Franklin Delano Roosevelt (1882-1945): El Presidente que Transformó EE. UU. con el New Deal y Lideró la Victoria Aliada
Franklin Delano Roosevelt (1882-1945): El Presidente que Transformó EE. UU. con el New Deal y Lideró la Victoria Aliada
Infancia y Primeros Años
Franklin Delano Roosevelt nació el 30 de enero de 1882 en Hyde Park, un pequeño pueblo en el estado de Nueva York, en el seno de una familia aristocrática. Su origen familiar, de gran poderío económico, jugó un papel crucial en su formación, tanto personal como profesional. Los Roosevelt, de ascendencia holandesa, llegaron a América en el siglo XVII, lo que les proporcionó una posición destacada en la sociedad neoyorquina. Franklin era hijo de James Roosevelt, un terrateniente que poseía varias propiedades y sociedades, y de Sarah Delano Roosevelt, cuyo linaje también contaba con grandes riquezas derivadas de minas y barcos mercantes. Esta situación le permitió acceder a una educación de élite desde una edad temprana.
Desde su niñez, Roosevelt fue considerado un niño prodigio. La riqueza de su familia le permitió contar con tutores privados, y se le inculcó una visión de la vida marcada por el compromiso social y la importancia de la educación. A los catorce años, Franklin ingresó al Groton School, una institución educativa de alto nivel en Massachusetts, famosa por formar a muchos de los futuros líderes políticos y empresariales de Estados Unidos. El ambiente intelectual de Groton, donde Roosevelt estudió entre 1896 y 1900, tuvo un profundo impacto en su desarrollo, enseñándole no solo los conocimientos académicos necesarios, sino también las normas sociales y el sentido de deber hacia la comunidad.
Tras su paso por Groton, Roosevelt se matriculó en la Universidad de Harvard, una de las universidades más prestigiosas del país. En Harvard, Franklin destacó por su inteligencia y por su participación en actividades extracurriculares, como la política estudiantil, donde se forjó una reputación de líder. Su elección de estudiar Derecho fue una decisión que, en principio, parecía ser una continuación natural del legado familiar. A pesar de esto, su verdadero interés estaba en el servicio público y en el activismo político, lo que comenzaría a hacer más evidente con el paso del tiempo. A finales de 1903, Roosevelt se trasladó a la Universidad de Columbia para finalizar su carrera de Derecho, logrando su graduación en 1904.
Aunque durante estos años Franklin se forjó como un joven con gran futuro profesional en el mundo del Derecho, la política siempre estuvo en su mente. Era un hombre de fuertes ideales progresistas y creía firmemente en la necesidad de reforma en el sistema político y social de su país. Esto lo llevó a alejarse de la abogacía profesional para sumergirse por completo en el campo político. Su relación con la política se consolidó a través de su matrimonio con Eleanor Roosevelt, una mujer que, como él, pertenecía a la aristocracia estadounidense, pero cuya educación y principios sociales estaban profundamente influidos por los ideales de justicia social y los derechos de los menos favorecidos. Eleanor, prima del presidente Theodore Roosevelt y sobrina del presidente Franklin Pierce, era una figura decisiva en la vida de Franklin, no solo como esposa, sino como su más firme aliada y consejera.
El matrimonio de Franklin y Eleanor fue celebrado el 17 de marzo de 1905, y su relación fue un pilar fundamental en la vida de Roosevelt. Aunque al principio el matrimonio tuvo algunas tensiones debido a las diferencias de carácter y a la política conservadora de Franklin, Eleanor fue siempre una presencia fundamental en su vida, especialmente en su carrera política. Franklin y Eleanor se complementaron en muchos aspectos: mientras Franklin era un político carismático y pragmático, Eleanor se dedicó a la defensa de los derechos civiles, el bienestar social y la lucha contra la pobreza, influyendo enormemente en las políticas que Roosevelt llevaría a cabo durante su presidencia.
En este período temprano de su vida, la influencia de su primo segundo, Theodore Roosevelt, fue también significativa. Aunque Franklin y Theodore compartían el apellido y una conexión familiar, sus trayectorias políticas fueron muy diferentes. Theodore Roosevelt fue un presidente republicano que abrazó una política más agresiva y conservadora en muchos aspectos, lo que contrastaba con las inclinaciones más progresistas de Franklin. Sin embargo, Franklin siempre admiró la habilidad política y el enfoque pragmático de su primo, y aunque sus carreras políticas siguieron rumbos distintos, la figura de Theodore fue un referente importante para él.
