Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811): Jurista, Político e Intelectual Clave de la Ilustración Española
Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811): Jurista, Político e Intelectual Clave de la Ilustración Española
Orígenes y Formación en la Ilustración
Gaspar Melchor de Jovellanos nació el 5 de enero de 1744 en Gijón, una ciudad asturiana que, por entonces, era un pequeño puerto pesquero alejado de los grandes centros de poder de España. Hijo de una familia hidalga con una tradición respetable, aunque no de la nobleza más alta, Jovellanos creció en un entorno que combinaba la economía media con la posibilidad de recibir una buena educación. Su formación comenzó a una edad temprana, y su familia fue consciente de la importancia de proporcionarle los recursos necesarios para el desarrollo de su talento y de su mente inquieta. En su hogar se cultivaba un ambiente intelectual y culto, que sin duda marcó el rumbo de su vida.
Los Primeros Pasos: Influencias y Formación Inicial
Desde niño, Jovellanos se mostró una persona de gran capacidad intelectual. Su primer contacto con el conocimiento fue en su ciudad natal, donde comenzó a estudiar latín, lo que constituyó una de las bases de su formación humanista. La lengua latina sería una herramienta indispensable en su vida y en su futuro recorrido literario y filosófico. Durante su niñez, Gijón se convirtió en un punto de partida para el estudio de los clásicos y para su primer contacto con las ideas que, en el siglo XVIII, ya formaban parte del movimiento cultural conocido como la Ilustración.
A los trece años, en 1757, se trasladó a la Universidad de Oviedo para continuar con su formación en filosofía. En Oviedo, Jovellanos tuvo la oportunidad de conocer a figuras influyentes del pensamiento ilustrado, entre ellas al P. Feijoo, un monje benedictino que, en ese momento, ya contaba con ochenta y cuatro años. Feijoo, cuya figura era conocida por su defensa de la razón frente a la superstición, dejó una profunda huella en Jovellanos. Fue precisamente gracias a la influencia de Feijoo que el joven Gaspar comenzó a formarse en las ideas racionalistas, una corriente que defendía la búsqueda del conocimiento a través de la razón y la ciencia, dejando de lado las creencias dogmáticas y las tradiciones medievales.
Un Giro hacia la Eclesiástica: Los Años en Ávila
En su búsqueda por seguir una carrera respetable, Jovellanos se trasladó a la ciudad de Ávila, donde continuó sus estudios eclesiásticos. En Ávila, se inscribió en el seminario establecido por el obispo asturiano don Romualdo Velarde y Cienfuegos, un centro de enseñanza reconocido por su nivel académico. Fue allí donde Jovellanos consolidó sus conocimientos de derecho canónico y adquirió una sólida formación que le permitió graduarse de bachiller en Cánones en la Universidad de Osma en 1761, y licenciarse en Cánones por la Universidad de Ávila en 1763. Durante estos años, Jovellanos cultivó su espíritu humanista con una profunda lectura de los clásicos latinos: Horacio, Virgilio, Cicerón, Salustio y Plinio, entre otros, cuyas obras se convirtieron en pilares de su pensamiento.
Aunque su formación inicial estuvo marcada por estudios eclesiásticos, Jovellanos no se decantó por la vida religiosa en el sentido estricto. Su interés por las ciencias humanas, las artes y, sobre todo, por la reforma social lo llevaron a buscar nuevos horizontes. En ese proceso de formación, la lectura de los grandes filósofos del momento y la entrada en contacto con los intelectuales de su época fue fundamental. En particular, figuras como el P. Feijoo, con su crítica al escolasticismo y su propuesta de un mundo regido por la razón, influyeron profundamente en el joven Jovellanos, quien comenzaba a tomar distancia de los dogmas tradicionales.
El Encuentro con la Ilustración: Alcalá de Henares y la Sociedad de San Ildefonso
El paso siguiente en la vida de Jovellanos fue un cambio de escenario. En 1764, Jovellanos fue becado para estudiar en la Universidad de Alcalá de Henares, uno de los centros más prestigiosos de la época, y allí continuó su formación en derecho canónico. Este paso marcó una transición significativa en su vida, pues Alcalá fue el lugar donde tuvo sus primeros contactos con los círculos ilustrados que estaban emergiendo en España en esos momentos.
Fue en Alcalá donde Jovellanos comenzó a relacionarse con figuras que serían determinantes para su desarrollo intelectual y político. Entre ellas destaca José Cadalso, uno de los escritores más importantes de la Ilustración española, con quien compartió intereses literarios y filosóficos. Fue probablemente en este periodo cuando Jovellanos adoptó una postura más crítica hacia la poesía barroca, influenciado por las ideas reformistas de Cadalso y otros pensadores. Además, en Alcalá de Henares entró en contacto con Pedro Rodríguez de Campomanes, otro de los grandes intelectuales del siglo XVIII, quien sería una de sus principales influencias. Campomanes representaba las ideas de la reforma social y económica que comenzaban a consolidarse en la política española bajo el reinado de Carlos III. Estas conexiones marcarían un antes y un después en la formación de Jovellanos.
