Cixi o Yehe Nara, Emperatriz de China (1835–1908): La Regente que Marcó el Destino de una Nación

Contexto histórico y social de China en el siglo XIX

A principios del siglo XIX, China vivía un periodo turbulento que reflejaba una tensión interna y externa constante. El Imperio Qing, en el que nacía Cixi el 29 de noviembre de 1835, atravesaba una crisis profunda, fruto de las presiones de las potencias extranjeras y las crecientes revueltas internas. A pesar de ser una dinastía que se había consolidado más de doscientos años antes, la Dinastía Qing enfrentaba numerosos desafíos. Durante este periodo, los intereses británicos, franceses, rusos y japoneses comenzaron a expandirse rápidamente, exigiendo concesiones territoriales, comerciales y políticas. El sistema feudal que aún perduraba en el país se veía obsoleto frente a los cambios globales y a la modernización en Occidente, lo que desataba una gran resistencia dentro de la misma administración imperial.

En 1839, la Guerra del Opio (1839-1842) fue un hito decisivo para las relaciones internacionales de China, donde la arrogancia de las potencias europeas, especialmente el Reino Unido, se hizo evidente con la imposición de un comercio unilateral, que condujo a la humillación de China en el Tratado de Nankín (1842). Este acuerdo forzaba a la apertura de puertos chinos al comercio extranjero y la cesión de Hong Kong a los británicos. La dinastía Qing no solo sufrió esta derrota, sino que también se encontraba dividida internamente por luchas entre los diferentes grupos de poder, lo que contribuyó a la inestabilidad política.

La dinastía Qing y su situación política al momento del nacimiento de Cixi

La Dinastía Qing, fundada por los manchúes en 1644, era una de las últimas grandes dinastías de China. Su poder estaba basado en una combinación de control militar, una estricta estructura burocrática y el respaldo de las élites manchúes y chinas. Sin embargo, el siglo XIX trajo consigo una serie de desafíos que amenazaron este equilibrio. La presencia de tropas extranjeras en el país, los conflictos internos como las revueltas campesinas y la creciente influencia de ideas occidentales pusieron a la dinastía en una posición muy vulnerable.

Cixi, nacida en el seno de una familia de linaje manchú, fue testigo de la caída de un imperio que, a pesar de ser una de las civilizaciones más antiguas del mundo, parecía desbordado por los eventos de su tiempo. La Rebelión Taiping (1850-1864), que acabó con millones de vidas, y la Rebelión Nian (1851-1868), fueron algunos de los levantamientos que afectaron profundamente al país. En este contexto, las autoridades de la corte Qing se vieron incapaces de contener estas crisis y, por ende, las posibilidades de que figuras como Cixi llegaran a ocupar posiciones clave dentro del aparato estatal se incrementaron.

Orígenes familiares y primer entorno de Cixi

Cixi, cuyo nombre de nacimiento era Yehe Nara, pertenecía a una de las familias manchúes más prestigiosas. Su padre, un miembro de la Guardia Imperial, tenía una relación directa con la protección del Palacio Imperial de la Ciudad Prohibida. Este dato resultó relevante en la trayectoria de Cixi, quien desde pequeña estuvo rodeada de la corte imperial, lo que le permitió conocer de primera mano las intrincadas dinámicas de poder que regían la vida política en el país.

Desde joven, Cixi fue conocida por su belleza, lo que no pasó desapercibido para los altos mandos de la corte imperial. De hecho, antes de ser seleccionada como concubina del emperador Xianfeng, Cixi había planeado casarse con un comandante de la guarnición manchú de Pekín, Jung Lu. Sin embargo, su destino cambió cuando su deslumbrante belleza la llevó a ser escogida para ingresar a la Ciudad Prohibida como concubina del emperador Xianfeng.

Primeros años de vida y la relación con su padre

La infancia de Cixi estuvo marcada por una educación tradicional manchú. A pesar de su origen de clase noble, las mujeres en la China imperial de la época no recibían educación formal. Sin embargo, la proximidad de su familia al poder le permitió tener acceso a enseñanzas que no eran comunes entre las mujeres de la época, lo que la preparó para desenvolverse con astucia en la corte imperial.

En cuanto a la figura de su padre, Yehe Nara fue muy importante en la vida de Cixi, ya que le proporcionó una vinculación directa con los círculos de poder imperial. La influencia de su padre se reflejó en la importancia que tuvo su familia dentro de la estructura manchú de la corte, y la ascendencia de Cixi fue uno de los factores clave en su eventual elección como concubina imperial.

