Maria del Mar Bonet (1947–VVVV): Voz Mediterránea de la Nova Cançó Catalana

Orígenes y primeros pasos musicales

Infancia en Palma de Mallorca y primeros contactos con la música

Maria del Mar Bonet, nacida el 27 de abril de 1947 en Palma de Mallorca, creció en un entorno marcado por la riqueza cultural y folclórica de las Islas Baleares. Desde temprana edad mostró una inclinación natural por la música. Su primer contacto serio con el canto se dio a través de su participación en una coral infantil dirigida por Llorenç Galmés, quien más adelante jugaría un papel importante en su debut discográfico. Sin embargo, durante su juventud, Bonet también sintió una fuerte atracción por otras formas de expresión artística, particularmente por las artes plásticas y el estudio de la cultura popular mallorquina.

Influencias familiares y formación artística en Barcelona

La influencia artística de su entorno familiar también fue determinante: su hermano, Joan Ramon Bonet, formaba parte del colectivo Els Setze Jutges, núcleo fundamental del renacimiento de la canción en catalán. En 1967, Maria del Mar se trasladó a Barcelona con el objetivo inicial de estudiar cerámica, pero la efervescencia cultural de la ciudad y la cercanía con figuras de la Nova Cançó, como Lluís Llach y Raimon, reactivaron su vocación musical. El contexto era propicio: la Nova Cançó surgía como un movimiento artístico y político que buscaba recuperar el uso del catalán y las formas populares como instrumentos de resistencia durante la dictadura franquista.

Ascenso en la Nova Cançó

Ingreso a Els Setze Jutges y primeros lanzamientos discográficos

El ingreso de Maria del Mar Bonet a Els Setze Jutges marcó el inicio de su carrera profesional. Este colectivo, fundado en 1961, ya se había consolidado como un espacio de referencia para la canción de autor catalana. Su primer sencillo, «Cançons de Menorca» (1967), armonizado por Galmés, ofrecía una muestra clara de su intención estética: rescatar y reinterpretar el folclore balear con una sensibilidad moderna y una voz de gran pureza técnica. Sin embargo, sería su segundo sencillo, «Què volen aquesta gent?», el que la catapultaría a la notoriedad. Esta canción, con un fuerte contenido político y social, narraba la historia de un joven estudiante muerto en una redada policial, convirtiéndose en símbolo de denuncia contra la represión del régimen franquista.

Consolidación como figura destacada del movimiento

Con una voz profundamente expresiva y una capacidad para comunicar emociones sutiles, Maria del Mar Bonet se consolidó rápidamente como una de las figuras esenciales de la Nova Cançó. Su primer álbum fue editado por el sello Concentric, y poco después lanzó un single en colaboración con Toti Soler, guitarrista del grupo Pic-Nic, sobre un poema de Palau i Fabre: «Jo em donaria a qui em volgués». Esta colaboración no solo consolidó una fructífera relación artística con Soler, sino que también reveló su interés por integrar poesía y música popular en un solo discurso artístico.

Proyección nacional e internacional

Los años 70: discos clave y giras por Europa

En 1971, Maria del Mar Bonet publicó su segundo álbum homónimo, esta vez con el sello Bocaccio, donde incluyó la célebre versión de «L’Aguila Negra» de la cantante francesa Barbara. Este tema se convirtió en uno de sus mayores éxitos y le permitió sus primeras apariciones televisivas, aunque la censura franquista limitó en varias ocasiones la difusión de su obra. Su siguiente álbum, nuevamente titulado «Maria del Mar Bonet» (1974), fue editado por Ariola y destacaba no solo por su contenido musical sino también por su impactante portada, diseñada por el artista Joan Miró, considerada una de las joyas del diseño gráfico discográfico en España.

Durante la segunda mitad de los años 70, Bonet mantuvo una impresionante regularidad creativa con discos como «A L’Olympia» (1975), grabado en París, «Cançons de Festa» (1976) y el aclamado «Alenar» (1977). En este último, ya se percibía una maduración clara en su estilo, una búsqueda estética que privilegiaba los sonidos mediterráneos sobre los moldes más tradicionales de la canción protesta. La influencia de culturas musicales del norte de África, Grecia y el Medio Oriente comenzaba a hacerse notar en su repertorio, anticipando una evolución artística que marcaría su trayectoria futura.