A lo largo de sus estudios en Alcalá, Jovellanos profundizó en la lectura de filósofos de la Ilustración como Montesquieu, Voltaire, Rousseau y Beccaria, cuyas obras influirían en su visión del mundo y de la política. La reflexión sobre la justicia, el gobierno y los derechos humanos se convirtió en uno de los ejes fundamentales de su pensamiento, lo que más tarde se reflejaría en sus escritos y en su actuación política.
La Carrera Judicial y el Primer Encuentro con Sevilla
En 1767, tras graduarse de bachiller en Cánones en Alcalá, Jovellanos comenzó su carrera judicial. Fue propuesto por el Consejo de la Cámara para el cargo de Alcalde del Crimen en la Real Audiencia de Sevilla, un puesto que aceptó el 13 de febrero de 1768. Aunque no tenía experiencia previa en la magistratura, su preparación intelectual y su afición por el estudio lo convirtieron en un candidato ideal para este cargo. Durante su estancia en Sevilla, Jovellanos tuvo la oportunidad de adentrarse en los problemas sociales y jurídicos que aquejaban a la sociedad de la época. Fue aquí donde su formación intelectual y su pasión por la justicia se fusionaron, permitiéndole desarrollar una visión crítica de las estructuras sociales y legales.
En Sevilla, Jovellanos se rodeó de figuras clave de la Ilustración, participando activamente en las tertulias organizadas por Pablo Olavide, otro gran reformista de la época. Estas tertulias se convirtieron en un punto de encuentro para los intelectuales más progresistas del momento, y fue en este contexto donde Jovellanos desarrolló y perfeccionó sus ideas sobre la educación, la política y la reforma social. En esta etapa, también cultivó su afición por la literatura y escribió varias obras dramáticas, como Pelayo (la tragedia histórica sobre la batalla de Covadonga), El delincuente honrado y otras piezas que reflejaban su visión del mundo y su crítica social.
Primeras Obras y Formación Intelectual
Durante su estancia en Sevilla, Jovellanos escribió varios textos que no solo demostraron su capacidad literaria, sino que también revelaron su creciente interés por los problemas de la sociedad. Entre sus primeras obras se encuentran los informes sobre diversos temas, como la legislación gremial y la importación de aceites, que reflejaban su compromiso con la modernización de la economía española. Además, en esta etapa cultivó su pasión por la poesía y comenzó a desarrollar su estilo, influido por autores como Horacio, Virgilio y Cicerón, cuyas obras le proporcionaron una base sólida para su producción literaria.
Las experiencias que Jovellanos vivió en Sevilla fueron determinantes para su evolución intelectual. Fue en esta ciudad donde comenzó a forjarse como pensador ilustrado, incorporando las ideas de reforma social y política que dominarían su obra. También fue aquí donde forjó relaciones clave con figuras como Juan Agustín Ceán Bermúdez, historiador y crítico de arte, quien lo apoyó en sus aspiraciones literarias y culturales.
Ascenso Profesional y su Papel en la Ilustración Española
Gaspar Melchor de Jovellanos, con su formación intelectual y su creciente notoriedad en los círculos de la Ilustración, experimentó un ascenso progresivo en su carrera profesional. La etapa que se desarrolla desde su llegada a Sevilla hasta su establecimiento definitivo en la corte madrileña está marcada por una serie de logros notables que consolidaron su figura como uno de los máximos exponentes del pensamiento ilustrado en España. Esta fase de su vida es crucial para entender la relación de Jovellanos con las reformas sociales y su influencia en los ámbitos político y cultural del momento. La política de reformas implementada por Carlos III, especialmente bajo la influencia de figuras como Pedro Rodríguez de Campomanes, propició el entorno ideal para que Jovellanos desarrollara su carrera, además de brindarle una plataforma para poner en práctica sus ideales y sus conocimientos.
La Magistratura y el Enlace con la Ilustración
La carrera judicial de Jovellanos comenzó con su nombramiento en 1768 como Alcalde del Crimen de la Real Audiencia de Sevilla, un puesto que, a pesar de su falta de experiencia en la magistratura, aceptó gracias a su preparación académica y su actitud reformista. Jovellanos había demostrado su capacidad de aprendizaje autodidacta y su dedicación al estudio, lo que lo convirtió en un candidato ideal para la magistratura a pesar de su juventud. Desde este cargo, comenzó a aplicar sus ideas sobre la justicia y la reforma, influenciado por autores como Montesquieu, Voltaire y Beccaria, que promovían la idea de un sistema judicial justo, racional y humano, basado en la razón y la equidad.
