Jack DeJohnette (1942–V): El Arquitecto Rítmico del Jazz Contemporáneo

Jack DeJohnette (1942–V): El Arquitecto Rítmico del Jazz Contemporáneo

Los Primeros Años y el Ascenso al Jazz

Jack DeJohnette nació el 9 de agosto de 1942 en Chicago, Illinois, en el seno de una familia profundamente influenciada por la música. Desde temprana edad, la música se presentó como una constante en su vida, no solo como una forma de expresión personal, sino como una tradición familiar que se transmitía de generación en generación. Su madre, destacada por su habilidad compositiva, escribió la famosa canción Stormy Monday Blues, que más tarde popularizaría el guitarrista T-Bone Walker. Esta conexión musical temprana con el blues y el jazz dejó una huella en DeJohnette que marcaría su trayectoria.

A los cuatro años, Jack ya comenzaba a mostrar sus inclinaciones musicales, iniciando sus estudios de piano. Sin embargo, su curiosidad no se limitó al piano. A medida que fue creciendo, se interesó también por otros instrumentos. Durante sus años de formación, estudió saxo con la profesora Viola Burns, un paso que amplió su comprensión de la música. A pesar de esta experimentación con varios instrumentos, fue en el contrabajo donde inicialmente puso su atención. Pero rápidamente, se dio cuenta de que su verdadera pasión radicaba en la batería. A pesar de ello, DeJohnette nunca abandonó por completo el piano, lo que más tarde influiría de manera significativa en su enfoque polifacético de la música.

El cambio hacia la batería fue influenciado por un miembro de su familia muy cercano: su tío Roy Wood, quien era disc-jockey y un ferviente amante del jazz. Fue él quien, tras reconocer el talento percusivo de Jack, lo alentó a dedicarse a la batería de manera profesional. La conexión con el jazz fue inevitable, ya que fue su tío quien le presentó el mundo de este género musical, convirtiéndose en una figura clave en la formación de su identidad artística. En su infancia, DeJohnette ya estaba rodeado de la influencia de la música negra estadounidense, especialmente el jazz, a través de sus contactos familiares.

Su educación formal en música comenzó en la escuela secundaria, donde perfeccionó sus habilidades con el contrabajo y la batería, pero fue en la Universidad de Chicago donde su carrera comenzó a tomar un rumbo serio. En esta institución, DeJohnette pudo sumergirse completamente en la escena musical, rodeado de estudiantes con ideas frescas y muchas de las cuales cambiarían el curso del jazz en las décadas venideras. Fue aquí donde formó relaciones clave que lo conectaron con músicos que más tarde serían esenciales en su carrera. Entre ellos se encontraba un joven trompetista llamado Miles Davis, cuyas innovaciones musicales en el jazz marcarían un hito en la historia del género.

Durante sus años universitarios, DeJohnette también formó parte de la Association for the Advancement of Creative Musicians (AACM), un colectivo de músicos de Chicago que promovía un enfoque experimental y libre dentro del jazz. La AACM jugó un papel fundamental en la evolución del jazz vanguardista, y fue el punto de partida para el desarrollo de muchos músicos que más tarde serían figuras claves en el jazz moderno. En este entorno, Jack DeJohnette no solo perfeccionó su técnica, sino que también comenzó a dar forma a su visión creativa del jazz.

El joven baterista comenzó a trabajar con varios músicos de la escena local de Chicago, lo que le permitió ganar experiencia y reconocimiento. A finales de los años 50, tocó con músicos de la talla de Eddie Harris, lo que le permitió integrar su nombre en los círculos más exclusivos del jazz. Fue precisamente en una de sus sustituciones para Elvin Jones, el legendario baterista de John Coltrane, cuando el propio Coltrane advirtió el talento excepcional de DeJohnette. En una anécdota memorable, cuando Elvin Jones no pudo llegar a tiempo para una actuación de Coltrane, Jack asumió el papel de baterista para la banda, tocando cuatro temas. DeJohnette, aún joven, dejó una impresión tan profunda en Coltrane que el saxofonista lo consideró una futura estrella del jazz, lo que fue un presagio de la exitosa carrera que se avecinaba.