La formación y primeros intereses de Cixi

Cixi era consciente de su posición en la corte, pero no era una de las mujeres predilectas del emperador Xianfeng en sus primeros años dentro de la Ciudad Prohibida. Sin embargo, su ambición, inteligencia y astucia la hicieron destacar. Durante su estancia en la corte, aprendió las complejas maniobras políticas que dominaban la vida imperial, como las intrigas de la corte y los movimientos de los nobles. Su educación en el arte de la diplomacia y la gestión de alianzas en la corte fue clave para su ascenso posterior.

Influencias tempranas y ambiciones personales

Aunque las mujeres de la corte imperial Qing eran en su mayoría figuras decorativas y sujetas a los caprichos del emperador, Cixi mostró rápidamente que no sería una consorte sumisa. Su capacidad para hacer aliados en la corte, especialmente entre los hombres de la Guardia Imperial, le permitió ganar fuerza dentro de la política imperial. Estos primeros años fueron decisivos para su desarrollo político y personal, pues Cixi comprendió que su belleza no solo la ponía en una posición privilegiada, sino que también debía convertirse en una herramienta para alcanzar el poder real.

El ascenso en la corte imperial

Cixi empezó su carrera dentro de la Ciudad Prohibida como concubina de grado menor, pero pronto pasó a ocupar una posición más importante debido a su habilidad para ganar la confianza del emperador. En 1856, Cixi dio a luz al primer hijo varón de Xianfeng, Tongzhi, quien más tarde se convertiría en el heredero del imperio.

A pesar de ser la madre del futuro emperador, Cixi no logró ganarse el afecto personal de Xianfeng, quien prefería a su otra concubina, Li Fei. Sin embargo, cuando Li Fei desapareció misteriosamente, Cixi se convirtió en una de las mujeres más poderosas en la corte imperial. El nacimiento de Tongzhi le dio una base sólida sobre la cual construir su influencia, y lo que parecía ser una relación de mera maternidad se transformó rápidamente en un trampolín hacia el poder.

Primeros años en la Ciudad Prohibida como concubina imperial

Cixi, a pesar de ser una de las concubinas de menor rango, pronto comprendió que el control real de la corte no residía en los emperadores, sino en quienes controlaban los hilos de la política y la administración imperial. Li Fei, que era considerada la favorita de Xianfeng, desapareció de manera extraña, y se rumoreaba que Cixi tenía algo que ver con su desaparición, lo que desató tensiones y creó un ambiente de intriga que, de alguna manera, favoreció su ascenso.

Este cambio de poder marcó el inicio de su dominio detrás de las cortinas del trono imperial, un dominio que, con el tiempo, se consolidaría de manera total.

La regencia de Cixi: Primeros años tras la muerte de Xianfeng

La muerte del emperador Xianfeng en 1861, cuando Cixi aún no había cumplido los 30 años, cambió por completo el destino de China. El joven Tongzhi, su hijo y heredero, tenía apenas cinco años al morir su padre, lo que abrió la puerta a la regencia. Aunque las leyes de sucesión de la dinastía Qing dictaban que un niño de tan corta edad no podía gobernar, el poder real pasaba, de facto, a quienes controlaran la regencia. Así, Cixi se vio posicionada como la figura más influyente en la corte imperial, tras ser designada regente junto con la consorte Tzu An, la madre del emperador fallecido.

El contexto de la muerte de Xianfeng y la ascensión de Tongzhi al trono

La muerte de Xianfeng coincidió con una China sumida en crisis, no solo por las tensiones internas causadas por las rebeliones, sino también por la presión externa de las potencias coloniales. Los británicos, franceses y rusos extendían su influencia sobre el país, y las potencias extranjeras ya habían mostrado su fuerza durante las Guerras del Opio. Aunque el nuevo emperador Tongzhi era solo un niño, su ascenso al trono ofreció una oportunidad para que figuras como Cixi asumieran la regencia y buscaran estabilizar el imperio.

En un contexto donde los oficiales imperiales estaban desbordados por los problemas internos, Cixi se mostró como una mujer pragmática, decidida a consolidar su poder. Al principio, se apoyó en el Príncipe Gong, hermano de Xianfeng y uno de los nobles más influyentes de la corte, para que fuera su principal consejero. Esta alianza entre el Príncipe Gong y Cixi resultó crucial, pues juntos lograron establecer una regencia que no solo superó la oposición de otras facciones dentro de la corte, sino que también fortaleció su control sobre el imperio.

La consolidación del poder de Cixi junto a Tzu An

La regencia de Cixi y Tzu An estuvo marcada por la astucia política y la habilidad para manejar las intrincadas luchas de poder dentro de la corte. Aunque el Príncipe Gong y los nobles conservadores eran aliados de la emperatriz, sus reformas y su control sobre el gobierno fueron cuestionados en diversas ocasiones. Cixi usó su astucia para colocar a sus propios partidarios en puestos clave dentro del gobierno, lo que permitió que controlara la administración del imperio de manera más directa. A pesar de que el joven emperador Tongzhi era formalmente el soberano, las decisiones políticas más importantes se tomaban detrás del trono, donde Cixi ejercía el poder real.

