José Cadalso y Vázquez (1741–1782): Militar Ilustrado y Precursor del Romanticismo Español

José Cadalso y Vázquez (1741–1782): Militar Ilustrado y Precursor del Romanticismo Español

La Infancia y Juventud de José Cadalso: Un Viaje de Formación Internacional

1.1 Orígenes y Primeros Años

José Cadalso y Vázquez nació en Cádiz el 8 de octubre de 1741, en el seno de una familia acomodada que le brindó, desde muy temprano, un entorno propicio para la educación y el contacto con el mundo. Su padre, José Cadalso, era un comerciante de origen vizcaíno que se dedicaba al comercio ultramarino, manteniendo relaciones mercantiles tanto con América como con países europeos. Este estatus social otorgaba a la familia un lugar destacado en la sociedad gaditana del siglo XVIII, en plena efervescencia de la Ilustración.

La infancia de Cadalso estuvo marcada por circunstancias que, si bien adversas, contribuyeron a forjar el carácter singular del futuro escritor. Huérfano de madre a los dos años, quedó al cuidado de la familia materna, particularmente de su abuelo y de su tío José Vázquez, un influyente jesuita que llegaría a ocupar cargos de relevancia dentro de la Compañía de Jesús, como rector del colegio jesuita de Cádiz y posteriormente Provincial en Andalucía. Este vínculo con la orden jesuítica resultaría decisivo en los primeros pasos educativos del joven Cadalso, impregnados por una profunda formación humanística.

Sin embargo, la ausencia prolongada del padre, que pasaba largas temporadas fuera de España por motivos comerciales, convirtió la niñez de Cadalso en un periodo de cierta soledad afectiva, aunque compensada por una sólida educación religiosa y moral. A pesar de estas carencias familiares, José recibió una instrucción inicial orientada al dominio de las letras y al conocimiento de la cultura clásica, pilares fundamentales en la formación de los hombres ilustrados de la época.

1.2 El Descubrimiento del Mundo: Viajes y Aprendizaje Cosmopolita

La verdadera transformación de Cadalso comenzó hacia 1750, cuando, tras una prolongada estancia de su padre en América, este decidió incorporarlo a sus viajes por Europa. Así, a los doce años, José emprendió una serie de desplazamientos que marcarían para siempre su visión del mundo y su pensamiento. Estos viajes, que se prolongaron aproximadamente entre 1753 y 1758, le permitieron conocer de primera mano las principales corrientes culturales y sociales que agitaban el continente.

Durante este periplo, Cadalso residió dos o tres años en París, donde estudió en el prestigioso Collège Louis-le-Grand, regentado por la Compañía de Jesús. Esta institución era uno de los centros educativos más renombrados de Francia, por cuyas aulas pasaron figuras de la talla de Voltaire, cuya obra ejercería posteriormente una profunda influencia en el pensamiento crítico de Cadalso. Allí, el joven gaditano no solo perfeccionó su formación humanística, sino que también entró en contacto con la filosofía ilustrada, adquiriendo nociones de crítica literaria, historia, retórica y otras disciplinas.

En París, además, Cadalso aprendió a dominar el francés, una lengua que sería esencial para su labor de traducción y para el conocimiento directo de las ideas ilustradas. Tras su estancia en la capital francesa, pasó un tiempo indeterminado en Inglaterra, donde aprendió el inglés y se impregnó del espíritu pragmático y liberal de la sociedad británica, muy distante del rígido absolutismo español. Este contraste cultural marcaría su sensibilidad crítica y su inclinación hacia la tolerancia y la libertad en todos los órdenes, rasgos que más tarde se reflejarían en su producción literaria.

Gracias a esta educación itinerante, José Cadalso adquirió una visión cosmopolita que lo situó en la vanguardia intelectual de su tiempo. Mientras en España la Ilustración avanzaba lentamente, limitada por la censura y el control eclesiástico, Cadalso había respirado el aire renovador de Europa, absorbiendo las inquietudes filosóficas y sociales que transformarían el mundo occidental en el siglo XVIII.