Con el paso del tiempo, Jack DeJohnette fue adquiriendo mayor notoriedad, y en 1966 se trasladó a Nueva York, el epicentro del jazz en ese momento. La ciudad se convirtió en el campo de pruebas perfecto para su estilo innovador. En Nueva York, tocó en clubes de renombre como el Minton’s, donde lo escuchó el organista John Patton, quien lo invitó a unirse a su grupo. Este fue el comienzo de una serie de colaboraciones que definirían los primeros años de su carrera profesional. En estos clubes, DeJohnette se cruzó con músicos fundamentales en la historia del jazz, como Jackie McLean, Charles Lloyd, Betty Carter y Stan Getz, entre otros.

El contacto con estos músicos le permitió a DeJohnette experimentar con diversas influencias dentro del jazz y expandir su lenguaje musical. En particular, su colaboración con figuras como Bill Evans y Thelonious Monk resultó en algunos de los discos más icónicos de la época. En 1968, DeJohnette grabó At Montreux Jazz Festival con Bill Evans, un álbum en el que el pianista blanco más influyente del jazz moderno de la época exploró nuevas texturas y sonoridades con la batería de DeJohnette. El disco se convirtió en un testimonio del virtuosismo y la sensibilidad del baterista, que sabía cuándo destacar y cuándo seguir a otros músicos con su batería.

Pero fue su participación en la banda de Miles Davis lo que catapultó a DeJohnette a la fama internacional y lo colocó en la vanguardia del jazz contemporáneo. En noviembre de 1968, Davis, siempre atento a los talentos emergentes, lo invitó a formar parte de su nueva agrupación para grabar Directions (1970), uno de los discos más influyentes de la década. Esta colaboración fue solo el principio de una fructífera asociación, ya que DeJohnette participaría en más de quince grabaciones con Miles, incluyendo el revolucionario Bitches Brew (1969), que marcó un antes y un después en el jazz fusion. Su habilidad para crear complejas polirritmias y la fusión de ritmos en sus interpretaciones, junto con la presencia de otros jóvenes bateristas como Lenny White y Billy Cobham, contribuyó a la experimentación sonora que definió esta etapa del jazz.

Este fue solo el comienzo de la evolución de DeJohnette como un baterista que no solo dominaba su instrumento, sino que también sabía cómo integrarse y explorar nuevas fronteras sonoras. A lo largo de su carrera, se distinguiría por su enfoque multidireccional, combinando influencias de diferentes géneros como el rock, el reggae, el blues, el funky y el free jazz, para crear un estilo único que aún hoy influye en las generaciones de bateristas contemporáneos.

La Era «Bitches Brew» y su Colaboración con Miles Davis

La década de 1960 fue testigo de una transformación radical en el jazz. Este proceso de cambio no solo fue impulsado por las nuevas corrientes sonoras, sino también por la llegada de músicos dispuestos a experimentar y romper con las convenciones previas. Jack DeJohnette, quien ya había demostrado un talento inconfundible en sus primeros años, entró en la historia del jazz al colaborar con uno de los músicos más influyentes del siglo XX: Miles Davis. Esta etapa en la vida de DeJohnette no solo le permitió consolidarse como uno de los bateristas más innovadores de su generación, sino que también lo colocó en el centro de una de las transiciones más radicales en la música del siglo XX: el paso del jazz acústico al jazz eléctrico y experimental.

En noviembre de 1968, DeJohnette se unió a la banda de Miles Davis, quien ya había comenzado a experimentar con nuevos sonidos y estilos, alejándose del jazz tradicional y abrazando un enfoque más libre y fusionado. Davis, conocido por su capacidad para detectar talento y su visión innovadora, invitó a DeJohnette a formar parte de su grupo, un paso que marcaría un antes y un después en la carrera del baterista. Este momento coincidió con la grabación de Directions, un disco que sería solo el principio de una serie de trabajos experimentales que cambiarían la historia del jazz.

Pero fue en 1969 cuando DeJohnette y Davis marcaron la diferencia en la historia del jazz con la grabación de Bitches Brew. Este álbum se convirtió en uno de los discos más influyentes de la historia del jazz y es considerado el punto de partida para el llamado jazz fusion, un estilo que combinaba el jazz con el rock, el funk y otros géneros. Bitches Brew es un álbum doble que rompió todos los moldes de la música jazz de la época. Su sonido envolvente, experimental y electrificado desafiaba las normas del jazz tradicional, y en gran medida, reflejaba la búsqueda de Davis por ampliar los límites del género.