Reconocimiento crítico y censura durante el franquismo

A pesar de las limitaciones impuestas por el contexto político de la España franquista, Maria del Mar Bonet logró consolidar una proyección internacional notable. Su presencia en escenarios como el Olympia de París, sus giras por Italia y Grecia, y su participación en festivales de prestigio la colocaron en una posición singular dentro del panorama musical europeo. No obstante, su compromiso con la lengua catalana y los contenidos de sus canciones mantuvieron su figura bajo la vigilancia constante de los organismos de censura del régimen. Este entorno adverso, sin embargo, no minó su creatividad: por el contrario, fortaleció su compromiso con la autenticidad artística y la defensa de la cultura propia.

La década de los 70 se cerró con una colaboración significativa junto al cantautor Quico Pi de la Serra en el álbum «Quico – Maria del Mar» (1979), donde destaca la canción «Jim», un sentido homenaje a la cantante estadounidense Billie Holiday, otra figura emblemática de la música con conciencia social. En ese mismo año publicó también «Saba de Terrer», obra que consolidaba su transición hacia un estilo más introspectivo, profundo y universal.

Exploración del Mediterráneo y madurez artística

Evolución estilística y colaboraciones multiculturales

Durante los años 80 y 90, Maria del Mar Bonet profundizó en una búsqueda estética centrada en las músicas tradicionales del Mediterráneo, explorando su diversidad y riqueza cultural con una sensibilidad que unía erudición y emoción. En 1981, publicó dos álbumes emblemáticos: «Jardí tancat» y «Sempre», que reflejaban un enfoque más lírico e intimista. Pero fue en 1982 cuando realizó uno de sus experimentos más ambiciosos, el disco «Cançons de la nostra Mediterrània» en colaboración con el grupo valenciano Al Tall, en el que se proponía una reinterpretación de las músicas tradicionales de las diversas nacionalidades mediterráneas, con resultados conmovedores.

Ese mismo año lanzó «Breviari d’amor», un trabajo en su línea más clásica, que convivió con su creciente fama en el extranjero. Este reconocimiento se consolidó en 1984, cuando la prestigiosa Academia Charles Cros de Francia le otorgó el Gran Premio Internacional de la Canción, y la Generalitat de Catalunya le concedió la Creu de Sant Jordi, uno de los máximos galardones culturales de Cataluña.

Con cada nuevo disco, Bonet parecía reinventarse sin perder la coherencia artística que la caracterizaba. En 1985 apareció «Anells d’aigua», un hito en su discografía, grabado en Mallorca y compuesto por canciones que recogían la esencia sonora del Mediterráneo oriental. Le siguió «Gavines i dragons» (1987), que prosiguió en esa línea. Pero en «Ben a prop» (1989), una colaboración con el pianista Manel Camp, se adentró en el terreno del jazz, demostrando una versatilidad admirable y un oído privilegiado para los matices melódicos.

Aunque versiones como la catalana de «As tears go by» de los Rolling Stones sorprendieron a su audiencia, el disco incluía también el rescate de «Jim» y de «Epigrama», un tema de Toti Soler que sintetizaba la delicadeza instrumental con la fuerza expresiva de su voz. Estas obras confirmaban que Bonet no se limitaba a recrear tradiciones: las transformaba desde una perspectiva contemporánea y profundamente personal.

Premios y distinciones: del Charles Cros a la Creu de Sant Jordi

El compromiso de Maria del Mar Bonet con la música como forma de memoria cultural y resistencia artística no solo se reflejó en su repertorio, sino también en los reconocimientos internacionales que continuó cosechando. A lo largo de las décadas, fue celebrada tanto por su fidelidad a las raíces como por su capacidad de establecer puentes sonoros entre orillas distintas del mismo mar. El doble vinilo «Bon viatge faci la cadernera» (1990), con textos del escritor mallorquín Gabriel Janer Manila, marcó un retorno consciente a la “mediterraneidad”.

Un año después publicó «El.las», un homenaje completo al compositor griego Mikis Theodorakis, símbolo de la lucha cultural contra la represión en Grecia. Este proyecto revelaba las profundas conexiones ideológicas y estéticas que Bonet encontraba entre diferentes culturas mediterráneas. Entre ambos álbumes vio la luz «Coreografies», compuesto por temas utilizados por el coreógrafo Nacho Duato en sus espectáculos más célebres: Jardí tancat, Cor perdut y Arenal.

