Al-Hassan ibn Yahya, Rey de la Taifa de Málaga (ca. 1025-1042): El reinado breve de un monarca en medio de intrigas cortesanas

Al-Hassan ibn Yahya, rey de la taifa de Málaga, es una figura histórica que, a pesar de su breve reinado, jugó un papel crucial en los vaivenes políticos de Al-Ándalus en el siglo XI. Nacido hacia 1025, Al-Hassan pertenecía al clan de los hammudíes, una dinastía beréber con profundas raíces árabes. Su ascenso y caída estuvieron marcados por las tensiones internas dentro de su propia corte, protagonizadas por las facciones eslavas y beréberes, así como por las luchas de poder con otras casas rivales. La vida y muerte de Al-Hassan reflejan los complejos conflictos políticos de la época, en la que la fragmentación del califato de Córdoba dio lugar a los reinos de taifas, cada uno con su propia dinastía y rivalidades internas.

Orígenes y contexto histórico: La ascendencia de los hammudíes

Al-Hassan fue hijo de Yahya ibn Alí ibn Hammud, quien había sido califa de Córdoba entre 1016 y 1018. Tras la disolución del califato de Córdoba, Yahya se estableció en Málaga, donde se proclamó califa. Esta nueva etapa política en la ciudad andaluza significó el inicio de la dinastía hammudí en la taifa malagueña, una de las muchas taifas que surgieron después de la fragmentación del gran califato omeya.

La madre de Al-Hassan, Fátima, también era miembro de la familia hammudí, siendo hija del califa al-Qasim. Este contexto de poder dinástico y las luchas internas de los hammudíes marcarían el destino de Al-Hassan, quien, pese a su juventud, se vio involucrado en la intrincada política de la corte.

El ascenso al trono: Intrigas y traiciones en la corte

La muerte de Yahya ibn Alí en 1035 dejó un vacío de poder que, como era de esperarse, se convirtió en foco de disputas. Al principio, Al-Hassan no pudo acceder al trono que su padre había ocupado debido a las tensiones internas dentro del círculo de poder de los hammudíes. Entre los principales actores de esta lucha por el poder se encontraban Ibn Baqanna y el eslavo Nachá, dos hombres de confianza de la familia hammudí que habían jugado un papel relevante durante el califato de Yahya.

Ante la falta de consenso sobre la sucesión, Idris I ibn Alí, hermano de Yahya, fue nombrado califa de Málaga, aunque con la condición de que su heredero sería Al-Hassan. En ese momento, Al-Hassan fue enviado a Ceuta como gobernador, donde contaría con la asesoría de Nachá, quien se convertiría en su principal consejero.

Sin embargo, la situación dio un giro en 1039, cuando Idris I falleció y Ibn Baqanna, que temía perder poder en la corte, impulsó la proclamación de Yahya II, hijo de Idris I, como califa de Málaga. Esta elección fue rechazada por Nachá, quien, apoyando a Al-Hassan, proclamó al joven monarca como el legítimo califa. En un acto de desafío a la autoridad de Yahya II, Nachá organizó una flota para sitiar la ciudad de Málaga, en un intento de poner a Al-Hassan en el trono.

El reinado de Al-Hassan: Gobernando en tiempos turbulentos

En marzo de 1040, tras varios meses de asedio, Yahya II capituló y abdicó en favor de Al-Hassan, respetando su vida y la de sus seguidores. El joven califa fue proclamado oficialmente por los malagueños, adoptando el título honorífico de al-Mustansin bi-Llah. Este reconocimiento no solo vino de los malagueños, sino también de los ziríes de Granada y otros señores andalusíes, quienes vieron en él una figura clave para estabilizar la región.

A pesar de la proclamación de Al-Hassan, el entorno político seguía siendo inestable. Pronto, el nuevo califa tomó medidas para consolidar su poder. Envió a Nachá a Ceuta para que se encargara de las plazas africanas, mientras que Ibn Baqanna, quien había sido un apoyo importante durante su ascenso, fue nombrado ministro. Al mismo tiempo, Nachá envió a Idris, hermano de Al-Hassan, a Málaga como gobernador.

Sin embargo, las tensiones no tardaron en aflorar. Al-Hassan, desconfiado de la lealtad de su hermano, lo mandó encarcelar, temiendo que pudiera usurpar su trono. Además, ordenó la ejecución de Yahya II, quien aún tenía seguidores en la corte y representaba una amenaza para la estabilidad de su reinado. En diciembre de 1042, Yahya II fue asesinado, lo que consolidó aún más el poder de Al-Hassan.

La trágica muerte de Al-Hassan: Un reinado marcado por la venganza

Poco después de la muerte de Yahya II, el destino de Al-Hassan se selló. La esposa de Yahya II, en un acto de venganza por la muerte de su marido, envenenó a Al-Hassan. El califa murió sin descendencia, cerrando un ciclo de luchas y traiciones dentro de la familia hammudí. Así, terminó un reinado que, aunque breve, fue decisivo en la historia de la taifa de Málaga.

Relevancia y legado de Al-Hassan

El reinado de Al-Hassan, aunque corto, tuvo importantes repercusiones en la historia de la taifa de Málaga. Durante su mandato, el tesoro público se vio incrementado, y su figura fue clave para la consolidación de la autoridad hammudí en la ciudad. Sin embargo, la inestabilidad política y las constantes luchas de poder marcaron su mandato, reflejando las complejidades de la política en Al-Ándalus en esa época.

A pesar de su muerte prematura, la figura de Al-Hassan sigue siendo relevante en el contexto de las taifas, un período de fragmentación política y lucha por el poder que definiría la historia de la península ibérica en los siglos XI y XII.

El legado de Al-Hassan ibn Yahya como califa de Málaga se encuentra estrechamente vinculado a las luchas internas de los hammudíes y al contexto de desintegración del califato de Córdoba. Su reinado refleja la violencia y la intriga que caracterizaron la época, y su figura sigue siendo un punto de referencia para entender los complejos procesos políticos de Al-Ándalus.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Al-Hassan ibn Yahya, Rey de la Taifa de Málaga (ca. 1025-1042): El reinado breve de un monarca en medio de intrigas cortesanas". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/al-hassan-ibn-yahya-rey-de-la-taifa-de-malaga [consulta: 18 de octubre de 2025].