En Sevilla, Jovellanos se dedicó a estudiar profundamente los sistemas jurídicos y políticos. Su labor como magistrado lo colocó en contacto con las realidades sociales de la ciudad, lo que le permitió desarrollar una visión crítica sobre los problemas económicos y sociales que afectaban a España en el siglo XVIII. En sus informes y escritos, mostró un compromiso con la reforma del sistema judicial, la abolición de las penas crueles y la mejora de la educación, lo que le permitió ganarse la admiración de los círculos ilustrados.
Jovellanos también participó activamente en las tertulias de la ciudad, en particular en las organizadas por Pablo Olavide, uno de los más grandes reformistas de la época, quien promovía ideas sobre la reforma agrícola, la educación y la promoción de la libertad individual. Estas tertulias fueron cruciales para que Jovellanos afianzara su ideario ilustrado y ampliara su círculo de contactos con otros pensadores de la Ilustración, entre los que se encontraba Juan Meléndez Valdés, joven poeta de la Escuela Salmantina, y José Cadalso, con quien compartía intereses literarios y filosóficos.
Desarrollo Literario y Académico
Además de su faceta judicial, Jovellanos cultivó su pasión por la literatura y la poesía. La época en la que desempeñó su cargo en Sevilla fue fundamental para su desarrollo literario. Fue en este período cuando escribió algunas de sus obras más importantes, incluyendo sus primeros trabajos dramáticos. Obras como Pelayo y El delincuente honrado fueron escritas en esta época, reflejando no solo sus inquietudes filosóficas, sino también su aguda observación de las estructuras sociales y políticas. Pelayo, una tragedia sobre la batalla de Covadonga, se inscribe dentro del movimiento neoclásico, siguiendo las normas de la tragedia clásica de autores como Racine, cuya obra influyó profundamente en la formación dramática de Jovellanos.
Además de su producción literaria, Jovellanos participó activamente en varias sociedades académicas y culturales. En 1774, fue nombrado Oidor de la Real Audiencia de Sevilla, un ascenso importante en su carrera profesional, que le permitió profundizar en su influencia en los círculos de poder y tomar decisiones en relación con la administración pública y la reforma del sistema judicial. En este contexto, Jovellanos también comenzó a formar parte de varias sociedades ilustradas, como la Sociedad Económica Matritense, fundada en 1774, y la Academia de la Historia. En 1780, fue elegido miembro honorario de la Academia de San Fernando y, al año siguiente, ingresó en la Academia Española. Estos logros lo situaron en una posición de gran relevancia dentro de la vida cultural y política del momento.
La Formación de su Pensamiento Político y Social
A medida que Jovellanos consolidaba su carrera en Sevilla, su pensamiento político fue evolucionando, influido por las lecturas de filósofos ilustrados y por su participación en los círculos reformistas. A través de sus escritos, especialmente los informes y memorias, Jovellanos comenzó a presentar propuestas para reformar la educación, la legislación y las instituciones del país. Su ideal era una España más moderna y justa, en la que los derechos del individuo estuvieran protegidos y la libertad de pensamiento fuera promovida.
En su Memoria sobre la reforma de los estudios (1783), Jovellanos hizo una profunda crítica al sistema educativo español, proponiendo una reforma que buscaba una educación más accesible y acorde con los principios de la Ilustración. Sus ideas sobre la educación, la economía y la justicia social fueron adoptadas por muchos de los líderes de la Ilustración española, como Campomanes y Floridablanca, aunque no siempre fueron recibidas con entusiasmo por los sectores más conservadores, que veían en sus propuestas una amenaza a los privilegios establecidos.
El pensamiento político de Jovellanos estaba influido por las ideas de un gobierno moderado y constitucional, y defendió la idea de un sistema político basado en la libertad, la justicia y el respeto a los derechos humanos. Su visión de una monarquía constitucional, que equilibrara el poder del rey con la participación del pueblo en la toma de decisiones, fue una de las bases de su ideario político. Jovellanos se mostró firme en su oposición a los abusos de poder y en su apoyo a la reforma de las instituciones que, a su juicio, impedían el desarrollo de una sociedad justa y moderna.
Su Relación con la Corte y la Influencia de Carlos III
El paso de Jovellanos de Sevilla a Madrid en 1778 marcó un cambio significativo en su vida profesional y en su implicación en la política nacional. Nombrado Alcalde de Casa y Corte, Jovellanos asumió una nueva responsabilidad que le permitió participar activamente en los círculos de poder de la corte. En Madrid, comenzó a ser reconocido tanto por su faceta de magistrado como por su compromiso con la cultura y la reforma. Fue durante estos años cuando su figura se consolidó como una de las más importantes de la Ilustración española.