La vida de Franklin Delano Roosevelt comenzó a tomar un rumbo decisivo en su vida política en los primeros años del siglo XX. A medida que avanzaba en sus estudios y comenzaba a hacer carrera en el mundo profesional, su interés por el servicio público crecía. Aunque muchos en su entorno esperaban que se dedicara a la abogacía o a las finanzas, Roosevelt decidió volcarse en la política, lo que marcaría el comienzo de una carrera que lo llevaría a convertirse en uno de los presidentes más influyentes de la historia de Estados Unidos. Sin embargo, su camino no fue sencillo, y el joven Roosevelt enfrentaría desafíos personales y políticos que pondrían a prueba su carácter y determinación.
El destino de Roosevelt tomó un giro inesperado en 1921, cuando sufrió un ataque de poliomielitis que lo dejó paralizado de la cintura para abajo. Esta enfermedad fue un golpe devastador para el joven político, que hasta entonces había sido considerado un hombre lleno de energía y ambiciones. Sin embargo, en lugar de rendirse, Roosevelt mostró una fortaleza admirable. La adversidad le enseñó lecciones valiosas sobre la importancia de la resiliencia y la determinación. A lo largo de su recuperación, que fue larga y dolorosa, Roosevelt no solo logró superar las limitaciones físicas, sino que también consolidó su destino político. Fue en este período cuando se acercó aún más a su esposa Eleanor, quien se convirtió en su más firme apoyo y quien jugó un papel fundamental en su regreso a la arena política.
La figura de Eleanor Roosevelt es central en la vida de Franklin Delano Roosevelt, no solo por ser su esposa, sino también porque desempeñó un papel clave en su carrera política. Eleanor fue una mujer adelantada a su tiempo, defensora incansable de los derechos humanos, los derechos de las mujeres y de los derechos civiles de las minorías. Su influencia en Franklin fue profunda, y juntos formaron una pareja que se apoyó mutuamente en las luchas por la justicia social, la equidad y los derechos de las clases más desfavorecidas. Aunque Franklin nunca abandonó su amor por el poder y la política, la participación activa de Eleanor en la lucha por el bienestar de los ciudadanos más vulnerables de Estados Unidos sería una característica fundamental de la presidencia de Roosevelt.
Comienzos Prometedores en la Política
La carrera política de Franklin Delano Roosevelt comenzó a tomar forma mucho antes de que se convirtiera en una figura nacional, cuando aún era un joven abogado sin un rumbo claro. Tras completar sus estudios de derecho, Roosevelt se mostró más interesado en el servicio público que en la práctica legal convencional. Su primer gran paso en la política ocurrió en 1910, cuando aceptó la oferta de los demócratas del estado de Nueva York para presentarse como candidato al Senado estatal. Aunque aún era relativamente desconocido fuera de los círculos políticos de Nueva York, su juventud y carisma fueron elementos decisivos que lo ayudaron a destacar.
En este periodo, Roosevelt se mostró como un político hábil y moderno, dispuesto a romper con las viejas formas de hacer política. Su campaña fue innovadora para la época, ya que utilizó su automóvil de la marca Ford-T, de color rojo, para recorrer las zonas rurales del estado y acercarse directamente a los votantes, una estrategia que en ese entonces era inusual. Durante esta campaña, Roosevelt se presentó como un candidato progresista, dispuesto a luchar por los intereses de los agricultores, los trabajadores y las clases más desfavorecidas. Este enfoque de justicia social y su defensa de las políticas progresistas, que buscaban limitar el poder de los grandes monopolios y mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, le permitió ganar las elecciones con más de mil votos de diferencia.
Una vez en el Senado del estado de Nueva York, Roosevelt comenzó a ganarse el respeto de sus compañeros debido a su capacidad para realizar reformas importantes y su dedicación a la justicia social. Fue elegido presidente de la Comisión de Bosques, Caza y Pesca, un puesto que le permitió trabajar directamente en la mejora de las condiciones de vida de los granjeros empobrecidos y de los sectores más vulnerables del estado. Roosevelt aprovechó esta oportunidad para impulsar una serie de reformas progresistas, centradas en la conservación de los recursos naturales y en el desarrollo de leyes que protegieran a las clases más desfavorecidas. En sus primeros años en el Senado, Roosevelt comenzó a definir lo que serían los pilares de su carrera política: su apoyo al progresismo y su preocupación por los problemas sociales.