DeJohnette, con su estilo tan característico, jugó un papel esencial en la creación de las atmósferas sonoras de Bitches Brew. Su batería, extremadamente polirrítmica y dinámica, aportó una base rítmica sólida sobre la que los demás músicos pudieron experimentar sin limitaciones. En este álbum, DeJohnette colaboró con otros bateristas jóvenes como Lenny White, Don Alias y Billy Cobham, quienes también aportaron sus técnicas innovadoras para generar una complejidad rítmica nunca antes escuchada en el jazz. La combinación de estos bateristas creó una atmósfera de percusión densa, que se convirtió en una característica distintiva del álbum.

La aportación de DeJohnette no se limitó solo a la ejecución de la batería. Su enfoque hacia las percusiones, en el que se permitió jugar con texturas y capas de sonidos, fue crucial para la creación de los patrones rítmicos que se escuchan en Bitches Brew. La fusión de ritmos africanos, jazz y sonidos electrónicos proporcionó un paisaje sonoro vanguardista que marcaría la pauta para futuros músicos de jazz.

DeJohnette continuó con Davis en una serie de grabaciones clave que definieron la era de la fusión, incluido el álbum Isle of Wight (1970), que fue grabado en el famoso festival de rock Isle of Wight, en el Reino Unido. Este disco captura la energía cruda y la química única que existía entre los músicos, incluidos DeJohnette y el baterista Billy Cobham. Juntos, crearon una experiencia auditiva que trascendía las fronteras del jazz convencional. El tema The Little Blue Frog se destacó como una pieza emblemática del trabajo de DeJohnette y Cobham, mostrando el virtuosismo de ambos bateristas al entrelazar sus ritmos y creando un clima de absoluta libertad musical.

Otro álbum significativo de esta etapa fue Big Fun (1970), donde DeJohnette nuevamente mostró su destreza en la batería. La pieza Go Ahead John, una de las más destacadas del disco, resalta la habilidad de DeJohnette para crear complejas capas rítmicas que dan soporte a la atmósfera experimental de Davis. Al mismo tiempo, Live-Evil (1970), otro álbum crucial de esta colaboración, se caracteriza por una mezcla de jazz y rock, con DeJohnette participando en algunas de las composiciones más inquietantes de la banda. Las piezas Little Church y Selim son ejemplos de cómo DeJohnette utilizó su talento para crear una textura rítmica densa y compleja que complementaba el enfoque experimental de Davis.

La colaboración de DeJohnette con Davis culminó en On the Corner (1972), otro álbum fundamental que se aleja aún más de las estructuras tradicionales del jazz. Aquí, Davis se aventuró en el jazz-rock, incorporando influencias de la música india y africana en un intento por fusionar la energía del rock con la libertad del jazz. DeJohnette continuó explorando las fronteras del jazz en este álbum, que se caracteriza por un enfoque rítmico casi tribal, con patrones repetitivos que se superponen de manera compleja. El tema Black Satin y la homónima On the Corner son ejemplos de su habilidad para crear una atmósfera de tensión y liberación rítmica. A lo largo de este álbum, DeJohnette se muestra como el pilar sobre el que se edifica la complejidad de los arreglos y el flujo musical.

Tras su paso por las grabaciones más experimentales de Davis, DeJohnette también participó en otros proyectos de menor relevancia pero igualmente interesantes. En Tribute to Jack Johnson (1970), una obra dedicada al legendario boxeador, DeJohnette ofreció una de sus intervenciones más dinámicas y potentes, en un disco que sirve como un homenaje a una de las figuras más grandes del deporte. Junto con Davis, DeJohnette continuó explorando nuevas formas de expresión, no solo como batería, sino como parte integral del proceso creativo que redefiniría el jazz para la próxima generación.

De inmediato, la colaboración de DeJohnette con Miles Davis le permitió establecerse como uno de los bateristas más innovadores y fundamentales de su época. Su capacidad para adaptarse a las nuevas tendencias musicales y su maestría en la creación de texturas sonoras únicas fueron clave en el impulso de la fusión entre el jazz y otros géneros. A través de Bitches Brew y otros álbumes de la era, DeJohnette dejó una marca indeleble en el jazz moderno, y su estilo se convirtió en una referencia para los músicos que seguirían sus pasos en las décadas posteriores.