Reinventarse en la madurez

La etapa de los años 90: conciertos emblemáticos y nuevas fusiones

En 1995, Bonet retomó el tema del agua como metáfora con el álbum «Salmaia», cuyo título hace referencia a la mezcla de agua dulce y salada. La obra reflejaba su constante interés por el simbolismo natural como forma de expresión musical. La presentación del álbum en el Palau Sant Jordi de Barcelona, el 23 de abril de 1997, fue un hito sin precedentes: un concierto de tres horas que repasó su carrera mediante 24 canciones, con la participación de artistas como Lluís Llach, Joan Manuel Serrat, Martirio, Paco Cepero, Nena Venetsanou, Joan Ramon Bonet, Lautaro Rosas y el Ensemble de Musique Traditionelle de Túnez. El evento fue grabado y editado como «El cor del temps», testimonio sonoro de una carrera monumental.

Tras esta apoteosis, se permitió un periodo de descanso en Galicia, del cual emergió con «Cavall de foc» (1998), un trabajo de interpretación acústica centrado en temas tradicionales universales, entre ellos el icónico «El cant dels ocells» de Pau Casals. Este álbum destacaba por su sobriedad y por una interpretación vocal que alcanzaba una expresividad minimalista y refinada.

Raixa, Collita pròpia y el legado musical en el siglo XXI

En 2001, Maria del Mar Bonet celebró sus 25 años consecutivos de actuaciones en la Plaza del Rei de Barcelona con un concierto memorable. Poco después presentó el álbum «Raixa», en el que revisitaba su propio legado con versiones renovadas. La obra fue galardonada en los Premios de la Música como mejor álbum folk y mejor álbum en catalán, confirmando la vigencia de su propuesta musical. Dos años más tarde, en 2003, lanzó la antología «Collita pròpia», una recopilación de sus temas más íntimos, cuidadosamente seleccionados y remasterizados.

En 2004, dio un nuevo giro a su carrera con «Amic, amat», un álbum en el que fusionaba su voz con instrumentación inspirada en la música siria, ampliando aún más su geografía musical. Le siguió «Terra secreta» (2007), concebido como un homenaje a los compañeros de la Nova Cançó, y su colaboración con el cantaor Miguel Poveda en el espectáculo «Els treballs i els dies», que supuso un puente fascinante entre el flamenco y la canción catalana.

Una voz imperecedera en la música catalana

Reconocimientos recientes y homenajes

A lo largo de su trayectoria, Maria del Mar Bonet ha sido objeto de numerosos homenajes y distinciones, tanto dentro como fuera de Cataluña. En 2007, recibió la Medalla de Honor del Parlamento de Cataluña por su contribución a la cultura catalana a lo largo de varias décadas, en particular durante su etapa en Els Setze Jutges, donde se gestó no solo su carrera, sino una revolución cultural.

En la década de 2010, continuó su actividad con la edición de «Bellver» (2010) y «Blaus de l’ànima» (2011), este último junto a Manel Camp, con quien volvió a explorar una estética cercana al jazz y la improvisación. Estas colaboraciones evidencian su capacidad para renovarse, incluso tras más de 40 años de carrera.

Impacto cultural y permanencia de su obra

Maria del Mar Bonet es, sin lugar a dudas, una figura indispensable en la historia de la música catalana y mediterránea. Su obra, anclada en el amor por las raíces pero abierta a la evolución constante, ha sabido dialogar con tradiciones múltiples sin perder identidad. Ha transformado el folclore en arte contemporáneo, ha dado voz a los poetas y ha hecho de la lengua catalana un vehículo para la emoción universal.

La permanencia de su música en los escenarios, su legado discográfico amplio y diverso, y su capacidad de conexión intergeneracional, aseguran que su voz seguirá resonando, como las olas del mar que la vio nacer, en la memoria musical de España y del mundo mediterráneo.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Maria del Mar Bonet (1947–VVVV): Voz Mediterránea de la Nova Cançó Catalana". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/bonet-maria-del-mar [consulta: 27 de septiembre de 2025].