El primer gran impulso a la carrera política de Roosevelt llegó en 1912, durante la Convención Nacional del Partido Demócrata. En ese año, Roosevelt apoyó abiertamente la candidatura de Woodrow Wilson, el gobernador de Nueva Jersey, quien también defendía una agenda progresista. Ambos compartían un rechazo común hacia el poder de los grandes bancos y los intereses financieros, que habían jugado un papel clave en la crisis económica del país. Roosevelt se alineó con Wilson debido a su compromiso con la reforma social y económica, lo que marcaría el inicio de una relación estrecha entre ambos. Tras la victoria de Wilson en las elecciones presidenciales, Franklin fue nombrado secretario adjunto de la Marina, un puesto clave en el gobierno.
Durante su tiempo en la administración de Wilson, Roosevelt demostró ser un político capaz y eficiente. En su nuevo cargo, se dedicó a mejorar la eficiencia del Departamento de la Marina y se comprometió a realizar reformas dentro de la institución. Trabajó en estrecha colaboración con su jefe, el senador Josephus Daniels, quien le permitió llevar a cabo una serie de iniciativas reformistas dentro de la marina, tales como la modernización de la infraestructura y la mejora de las condiciones laborales de los marineros. Roosevelt también ganó la admiración de muchos por su capacidad para gestionar el Departamento de la Marina durante los años previos a la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, ya que logró incrementar la preparación militar del país en un momento de gran incertidumbre.
Sin embargo, su carrera sufrió un duro revés en 1920, cuando Roosevelt se postuló para la vicepresidencia en la candidatura presidencial del demócrata James Cox. Aunque la campaña fue feroz y dinámica, los demócratas fueron derrotados por la candidatura republicana encabezada por Warren G. Harding, quien asumió la presidencia en 1921. Aunque Roosevelt no consiguió la vicepresidencia, este fracaso le permitió reflexionar sobre su enfoque político y hacer algunos ajustes importantes en su carrera. En lugar de retirarse del ámbito político, Franklin utilizó esta derrota como una oportunidad para reconsiderar su estrategia y seguir consolidando su influencia dentro del Partido Demócrata.
Tras la derrota electoral de 1920, Roosevelt pasó un tiempo alejado de la política activa, centrándose en algunos proyectos empresariales que no fueron tan exitosos como él esperaba. En estos años, Roosevelt incursionó en el mundo de las inversiones, pero sus esfuerzos en este campo no fueron tan afortunados como su carrera política. Sin embargo, esta etapa fue importante para su desarrollo personal, ya que le permitió distanciarse de la política tradicional y comenzar a reflexionar más profundamente sobre los problemas sociales y económicos del país. Durante este período de transición, Roosevelt experimentó una serie de desafíos personales, pero su determinación y su capacidad para superar las adversidades seguirían siendo fundamentales en su futuro político.
El cambio más significativo en la vida de Franklin Delano Roosevelt ocurrió en 1921, cuando fue diagnosticado con poliomielitis, una enfermedad que lo dejó parcialmente paralizado. A pesar de la gravedad de su condición, Roosevelt no se rindió. La enfermedad fue un golpe devastador, pero le permitió encontrar una nueva perspectiva sobre la vida. Durante los dos primeros años de su recuperación, Roosevelt luchó por recuperar la movilidad y la fuerza, aunque las secuelas de la enfermedad lo dejaron con una discapacidad permanente. Sin embargo, en lugar de sucumbir a la desesperación, Roosevelt aprovechó su tiempo de rehabilitación para fortalecer su determinación política y reevaluar sus prioridades.
Su esposa, Eleanor Roosevelt, jugó un papel crucial en esta etapa de su vida. Ella fue su principal fuente de apoyo emocional y le ayudó a mantenerse conectado con el mundo político, manteniendo los contactos con los líderes demócratas y contribuyendo a la organización de eventos y actividades que mantuvieran viva la imagen pública de Roosevelt. Mientras Franklin se recuperaba en el balneario de Warm Springs, Georgia, Eleanor continuó desempeñando un papel activo en la política y, de hecho, desempeñó una influencia fundamental en las políticas progresistas que Roosevelt adoptaría más tarde.
A lo largo de su recuperación, Roosevelt mostró una gran resiliencia y se comprometió a volver a la política con mayor determinación que nunca. La derrota que había sufrido en 1920, combinada con la tragedia personal de la enfermedad, le dio una perspectiva renovada sobre la importancia de la justicia social y la necesidad de un gobierno activo que trabajara en beneficio de los más vulnerables. En 1928, Roosevelt decidió presentarse como candidato a la gobernación del estado de Nueva York, un paso crucial en su regreso a la política. A pesar de las dudas suscitadas por su invalidez, Roosevelt demostró ser un candidato eficaz y carismático. A través de una campaña brillante, que apeló tanto a la lógica como a la emoción, ganó las elecciones con un margen considerable de votos.
