Noverre, Jean-Georges (1727-1810). El visionario del ballet moderno
Jean-Georges Noverre (1727-1810) fue uno de los personajes más influyentes en la historia de la danza clásica, destacando como bailarín, coreógrafo, maestro de ballet y teórico de la danza. Nacido en París el 29 de abril de 1727, Noverre marcó un antes y un después en la forma de entender y ejecutar el ballet, transformando este arte desde su estructura tradicional hacia una propuesta mucho más emocional y expresiva, que consolidó el concepto del ballet d’action. A través de sus innovadoras ideas y propuestas, Noverre se erige como un verdadero pionero que dejó una huella indeleble en el mundo de la danza.
Orígenes y contexto histórico
Jean-Georges Noverre nació en una época en la que el ballet era una disciplina rígida, con coreografías basadas en pasos complejos y movimientos que, en muchos casos, carecían de una conexión emocional profunda con el público. A pesar de que sus padres esperaban que Noverre siguiera una carrera militar, desde joven mostró un notable interés por la danza. Su formación inicial estuvo a cargo de Louis Dupré y Jean-Barthélémy Lany, dos destacados maestros de ballet que guiaron sus primeros pasos en el arte de la danza. Con tan solo 16 años, Noverre debutó en el escenario de la Opéra-Comique de París, iniciando una carrera que lo llevaría a ser uno de los máximos exponentes de la danza en Europa.
El contexto histórico en el que Noverre se formó fue crucial para el desarrollo de sus ideas. A mediados del siglo XVIII, Europa vivía un período de grandes transformaciones culturales, con movimientos como la Ilustración que impulsaron el cuestionamiento de las tradiciones y el pensamiento clásico. La danza no fue ajena a estos cambios. Fue en este ambiente de agitación intelectual y artística donde Noverre forjó sus ideales de una danza más libre, emocional y expresiva.
Logros y contribuciones
La carrera de Noverre estuvo marcada por una serie de innovaciones que no solo transformaron la forma de bailar, sino también la manera en que se concebía el ballet como disciplina artística. A lo largo de su carrera, presentó una serie de ballets que, con el tiempo, se convertirían en fundamentales en el repertorio clásico. Entre sus primeras coreografías, destacan las que realizó en diversas Óperas de Marsella, Estrasburgo y Lyon en los años posteriores a su regreso de Berlín. Fue en 1754 cuando Noverre regresó a l’Opéra-Comique de París, donde estrenó una serie de obras clave, como Les Fétes Chinoises (1754), La Fontaine de Jouvence (1754), Les Matelots (1755) y Les Réjouissances Flamandes (1755).
Su fama creció rápidamente, y en 1755 fue contratado por el Drury Lane Theatre de Londres, donde presentó Les Fêtes Chinoises, una producción que, aunque inicialmente fue boicoteada debido a las tensiones de la guerra entre Francia e Inglaterra, logró destacar por la originalidad de sus propuestas. En Londres, Noverre quedó profundamente impresionado por el estilo dramático de los actores del teatro, especialmente por David Garrick, cuyas interpretaciones emocionales influyeron de manera determinante en la visión de Noverre sobre la danza. Fue en ese momento cuando Noverre formuló sus ideas sobre el ballet d’action, un concepto que proponía una danza más natural, menos artificial y más centrada en la expresión emocional de los bailarines.
Noverre plasmó sus ideas en el influyente tratado Lettres Sur la Danse et Sur les Ballets (Lyon, 1760), donde defendió una danza más libre y emotiva, eliminando los adornos y pasos innecesarios que solo buscaban impresionar al público. Según Noverre, el verdadero arte del ballet residía en la capacidad de los bailarines para transmitir emociones a través del movimiento, en lugar de enfocarse únicamente en la perfección técnica. Este enfoque radical no solo cambió la manera de ver la danza, sino que estableció una base sólida para el desarrollo de la danza moderna.
Entre las grandes obras que Noverre creó durante su carrera se encuentran Alceste, ou Le Triomphe de l’Amour (1761), La Mort d’Hercule (1762), Psyché et l’Amour (1762), y Orpheus und Eurydice (1763). Estas producciones no solo marcaron un hito en la historia del ballet, sino que también fueron una clara manifestación de la capacidad de Noverre para combinar la danza con el drama, la música y la emoción, siguiendo los principios que defendió en su tratado.
Momentos clave
A lo largo de su vida, Noverre experimentó tanto éxitos como desafíos. Un momento crucial de su carrera fue cuando, después de su paso por Londres, se trasladó a la corte de Württemberg en Stuttgart, donde presentó algunas de sus obras más destacadas, como Alceste, ou Le Triomphe de l’Amour (1761) y La Mort d’Hercule (1762). En Stuttgart, consolidó su reputación como coreógrafo de renombre y comenzó a experimentar con nuevos enfoques en sus ballets.
A mediados de la década de 1760, Noverre viajó a Viena, donde presentó una serie de producciones que también tuvieron un gran impacto en la danza europea. Obras como Alceste (1767), Les Petits Riens (1768), Flora (1769) y Iphigénie en Tauride (1772) reafirmaron su capacidad para innovar y explorar nuevas posibilidades dentro del género del ballet.
Sin embargo, uno de los momentos más difíciles de su carrera llegó en 1776, cuando regresó a Francia y asumió el puesto de maestro de ballet en l’Opéra de París. En ese mismo año, estrenó Apelles et Campaspe, una obra que, a pesar de su éxito artístico, estuvo marcada por la controversia. El bailarín Maximilen Gardel, descontento por no haber sido nombrado maestro de ballet, cometió varios errores durante la función. El ambiente tenso y los conflictos internos en la Ópera de París culminaron con la salida de Noverre en 1779.
Tras este revés, Noverre no se detuvo y en 1782 fundó su propio grupo de bailarines en el King’s Theatre de Londres, donde presentó una serie de obras como Apollon et les Muses (1782), Les Offrandes à l’Amour (1787), Les Fêtes Provençales (1789) y Les Époux du Tempe (1793). Estos trabajos continuaron mostrando su maestría para mezclar emoción y técnica en la danza, consolidando aún más su legado.
Relevancia actual
Hoy en día, la figura de Jean-Georges Noverre sigue siendo una de las más influyentes en el mundo de la danza. Su concepto de ballet d’action, que favorecía la emoción y la expresión por encima de la técnica pura, sigue siendo la base de muchas de las prácticas contemporáneas en la danza clásica y moderna. En honor a su contribución al arte, el 29 de abril de cada año se celebra en Saint-Germain-en-Laye el Día Mundial de la Danza, una festividad instituida en 1982 por el International Theatre Institute.
El impacto de Noverre en la danza sigue siendo inmenso, no solo en términos de técnica y expresión, sino también en la manera en que los bailarines y coreógrafos de hoy piensan sobre el papel de la danza en la cultura y la sociedad. A lo largo de su vida, Noverre no solo fue un creador, sino también un pensador que revolucionó la manera en que la danza es concebida y vivida.
Bibliografía
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Noverre, Jean-Georges. Lettres Sur la Danse et Sur les Ballets (1760).
MCN Biografías, 2025. "Noverre, Jean-Georges (1727-1810). El visionario del ballet moderno". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/noverre-jean-georges [consulta: 19 de junio de 2025].