González Lucas, Domingo, o «Dominguín» (1920-1975).


Matador de toros español, nacido en Madrid el 10 de junio de 1920, y fallecido en Guayaquil (Ecuador) el 13 de octubre de 1975. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de «Dominguín», remoquete que heredó de su padre, el diestro toledano Domingo González Mateos. Miembro de una de las sagas taurinas más importantes del siglo XX, fue hermano de otros dos matadores de toros que también adoptaron como nombre artístico el apodo paterno: José González Lucas («Pepe Dominguín») y Luis Miguel González Lucas («Luis Miguel Dominguín»).

El ambiente taurino que respiró desde niño en su entorno familiar (su padre no sólo era torero, sino también empresario y apoderado), le indujo a abandonar los estudios para emprender la carrera de matador de toros. Se enfundó su primera taleguilla en 1939, en la localidad jiennense de Linares, y un año más tarde (concretamente, el día 1 de septiembre de 1940) compareció en la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid) para presentarse, en calidad de novillero, ante la primera afición del mundo. Se jugó aquella tarde un encierro perteneciente a la ganadería de don Arturo Sánchez Cobaleda, en cuya lidia y muerte también tomaron parte su hermano «Pepe Dominguín» y el joven novillero Mariano Rodríguez.

Su período de formación y aprendizaje del oficio taurino recibió un impulso decisivo durante la campaña de 1941, en la que se desplazó a Hispanoamérica en compañía de su padre y de sus otros dos hermanos toreros, para tomar parte en numerosos festejos convocados en las principales plazas de Perú, Venezuela y Colombia. A su regreso a las arenas peninsulares, el día 7 de junio de 1942 compareció en las arenas de la Ciudad Condal dispuesto a ganarse la borla de doctor en tauromaquia, en el transcurso de una ceremonia oficiada, en calidad de padrino, por el diestro hispalense Joaquín Rodríguez Ortega («Cagancho»), torero descubierto por el progenitor del toricantano. Se corrieron aquella tarde seis astados marcados con el hierro de Domingo Ortega, y el de la alternativa atendía a la voz de Discípulo. En el ruedo se halló también presente, en el momento de la cesión de trastos, el coletudo toledano Emiliano de la Casa García («Morenito de Talavera»), que hizo las veces de testigo.

Sin dar ocasión a que los aficionados olvidarán su reciente inclusión en el escalafón superior de los matadores de toros, el día 25 de junio de 1942 Domingo González Lucas compareció de nuevo ante el severo dictamen del público madrileño, esta vez dispuesto a confirmar los méritos que le acreditaban como doctor en tauromaquia. Venía, a la sazón, apadrinado por el diestro turolense Nicanor Villalta y Serrés, quien, bajo la atenta mirada del susodicho «Morenito de Talavera», presente en calidad de testigo, facultó al confirmante para que diera lidia y muerte a estoque a un toro criado en las dehesas de don Vicente Charro, a quien pertenecían tres de las reses jugadas aquella tarde (el resto del encierro estaba formado por dos morlacos de don José A. Marzal, y uno marcado con la señal de Villagodio).

Torero dotado de una extraordinaria inteligencia natural, suplió durante algunos años su escasez de clase con un extraordinario conocimiento de las condiciones de cada astado. Además, pronto se confirmó como un maestro en la ejecución de la suerte suprema, destreza que, por desgracia para él, no era lo que más valoraba el público de su tiempo. Al igual que le ocurriera a su padre, enseguida empezó a acusar los numerosos altibajos que jalonaban su corta trayectoria taurina, por lo que, después de haber tomado parte en muy pocos festejos, el día 16 de septiembre de 1948, en la plaza de toros de Mora de Toledo, se cortó la coleta tras haber despachado un encierro de Flores Albarrán, en compañía de sus hermanos José y Luis Miguel.

Siguiendo los mismos pasos que trazara su progenitor, aprovechó su inteligencia y su don de gentes para seguir vinculado al planeta de los toros desde su nueva condición de empresario taurino. Se volcó entonces en el apoyo de la carrera de su hermano menor, el joven «Luis Miguel Dominguín», quien desde sus comienzos en el Arte de Cúchares había demostrado que estaba llamado a convertirse en una de las figuras cimeras del toreo de todos los tiempos. Además, «Domingo Dominguín» extendió sus actividades empresariales a tierras de Ultramar, donde se hizo cargo de la gerencia de la plaza de toros de Quito (Ecuador), después de que la hubiera adquirido en propiedad el susodicho Luis Miguel. Al mismo tiempo, organizó numerosos festejos taurinos en otras muchas ciudades de la nación ecuatoriana, merced a una plaza portátil que compró para dicho fin. En una de estas giras andaba cuando, después de haber promovido una serie de funciones en la ciudad de Guayaquil, decidió poner fin a su vida el día 13 de octubre de 1975.

Bibliografía

  • GUILLÉN, Curro (pseudónimo). Dos dinastías famosas de toreros. Los Bienvenida. Los Dominguín. (Madrid: A. Vassallo, 1961).