1.3 El Regreso a España y la Formación Nobiliaria

Tras varios años de estancia en el extranjero, Cadalso regresó a España alrededor de 1758, completando su formación en el Real Seminario de Nobles de Madrid, donde permaneció dos años. Este centro educativo estaba destinado a instruir a los hijos de la nobleza y la alta burguesía en las disciplinas propias del gobierno y la diplomacia, combinando la enseñanza académica con la formación cortesana. En sus aulas coincidió con jóvenes que, como él, serían protagonistas del reformismo ilustrado en España.

El paso por el Seminario de Nobles reforzó su conocimiento de los clásicos grecolatinos y perfeccionó sus habilidades sociales, fundamentales para moverse en los círculos aristocráticos de la capital. También le permitió estrechar lazos con futuras figuras relevantes del ámbito político y cultural, lo que más adelante favorecería su inserción en las tertulias literarias madrileñas.

Durante estos años, Cadalso se consolidó como un joven culto, instruido en las letras y en las costumbres refinadas, con un espíritu crítico que lo alejaba de la frivolidad cortesana. A diferencia de otros jóvenes de su generación, que se limitaban a reproducir los modelos sociales imperantes, Cadalso comenzaba a vislumbrar la necesidad de un cambio profundo en las estructuras de la sociedad española, anclada todavía en prácticas anacrónicas frente al dinamismo europeo.

1.4 Segundo Viaje por Europa y Primeras Inquietudes Políticas

En 1760, Cadalso emprendió un segundo viaje por Europa, motivado en parte por el deseo de ampliar sus estudios en materias como Derecho y Política. Este viaje coincidió con un momento crucial de su vida: la muerte de su padre en Copenhague en 1761, un acontecimiento que lo dejó huérfano y propietario de una considerable herencia. Libre de ataduras familiares y con recursos económicos, José se convirtió en un joven independiente, dueño de su destino, aunque también más vulnerable a los vaivenes de su espíritu inquieto.

El contacto con las principales capitales europeas en esta segunda etapa consolidó su admiración por los ideales ilustrados. Presenció el auge de las academias científicas, el debate sobre las reformas sociales y la expansión de la filosofía racionalista. En este ambiente, Cadalso comenzó a concebir la literatura no solo como un ejercicio estético, sino como un instrumento para la crítica social y la mejora moral de la nación. Esta concepción se manifestaría más tarde en obras como Cartas Marruecas, donde la sátira y el análisis se combinan con el propósito pedagógico.

1.5 El Germen del Hombre Ilustrado

Al concluir este periodo formativo, Cadalso poseía una combinación excepcional de atributos: sólida instrucción clásica, dominio de lenguas modernas, conocimiento de las costumbres europeas y una mirada crítica hacia la realidad española. Todo ello configuraba la personalidad de un auténtico hombre ilustrado, dotado de sensibilidad literaria y conciencia social. No obstante, esta misma amplitud de miras lo convertiría en una figura incómoda para los sectores más conservadores, que veían en su espíritu cosmopolita y liberal una amenaza al orden tradicional.

Así, al retornar definitivamente a España, José Cadalso se hallaba preparado para emprender una doble trayectoria: la militar, que le proporcionaría estabilidad y prestigio, y la literaria, que lo consagraría como uno de los autores más singulares del siglo XVIII español. Ambas facetas se entrelazarían en una vida breve, intensa y marcada por la contradicción entre el ideal y la realidad, entre el deber castrense y la libertad creativa.

Inicios en la Vida Militar y Literaria

2.1 Carrera Militar: De Cadete a Coronel

Tras su regreso a España en 1762, y tras la muerte de su padre en Copenhague, José Cadalso ingresó al Ejército como cadete en el Regimiento de Caballería de Borbón, en plena guerra contra Portugal. La elección de la vida militar no fue casual, sino parte de un camino trazado por la familia, que veía en el servicio a la corona una vía para alcanzar un estatus social consolidado. A los 23 años, su carrera comenzó a despegar rápidamente: no solo mostró gran aptitud en el ámbito castrense, sino que sus habilidades intelectuales también fueron reconocidas por sus superiores.