Durante su mandato como gobernador de Nueva York, Roosevelt sentó las bases de lo que más tarde sería su programa político como presidente. Implementó una serie de reformas progresistas que ayudaron a mitigar los efectos de la Gran Depresión en el estado de Nueva York y reforzó su reputación como un defensor de los derechos de los más desfavorecidos. En 1930, fue reelegido gobernador, y su gestión fue aclamada por muchos como un modelo a seguir en tiempos de crisis. A medida que la situación económica empeoraba en todo el país, Roosevelt se preparaba para una nueva etapa en su carrera: la presidencia de los Estados Unidos.
Gobernador de Nueva York y el Camino hacia la Presidencia
Tras su recuperación de la poliomielitis, Franklin Delano Roosevelt volvió a la arena política con una determinación renovada. En 1928, decidió presentarse como candidato a la gobernación del estado de Nueva York, un paso crucial que marcaría el regreso de Roosevelt a la política activa y el comienzo de su camino hacia la presidencia de los Estados Unidos. Aunque su invalidez generó dudas en algunos sectores, Roosevelt demostró ser un político carismático y persuasivo que lograba conectar con la población, independientemente de sus limitaciones físicas. Utilizó su campaña para recalcar su cercanía a los votantes, destacando su empatía hacia los más necesitados y su capacidad para escuchar a las comunidades rurales y urbanas por igual.
La campaña electoral de Roosevelt fue notablemente innovadora para la época. A pesar de su invalidez, no permitió que la enfermedad lo detuviera, y realizó una intensa gira por todo el estado. Su enfoque personal y cercano, junto con su promesa de reforma, le permitió superar las expectativas. La victoria electoral fue un hito no solo en su carrera personal, sino también en el sentido simbólico de que un hombre que había sido postrado por una enfermedad devastadora podía volver a ser una figura de liderazgo a nivel estatal. Fue elegido gobernador de Nueva York con una ventaja cómoda de casi 25,000 votos.
Como gobernador, Franklin Delano Roosevelt demostró ser un líder progresista que comprendía la magnitud de la Gran Depresión y sus devastadores efectos sobre las clases más vulnerables. En un momento de crisis económica profunda, el estado de Nueva York estaba sumido en la pobreza, y millones de ciudadanos enfrentaban dificultades extremas. Roosevelt no solo se mostró consciente de la gravedad de la situación, sino que también fue capaz de implementar medidas efectivas que ayudaron a mitigar el sufrimiento. Uno de los pasos más importantes que dio fue la creación de la Temporary Emergency Relief Administration (TERA) o Administración de Socorro en Emergencias Temporales, que proporcionó asistencia directa a los desempleados y a las familias más afectadas por la crisis económica. Esta fue una de las primeras iniciativas de carácter federal que Roosevelt implementaría a nivel estatal, y sería un anticipo de las políticas que adoptaría cuando llegara a la Casa Blanca.
Además, Roosevelt fue muy hábil en la formación de alianzas políticas y sociales que le ayudaron a implementar su agenda reformista. Rodeado de un grupo de expertos y académicos, conocidos como el Brain Trust o Grupo de Cerebros, Roosevelt reunió a una red de asesores que ayudaron a formular políticas que abarcaban desde el alivio a las víctimas de la pobreza hasta el establecimiento de un sistema de protección social para los trabajadores. Esta red de expertos se convertiría en la base para muchas de las políticas que Roosevelt llevaría a cabo como presidente.
El éxito de Roosevelt como gobernador también estuvo relacionado con su capacidad para manejar las relaciones con las distintas facciones del Partido Demócrata. Aunque Nueva York estaba dominada por intereses políticos muy diversos, Roosevelt fue capaz de forjar una coalición que uniera a liberales, progresistas y moderados. Esta habilidad para navegar en un entorno político fragmentado fue crucial para su posterior éxito en la carrera presidencial. A pesar de las dificultades económicas, Roosevelt dejó una huella importante en el estado, creando programas de asistencia social, reformando el sistema educativo y abordando la infraestructura estatal de manera integral.
En las elecciones presidenciales de 1932, Roosevelt entró en la contienda con una ventaja considerable. La situación en Estados Unidos era crítica: la Gran Depresión había dejado al país al borde del colapso, y la administración del presidente Herbert Hoover, que había llegado al poder en 1929, no había sido capaz de frenar la crisis. El descontento con Hoover era generalizado, y muchos veían en Roosevelt una figura de esperanza y cambio. Con su carisma, su programa progresista y su capacidad para conectar con las preocupaciones de los estadounidenses, Roosevelt se presentó como el candidato ideal para sacar al país de la depresión.