Los Años 70: Su Liderazgo con Compost y New Directions

Los años 70 fueron una década decisiva para Jack DeJohnette, marcando su transición de un músico brillante y experimentado en bandas de renombre a un líder musical en su propio derecho. Si bien su colaboración con Miles Davis en la creación de Bitches Brew y otros álbumes revolucionarios cimentó su estatus como uno de los bateristas más innovadores de su tiempo, fue en este período cuando DeJohnette se lanzó a explorar nuevas direcciones musicales y a crear su propia identidad como compositor y líder de banda. Fue entonces cuando nacieron proyectos fundamentales como Compost y New Directions, grupos en los que DeJohnette no solo era un miembro activo, sino el motor creativo que impulsaba la música hacia nuevos horizontes.

En 1971, DeJohnette fundó Compost, su primer grupo como líder, un proyecto que lo colocaba en el centro de la escena jazzística con un enfoque claramente innovador. Compost no solo reflejaba la evolución del baterista como compositor, sino también su deseo de explorar la interacción entre las percusiones y otros instrumentos en un contexto moderno. El primer álbum de la banda, también titulado Compost, fue un ejemplo brillante de lo que DeJohnette buscaba en ese momento: una mezcla de jazz, elementos de la música clásica contemporánea y la improvisación libre. Este proyecto reunía a una serie de músicos talentosos, entre ellos un joven Keith Jarrett, que más tarde se convertiría en uno de los colaboradores más cercanos de DeJohnette.

La combinación de la rítmica innovadora de DeJohnette con la improvisación fluida de Jarrett, especialmente en los teclados, marcó una de las características distintivas de Compost. Jarrett, con su virtuosismo en el piano, se adaptaba perfectamente al enfoque abierto y experimental de DeJohnette, creando una simbiosis perfecta entre ambos músicos. Aunque Compost no gozó de un éxito comercial inmediato, el álbum logró captar la atención de los críticos y comenzó a forjar una base de seguidores que admiraban la audacia y la originalidad del trabajo.

Además de su trabajo con Compost, DeJohnette también fue un colaborador prolífico durante estos años. En 1974, se unió a John Abercrombie, un guitarrista con una visión innovadora del jazz, para formar el grupo Directions. Este proyecto fue una extensión natural de las ideas de Compost, pero con una sonoridad ligeramente diferente, influenciada por el virtuosismo de Abercrombie y el enfoque más estructurado en las composiciones. El álbum de Directions de 1974, titulado Timeless, destacó por su habilidad para fusionar el jazz con el rock progresivo y la música experimental. El trío con Abercrombie, DeJohnette y el contrabajista Eddie Gómez representaba un enfoque renovador, explorando territorios más cercanos al jazz eléctrico que dominaba la escena en esos años. Timeless es un disco esencial que refleja las búsquedas creativas de DeJohnette, quien seguía abriendo caminos en la música de jazz, incorporando influencias del rock y la música contemporánea, pero manteniendo su raíz jazzística intacta.

En 1975, otro proyecto clave llegó a la vida de DeJohnette. Después de disolverse Compost, fundó New Directions, un grupo que continuaba con su visión de fusionar el jazz con otros géneros musicales y experimentos sonoros. Esta formación también contó con la participación de John Abercrombie y el contrabajista Eddie Gómez, quienes ya se habían destacado en el trabajo con Directions. A la banda se unió Lester Bowie, el trompetista líder del Art Ensemble of Chicago, un grupo clave del free jazz, cuya influencia se reflejó de manera clara en el sonido de New Directions. La incorporación de Bowie aportó una nueva dimensión al grupo, que se caracterizó por su capacidad para transitar entre diferentes estilos y mantener un sentido de libertad y experimentación constante.

El álbum New Directions, lanzado en 1978 y grabado en Oslo, Noruega, es una obra esencial dentro del catálogo de DeJohnette y del jazz de los 70. Este trabajo muestra la química perfecta entre los miembros del grupo, quienes, bajo la dirección de DeJohnette, logran fusionar la improvisación libre con elementos más estructurados. Las composiciones del baterista, como Bayou Fever y Silver Hollow, son ejemplos brillantes de su habilidad para crear paisajes rítmicos complejos que permiten a los músicos explorar nuevas texturas sonoras. DeJohnette no solo fue el líder en términos de la dirección del grupo, sino que su batería jugó un papel fundamental en el desarrollo de las composiciones, aportando una base rítmica sólida pero flexible que servía de plataforma para la experimentación.