La política de Carlos III favoreció el surgimiento de una nueva clase de pensadores y reformistas que impulsaban una visión moderna de España, en la que se promovieran la educación, el desarrollo económico y la justicia social. Jovellanos se alineó con estos ideales y participó activamente en las reformas impulsadas por el monarca. Sin embargo, a pesar de su cercanía con la corte, Jovellanos no dejó de ser crítico con las limitaciones del sistema político y las estructuras de poder. Su relación con Campomanes y otros reformistas le permitió tener acceso a posiciones de influencia, pero también le permitió ser testigo de las tensiones entre los sectores ilustrados y los más conservadores de la corte, especialmente en lo relacionado con la Inquisición y la censura de las ideas reformistas.
Jovellanos no solo se dedicó a la política y la magistratura, sino que también cultivó su faceta literaria y artística. En este sentido, fue retratado por Francisco de Goya, quien plasmó la figura del pensador asturiano con gran maestría. Este retrato es uno de los más emblemáticos de su tiempo y refleja la figura de un hombre serio, reflexivo y profundamente comprometido con los ideales de la Ilustración.
El Compromiso con Asturias y las Reformas
A lo largo de su vida, Jovellanos nunca dejó de defender su tierra natal, Asturias. Su compromiso con la mejora de la región y con su desarrollo económico fue constante, y a menudo se presentó como un defensor de la agricultura, la minería y la industria asturianas. Uno de los proyectos más importantes en los que se vio involucrado fue la creación del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía en 1794, que tenía como objetivo mejorar la formación técnica y científica en la región.
A través de sus informes, Jovellanos también defendió la reforma del sistema agrícola y la construcción de nuevas infraestructuras, como caminos y puentes, que facilitaran el comercio y el desarrollo de la región. Su trabajo en estos campos fue pionero y reflejaba su visión de una sociedad más moderna y equilibrada, en la que la economía estuviera basada en la libertad y la competencia, pero también en el respeto a los derechos de los trabajadores y las clases más desfavorecidas.
Crisis, Destierro y El Retorno a la Política
La vida de Gaspar Melchor de Jovellanos sufrió una transformación profunda en la última parte de su carrera, marcada por el destierro, las tensiones políticas y su retorno a la vida pública en un contexto de crisis. Esta etapa refleja las luchas internas de un hombre que, a pesar de sus ideales reformistas y su firme creencia en la razón, se enfrentó a la hostilidad de sectores conservadores y la intervención del poder absoluto que limitaba sus posibilidades. Su relación con la corte, sus escritos políticos y su defensa de los valores ilustrados marcaron su vida en este período, en el cual Jovellanos vivió una compleja red de exilio, rehabilitación y revalorización de su obra.
La Muerte de Carlos III y el Cambio de Dirección Política
El contexto político de España comenzó a cambiar drásticamente tras la muerte de Carlos III en 1788. El ascenso de Carlos IV al trono trajo consigo un giro en la política española, que afectó directamente a los reformistas ilustrados, como Jovellanos. La política reformista de Carlos III se fue desmoronando, y muchos de los proyectos impulsados por la Ilustración comenzaron a enfrentar una creciente oposición de los sectores más conservadores, en especial aquellos vinculados a la Inquisición y a la aristocracia más tradicionalista. A medida que los cambios políticos se hicieron más evidentes, Manuel Godoy, el ministro favorito del rey, asumió el poder y comenzó a marcar una pauta diferente a la que Jovellanos defendía.
Durante este tiempo, Jovellanos continuó ejerciendo una gran influencia sobre los problemas sociales y políticos de su país, pero sus ideales comenzaron a ser vistos como demasiado radicales para una corte conservadora. Las reformas que él había impulsado y las propuestas que había hecho para una educación moderna, para la libertad económica y para una monarquía constitucional pasaron a ser vistas con creciente desconfianza por aquellos que favorecían un sistema de control absoluto. Fue en este contexto donde Jovellanos vivió una de las fases más complejas de su vida: la pérdida de favor en la corte, la persecución de sus ideas y su destino como víctima de las luchas políticas internas.
El Destierro a Asturias (1797)
En 1797, después de haber sido uno de los principales promotores de las reformas en España, la política de Carlos IV comenzó a alejarse de los ideales ilustrados que Jovellanos defendía. Su participación en la reforma de los Colegios de las Órdenes Militares en Salamanca, así como su trabajo sobre la Ley Agraria, le valió la enemistad de las autoridades y de aquellos que veían en él una amenaza para el status quo.
Fue entonces cuando Jovellanos sufrió uno de los golpes más duros de su vida: fue desterrado a Gijón, su ciudad natal, bajo el pretexto de una visita a las minas de carbón de Asturias. Sin embargo, el destierro tenía un carácter más represivo, ya que se le veía como una figura peligrosa para los intereses del gobierno. Este alejamiento de la corte fue, sin embargo, un período productivo en términos intelectuales para Jovellanos. Durante su estancia en Gijón, escribió varios informes y continuó con sus estudios, centrando su atención en temas como la economía agraria, la reforma de la legislación y la educación.