La relación con su superior, el conde de Aranda, sería decisiva para su futura carrera. Cadalso fue asignado como agregado al Estado Mayor, lo que le permitió hacer un aprendizaje intensivo de las estrategias y políticas militares de la época. En 1764, fue ascendido al rango de capitán, un logro que consolidaba su posición dentro del ejército español, a la vez que le otorgaba la libertad de continuar con su carrera literaria.

En paralelo a su trabajo en el ejército, Cadalso recibió el reconocimiento social que buscaba al ser armado caballero de la Orden de Santiago en 1766, después de que se probara su hidalguía. Este prestigioso honor fue un paso clave para ingresar de lleno en las esferas más altas de la nobleza y la corte española, abriéndole puertas en el mundo de la alta sociedad madrileña y en los círculos ilustrados que promovían la reforma de la cultura española.

No obstante, la vida militar de Cadalso estuvo marcada por una constante tensión entre su obligación castrense y su vocación literaria. Si bien el ejército le proporcionaba una carrera segura y el acceso a los círculos aristocráticos, el ambiente riguroso y conservador no coincidía con su deseo de cambiar las estructuras sociales y culturales de la época. A lo largo de los años, la figura del militar ilustre, comprometido con las ideas de la Ilustración, resultaba cada vez más desconcertante para los sectores conservadores y más liberales de la sociedad española, quienes miraban con escepticismo a aquellos que intentaban combinar estos mundos aparentemente opuestos.

2.2 Los Primeros Pasos en la Literatura: Poesía y Teatro

En paralelo a su carrera militar, José Cadalso comenzó a forjar su trayectoria literaria. Desde joven, mostró una inclinación por la poesía, la traducción y el teatro, géneros que dominaría con gran destreza a lo largo de su vida. Una de sus primeras incursiones literarias de relevancia fue la traducción de la tragedia Zaira de Voltaire, que tituló Combates de amor y ley. En esta obra, Cadalso mostró su admiración por los modelos teatrales europeos, particularmente por las nuevas corrientes neoclásicas que se imponían en el teatro francés.

En el prólogo de su traducción, Cadalso dejó claro su apoyo a la reforma teatral en España, abogando por una renovación que permitiera al teatro adaptarse a los nuevos valores que promovía la Ilustración. Se mostró crítico con el teatro barroco de su época, que, según él, carecía de las cualidades necesarias para reflejar los ideales de racionalidad y moralidad de la Ilustración. Su postura favorables hacia la estética neoclásica y la libertad literaria marcarían su trabajo posterior en este ámbito, y la necesidad de revitalizar el teatro en España fue una de las banderas que llevaría durante toda su carrera.

Sin embargo, la crítica al teatro español no fue su única contribución a la literatura española. En sus primeros años, Cadalso también mostró una marcada habilidad para la poesía. En 1773, publicó su colección de poemas titulada Ocios de mi juventud, que contenía cincuenta y cuatro composiciones en las que exploraba temas como el amor, la naturaleza y la adversidad de la vida. Los poemas, cargados de un tono melancólico y reflexivo, revelaban una profunda influencia de la poesía clásica, especialmente de autores como Horacio y Ovidio, así como la tradición española del Siglo de Oro, con una clara presencia de figuras como Quevedo y Garcilaso de la Vega.

Entre las composiciones más personales del volumen destacan aquellas dedicadas a su amada Filis, un seudónimo bajo el cual Cadalso ocultaba a María Ignacia Ibáñez, una actriz con la que mantuvo una intensa relación afectiva. El tono de estas poesías refleja una profunda admiración por ella, pero también la tristeza y la melancolía derivadas de su pérdida prematura en 1771. La muerte de María Ignacia marcó un hito en la vida de Cadalso y afectó profundamente su producción literaria en los años siguientes, desencadenando la creación de algunos de sus textos más sombríos, como las Noches lúgubres.