Aunque New Directions no alcanzó el éxito comercial de otros grupos contemporáneos, su influencia fue duradera. La originalidad del álbum y la fusión de estilos que propuso DeJohnette fueron fundamentales en el desarrollo del jazz moderno, y la banda se convirtió en un referente para muchos músicos jóvenes que querían explorar nuevas formas de hacer jazz. La capacidad de DeJohnette para integrar el libre albedrío de la improvisación con las estructuras rítmicas complejas que él mismo diseñaba le permitió seguir explorando nuevos terrenos sonoros, manteniendo su influencia en la escena del jazz experimental.

Con el paso de los años 70, DeJohnette también se unió al trío Gateway, una formación que se estableció como una de las más influyentes dentro del jazz europeo. Gateway nació en 1975 y reunía a músicos como el guitarrista John Abercrombie y el contrabajista Dave Holland, quienes ya habían trabajado con DeJohnette en diversos proyectos. Este trío se destacó por su enfoque abierto, en el que cada miembro tenía libertad para aportar ideas, pero siempre manteniendo una estructura cohesiva que reflejaba la visión de DeJohnette sobre la música. Los discos Gateway (1975) y Gateway 2 (1977) son dos de las mejores obras de este grupo, que jugó un papel importante en la evolución del jazz europeo en la década de 1970.

En el primer disco de Gateway, temas como Unshielded Desire y Waiting reflejan el talento compositivo de DeJohnette y su capacidad para generar paisajes sonoros intensos. El trío también tenía un enfoque melódico más destacado, que le permitió incorporar influencias del jazz más tradicional sin perder su inclinación hacia la experimentación. La música de Gateway se caracteriza por la interacción constante entre los tres músicos, con DeJohnette como la columna vertebral rítmica que unía todas las piezas.

La influencia de DeJohnette en el jazz de los 70 no solo se limitó a su trabajo como líder de banda. Durante esta década, DeJohnette también participó en una serie de proyectos que implicaban una mayor colaboración con otros músicos. En 1978, por ejemplo, se unió al guitarrista Terje Rypdal y al contrabajista Miroslav Vitous para formar un trío que también dejó una huella en la música de jazz. Su álbum Terje Rypdal / Miroslav Vitous / Jack DeJohnette de 1979 se distingue por su sonido minimalista, con DeJohnette creando un contexto rítmico que permitía a Rypdal y Vitous explorar diferentes sonidos y estilos, incluidos elementos electrónicos. Este enfoque más experimental del jazz reflejaba el deseo de DeJohnette de continuar abriendo nuevos caminos y fusionar el jazz con otros géneros musicales.

A lo largo de la década, DeJohnette también se asoció con otros músicos de renombre, como el trompetista Freddie Hubbard y el saxofonista Stan Getz, para grabar discos que reflejaban su creciente influencia en el jazz moderno. Aunque su trabajo con estos músicos fue menor en comparación con sus proyectos personales, las colaboraciones de DeJohnette fueron fundamentales para su consolidación como uno de los músicos más destacados del jazz de su tiempo.

Los años 70 fueron una época clave en la carrera de Jack DeJohnette, una década en la que demostró su capacidad para liderar y explorar nuevos terrenos musicales. Su trabajo con Compost, New Directions y Gateway estableció su reputación como un innovador en el jazz, y su habilidad para combinar diferentes estilos, desde el free jazz hasta el jazz eléctrico y la música minimalista, lo convirtió en una figura esencial en la evolución del jazz moderno.

Los Años 80: Colaboraciones Icónicas y su Trabajo con Keith Jarrett

La década de 1980 fue un período de consolidación para Jack DeJohnette, quien ya había demostrado ser uno de los bateristas más innovadores y versátiles de su generación. En esta etapa, su figura alcanzó mayor notoriedad, tanto por sus colaboraciones con músicos de renombre como por sus proyectos en solitario, que continuaron ampliando las fronteras del jazz. A lo largo de los años 80, DeJohnette continuó explorando nuevos sonidos y formas, y fue una figura clave en el renacer del jazz y en el florecimiento del llamado neobop, un movimiento que buscaba renovar el lenguaje del bebop clásico sin perder su esencia.

Uno de los momentos más destacados de los años 80 en la carrera de DeJohnette fue su colaboración con el pianista Keith Jarrett, una asociación que comenzó en 1982 y se extendió por casi una década. DeJohnette y Jarrett compartían una visión similar de la música: ambos eran músicos de gran técnica, pero también profundamente intuitivos, lo que les permitía crear una música llena de improvisación y emoción. La combinación de la percusión sofisticada de DeJohnette y el estilo único de Jarrett en el piano se tradujo en una serie de discos memorables, que siguen siendo algunos de los más importantes en la historia del jazz.