Una de sus obras más importantes en este período fue el Informe sobre la Ley Agraria, en el cual criticaba la decadencia de la agricultura en España y las causas estructurales que impedían su desarrollo. Jovellanos planteó en esta obra una serie de reformas necesarias para modernizar el campo español, así como una mejora en las condiciones de los campesinos y la distribución de la propiedad. A pesar de la importancia de su trabajo, sus propuestas no fueron bien recibidas por los sectores más conservadores, particularmente la Iglesia, que temía que estas reformas pudieran afectar sus privilegios. El Informe fue ampliamente criticado, pero a pesar de ello, consolidó aún más la figura de Jovellanos como uno de los grandes pensadores de la Ilustración.
La Fundación del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía (1794)
Uno de los logros más destacados de Jovellanos durante su destierro fue la fundación del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía en 1794. Este instituto fue creado con el fin de mejorar la formación científica y técnica en las regiones de Asturias, un área muy necesitada de reformas en su infraestructura y sus capacidades industriales. La fundación de este instituto representó la culminación de una de las preocupaciones más profundas de Jovellanos: la necesidad de un sistema educativo basado en el progreso científico y técnico, que estuviera al servicio del bienestar social y económico.
A través de este instituto, Jovellanos no solo intentaba modernizar Asturias, sino también fomentar el desarrollo de la minería y la industria, sectores que él consideraba claves para el futuro de España. En este sentido, la obra de Jovellanos en el campo de la ciencia y la educación continuó siendo pionera, y su influencia fue reconocida incluso en los sectores más alejados del círculo ilustrado. La creación de este centro educativo fue, por tanto, una respuesta a las necesidades de su tierra natal, pero también una declaración de principios sobre cómo él entendía el progreso y la modernización de España.
Rehabilitación y Regreso a la Corte (1797-1801)
El alejamiento de la corte y el destierro en Gijón no duraron para siempre. En 1797, Jovellanos fue finalmente rehabilitado y regresó a Madrid en un ambiente de creciente tensión política. La falta de apoyo de los sectores conservadores y la guerra con Francia complicaron aún más la situación política. A pesar de su regreso, Jovellanos se enfrentó a un escenario político marcado por la hostilidad de los grupos que favorecían el absolutismo y la permanencia de la Inquisición.
Durante su estancia en Madrid, Jovellanos fue nombrado Ministro de Gracia y Justicia, un cargo de gran importancia. Sin embargo, este cargo fue efímero, ya que su mandato duró solo nueve meses, un tiempo corto pero crucial en su carrera. A pesar de las dificultades que enfrentó en su nuevo cargo, Jovellanos impulsó varios proyectos educativos y sociales importantes, como su Representación al rey sobre el Santo Oficio y otras reformas relacionadas con la administración de justicia y la libertad individual. Sin embargo, su enfrentamiento con Godoy y la oposición a la reina María Luisa hicieron que su tiempo en el cargo fuera extremadamente difícil. La Inquisición también fue una de las causas de su caída, y al final, fue destituido y apartado de la vida política.
El Destierro a Mallorca (1801)
A raíz de su oposición a los sectores más conservadores, Jovellanos fue nuevamente arrestado y desterrado, esta vez a la isla de Mallorca en 1801. Este exilio forzado le permitió ampliar su conocimiento sobre la historia de la isla y profundizar en temas que antes no había considerado. En Mallorca, estuvo encarcelado en condiciones bastante duras, primero en la Cartuja de Valldemosa y luego en el Castillo de Bellver, donde permaneció hasta 1808.
Durante su encarcelamiento, Jovellanos continuó escribiendo, y aunque se encontraba en una situación de reclusión, su actividad intelectual no se detuvo. En este periodo escribió sobre el paisaje y la historia de Mallorca, reflexionando sobre el contexto social y político de la isla. Además, sus estudios sobre el lugar lo llevaron a formular ideas sobre cómo mejorar el sistema educativo y la estructura política de España, lo que sería clave para su retorno a la política tras la caída de Godoy.
El Regreso a la Península y la Guerra de Independencia
En 1808, tras el motín de Aranjuez y la caída de Manuel Godoy, la situación política de España dio un giro. Con el ascenso de Fernando VII al trono y la invasión napoleónica, Jovellanos fue liberado y regresó a la península. Este período de la historia española estaba marcado por la Guerra de Independencia contra las tropas napoleónicas. El nuevo contexto político colocó a Jovellanos nuevamente en el centro de la vida pública, ya que su experiencia y sus conocimientos eran muy valorados por los sectores más ilustrados.
