara la ejecución ocurrida en noviembre de 1977 de la princesa Misha y su amante, a los que acusaban de adulterio. Ante el inicio de la guerra en 1979 entre Irak e Irán reforzó sus sistemas de defensa. Ese mismo año reafirmó su decisión de mantener el compromiso de liberar Jerusalén, el cual había adoptado tras la firma de la paz entre Egipto e Israel. A pesar de su delicada salud visito el Reino Unido en 1981, viaje que efectuó en respuesta del efectuado por la reina Isabel II a Arabia Saudita en 1979. Falleció en 1982, a los 69 años de edad, victima de un ataque cardiaco. Tras su muerte fue sucedido por su hermanastro Fahd.
JLGC