En 1983, DeJohnette y Jarrett, junto con el contrabajista Gary Peacock, formaron un trío que rápidamente se consolidó como una de las formaciones más relevantes de la época. Este trío, conocido como el Standards Trio, grabó una serie de álbumes que incluyeron Standards Vol. 1 (1983), Standards Vol. 2 (1985) y Standards Live (1986). Estos discos se caracterizan por su enfoque en los estándares de jazz, pero con una interpretación completamente renovada. DeJohnette, Jarrett y Peacock abordaron clásicos del repertorio jazzístico con una frescura y un dinamismo que los hicieron parecer completamente nuevos. La química entre los tres músicos era palpable, y su habilidad para improvisar sobre las estructuras de las canciones los convirtió en una de las agrupaciones más importantes del momento.

El Standards Trio no solo fue un éxito comercial, sino también un fenómeno artístico. La interacción entre DeJohnette y los otros miembros del trío era ejemplar, con la batería proporcionando no solo el soporte rítmico, sino también una guía sutil para las improvisaciones del piano y el contrabajo. El trío mostró cómo la percusión podía ser algo más que un simple acompañamiento, convirtiéndola en una parte integral del desarrollo de la pieza. En discos como Standards Vol. 1 y Standards Live, DeJohnette no solo tocaba, sino que daba forma a la música, guiando la dirección de las improvisaciones y estableciendo un contexto rítmico que permitía a los otros músicos desarrollarse con total libertad.

Además de su trabajo con Keith Jarrett, DeJohnette continuó colaborando con otros músicos clave del jazz. En 1983, grabó el álbum Tradition in Tradition, una colaboración con un grupo que incluía a los saxofonistas John Purcell y Chico Freeman, el trompetista Baikida Carroll, y el contrabajista Rufus Reid. Este álbum destacó por su enfoque en las raíces del jazz, pero con una visión completamente moderna. La música del disco se caracteriza por una mezcla de influencias de la tradición del jazz y una gran libertad en las improvisaciones. El estilo rítmico de DeJohnette en este álbum es, como siempre, innovador y lleno de matices, demostrando su habilidad para tocar en cualquier contexto y su capacidad para aportar una sonoridad única a cada proyecto en el que se involucraba.

Un aspecto importante de la carrera de DeJohnette en los 80 fue su capacidad para mantener una carrera en solitario exitosa, mientras continuaba colaborando con otros músicos. En 1982, lanzó Inflation Blues, un álbum que refleja su habilidad para combinar lo tradicional con lo moderno. Con este trabajo, DeJohnette mostró su destreza no solo como baterista, sino también como compositor y líder. A lo largo de la década, continuó publicando discos en solitario, como Zebra (1985), un álbum que también mostró su habilidad para fusionar jazz, rock y música electrónica de manera innovadora. En Zebra, la batería de DeJohnette sigue siendo el motor de la música, pero también se experimenta con el uso de sintetizadores y otros elementos electrónicos, lo que representa una evolución natural en su estilo.

Otro proyecto importante de DeJohnette en los años 80 fue su participación en el álbum Song X (1986), una colaboración con el guitarrista Pat Metheny y el saxofonista Ornette Coleman. Este álbum es uno de los más audaces de la década, ya que fusiona el estilo único de Coleman con la guitarra experimental de Metheny. La labor de DeJohnette en Song X es fundamental para el éxito del disco. En este trabajo, DeJohnette no solo se limita a tocar la batería, sino que también se convierte en una parte integral de la narrativa musical, creando un contexto rítmico dinámico que permite a los otros músicos explorar nuevas ideas. La complejidad rítmica de su batería y la flexibilidad con la que se adapta a los cambios de los otros músicos hacen de este disco uno de los más notables de su carrera.

Durante esta época, DeJohnette también se unió a otros músicos en proyectos más breves pero igualmente importantes. Su participación en el álbum 80/81 de Pat Metheny (1981) y en First Visit (1991) con el saxofonista David Liebman son ejemplos de cómo el baterista mantuvo su presencia en los discos más innovadores del momento. A lo largo de los años 80, DeJohnette fue una figura esencial en el renacimiento del jazz, especialmente en el ámbito del neobop, un estilo que, sin renunciar a las raíces del bebop, introdujo nuevas sonoridades y una mayor libertad en la improvisación.