Jovellanos en la Guerra de Independencia
La Guerra de Independencia Española (1808-1814) fue un periodo turbulento tanto para el país como para sus figuras más destacadas, y en este contexto, Gaspar Melchor de Jovellanos jugó un papel complejo, caracterizado por sus posicionamientos políticos, sus ideales ilustrados y su profunda dedicación a la libertad y la justicia. Tras su liberación en 1808, después de haber estado prisionero en Mallorca durante siete años, Jovellanos se encontró en un escenario completamente diferente al de sus días de gloria en la corte de Carlos III. La invasión napoleónica y la consiguiente crisis política transformaron la naturaleza de la lucha por la independencia de España, y Jovellanos tuvo que enfrentarse a un dilema entre su apoyo a la monarquía y su defensa de los principios de la Ilustración, adaptándolos a la situación bélica y política que vivía el país.
La Liberación y el Contexto de la Guerra de Independencia
La ocupación de España por las fuerzas napoleónicas fue un cambio drástico para los líderes ilustrados como Jovellanos, que habían trabajado arduamente para modernizar el país y promover una monarquía constitucional. En 1808, tras el motín de Aranjuez y la caída de Manuel Godoy, los aliados de Jovellanos vieron un rayo de esperanza en la posibilidad de una reforma, y el regreso de Fernando VII al trono parecía abrir una nueva etapa para la política española. Sin embargo, las tropas de Napoleón Bonaparte, que ya se habían apoderado de la Península, no iban a permitir que España siguiera su curso hacia la libertad y la modernidad.
Jovellanos fue liberado de su encarcelamiento en Mallorca en ese año crucial y regresó a la península en un momento de convulsión social, política y militar. La situación en la que se encontraba España era desesperante. Con la ocupación francesa, la legitimidad de la monarquía española estaba en juego, y la incertidumbre se apoderó de la política española. En este contexto, Jovellanos se vio nuevamente involucrado en los debates sobre el futuro del país, aunque con un matiz más complejo que antes, debido a las circunstancias bélicas que atravesaba la nación.
El Rol de Jovellanos en la Junta Central
A su regreso a la península, Gaspar Melchor de Jovellanos fue convocado para ocupar un puesto en la Junta Central, el organismo que se formó con el fin de organizar la resistencia contra la invasión francesa y de mantener la unidad entre las distintas facciones españolas. La Junta Central representaba la voluntad de la resistencia española, pero también era un reflejo de la división interna que existía sobre el futuro del país. Los intereses de los liberales, los conservadores y los monárquicos estaban en constante pugna.
Jovellanos fue designado representante de Asturias en la Junta Central, un cargo significativo, dado que la Junta Central fue la autoridad provisional que, entre otras cosas, organizó la movilización contra las tropas de Napoleón. Sin embargo, la actitud política de Jovellanos, que había mantenido una visión moderada, ilustrada y reformista durante toda su vida, no se alineó completamente con las decisiones de la Junta, que en su mayoría estaban dominadas por elementos más conservadores y militares que favorecían la restauración de un sistema monárquico absoluto. Jovellanos era un firme defensor de una monarquía constitucional que equilibrara los poderes del rey y los derechos de los ciudadanos, pero no logró encontrar una solución común con la creciente tensión entre los miembros de la Junta Central.
Durante su tiempo en la Junta, Jovellanos abogó por mantener la unidad nacional y luchar contra la ocupación francesa, pero también se mostró crítico con algunos de los enfoques más autoritarios que comenzaron a tomar protagonismo. Aunque fue un miembro respetado, sus ideales ilustrados entraban en conflicto con las estrategias de los más radicales y absolutistas, quienes veían la intervención de las fuerzas napoleónicas como una oportunidad para reforzar el control centralizado y restaurar el poder de la monarquía sin concesiones. Jovellanos no solo fue un defensor de la independencia nacional, sino también un firme creyente en que el futuro de España debía incluir una reforma política y social profunda que fortaleciera la justicia, la libertad y la educación. Su constante defensa de estos principios lo ponía en desacuerdo con muchos de los miembros más tradicionales de la Junta.
El Conflicto de la Junta Central: Tensión con los Conservadores
Las tensiones entre los miembros de la Junta Central se intensificaron a medida que las fuerzas de ocupación avanzaban y la resistencia se organizaba. La creciente polarización política se reflejaba en las discusiones sobre qué tipo de gobierno debía implementarse tras la guerra. Los liberales, como Jovellanos, sostenían que España debía adoptar una monarquía constitucional, mientras que los conservadores querían restaurar un sistema monárquico absoluto, de acuerdo con los principios tradicionales de la corona.
Jovellanos intentó que las reformas ilustradas de la década de 1780 no se perdieran en el caos de la guerra. No obstante, su influencia en la Junta Central fue limitada, debido a las profundas diferencias políticas que existían entre los miembros más moderados y los más radicales. A medida que la guerra avanzaba, Jovellanos se dio cuenta de que el rumbo que tomaba la Junta Central no respondía completamente a las aspiraciones de los ilustrados, quienes querían una España más libre, justa y moderna.