La campaña de Roosevelt fue una de las más dinámicas y efectivas de la historia de los Estados Unidos. En lugar de seguir las tradicionales estrategias de campaña que se basaban en grandes discursos en convenciones o mítines, Roosevelt optó por un enfoque directo que lo llevó a recorrer el país y conectar con las personas en un nivel más personal. Utilizó con gran eficacia la radio, un medio de comunicación emergente en ese momento, para dirigirse a las masas, consolidando su imagen como un líder accesible y cercano al pueblo. En sus Charlas por Radio (Fireside Chats), Roosevelt transmitía un mensaje de esperanza, confianza y unidad, lo que le permitió ganar la simpatía de millones de estadounidenses.
Roosevelt también aprovechó el malestar generalizado con las políticas de Hoover, que se percibían como insuficientes para abordar la crisis. Su promesa de un New Deal para el pueblo estadounidense –un programa de reformas económicas y sociales que implicaba un mayor papel del gobierno federal en la recuperación económica– atrajo a muchos votantes que buscaban un cambio real. A lo largo de la campaña, Roosevelt enfatizó la necesidad de una intervención activa del gobierno en la economía y la creación de programas que proporcionaran trabajo y asistencia a los más necesitados.
El 8 de noviembre de 1932, los votantes estadounidenses decidieron el futuro del país, y el resultado fue un triunfo arrollador para Roosevelt. Con cerca de veintitrés millones de votos frente a los quince millones obtenidos por Hoover, Roosevelt ganó las elecciones de manera decisiva. Este resultado reflejaba el profundo malestar de la población con la administración de Hoover y su deseo de un cambio radical en la política económica y social del país. La victoria de Roosevelt también marcó el fin de una era y el comienzo de un nuevo capítulo en la historia de los Estados Unidos, uno en el que la intervención del gobierno en la vida económica y social sería una característica central.
La transición hacia la presidencia no estuvo exenta de desafíos. Roosevelt asumió el cargo el 4 de marzo de 1933, en un momento de gran desesperación en el país. La economía estaba en ruinas, con millones de desempleados, bancos quebrados y la confianza en las instituciones gubernamentales completamente erosionada. A pesar de este panorama sombrío, Roosevelt llegó a la Casa Blanca con una determinación inquebrantable y un plan claro para revitalizar la nación.
En su primer discurso inaugural, Roosevelt pronunció una de las frases más memorables de su carrera: “Lo único que tenemos que temer es al mismo miedo”. Con esta declaración, ofreció consuelo y esperanza al pueblo estadounidense, al tiempo que afirmaba el poder del gobierno para actuar y restaurar la confianza en el país. Este discurso, y la energía renovada que Roosevelt trajo consigo, marcarían el inicio de lo que se conocería como el New Deal, un conjunto de políticas que revolucionaría la forma en que el gobierno de los Estados Unidos interactuaba con su economía y sociedad.
La Presidencia de Roosevelt y el New Deal
Franklin Delano Roosevelt asumió la presidencia de los Estados Unidos el 4 de marzo de 1933, en uno de los momentos más críticos de la historia del país. La Gran Depresión, iniciada en 1929 tras el colapso de la Bolsa de Nueva York, había llevado a la nación a una situación desesperada: más de 13 millones de estadounidenses estaban desempleados, miles de bancos habían quebrado y el sistema financiero se encontraba al borde del colapso. La confianza del pueblo en el gobierno estaba completamente erosionada, y la nación entera clamaba por un liderazgo capaz de restaurar la esperanza. Roosevelt entendió desde el principio que el país necesitaba no solo reformas estructurales profundas, sino también un mensaje de optimismo que devolviera la fe en el futuro.
En su discurso inaugural, Roosevelt pronunció la célebre frase: “A lo único que debemos temer es al miedo mismo”, una declaración que resonó en todo el país y se convirtió en un lema para la recuperación nacional. Con estas palabras, no solo transmitió esperanza, sino que también dejó claro que su administración adoptaría un papel activo y audaz en la reconstrucción económica. A diferencia de la filosofía tradicional del “gobierno limitado”, Roosevelt creía que el Estado debía intervenir directamente en la economía para estabilizarla y proteger a los ciudadanos. Este enfoque marcaría un cambio radical en la política estadounidense.
Los Cien Días y el Inicio del New Deal
Durante sus primeros cien días en el poder, Roosevelt lanzó un conjunto sin precedentes de programas y leyes que buscaban restaurar la confianza en el sistema financiero, generar empleo y reactivar la economía. Estas medidas conformaron la base del New Deal (Nuevo Trato), una estrategia integral que pretendía sacar al país de la crisis mediante la acción gubernamental directa.