Además de sus proyectos en solitario y colaboraciones, DeJohnette también participó en una serie de grabaciones con otros músicos influyentes. En 1983, grabó con McCoy Tyner en el álbum 13th House, y en 1985, participó en Time on My Hands de John Scofield. Estos trabajos reflejan su capacidad para adaptarse a diferentes contextos musicales, mientras mantuvo su estilo único e inconfundible.

En cuanto a su trabajo en solitario, DeJohnette continuó buscando nuevas formas de expresión musical. En 1987, lanzó Irresistible Force, un disco que reflejaba su estilo fusionado con la electrónica, y que fue muy bien recibido tanto por la crítica como por el público. Este álbum destacó por su uso de nuevas tecnologías y su enfoque en la creación de atmósferas, algo que DeJohnette ya había explorado en discos anteriores.

A través de todas estas colaboraciones y trabajos en solitario, DeJohnette no solo consolidó su estatus como uno de los mejores bateristas de jazz, sino también como un innovador musical que constantemente exploraba nuevas formas de expresión. La década de 1980 fue crucial en su carrera, ya que consolidó su lugar en la historia del jazz moderno, ampliando su influencia a través de una serie de proyectos que cruzaban las fronteras del jazz tradicional, el jazz contemporáneo, el rock, y la música electrónica.

Los Años 90 y el Legado del «Baterista Moderno»

Los años 90 fueron una década de transición para el jazz, con el cambio de siglo en el horizonte y el paso de los movimientos de jazz más experimentales a un enfoque más centrado en el retorno a las raíces del bebop y el neobop. En este entorno, Jack DeJohnette continuó su trayectoria como uno de los músicos más innovadores y prolíficos de su generación. Mientras muchos de sus contemporáneos optaron por revisar y reinterpretar el pasado, DeJohnette mantuvo su enfoque en la experimentación y la reinvención de sí mismo, fusionando lo tradicional con lo moderno y dando lugar a un sonido único que seguía desafiando las normas del jazz. Durante esta época, DeJohnette continuó demostrando su capacidad para adaptarse a los cambios en el jazz, al tiempo que se mantenía fiel a su estilo multifacético y experimental.

Uno de los proyectos más notables de DeJohnette en los años 90 fue Parallel Realities (1990), un álbum que refleja la consolidación de su estilo moderno y su capacidad para fusionar influencias electrónicas con el jazz. En este disco, DeJohnette se unió a dos músicos de primer nivel, el pianista Herbie Hancock y el guitarrista Pat Metheny. El disco fue un punto culminante en la carrera de DeJohnette, ya que capturó su capacidad para fusionar las texturas electrónicas y los elementos modernos con la energía y la libertad del jazz tradicional. Parallel Realities es un claro ejemplo de cómo DeJohnette, sin perder su identidad rítmica única, buscó expandir los límites del jazz fusionado con la electrónica, creando una atmósfera que mantenía la esencia del jazz, pero también incorporaba elementos de la música contemporánea.

En el mismo periodo, DeJohnette continuó explorando su faceta como líder de banda. En 1991, lanzó Earthwalk, un trabajo que lo consolidó como uno de los músicos más importantes en la vanguardia del jazz moderno. El disco es una mezcla de jazz, música electrónica y sonidos más tradicionales, y destaca por sus complejas estructuras rítmicas y su capacidad para generar una profunda atmósfera sonora. En Earthwalk, DeJohnette no solo desempeña un papel crucial en la batería, sino que también interviene como compositor, llevando el sonido del jazz hacia nuevas direcciones. La intensidad y la fluidez con las que se entrelazan las percusiones en las composiciones de DeJohnette en este álbum son una clara manifestación de su genialidad como líder y como innovador en el jazz contemporáneo.

En cuanto a su participación como colaborador, los años 90 vieron a DeJohnette continuar con su actividad como sideman de lujo en una serie de proyectos significativos. Su versatilidad y su habilidad para adaptarse a diferentes estilos y músicos lo mantuvieron en el centro de la escena. Entre las colaboraciones más destacadas se encuentra su trabajo con el saxofonista Michael Brecker, con quien grabó Tales from the Hudson en 1996, un disco que destacó por su interpretación enérgica y la interacción profunda entre los músicos. En este álbum, la batería de DeJohnette juega un papel esencial al aportar una base rítmica dinámica que permite a Brecker y otros músicos explorar nuevas ideas, manteniendo siempre el pulso y el sentido del groove.