2.3 La Producción Teatral: El Sueño de una Reforma

A pesar de que su obra teatral no tuvo en vida el impacto que se esperaba, las tragedias que José Cadalso escribió durante sus primeros años como militar y literato reflejan sus esfuerzos por modernizar el teatro español. En 1771, se representó su obra Sancho García, conde de Castilla, una tragedia de corte neoclásico que fue exhibida en el teatro de la Cruz de Madrid, bajo el seudónimo de Juan del Valle. La obra, aunque bien recibida en su primera puesta en escena, no logró calar profundamente en el público ni en la crítica. Sin embargo, la representación de María Ignacia Ibáñez, su amada, en el papel de la condesa, dotó a la obra de un atractivo especial.

Durante este período, Cadalso también escribió una obra que más tarde quedaría inédita: Solaya o los circasianos, una tragedia que criticaba las restricciones sociales impuestas al amor y las convenciones de la época. Sin embargo, la censura no permitió que la obra fuera representada, y hasta 1982 no se publicó. Solaya ilustraba perfectamente el compromiso de Cadalso con la reforma del teatro en España, siguiendo los preceptos del neoclasicismo, que defendían la moralidad, el orden y la claridad como valores esenciales en el arte dramático.

La censura y las dificultades para estrenar sus obras fueron elementos recurrentes en la vida de Cadalso, quien, a pesar de las adversidades, siguió defendiendo la importancia de un teatro reformado, más adecuado a los tiempos modernos, en contraposición al teatro barroco de su tiempo, que consideraba excesivamente decorado y falto de rigor moral y estético.

La Sociedad Madrileña y la Muerte de María Ignacia Ibáñez

3.1 La Vida Literaria en Madrid y el Encuentro con María Ignacia Ibáñez

A finales de 1770, José Cadalso regresó a Madrid, donde retomar su vida literaria fue una de sus prioridades. En la capital, se insertó con facilidad en los círculos intelectuales y las tertulias literarias que eran el punto de encuentro de los grandes pensadores, poetas y escritores de la época. Entre ellos se encontraban figuras prominentes como Nicolás Fernández de Moratín, Tomás de Iriarte, Ignacio López de Ayala, y Meléndez Valdés, con quienes compartió muchas de sus inquietudes y de su visión de la Ilustración. Madrid, en ese momento, era un hervidero de ideas, y Cadalso aprovechó al máximo su presencia en estas tertulias, pues le ofrecían la oportunidad de intercambiar ideas con intelectuales de diversas disciplinas, mientras se reafirmaba en su compromiso con la reforma social y cultural de España.

Uno de los encuentros más determinantes en la vida de Cadalso fue el que tuvo con María Ignacia Ibáñez, una actriz de renombre y figura central en las representaciones teatrales de la época. La relación que mantuvo con ella tuvo una notable influencia en su obra, ya que María Ignacia fue su fuente de inspiración para muchas de sus poesías, especialmente las dedicadas al amor y a la tragedia de la vida. Filis, como Cadalso la llamó en sus escritos, fue una figura clave para entender la sensibilidad de sus obras más melancólicas. Su figura, llena de vida y pasión, contrastaba con la tragedia que se cernía sobre su relación, una tragedia que, como veremos, marcaría a Cadalso de manera irreversible.

La relación con María Ignacia Ibáñez culminó en un profundo dolor para el autor, cuando la actriz falleció repentinamente en 1771. Este hecho desencadenó un proceso de duelo que se reflejó en la producción literaria de Cadalso, quien comenzó a escribir con una intensidad emocional que le permitió ahondar en sus propios sentimientos y en los de la sociedad que lo rodeaba. Las pérdidas personales, especialmente la de su amada Filis, alimentaron en él una sensibilidad romántica que no se había manifestado con tal fuerza hasta entonces.

3.2 La Tragedia de Sancho García y el Viaje a Zaragoza

El impacto de la muerte de María Ignacia fue tan profundo que motivó a Cadalso a escribir una de sus obras más representativas de este periodo, la tragedia Sancho García, conde de Castilla, estrenada en el Teatro de la Cruz de Madrid en 1771. En esta obra, como en otras de su producción, se puede percibir la influencia de los grandes dramaturgos de la época, como Voltaire y Racine, en su forma de abordar los conflictos entre las pasiones humanas y los deberes sociales.