Uno de sus primeros actos fue declarar un “feriado bancario” para cerrar temporalmente todos los bancos del país y frenar la fuga de depósitos. Poco después, impulsó la Emergency Banking Relief Act (Ley de Emergencia Bancaria), que permitió la reapertura de las instituciones financieras saneadas y restauró la confianza del público en el sistema bancario. Para garantizar la estabilidad futura, aprobó la Glass-Steagall Act, que separó las actividades de la banca comercial y la banca de inversión, y creó la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC) para asegurar los depósitos individuales hasta un monto específico, brindando seguridad a los ahorros de los ciudadanos.
En paralelo, Roosevelt lanzó programas para crear empleo inmediato. Entre ellos destacó la Civilian Conservation Corps (CCC), que proporcionó trabajo a millones de jóvenes en proyectos de conservación ambiental, construcción de carreteras, repoblación forestal y desarrollo de parques nacionales. También impulsó la Public Works Administration (PWA) y, posteriormente, la Works Progress Administration (WPA), encargadas de realizar obras públicas masivas: presas, puentes, hospitales, escuelas y carreteras que modernizaron la infraestructura del país y dieron empleo a millones.
Reformas Agrícolas e Industriales
La crisis había golpeado especialmente al sector agrícola, por lo que Roosevelt promulgó la Agricultural Adjustment Act (AAA), que buscaba estabilizar los precios agrícolas mediante la reducción controlada de la producción. Aunque esta medida fue polémica —pues implicaba pagar a los agricultores para que redujeran la siembra y sacrificaran ganado—, logró su objetivo de incrementar los precios de los productos agrícolas.
En el ámbito industrial, la National Industrial Recovery Act (NIRA) fue aprobada para regular la competencia, mejorar las condiciones laborales y fortalecer los derechos de los trabajadores. A través de la National Recovery Administration (NRA), se establecieron códigos industriales que fijaban salarios mínimos, limitaban las horas de trabajo y promovían la negociación colectiva. Estas reformas sentaron las bases para el fortalecimiento del movimiento sindical en Estados Unidos.
Uno de los proyectos más emblemáticos del New Deal fue la Tennessee Valley Authority (TVA), creada para desarrollar una de las regiones más pobres del país mediante la construcción de presas hidroeléctricas, el control de inundaciones y la electrificación rural. Esta iniciativa no solo mejoró la calidad de vida en el valle del Tennessee, sino que también sirvió como modelo para programas de desarrollo regional en todo el país.
El Estado de Bienestar y la Seguridad Social
En 1935, Roosevelt promovió la Social Security Act, una ley histórica que estableció por primera vez en Estados Unidos un sistema federal de pensiones para jubilados, seguros de desempleo y asistencia para personas discapacitadas y madres necesitadas. Este fue uno de los pilares del Estado de bienestar en Estados Unidos y sigue siendo, hasta hoy, una de las mayores contribuciones del New Deal al sistema social estadounidense.
Asimismo, Roosevelt introdujo medidas regulatorias en el sector financiero mediante la creación de la Securities and Exchange Commission (SEC) en 1934, encargada de supervisar el mercado de valores y prevenir abusos como los que habían llevado al colapso bursátil de 1929. Estas reformas transformaron la relación entre el gobierno y la economía, consolidando un marco regulador más estricto que limitaba las prácticas especulativas.
Desafíos y Oposición al New Deal
A pesar de los avances, Roosevelt enfrentó una oposición feroz. Los grandes empresarios y banqueros criticaban el intervencionismo estatal, al que consideraban un ataque al libre mercado. Desde el ámbito judicial, el Tribunal Supremo declaró inconstitucionales varias leyes clave del New Deal, incluida la NIRA en 1935 y la AAA en 1936, argumentando que excedían las competencias del gobierno federal. Para contrarrestar esta resistencia, Roosevelt propuso en 1937 un polémico plan para ampliar el número de jueces en la Corte Suprema, conocido como el “Court-Packing Plan”, que, aunque no se aprobó, generó un intenso debate sobre la separación de poderes.
En el plano político, Roosevelt fue reelegido en 1936 con un margen histórico frente al republicano Alfred Landon, consolidando su liderazgo y demostrando el apoyo popular a sus políticas. Sin embargo, la recesión de 1937, conocida como la “Recesión dentro de la Depresión”, debilitó temporalmente la economía y obligó al gobierno a intensificar el gasto público.