La Memoria en Defensa de la Junta Central y la Guerra en Asturias
En 1810, cuando la situación política se agudizó aún más con la ocupación francesa de muchas partes de España, Jovellanos se vio obligado a retirarse del escenario político activo. Sin embargo, su lucha continuó a través de la Memoria en defensa de la Junta Central, un escrito que fue publicado en La Coruña en 1811. En esta obra, Jovellanos defendió la legitimidad de la Junta Central frente a la creciente presión de los absolutistas, los cuales criticaban la legalidad de sus decisiones y buscaban restaurar el absolutismo monárquico. Jovellanos, fiel a su visión ilustrada, subrayó la necesidad de un gobierno que representara los intereses del pueblo, defendiendo así el principio de soberanía nacional frente a los intereses de la monarquía absoluta.
La publicación de la Memoria fue un acto de resistencia intelectual, en el cual Jovellanos expresó su deseo de ver una España democrática y reformada, aún en medio de la invasión y la guerra. Aunque el documento no fue suficiente para cambiar el curso de los acontecimientos, reflejaba claramente las convicciones de Jovellanos sobre la necesidad de modernizar España. La Memoria en defensa de la Junta Central no solo reafirmó su posición política, sino que también mostró su capacidad para mantenerse fiel a sus principios incluso en un contexto tan adverso.
El Exilio Forzado y la Muerte de Jovellanos
La situación de Gaspar Melchor de Jovellanos se volvió aún más difícil cuando, debido a la ocupación francesa de su tierra natal, se vio forzado a abandonar Gijón. La ciudad fue tomada por las tropas de Napoleón, y Jovellanos tuvo que refugiarse en Galicia, donde vivió sus últimos meses. La angustia de la guerra, la incertidumbre política y su propia salud deteriorada lo llevaron a un estado de agotamiento físico y emocional.
Jovellanos murió el 27 de noviembre de 1811 en Puerto de Vega, a los 68 años, tras haber vivido una vida de lucha constante por la libertad y la justicia en España. A lo largo de su vida, sus ideas y propuestas habían influido de manera significativa en la evolución del pensamiento ilustrado en España, pero su muerte representó también el fin de una era en la que la lucha por la modernización de España parecía estar en su punto más álgido. Su legado perduró, no solo a través de sus escritos, sino también a través de la visión de una España más libre y avanzada que él había buscado construir a lo largo de su vida.
Últimos Años y Muerte
Los últimos años de Gaspar Melchor de Jovellanos fueron marcados por la tragedia de la guerra, el exilio y el desgaste físico y emocional, pero también por la constancia en la defensa de sus ideales y la reflexión profunda sobre el futuro de España. Después de vivir la tormenta política, social y militar de la Guerra de Independencia, Jovellanos pasó sus últimos días alejándose del caos y refugiándose en su tierra natal, donde, a pesar de las adversidades, continuó trabajando y cultivando su mente en busca de respuestas para el país que tanto amaba. Sin embargo, la difícil situación que vivió en sus últimos años, unida a su estado de salud deteriorado, condujo a su muerte en 1811, a los 68 años. A través de su figura y su legado, Jovellanos se consolidó como uno de los pensadores más importantes de la Ilustración española y uno de los pilares del pensamiento político y social moderno de su país.
El Retiro en Galicia: La Imposibilidad de Volver a su Tierra Natal
Tras ser liberado del encarcelamiento en la isla de Mallorca, Jovellanos regresó a la península, pero su situación seguía siendo incierta. A pesar de que su libertad fue restaurada, la ocupación francesa de Asturias, su tierra natal, le impidió regresar a Gijón, y su regreso a la corte se vio limitado por el curso de la guerra y las tensiones políticas. La situación bélica que atravesaba España, junto con la invasión de las tropas napoleónicas, obligaron a Jovellanos a buscar refugio en Galicia, donde vivió sus últimos días con una mezcla de angustia y esperanza.
Su retiro en Galicia fue un periodo de reflexión y trabajo intelectual. Aunque ya no podía participar de manera activa en la política, la situación del país seguía ocupando su mente. Durante este tiempo, Jovellanos se dedicó a revisar sus escritos y reflexionar sobre el futuro de España, y en particular, sobre la manera en que las ideas ilustradas podían contribuir a la construcción de una nación democrática y moderna. A pesar de los horrores de la guerra y el sufrimiento personal, su pasión por la reforma y el progreso nunca decayó. En sus últimos meses de vida, escribió diversas obras que intentaban ofrecer soluciones a los problemas que, en su opinión, lastraban el desarrollo de España.