La tragedia aborda los dilemas morales y sociales, y el enfrentamiento entre el amor filial y el poder político, con un toque de tragicidad que anticipa las características de las futuras obras románticas, aunque aún no alcanzan la profundidad emocional de los autores del romanticismo. El estilo de Cadalso en esta obra también muestra un enfoque neoclásico en el sentido de respetar la unidad de tiempo, lugar y acción, pero la tensión emocional y los temas universales que trata la obra ya insinúan la futura evolución de su estilo hacia una forma más romántica y subjetiva.

En ese mismo año, Cadalso fue desterrado a Zaragoza, un exilio temporal que le permitió reflexionar profundamente sobre su lugar en la sociedad y sobre su visión crítica del país. Este destierro, aunque doloroso, fue un periodo de maduración literaria para el autor. En su aislamiento en Zaragoza, encontró un tiempo precioso para revisar sus obras previas, reflexionar sobre la vida y dar forma a algunos de sus textos más representativos, como Ocios de mi juventud y Epístola dedicada a Hortelio, que serían publicados en 1773. En estas obras, se nota un tono de soledad y adversidad que refleja el estado emocional de un autor que ya se cuestionaba las estructuras sociales y culturales de su tiempo.

Durante su estancia en Zaragoza, Cadalso se sumió en la reflexión sobre las desigualdades de la sociedad española. La ilustración que había experimentado en Europa durante su juventud se había topado con la rigidez y tradicionalismo de España, y su frustración con este contraste le llevó a desarrollar una visión crítica y a denunciar públicamente las imperfecciones de la sociedad española. Fue este distanciamiento temporal de la corte lo que alimentó su necesidad de escribir sobre el individuo, la sociedad y la naturaleza de la soledad humana.

3.3 Las Noches Lúgubres: Un Lamento Filosófico

En 1772, Cadalso regresó a la corte, pero su relación con la sociedad madrileña se había vuelto aún más compleja. La muerte de María Ignacia Ibáñez lo había dejado sumido en una profunda tristeza, lo que se reflejó en la creación de una de sus obras más célebres y desgarradoras: Las Noches lúgubres. Esta obra, escrita probablemente entre 1772 y 1773, contiene los elementos de una narrativa filosófica sobre la muerte, el dolor y el más allá, características que anticipan la estética romántica. En ella, Cadalso experimenta el lamento por la muerte de su amada con una intensidad emocional pocas veces vista en la literatura española de su tiempo.

Las Noches lúgubres es una **narrativa de corte sepulcral, influenciada por el género literario de la necrofilia y el interés por lo macabro, tendencias que comenzaban a calar en la literatura europea del momento. Es un texto escrito en forma de monólogos y diálogos con tintes filosóficos, que tratan de desentrañar el dolor y el sufrimiento ante la muerte. La obra fue un reflejo de la angustia existencial que vivió el propio Cadalso, especialmente a raíz de la muerte de Filis, y de su visión crítica sobre las dificultades de la vida.

Las Noches lúgubres influyó en muchos escritores románticos posteriores, que vieron en ella una forma primitiva del romanticismo español, por su tratamiento de la muerte y el dolor como parte inherente de la condición humana. A través de esta obra, Cadalso no solo mostró su sensibilidad personal, sino que también transmitió una crítica a la sociedad española de la época, atrapada en sus rituales vacíos, sus injusticias y sus restricciones sociales.

El Desencanto de la Vida Militar y la Visión Crítica de la Sociedad Española

4.1 Los Últimos Años de Carrera Militar: Crítica y Desilusión

A pesar de su éxito inicial en el ejército, con ascensos rápidos y una creciente influencia dentro de las jerarquías militares, los últimos años de carrera de José Cadalso estuvieron marcados por un creciente desencanto con la vida militar. A medida que avanzaba en su carrera y ganaba rangos más altos, especialmente después de ser designado coronel en 1782, se fue alejando de la vida castrense tradicional, que le resultaba cada vez más vacía y desilusionante. El servicio militar, que inicialmente había visto como una forma de cumplir con su deber social y personal, comenzó a chocar con su visión crítica de la sociedad.