Un Presidente Inquebrantable
Roosevelt no solo se enfrentó a la crisis económica; también libró una batalla personal contra su discapacidad. Aunque paralizado de la cintura hacia abajo, se negó a dejarse vencer por las limitaciones físicas. Con la ayuda de aparatos ortopédicos y apoyos estratégicos, se presentaba en público con una imagen de fortaleza y energía. Su capacidad para proyectar optimismo, incluso en los momentos más difíciles, fue clave para mantener la moral del país.
El New Deal transformó profundamente Estados Unidos: fortaleció el papel del gobierno federal, estableció la seguridad social, reguló la economía y creó millones de empleos. Aunque sus políticas no pusieron fin definitivo a la Gran Depresión —una tarea que solo se completaría con el impulso económico de la Segunda Guerra Mundial—, sentaron las bases para la recuperación y redefinieron el papel del Estado en la sociedad.
La década de 1930 cerró con Roosevelt como el líder indiscutible del Partido Demócrata y una figura emblemática a nivel mundial. Sin embargo, los desafíos que aguardaban eran aún mayores. Europa se precipitaba hacia una nueva guerra, y Estados Unidos, pese a su tradición aislacionista, no podría mantenerse al margen por mucho tiempo.
Política Exterior, la Segunda Guerra Mundial y el Legado de Roosevelt
Cuando Franklin Delano Roosevelt inició su tercer mandato en 1941, la situación mundial había cambiado radicalmente. Mientras Estados Unidos se esforzaba por consolidar los logros del New Deal, Europa se encontraba sumida en el caos: Adolf Hitler y el régimen nazi habían invadido Polonia en 1939, lo que dio inicio a la Segunda Guerra Mundial. Para entonces, Roosevelt era plenamente consciente de que el destino de Estados Unidos no podía permanecer aislado de los acontecimientos internacionales, a pesar de que la opinión pública y buena parte del Congreso seguían defendiendo el aislacionismo como política exterior.
De la Neutralidad al Intervencionismo
Al comienzo de la guerra europea, Roosevelt actuó con cautela, equilibrando su convicción de que la derrota de los regímenes totalitarios era esencial para la democracia mundial con la presión interna para evitar otra guerra. Para satisfacer al bloque aislacionista, el Congreso aprobó las Leyes de Neutralidad (Neutrality Acts) entre 1935 y 1937, que prohibían la venta de armas y préstamos a naciones en guerra. Sin embargo, Roosevelt buscó resquicios legales para asistir a las democracias europeas, especialmente al Reino Unido, liderado por Winston Churchill, quien se convertiría en uno de sus aliados más cercanos.
En 1939, Roosevelt logró modificar la legislación para instaurar la política de “cash and carry”, que permitía la venta de armamento a países beligerantes si pagaban en efectivo y transportaban las armas en sus propios barcos. Esta medida beneficiaba claramente a Gran Bretaña y Francia, naciones que luchaban contra Hitler. Pero la caída de Francia en 1940 y el implacable avance nazi plantearon un desafío aún mayor. En respuesta, Roosevelt lanzó el programa “Lend-Lease Act” en marzo de 1941, autorizando el préstamo o arrendamiento de armas y suministros a las naciones cuya defensa considerara vital para la seguridad de Estados Unidos. Con esta ley, Estados Unidos se convirtió en el arsenal del mundo libre.
Roosevelt justificó estas medidas ante la nación afirmando que era necesario apoyar a los países que combatían la tiranía. En una de sus célebres intervenciones radiales, definió las “Cuatro Libertades” —libertad de expresión, libertad de culto, libertad frente a la miseria y libertad frente al miedo— como principios universales que debían ser defendidos en todo el mundo. Estas ideas se convirtieron en el fundamento moral de la futura Carta del Atlántico, un documento que Roosevelt redactó junto a Churchill en agosto de 1941, estableciendo las bases para el orden internacional posterior a la guerra.
Pearl Harbor y la Entrada en la Guerra
El 7 de diciembre de 1941, el ataque japonés a la base naval estadounidense de Pearl Harbor en Hawái cambió la historia. En un devastador ataque sorpresa, la aviación japonesa destruyó gran parte de la flota del Pacífico, dejando más de 2.400 muertos. Al día siguiente, Roosevelt pronunció ante el Congreso su famoso discurso del “Día de la infamia”, en el que pidió una declaración de guerra contra Japón. Tres días después, Alemania e Italia, aliados de Japón, declararon la guerra a Estados Unidos. El país, que hasta entonces había mantenido una política ambigua de neutralidad, se vio arrastrado de lleno al conflicto global.
La entrada en la guerra transformó la economía estadounidense. Las fábricas que antes producían automóviles comenzaron a fabricar tanques, aviones y municiones. Millones de hombres fueron llamados a filas, y las mujeres ingresaron masivamente al mercado laboral para suplir la mano de obra faltante, en un fenómeno representado por el icónico personaje de propaganda “Rosie the Riveter”. Roosevelt impulsó esta movilización con una visión clara: convertir a Estados Unidos en el motor industrial y militar de la victoria aliada.