La Memoria en Defensa de la Junta Central: Última Apuesta por la Reforma
Uno de los escritos más significativos de Jovellanos en sus últimos años fue la Memoria en defensa de la Junta Central, que redactó en 1811 y que se publicó en La Coruña. En este documento, Jovellanos defendió la legitimidad de la Junta Central, el organismo que había surgido como la máxima autoridad de la resistencia española contra la invasión francesa. La Junta, presidida por líderes de la resistencia, había sido fundamental en la organización de la defensa del país, pero, al mismo tiempo, se encontraba bajo una creciente presión interna debido a los conflictos entre liberales y conservadores. Jovellanos, al igual que muchos otros ilustrados, veía en la Junta una oportunidad para establecer un gobierno que representara verdaderamente los intereses de la nación, pero las tensiones políticas y militares se complicaron durante el proceso.
Jovellanos, con su conocida defensa de una monarquía constitucional que equilibrara los poderes del rey y las instituciones del país, se mostró crítico con aquellos que querían restaurar un sistema monárquico absoluto tras la guerra. De hecho, su crítica a los partidarios del absolutismo y la Inquisición se reflejó claramente en su obra, en la que expresaba su apoyo a la creación de una España más moderna, libre y justa. La Memoria en defensa de la Junta Central fue, por tanto, un alegato de resistencia tanto contra las fuerzas extranjeras como contra las internas que querían restaurar un régimen monárquico centralizado. Para Jovellanos, la guerra contra Napoleón era, en última instancia, también una guerra por el futuro político y social de España.
Este escrito se convirtió en una de sus últimas contribuciones políticas antes de su muerte, y aunque no logró cambiar el curso de los acontecimientos de forma inmediata, mostró claramente las convicciones de Jovellanos sobre la importancia de la soberanía popular y la necesidad de transformar las estructuras sociales y políticas de su país para adaptarlas a los principios de la Ilustración.
El Declive de la Salud de Jovellanos y la Triste Realidad de la Guerra
A lo largo de sus últimos meses de vida, Gaspar Melchor de Jovellanos experimentó un rápido deterioro de su salud, exacerbado por las tensiones políticas, la situación de guerra y las penurias que atravesó durante su exilio. La guerra que devastaba España no solo dejó huella en el pueblo y en la estructura política del país, sino también en los hombres de pensamiento que, como Jovellanos, habían soñado con una España moderna y próspera.
El estado de salud de Jovellanos se vio agravado por su salud ya frágil, que no logró recuperarse del todo después de sus años de encarcelamiento y destierro. En sus últimos días, sufrió de una grave pulmonía, que acabó con su vida a los 68 años, el 27 de noviembre de 1811, en Puerto de Vega, una pequeña localidad de Asturias. La noticia de su muerte causó gran pesar en aquellos que lo conocían y lo respetaban, tanto en España como en el ámbito intelectual europeo, donde su figura ya se había consagrado como una de las más relevantes de la Ilustración española.
El Legado de Jovellanos: Una Figura Emblemática de la Ilustración
Aunque la muerte de Jovellanos coincidió con uno de los momentos más oscuros de la historia española, su legado perduró a través de sus escritos, sus reformas y su lucha por la modernización de España. A pesar de las dificultades que enfrentó, incluyendo el exilio, el encarcelamiento y las tensiones políticas, Gaspar Melchor de Jovellanos se mantuvo firme en sus ideales hasta el final de su vida. Su visión de una España moderna, libre y democrática no solo fue una propuesta política, sino también una reflexión profunda sobre los valores universales de la libertad, la igualdad y la fraternidad que habían marcado la Revolución Francesa.
La figura de Jovellanos siguió siendo una fuente de inspiración para los intelectuales liberales del siglo XIX, y su influencia se mantuvo viva en la obra de aquellos que, como él, creían en la importancia de la educación, la justicia y la libertad. En este sentido, su muerte no significó el fin de su influencia, sino más bien el comienzo de un proceso en el que sus ideas ilustradas continuarían siendo un punto de referencia para las futuras generaciones.
La Revalorización de su Pensamiento y su Impacto en la Historia de España
La muerte de Jovellanos coincidió con un momento crítico en la historia de España, ya que la guerra no solo estaba devastando el territorio, sino que también estaba marcando el inicio de una serie de transformaciones políticas profundas. El siglo XIX español sería testigo de la lucha entre absolutistas y liberales, y las ideas ilustradas de Jovellanos cobrarían nuevo impulso en el marco de la Constitución de 1812 y de las luchas por la libertad y los derechos en la España moderna.
En la memoria colectiva de España, Jovellanos fue elevado a la categoría de héroe ilustrado, y su figura se consolidó como un referente para los movimientos reformistas que siguieron a su muerte. La importancia de su legado político y cultural no solo se mantuvo viva en los escritos de los pensadores contemporáneos, sino que se reafirmó en el desarrollo de una España que, aunque aún enfrentaba grandes desafíos, comenzaba a dar pasos hacia una modernización que Jovellanos había anticipado en su obra.
MCN Biografías, 2025. "Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811): Jurista, Político e Intelectual Clave de la Ilustración Española". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/jovellanos-gaspar-melchor-de [consulta: 16 de octubre de 2025].