En sus cartas y escritos de esta época, Cadalso expresaba su frustración con el sistema militar español, que veía como obsoleto y demasiado anclado en tradiciones que impedían el progreso. La vida castrense estaba dominada por la burocracia, el clientelismo y la falta de innovación, aspectos que chocaban frontalmente con los ideales ilustrados de racionalidad, progreso y eficiencia que él había adoptado durante su estancia en Europa. En lugar de encontrar en el ejército una vía para poner en práctica sus ideas de reforma social, lo que Cadalso experimentaba era una constante sensación de desilusión por un sistema que no reflejaba sus aspiraciones de cambio.

Esta visión crítica de la sociedad española también se extendía a la nobleza y a la alta jerarquía militar, que Cadalso veía como ineficientes y corruptas. En sus escritos, se puede observar una creciente animosidad hacia aquellos que usaban el poder para mantener el status quo en lugar de promover reformas significativas que beneficiaran al pueblo. Esta actitud lo hacía una figura incómoda tanto para los círculos conservadores como para aquellos que, dentro de las esferas ilustradas, veían sus propuestas como demasiado radicales.

Al mismo tiempo, esta desilusión personal y profesional se reflejaba en una sensación de aislamiento cada vez más marcada. Si bien Cadalso continuaba siendo reconocido como una figura importante dentro de los círculos literarios e intelectuales de la época, su crítica mordaz a las estructuras de poder y su desencanto con la vida militar lo alejaban de los centros de poder y le dificultaban encontrar aliados entre las figuras más conservadoras que dominaban la corte española.

4.2 La Prosa Crítica de Cadalso: Cartas Marruecas y el Análisis Social

En paralelo a su frustración con la vida militar, José Cadalso continuó con su carrera literaria, cada vez más volcada hacia la crítica social y política de la España de su tiempo. Su obra más significativa de esta etapa fue, sin duda, Cartas Marruecas (1789), que se convirtió en un referente de la literatura ilustrada española y una de las piezas más representativas de su legado intelectual.

Escritas en forma de novela epistolar, las Cartas Marruecas son una reflexión profunda sobre la sociedad española y sus deficiencias. En ella, Cadalso utiliza el formato de cartas intercambiadas entre tres personajes ficticios: Gazel, un joven marroquí que ha quedado en España después de un viaje diplomático; Ben-Beley, su maestro, un filósofo anciano y sabio; y Nuño Núñez, un español con un enfoque crítico hacia su propio país. A través de sus cartas, los tres personajes expresan sus opiniones sobre la sociedad española, abordando temas como la corrupción administrativa, la falta de educación, la inutilidad de la clase noble, y los problemas que aquejaban a la economía y las instituciones del país.

En particular, Gazel, el joven marroquí, ofrece una mirada externa sobre España, lo que le permite al autor realizar un análisis sin la presión de las convenciones sociales españolas. Esta distancia cultural le otorga una visión más objetiva y precisa sobre los problemas estructurales del país. Por otro lado, las cartas de Ben-Beley y Nuño Núñez presentan una crítica más filosófica y moral sobre el estado de la nación.

Las Cartas Marruecas son una pieza de sátira social que no solo pone de manifiesto las debilidades estructurales del país, sino que también ofrece una crítica filosófica y ética al carácter nacional. En esta obra, Cadalso aborda temas universales que aún resuenan hoy en día, como la falta de innovación, el atraso científico, el abandono de la agricultura y la desigualdad social. Lo que hace única a esta obra es que no solo critica a la sociedad española, sino que también reflexiona sobre la necesidad de cambio, proponiendo una transformación radical en la forma en que España se organizaba tanto política como socialmente.