El Líder de la Coalición Aliada
Durante la guerra, Roosevelt asumió un papel de liderazgo indiscutible en la estrategia aliada. Fue el artífice de la Gran Alianza entre Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética, encabezada por Churchill y Joseph Stalin. A pesar de las diferencias ideológicas entre los tres líderes, Roosevelt entendía que la cooperación era indispensable para derrotar a Hitler.
En 1943, Roosevelt y Churchill se reunieron en la Conferencia de Casablanca, donde acordaron que la rendición de las potencias del Eje debía ser incondicional, evitando así un resurgimiento militar alemán. Más tarde, en la Conferencia de Teherán (1943), Roosevelt, Churchill y Stalin discutieron la apertura de un segundo frente en Europa, que se materializó con el Desembarco de Normandía en junio de 1944, un momento decisivo en la guerra.
En febrero de 1945, ya gravemente enfermo, Roosevelt asistió a la Conferencia de Yalta, donde se definieron los últimos pasos para derrotar a Alemania y se sentaron las bases del orden mundial de posguerra. En Yalta, se acordó la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), proyecto que Roosevelt consideraba esencial para garantizar la paz mundial y evitar futuros conflictos globales. También se delinearon las zonas de influencia en Europa, un acuerdo que marcaría el inicio de la Guerra Fría, aunque en ese momento parecía un compromiso necesario.
Declive Físico y Muerte
A pesar de su liderazgo incansable, la salud de Roosevelt se deterioró gravemente durante su cuarto mandato. El peso de la guerra y los años de tensión política habían cobrado factura. En sus apariciones públicas se le veía visiblemente agotado y envejecido, aunque seguía proyectando optimismo ante la nación. Tras Yalta, se retiró a Warm Springs, Georgia, donde buscaba alivio para su debilitado cuerpo. El 12 de abril de 1945, sufrió una hemorragia cerebral fulminante mientras posaba para un retrato. Tenía 63 años.
Su muerte conmocionó al mundo. A pesar de que no pudo ver la victoria final sobre Alemania y Japón —que se concretaría pocos meses después—, Roosevelt fue reconocido como el arquitecto de la victoria aliada y como uno de los líderes más influyentes del siglo XX. Fue enterrado en su residencia familiar en Hyde Park, junto al río Hudson, cumpliendo su deseo de descansar en el lugar donde había comenzado su historia.
Legado Político y Humano
Franklin Delano Roosevelt dejó un legado inmenso que transformó la esencia misma de Estados Unidos. Fue el único presidente en ser elegido cuatro veces consecutivas (1932, 1936, 1940, 1944), lo que refleja la magnitud de su liderazgo en tiempos de crisis. Su política del New Deal redefinió la relación entre el gobierno y la economía, sentando las bases del Estado de bienestar y fortaleciendo los derechos sociales. Creó instituciones clave como la Seguridad Social, la SEC y la FDIC, que aún hoy protegen a millones de ciudadanos.
En el plano internacional, Roosevelt fue uno de los grandes arquitectos del orden mundial de posguerra. Su visión dio origen a la ONU, institución que, con todas sus imperfecciones, sigue siendo el pilar de la diplomacia global. Además, su liderazgo en la coalición aliada fue decisivo para derrotar a las potencias del Eje y salvar a la humanidad del fascismo.
Sin embargo, su legado no está exento de críticas. Algunos historiadores cuestionan su intento de manipular el Tribunal Supremo, sus concesiones a Stalin en Yalta y las limitaciones del New Deal para resolver por completo la Gran Depresión. Pese a ello, la mayoría coincide en que Roosevelt fue un presidente excepcional, cuyo coraje y visión salvaron a Estados Unidos en dos de las peores crisis de su historia: la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial.
Hoy, Franklin Delano Roosevelt sigue siendo recordado como un “Campeón de la Democracia”, un líder que, pese a sus limitaciones físicas y a los desafíos descomunales que enfrentó, supo inspirar a su pueblo y cambiar el curso de la historia. Su vida y obra nos recuerdan que, incluso en los momentos más oscuros, la resiliencia, la audacia y la esperanza pueden marcar la diferencia.
MCN Biografías, 2025. "Franklin Delano Roosevelt (1882-1945): El Presidente que Transformó EE. UU. con el New Deal y Lideró la Victoria Aliada". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/roosevelt-franklin-delano [consulta: 15 de octubre de 2025].