Théodore, Mademoiselle (1760-1796). La revolucionaria bailarina francesa que marcó la danza del siglo XVIII

Théodore, Mademoiselle, cuyo nombre original era Marie-Madeleine Crépé, fue una figura fundamental en la historia de la danza clásica francesa. Nació el 6 de octubre de 1760 en París y falleció el 9 de septiembre de 1796 en Audenge. Su legado en el mundo de la danza no solo es un testimonio de su destreza artística, sino también de su valentía ante las adversidades y la transformación que vivió el arte del ballet durante su tiempo. A través de su vida y obra, Théodore dejó una huella que resuena en la historia de la danza, con contribuciones que marcaron un antes y un después en el panorama artístico de su época.

Orígenes y contexto histórico

Théodore nació en el corazón de París, en un momento de efervescencia cultural. Francia, en el siglo XVIII, vivía un periodo de transición en muchos ámbitos: la política, con los movimientos previos a la Revolución Francesa, y el arte, con la evolución de las formas clásicas. El ballet de la época se encontraba en un proceso de cambio, y la figura de la mujer en el escenario comenzaba a ganar protagonismo, especialmente en un mundo dominado por bailarines masculinos.

Desde su juventud, Théodore mostró un talento excepcional para la danza, lo que la llevó a estudiar con Jean-Barthélémy Lany. Esta formación inicial la preparó para enfrentarse a los grandes desafíos artísticos de su tiempo. En 1777, debutó en el prestigioso l’Académie Royale de Musique de París con el ballet Myrtil et Lycoris, un hito en su carrera que marcó el inicio de su ascenso en el mundo de la danza francesa.

Logros y contribuciones

El talento de Théodore no pasó desapercibido. A lo largo de su carrera, participó en los estrenos de importantes ballets, que dejaron una profunda impresión en la escena artística. En 1779, fue parte del estreno de Mirza et Lindor, un ballet de Maximilien Gardel, quien sería uno de sus grandes colaboradores. Asimismo, en 1780, participó en el estreno de Andromaque, obra creada por Jean Dauberval, quien también sería una de las figuras clave en su carrera, tanto en lo profesional como en lo personal.

A lo largo de su carrera, Théodore demostró ser una figura capaz de adaptarse y brillar en los contextos más variados. En 1781, se unió a Jean-Georges Noverre en el King’s Theatre de Londres, un momento decisivo que marcó su carrera internacional. Durante su tiempo en Londres, estrenó ballets como Apollon et les Muses y Rinaldo and Armida (ambos de 1782), obras que consolidaron su reputación en la escena internacional.

Momentos clave

La vida de Théodore estuvo llena de momentos clave que no solo reflejan su destreza como bailarina, sino también su carácter indomable. En 1783, la bailarina desobedeció la orden de la reina María Antonieta, quien le había prohibido regresar a Francia debido a que había roto su contrato con l’Académie Royale de Musique. Este acto de rebeldía le valió una pena de encarcelamiento durante dieciocho días, un episodio que mostró su determinación y valentía, cualidades que definieron su carácter.

Su carrera también estuvo marcada por su compromiso con la innovación y la creación de nuevas obras. En 1785, fue nombrada première danseuse del Gran Teatro de Burdeos, cargo que consolidó aún más su posición en el mundo del ballet. Allí, su esposo Jean Dauberval, también destacado coreógrafo y maestro de ballet, fue nombrado maestro de ballet. Juntos, estrenaron varias obras que se convirtieron en pilares del repertorio clásico. Entre ellas destacan Le Bonheur est d’Aimer (1785), Le Page Inconstant (1787), y su emblemática interpretación de Lise en Le Ballet de la Paille (1789), que más tarde sería conocida como La Fille mal Gardée.

Relevancia actual

Aunque la figura de Théodore, Mademoiselle, pueda parecer eclipsada por otros grandes nombres de la danza clásica, su contribución al ballet y su valentía para enfrentarse a las normas de su época siguen siendo un referente importante en la historia de la danza. Su capacidad para desafiar la autoridad y crear una carrera internacional muestra el papel esencial de las mujeres en el desarrollo de las artes escénicas, especialmente en una época en la que su visibilidad estaba limitada en muchas ocasiones.

La obra que interpretó y las innovaciones que introdujo, como la coreografía de La Fille mal Gardée, continúan siendo una influencia fundamental en el ballet moderno. Aunque falleció a una edad temprana, su legado sigue vivo en la tradición del ballet clásico y su impacto perdura en las generaciones de bailarinas y coreógrafas que vinieron después.

Contribuciones a la danza

A lo largo de su carrera, Théodore dejó una serie de obras y papeles que siguen siendo considerados fundamentales en el repertorio clásico. Entre sus contribuciones más destacadas se encuentran:

  • Myrtil et Lycoris (1777), debut en l’Académie Royale de Musique de París

  • Mirza et Lindor (1779), ballet de Maximilien Gardel

  • Andromaque (1780), de Jean Dauberval

  • Apollon et les Muses (1782) y Rinaldo and Armida (1782), ambos coreografiados por Jean-Georges Noverre

  • Le Bonheur est d’Aimer (1785), ballet estrenado en Burdeos

  • Le Page Inconstant (1787), otro ballet clave de su repertorio

  • La Fille mal Gardée (1789), en el papel de Lise

Estos ballets son solo algunos ejemplos de su extraordinaria carrera, que dejó una marca indeleble en la historia del ballet.

Théodore, Mademoiselle, ha sido olvidada en ocasiones, pero su contribución al arte de la danza sigue siendo esencial. La forma en que desafió las convenciones sociales y artísticas de su tiempo y cómo supo forjar una carrera internacional, a pesar de las dificultades, la convierten en una figura histórica clave que merece ser recordada y celebrada.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Théodore, Mademoiselle (1760-1796). La revolucionaria bailarina francesa que marcó la danza del siglo XVIII". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/theodore-mademoiselle [consulta: 14 de julio de 2025].