Al escribir las Cartas Marruecas, Cadalso ya se había desilusionado completamente con las instituciones de poder españolas, y su crítica se intensificó. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por influir en el cambio social, la censura se cernió sobre él, y su obra no fue publicada inmediatamente. La censura política de la época limitaba la circulación de ideas que cuestionaran el orden establecido, lo que explica por qué la obra se publicó póstumamente.

4.3 Reflexión Filosófica: El Romanticismo y la Muerte de Cadalso

Al final de su vida, el desencanto de Cadalso con la sociedad española alcanzó su punto máximo. Su incapacidad para ver una transformación real dentro de la estructura social y su aislamiento progresivo de los círculos de poder lo llevaron a una posición de profunda reflexión filosófica. Durante estos últimos años, su visión del mundo se impregnó de un sentido de tragedia y desesperanza, que se reflejó en su obra Noches lúgubres y en sus escritos más personales.

En 1782, Cadalso fue asignado al sitio de Gibraltar, donde, como coronel, participó en la lucha militar. Fue en este contexto bélico donde su vida se truncó prematuramente. El 26 de febrero de 1782, mientras se encontraba en el sitio de Gibraltar, una granada alcanzó al escritor, causando su muerte a los 40 años. Su vida, aunque corta, fue intensa, marcada por su afán de reformar y transformar la sociedad española, y por su lucha por cambiar las estructuras de poder que él consideraba obsoletas y corruptas.

A pesar de su muerte prematura, José Cadalso dejó un legado literario que ha perdurado hasta nuestros días. Su obra, que abarca géneros tan diversos como la poesía, el teatro, la prosa y la crítica social, se caracteriza por su profundidad filosófica, su sensibilidad romántica y su visión crítica de la sociedad. Aunque su trabajo no fue plenamente reconocido en su época, hoy se le considera una figura clave en la literatura española y uno de los primeros precursores del romanticismo en el país.

Legado y Reconocimiento Post Mortem

5.1 Un Hombre de Ideas Avanzadas y la Larga Sombra de su Muerte

La muerte prematura de José Cadalso, ocurrida en 1782, dejó un vacío tanto en el ámbito literario como en el militar, ya que su vida prometía una evolución hacia nuevas formas de pensamiento y creación. Con tan solo 40 años, su fallecimiento truncó una carrera que aún podía haber ofrecido más aportes al movimiento ilustrado y a la crítica de la sociedad española del momento. Sin embargo, su legado, tanto en sus obras como en su visión de la sociedad y el arte, perduró, y su figura fue reinterpretada en diferentes momentos de la historia literaria de España.

A pesar de que Cadalso no fue completamente apreciado en su tiempo debido a la censura y a su relación con la militarización de la sociedad española, los valores que defendió —el progreso, la racionalidad, la tolerancia y la libertad de expresión— encontraron su lugar en las futuras generaciones literarias. El romanticismo español, que tuvo su auge en el siglo XIX, adoptó muchas de sus características, especialmente su tratamiento de la muerte, el dolor y la reflexión existencial.

De hecho, algunas de sus obras más introspectivas y neoclásicas, como Las Noches lúgubres, fueron las que más tarde fueron reconocidas por los románticos. Aunque el autor no podría haberse considerado completamente un romántico, pues su obra seguía profundamente influenciada por los principios ilustrados, su tratamiento del dolor humano y la angustia existencial lo hizo muy cercano a los autores que promovían una nueva sensibilidad en Europa.

5.2 La Valoración de sus Obras en el Siglo XIX: La Revalorización del Romanticismo

En el siglo XIX, cuando el romanticismo comenzó a predominar, las obras de Cadalso fueron reevaluadas bajo una nueva luz. Autores como Mariano José de Larra, Gustavo Adolfo Bécquer y José de Espronceda encontraron en las obras de Cadalso una fuente de inspiración. Su reflexión sobre la muerte, su sensibilidad ante el sufrimiento humano y sus críticas a las estructuras de poder, aunque alejadas de la óptica romántica en su forma, calaron en una nueva generación de escritores que, al igual que él, se rebelaban contra la rigidez y las limitaciones del siglo XVIII.

