Williams, Clarence (1898-1964).


Pianista y compositor norteamericano de jazz nacido el 8 de octubre de 1898 en Plaquemine, pequeño arrabal de Nueva Orleans en el estado de Louisiana, y fallecido el 6 de noviembre de 1964 en Nueva York.

Mitad criollo y mitad indio Choctaw, era hijo de un contrabajista que abandonó los escenarios por la seguridad de la regencia de un hotel. Allí dio el hijo sus primeros pasos amenizando con el piano las veladas, a la vez que ejercía de contable del establecimiento. Cuando contaba doce años de edad, fue contratado como cantante en un coro de gospel, cuyo director era Billy Kersand, y realizó una exitosa gira por los estados del sur. Una vez de regreso en Nueva Orleans, abrió una lavandería, negocio próspero que le permitía recorrer los locales de vida alegre tocando con todo tipo de músicos locales. Fue allí, en los bares del famoso distrito rojo, donde compartió escenario con Sidney Bechet y Bunk Johnson, por entonces dos figuras prometedoras del jazz. Con el tiempo acabó regentando su propio cabaret.

Todo el tiempo disponible que sus negocios le permitían lo dedicaba al estudio y a la composición. En 1916 compuso su primer éxito, Brownskin, who you for?, cuyos derechos de autor (1.600 dólares, cifra récord para la época) le permitieron abrir su propia casa editora en Chicago, negocio tan lucrativo que en breve lapso de tiempo abrió otras dos en la misma ciudad.

Williams fue un pianista y compositor cuyos méritos probablemente no han sido debidamente reconocidos por varias razones. En primer lugar, siempre fue acompañante de las mejores figuras de la escena jazzística en su época, artistas de la talla del mentado Bechet o Louis Armstrong. Como compositor, muchos le reprocharon el haber registrado bajo su nombre canciones que no compuso, aunque este extremo es difícil demostrarlo. A su nombre figuran éxitos del estilo Nueva Orleans como Baby Won’t you please come home, Royal Garden Blues o Everybody loves my baby.

Fue Williams también un astuto agente, y por cierto nada modesto. Presumía de ser el primer autor que había registrado una canción en cuyo título se encontraba la palabra jazz, y en su tarjeta de visita se podía leer «Clarence Williams, el originador del jazz y el Boogie-Woogie«. Hacia 1920 Mammie Smith, poderosa cantante, grabó el histórico primer disco de blues cantado por una mujer de color, y el público quedó literalmente anonadado con aquella manera de cantar. Pronto se requirieron nuevas cantantes afroamericanas, ocasión que el avispado Williams no dejó de aprovechar: su siguiente empresa fue representante y agente de cantantes de blues. Un año más tarde contrajo matrimonio con una de ellas, Eva Taylor, quien tuvo bastante éxito cantando para las emisoras de radio. Juntos compusieron May we meet again, gran éxito que influyó significativamente en el estilo adoptado por las cantantes de blues en años venideros.

En 1923 se trasladó a Nueva York, convertido en agente de la que sería llamada «emperatriz del blues», Bessie Smith, a quien acompañó en su disco debut en febrero de ese año. Gulf Coast Blues no sólo era composición suya, sino que se lanzó en su propia compañía de discos. Convencida Smith de que su contrato era realmente con la compañía Columbia, en realidad había firmado un contrato que hacía de Williams su manager y le cedía la mitad de sus derechos. Tras un año de intenso trabajo, en el que realizaron decenas de grabaciones, Smith obligó a Williams a poner fin a su relación comercial.

A pesar de todo lo anteriormente dicho, una justa perspectiva de este artista no debe dejar de lado sus grandes cualidades. Como gerente de un cabaret, impulsó la carrera de los mejores artistas del momento, como Bechet o Armstrong, y apadrinó los primeros pasos de las mejores cantantes de blues. Como agente, supo contratar a las figuras más prometedoras, como Coleman Hawkins o King Oliver, y como editor influyó de forma más que notable en el estilo pianístico y la forma de composición de James P. Johnson o Fats Waller, quienes siempre le reconocieron sus méritos pianísticos.

Como músico, se granjeó una justa fama de perfeccionista y avispado. Si al realizar una grabación no quedaba satisfecho con el resultado, era frecuente en él que obligara a los músicos o a la cantante de turno a ir, ese mismo día, a los estudios de grabación de la competencia, en otra parte de la ciudad, para repetir la grabación, teniendo cuidado, por supuesto, de cambiar alguna nota de la melodía y registrar la canción bajo otro nombre y a los músicos bajo seudónimo.

Cuando se inició el declive del sonido Nueva Orleans, vendió su editora a la compañía Decca, y con los beneficios de la operación abrió una tienda de música en Harlem. Continuó componiendo y grabando, cada vez con menor frecuencia, hasta que abandonó definitivamente la música al quedarse ciego en un accidente, al ser atropellado por un taxi.

Bibliografía.

  • FORDHAM, J. The essential guide to Jazz on CD. Greenwich editions, London, 1993.

Enlace en Internet.

http://www.jass.com; Información sobre Jazz (inglés).