DeJohnette también fue un colaborador clave en el proyecto Images (1991) con el pianista cubano Gonzalo Rubalcaba. Este álbum mostró la habilidad de DeJohnette para trabajar con músicos de diferentes tradiciones y contextos musicales, fusionando el jazz con la música latina en un crisol de sonidos vibrantes. La energía de su batería en este trabajo es un testimonio de su capacidad para adaptarse a diferentes estilos, mientras mantiene su identidad única como músico. La colaboración con Rubalcaba también destacó su habilidad para transitar de manera fluida entre los ritmos latinos y las complejas improvisaciones del jazz, dando lugar a una música llena de color y textura.

Otro proyecto notable en los años 90 fue su participación en el álbum Double Rainbow (1994) de Joe Henderson, en el que DeJohnette formó parte de un conjunto de músicos de primera línea que exploraron el legado de Antonio Carlos Jobim. Este álbum se convirtió en un homenaje emotivo a Jobim, uno de los más grandes compositores de Brasil, y a su vez, DeJohnette mostró su capacidad para integrar la elegancia y la sutileza de la música brasileña con la fuerza y la complejidad rítmica del jazz moderno. La música en Double Rainbow es tanto relajada como intensamente rítmica, con la batería de DeJohnette proporcionando un soporte perfecto para las interpretaciones de los otros músicos. Este trabajo no solo resalta su versatilidad, sino también su habilidad para hacer fluir la música de manera orgánica, respetando siempre las tradiciones mientras las transforma a su manera.

A lo largo de esta década, DeJohnette también volvió a algunos de sus proyectos más antiguos, como Gateway. En 1995, reactivó la formación para lanzar Homecoming, un disco que marcó su regreso a la banda que había formado en los años 70. Homecoming fue un éxito crítico y comercial, ya que la agrupación no solo conservaba la magia de sus primeros trabajos, sino que también incorporaba las influencias y experiencias adquiridas a lo largo de los años. En este disco, DeJohnette continuó con su enfoque innovador de la batería, pero también incorporó nuevas ideas que mostraban su evolución como músico. La colaboración con Dave Holland y John Abercrombie se sintió como un regreso a las raíces de su carrera, pero también un paso hacia el futuro, con una música que se mantuvo relevante y fresca para las nuevas generaciones de oyentes.

Otro aspecto importante de la carrera de DeJohnette en los años 90 fue su capacidad para colaborar con músicos de diversas generaciones, lo que le permitió continuar siendo una influencia clave en el jazz. Su participación en una serie de grabaciones con jóvenes talentos como el saxofonista Joe Lovano, con quien grabó Universal Language (1992), lo mantuvo conectado con las nuevas tendencias del jazz. La labor de DeJohnette en estos proyectos, siempre constante y vibrante, hizo que su influencia en los músicos más jóvenes fuera cada vez más evidente, consolidándose como una figura central en la evolución del jazz moderno.

A medida que se acercaba el siglo XXI, Jack DeJohnette seguía siendo una figura esencial en el panorama musical internacional, y su legado como uno de los mejores bateristas de jazz de todos los tiempos estaba más que asegurado. La década de 1990, en la que continuó desarrollando y refinando su estilo único, consolidó aún más su posición como un innovador en la música contemporánea. Además de sus grabaciones en solitario y colaboraciones, su influencia en la evolución de la batería moderna y su impacto en las generaciones de músicos posteriores fueron notables. DeJohnette había logrado algo que muy pocos músicos de su calibre pueden: no solo cambiar el curso del jazz, sino también definirlo en sus propios términos.

En resumen, Jack DeJohnette en los años 90 continuó demostrando que, lejos de ser un músico que se limitaba a seguir las tendencias del momento, era una figura capaz de transformar el jazz de manera constante, desafiando las convenciones rítmicas y melódicas y ofreciendo una nueva visión para el jazz moderno. Su habilidad para integrar influencias de diferentes tradiciones musicales, su incansable búsqueda de nuevas formas de expresión y su capacidad para innovar en cada proyecto lo establecieron como una de las figuras más importantes y respetadas en la historia del jazz.


Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Jack DeJohnette (1942–V): El Arquitecto Rítmico del Jazz Contemporáneo". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/dejohnette-jack [consulta: 29 de septiembre de 2025].