En particular, el tratamiento sepulcral y melancólico de la muerte en Las Noches lúgubres tuvo una influencia evidente en la literatura romántica posterior, sobre todo en autores como Bécquer. La melancolía y la visión sombría de la vida en sus escritos encontraron en los románticos un campo fértil para desarrollar sus propios temas, como el dolor, la desesperanza y el desarraigo. La atmósfera de la obra de Cadalso también fue imitada por muchos escritores que querían explorar el mundo de los sentimientos humanos profundos y de las tensiones existenciales.

El impacto de Las Cartas Marruecas, por otro lado, ha sido reconocido como una de las primeras grandes novelas epistolares de la literatura española. A través de esta obra, Cadalso ofrece una profunda crítica social y una mirada desde el extranjero sobre la sociedad española de la época. Este tipo de sátira se convirtió en un modelo literario que influiría en escritores posteriores que trabajaron con formas narrativas similares. En este sentido, Cadalso anticipó la crítica costumbrista y el giro hacia la reflexión sobre la identidad nacional, temas que serían abordados por Larra y otros autores del siglo XIX, quienes también utilizaron la sátira para examinar las fallas de la sociedad española.

Aunque su muerte temprana lo hizo un personaje incómodo para muchos durante su vida, Cadalso fue reivindicado en el siglo XIX y, sobre todo, en el siglo XX, cuando se le comenzó a ver no solo como un poeta y dramaturgo, sino también como un pensador fundamental de la ilustración española. Su crítica a las costumbres y la estructura social de su tiempo fue recogida por los historiadores y críticos literarios que lo ubicaron como un precursor no solo del romanticismo, sino también de los movimientos de reforma que se gestaron en el siglo XIX en España.

5.3 La Actual Revalorización de su Obra: Un Figura Clave en la Ilustración Española

Hoy en día, José Cadalso es considerado uno de los autores más importantes de la Ilustración española, y su legado se mantiene vivo tanto en la literatura como en los estudios sociales y culturales. En la actualidad, su figura se valora no solo por su obra literaria, sino también por su visión crítica de las estructuras sociales, su búsqueda de reformas y su intento de modernizar una sociedad estancada en viejas tradiciones. Las nuevas generaciones de estudiosos y lectores encuentran en Cadalso una figura inspiradora que supo combinar la literatura con la reflexión filosófica.

La crítica contemporánea ha destacado su capacidad para fusionar géneros literarios, como la prosa satírica, la tragedia neoclásica y la novela epistolar, lo que hizo de su obra un referente para generaciones posteriores. La sátira de Cadalso hacia la nobleza y la corte, su visión de la sociedad española como ineficiente y corrupta, y su mirada crítica sobre la cultura, continúan siendo temas vigentes en los estudios literarios.

En el ámbito académico, su obra se analiza no solo en función de su valor literario, sino también como una fuente histórica crucial para entender el pensamiento ilustrado de la España del siglo XVIII. De hecho, Cadalso fue clave en el desarrollo del ensayo social y político en España, tomando la literatura como un medio para la crítica social y para la reflexión profunda sobre la vida y el propósito humano.

5.4 La Figura de Cadalso en la Cultura Popular: Su Influencia Posterior

Más allá del campo estrictamente literario, la figura de José Cadalso también ha permeado otras áreas de la cultura española. En varias ocasiones, su figura ha sido evocada en el cine y la televisión, especialmente en producciones que tratan sobre la historia de la Ilustración y el siglo XVIII en España. Su vida y obra siguen siendo un punto de referencia para quienes buscan entender los conflictos de su época y la lucha por la libertad intelectual.

Así, José Cadalso ha logrado mantenerse como una figura clave en la cultura española, cuyo pensamiento y legado trascienden la época en que vivió. Su obra sigue siendo leída y estudiada por nuevas generaciones, que encuentran en él un pensador progresista que luchó por una sociedad mejor, aun cuando no alcanzó a ver sus ideales cumplidos.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "José Cadalso y Vázquez (1741–1782): Militar Ilustrado y Precursor del Romanticismo Español". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/cadalso-y-vazquez-jose [consulta: 16 de octubre de 2025].