Teller, Edward (1908-2003).


Físico nuclear estadounidense, de origen húngaro, nacido en Budapest (Hungría) el 15 de enero de 1908 y fallecido en Palo Alto (California, Estados Unidos de América) el 9 de septiembre de 2003. Mundialmente célebre por haber sido el creador de la bomba de hidrógeno (o bomba H), colaboró también de forma activa, unos años antes, en el proyecto Manhattan, que desarrolló, en el laboratorio de Los Álamos (Nuevo México), la primer bomba atómica.

Nacido en el seno de una familia judía que gozaba de una envidiable situación económica, contó desde niño con el apoyo de sus padres para procurarse una excelente formación científica, rama del saber para la que había demostrado estar excepcionalmente capacitado durante sus años en la escuela primaria y secundaria.

Tras iniciar sus estudios superiores de Ciencias en la Universidad de Budapest, la fortuna de su familia le permitió, en plena juventud, trasladarse a Alemania para completar la carrera de Física y Química en el Instituto de Tecnología de Karlsruhe, donde obtuvo el título de Licenciado en dicha materia. Pasó, a continuación, a la Universidad de Múnich, y allí continuó ampliando sus conocimientos hasta que, a raíz de un grave accidente de circulación provocado por un tranvía de dicha ciudad, perdió el pie derecho, desgracia de la que le costó mucho reponerse anímicamente.

Esta fatalidad, sumada al triunfo en su Hungría natal de los revolucionarios capitaneados por el comunista Béla Kun (1886-1937) -cuya ideología era totalmente opuesta al conservadurismo de Teller-, agriaron el carácter del científico desde su juventud. No obstante, se repuso de estos y otros sinsabores volcándose en la investigación científica; y así, una vez recuperado físicamente de la amputación que había sufrido en Múnich, pasó a la Universidad de Leipzing, en donde obtuvo el título de doctor en Química física.

Marchó, a continuación, a Copenhague, para empezar a colaborar, en su prestigioso Instituto Nórdico de Física Teórica, con el genial científico danés Niels Bohr (1885-1962); y más tarde fue profesor de Química en la Universidad de Göttingen, otro de los focos principales de la Ciencia mundial en aquella la primera mitad del siglo XX. Durante esta etapa inicial de su trayectoria científica, Teller, por influencia directa del mencionado Bohr, se especializó en Mecánica cuántica y aplicó algunas de las leyes de esta nueva parcela de la Física a los campos más diversos, como el de la cosmología o el de la física del estado sólido.

A mediados de la década de los años treinta, huyendo de la persecución desatada en la Alemania nazi contra los judíos, Edward Teller se afincó en los Estados Unidos de América. Ya por aquel entonces gozaba de un sólido prestigio entre la comunidad científica internacional, por lo que no le resultó complicado encontrar trabajo como profesor en diferentes universidades norteamericanas, como las de Washington, Columbia (Nueva York), Chicago y Berkeley (California).

En 1939, aupado por este reconocimiento, Edward Teller se reunió con Leo Szilard (1898-1964) y Eugene Wigner (1902-1995), otros dos brillantes científicos que, al igual que él, eran naturales de Budapest y se habían establecido en los Estados Unidos. Los tres acordaron dirigirse personalmente a Einstein (1879-1955) para persuadirle de que dirigiera una carta al presidente Franklin D. Roosevelt (1882-1945), conminándole a que iniciara cuanto antes el proyecto de desarrollo de la bomba atómica, ante el peligro de que Alemania se anticipara en la fabricación de esta potente arma destructiva.

Durante más de diez años, Teller trabajó, en territorio americano, en estrecha colaboración con el italiano Enrico Fermi (1901-1954), siempre implicados en planes de desarrollo de armamento nuclear. Ambos se incorporaron al equipo de científicos que, bajo la dirección de Oppenheimer (1904-1967), trabajó, en el laboratorio de Los Álamos (Nuevo México), en el proyecto Manhattan, del que salieron las bombas atómicas arrojadas por la aviación estadounidense en Hiroshima y Nagasaki (el 6 y el 9 de agosto, respectivamente, de 1945). Poco después, tras la negativa de Oppenheimer y otros físicos de su equipo a desarrollar la bomba de hidrógeno, Teller asumió con entusiasmo ese plan y fabricó la primera de ellas, que, con el apoyo del nuevo presidente norteamericano, Harry S. Truman (1884-1972), fue probada por vez primera en 1952, en el atolón Enewalk, en pleno Océano Pacífico.

A diferencia de las bombas atómicas de uranio y plutonio -es decir, las desarrolladas por Oppenheimer y su equipo en Los Alámos-, que parten de la fisión (o división en dos) de núcleos de elementos pesados, la bomba H fabricada por Teller se sirve de la fusión (o unión) de varios núcleos de hidrógeno, con lo que se consigue crear un núcleo de helio, en un proceso similar al que genera la energía del Sol y las demás estrellas.

Teller, que ostentaba la ciudadanía estadounidense desde 1941, continuó ejerciendo la docencia en California hasta la fecha de su jubilación (1975). Firme defensor, desde su ideología ultraconservadora, de la tenencia de armas nucleares para garantizar la defensa de Occidente, en sus últimos años de investigador fue impulsor del denominado proyecto Plowshare, destinado al control de explosiones nucleares con fines pacíficos (proyecto que se abandonó por los daños medioambientales que podía provocar).

El científico de Budapest compaginó su dedicación a la investigación y la docencia con la tarea de escribir varios tratados en los que detallaba los pormenores de su trabajo. Entre sus obras más notables, cabe recordar The structure of matter (La estructura de la materia, 1948), Our nuclear future (Nuestro futuro nuclear, 1958), Legacy of Hisorshima (El legado de Hiroshima, 1962) y Energy from Heaven and Earth (La energía del cielo y la Tierra, 1979).

Miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias, de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, de la Sociedad Nuclear Americana y de la Junta de Asesoramiento Científico de las Fuerzas Armadas Norteamericanas, recibió, entre otros muchos honores y distinciones, el Premio «Albert Einstein» (1959), el Premio «Enrico Fermi» (1962), la Medalla Nacional de Ciencias, el Premio «Harvey» (1975) y la Medalla Presidencial de la Libertad (2003). Esta última le fue entregada por el presidente George W. Busch (1946- ) en julio de 2003, cuando el veterano científico contaba ya noventa y cinco años de edad. Teller falleció al cabo de dos meses, en su residencia de la Universidad de Stanford (California), víctima de un infarto.