Aguilar y Correa, Antonio (1824-1908): El político liberal que marcó la transición en la España del siglo XIX

Antonio Aguilar y Correa, nacido el 30 de junio de 1824 en Madrid, es uno de los personajes más relevantes del panorama político español del siglo XIX. A lo largo de su carrera, marcó la pauta en la evolución de los partidos liberales y desempeñó un papel esencial en los vaivenes de la política española, desde la monarquía isabelina hasta la Restauración borbónica. A lo largo de su vida, Aguilar se distinguió no solo por su labor política, sino también por su influencia en la diplomacia y su destacado reconocimiento internacional.

Orígenes y contexto histórico

Antonio Aguilar y Correa nació en una familia noble que le otorgó títulos como el marquesado de la Vega de Armijo y de Mos, así como el marquesado de Atos y la condesa de Bobadilla. Criado en un entorno de alta posición social, tuvo acceso a una formación universitaria que lo preparó para influir en los destinos de España. Estudió Derecho en las universidades de Sevilla y Madrid, lo que le permitió iniciarse en la vida política a una edad temprana.

En 1854, Aguilar comenzó su carrera política al ser elegido diputado por Córdoba, en un momento en que España estaba atravesando profundas transformaciones sociales y políticas. La Revolución de 1854, conocida como la «Vicalvarada», trajo consigo la caída del sistema político de la regencia de María Cristina, lo que permitió la aparición de figuras como Aguilar, quien se unió a la Unión Liberal, un partido político fundado por el general Leopoldo O’Donnell, quien sería uno de sus mentores políticos.

Logros y contribuciones

Durante sus primeros años en la política, Antonio Aguilar se dedicó principalmente a la administración pública, donde ocupó cargos como gobernador de Madrid entre 1858 y 1868. En este puesto, se destacó por llevar a cabo una intensa campaña moralizadora, impulsando una serie de reformas sociales y políticas que marcaron su gestión. Su habilidad para la gestión y su capacidad de liderazgo lo llevaron a ascender rápidamente dentro de las filas del Partido Liberal.

A lo largo de su carrera, Aguilar desempeñó una serie de importantes funciones, tanto a nivel nacional como internacional. En 1858, durante el gobierno de O’Donnell, fue nombrado Ministro de Fomento, un cargo que ocupó hasta 1863. Su gestión en esta cartera se destacó por la modernización de la infraestructura del país, especialmente en cuanto a las comunicaciones y el fomento del desarrollo económico.

A lo largo de su vida política, Aguilar tuvo una notable habilidad para adaptarse a los cambios de régimen que España vivió en ese tiempo. Durante la Revolución de 1868, que derrocó a Isabel II, Aguilar se alineó con el general Francisco Serrano y participó activamente en los acontecimientos que llevaron a la instauración de un gobierno provisional. Fue elegido diputado en las Cortes Constituyentes de 1869, un hito importante en su carrera, ya que le permitió formar parte de la redacción de una nueva constitución para España.

En 1874, tras la restauración de la monarquía bajo Alfonso XII, Aguilar fue nombrado embajador en Francia, consolidando su presencia en el ámbito internacional. Este cargo le permitió mantener una visión global de la política europea y afianzar las relaciones diplomáticas de España con otras naciones.

Momentos clave en la carrera de Antonio Aguilar

A lo largo de su carrera política, Antonio Aguilar tuvo que hacer frente a diversos desafíos, tanto internos como externos. Entre los momentos más importantes de su vida política destacan:

  • 1854: Elección como diputado por Córdoba y adhesión a la Unión Liberal encabezada por O’Donnell.

  • 1858-1863: Ejercicio como Ministro de Fomento y Ministro de la Gobernación, donde implementó políticas clave para la modernización del país.

  • 1869: Participación activa en la Revolución de Septiembre y elección como diputado en las Cortes Constituyentes que redactaron la Constitución de 1869.

  • 1874: Nombramiento como embajador en Francia durante la Restauración, consolidando su figura a nivel internacional.

  • 1890-1894: Ocupación del Ministerio de Estado bajo el gobierno de Sagasta, consolidando su liderazgo dentro del Partido Liberal.

  • 1906: Designación como presidente del Consejo de Ministros, aunque su mandato fue breve debido a la política de alternancia del turno pacífico.

La relevancia de Aguilar en la España contemporánea

La relevancia de Antonio Aguilar y Correa en la historia de España es indiscutible. A lo largo de su carrera, logró adaptarse a los cambios políticos sin perder la coherencia en sus principios liberales. Su capacidad para mantenerse vigente a través de diferentes regímenes políticos es un testimonio de su habilidad como estratega y líder.

En la Restauración borbónica, su apoyo a Alfonso XII le permitió convertirse en una figura clave dentro del liberalismo español. Además, fue un defensor del sistema de alternancia pacífica entre liberales y conservadores, conocido como «turno pacífico», que caracterizó la política española durante gran parte del reinado de Alfonso XIII.

En la última etapa de su carrera, cuando el sistema de turnos comenzó a mostrar signos de agotamiento, Aguilar desempeñó un papel de árbitro dentro del Partido Liberal, siendo una de las figuras que intentó evitar la fractura interna del partido. Sin embargo, su mandato como presidente del Consejo de Ministros en 1906 fue breve y estuvo marcado por la falta de poder efectivo, lo que reflejaba la decadencia del sistema político de la época.

Legado y reconocimiento internacional

El legado de Antonio Aguilar trasciende su carrera política. A lo largo de su vida, fue reconocido tanto en España como en el extranjero por su contribución a la política y la diplomacia. Entre los muchos honores que recibió destacan la Medalla de Oro de Alfonso XIII, el collar y la gran cruz de la Torre y la Espada, así como la Gran Cruz de la Legión de Honor Francesa.

Además de sus logros políticos y diplomáticos, Aguilar también tuvo una destacada presencia en el ámbito cultural. Fue director de la Academia de la Historia y de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, instituciones fundamentales para el desarrollo del pensamiento político y científico en España.

En cuanto a su producción intelectual, aunque no fue prolífico en publicaciones, dejó obras de cierto interés como Necrología de D. José Posada Herrera, Los nihilistas y Apuntes sobre el establecimiento de una casa de educación correccional de jóvenes en Madrid en 1861.

Un hombre de su tiempo

Antonio Aguilar y Correa falleció en Madrid en 1908, después de haber dejado una huella indeleble en la política española del siglo XIX. Su vida refleja las tensiones y los cambios de una época marcada por la transformación política y social de España. Su figura sigue siendo un referente para comprender la evolución del liberalismo español, especialmente en los momentos de transición entre el régimen isabelino y la Restauración, un período crucial para la historia de la nación.

A lo largo de su vida, Aguilar participó en el devenir histórico de España, sirviendo a monarquías y gobiernos transitorios, pero siempre manteniendo su identidad liberal. Su legado perdura como ejemplo de un político que, a pesar de las dificultades y los cambios, fue capaz de navegar por las aguas turbulentas de la política española, dejando su impronta en la historia del país.


En el transcurso de su carrera, Aguilar se cruzó con muchas de las figuras más prominentes de su tiempo, como Alfonso XII, Alfonso XIII, O’Donnell, general Serrano, Alonso Martínez, Sagasta, Moret, Montero Ríos, Canalejas y Maura. Cada uno de ellos jugó un papel fundamental en las transformaciones políticas y sociales de la época, contribuyendo al entorno en el que Aguilar desarrolló su carrera.