En este periodo, Cixi y Tzu An comenzaron a implementar cambios significativos. Con el objetivo de fortalecer la administración, promovieron un nuevo sistema de reclutamiento para los funcionarios imperiales, basado en la competencia y el mérito, a fin de contrarrestar la creciente corrupción dentro de la corte. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por modernizar algunos aspectos del gobierno, Cixi seguía siendo una ferviente defensora de las tradiciones chinas, lo que la llevó a rechazar muchas de las influencias extranjeras que empezaban a llegar al país.

Las políticas de Cixi y la resistencia conservadora

El poder de Cixi no fue absoluto desde el principio. En los primeros años de su regencia, enfrentó una fuerte resistencia por parte de algunos miembros de la nobleza y del clan militar, que veían con desconfianza la creciente influencia de las mujeres en la corte. La confrontación con los nobles conservadores no solo se centró en cuestiones de poder, sino también en cómo China debía enfrentar los retos externos. Cixi, apoyada por un grupo de consejeros conservadores, adoptó una postura de resistencia ante las reformas modernas impulsadas por las potencias extranjeras.

Uno de los momentos más críticos fue la creciente presencia de técnicas y tecnologías occidentales, como el telégrafo y el ferrocarril, que los líderes occidentales intentaban introducir en China. Cixi, que se veía a sí misma como una defensora de los valores tradicionales de la dinastía Qing, se opuso rotundamente a la implantación de estas tecnologías, viendo en ellas una amenaza a la cultura china. Este rechazo a la modernización, sumado a su tendencia a aferrarse a los viejos valores, provocó tensiones con aquellos reformistas que buscaban un cambio en el sistema político y social de China.

La oposición de los nobles y la gestión de la Guardia Imperial

El rechazo al cambio no solo vino de la corte, sino también de las fuerzas militares manchúes, que, aunque estaban bajo la dirección de Cixi, temían que la modernización socavara su poder. El control de la Guardia Imperial, leal a la dinastía Qing, fue un factor clave para que Cixi lograra mantenerse en el poder durante sus primeros años de regencia. Los guardias, que veían a Cixi como una figura fuerte, respaldaron sus decisiones políticas y aseguraron su dominio sobre los intereses de la corte. Este apoyo militar fue vital para que pudiera hacer frente a las revueltas que estallaron en todo el país.

Las Rebeliones Taiping y Nian fueron algunas de las principales amenazas que Cixi tuvo que gestionar. A pesar de que sus opositores criticaban su falta de apertura hacia las reformas, no se puede negar que bajo su liderazgo, China logró resistir las amenazas internas. Cixi adoptó una postura pragmática frente a estas rebeliones, buscando soluciones que permitieran consolidar el orden en un momento de grave desestabilización. La capacidad de Cixi para manejar estas crisis le permitió ganar respeto dentro de la corte y entre los oficiales militares, aunque su influencia continuaba siendo cuestionada por sectores progresistas que deseaban un cambio radical en el gobierno.

La muerte de Tongzhi y la adopción de Guangxu

En 1875, la repentina muerte de Tongzhi, el hijo de Cixi, dejó un vacío de poder en la corte Qing. Aunque la causa oficial de su muerte fue la viruela, comenzaron a circular rumores que señalaban a Cixi como responsable de su deceso, especialmente debido a los extraños detalles que rodearon la desaparición de su esposa, Alute. La sospecha popular de que Cixi había manipulado los eventos para mantener su poder creció cuando la joven emperatriz, tras la muerte de su esposo, se suicidó bajo circunstancias misteriosas.

A la muerte de Tongzhi, Cixi no dudó en tomar el control nuevamente. Adoptó a su sobrino Guangxu, quien tenía solo tres años, y lo nombró nuevo emperador, desafiando las estrictas leyes de sucesión de la dinastía. De nuevo, Cixi asumió la regencia junto a su aliado, el Príncipe Gong. Con este movimiento, reafirmó su control sobre la corte y sentó las bases para un gobierno aún más autoritario.

Durante su regencia, Cixi intentó consolidar su poder, aunque el joven Guangxu fue percibido como una figura decorativa. Aunque la influencia de Cixi en el gobierno siguió siendo sólida, la presencia de Guangxu permitió una vez más que las potencias extranjeras y los sectores progresistas de la corte cuestionaran la dirección del imperio.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Cixi o Yehe Nara, Emperatriz de China (1835–1908): La Regente que Marcó el Destino de una Nación". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/cixi [consulta: 28 de septiembre de 2025].