Sanz Almenar, Joaquín, “Punteret” (1853-1888).
Matador de toros español, nacido en Játiva (Valencia) el 10 de octubre de 1853, y muerto en Montevideo (Uruguay), el 28 de febrero de 1888. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de “Punteret”.
El 9 de enero de 1879 hizo su primer paseíllo en la plaza de toros de Madrid, acompañado por el novillero Juan Pastor. Posteriormente, para completar su todavía escasa formación taurina, se alistó en calidad de subalterno en la cuadrilla del coletudo toledano Ángel Pastor Gómez.
El 3 de enero de 1886, en las arenas de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, Joaquín Sanz Almenar (“Punteret”) hizo el paseíllo que había de llevarle a la obtención del grado de doctor en tauromaquia. Fue su padrino de alternativa el matador guipuzcoano don Luis Mazzantini y Eguía, quien le cedió los trastos con los que había de dar lidia y muerte a estoque al toro Bailarín, perteneciente al legendario encaste de Saltillo.
El día 23 de mayo de aquel mismo año, en el ruedo de la plaza de toros de Valencia, el Gran Califa cordobés Rafael Molina Sánchez (“Lagartijo”) volvió a cederle la lidia y muerte de un astado, Lancero, marcado con el hierro de don Antonio Fernández de Heredia. La confirmación de estas dos alternativas que tomó “Punteret” tuvo lugar en Madrid, el día 10 de octubre de 1886, bajo el padrinazgo del célebre espada granadino Salvador Sánchez Povedano (“Frascuelo”), quien, en presencia del coletudo gaditano José Sánchez del Campo (“Cara-Ancha”), le facultó para lidiar y estoquear al astado Corino, que había pastado en las dehesas de Ibarra.
Acabada en España la temporada taurina de 1896, Joaquín Sanz Almenar se embarcó rumbo a Uruguay, en donde pronto cosechó grandes triunfos entre los buenos aficionados montevideanos. Comoquiera que a su regreso a España no alcanzó ni por asomo el éxito logrado en plazas de Ultramar, retorno a Uruguay para hallar allí el triste fin que le tenía deparado su destino. En efecto, aconteció que el día 26 de febrero de 1888, cuando “Punteret” se había propuesto banderillear sentado en una silla sobre las arenas de la plaza montevideana de La Unión, el toro Cocinero, perteneciente al hierro de don Felipe Victoria, le alcanzó de lleno y le causó unas heridas cuya extrema gravedad le llevaron a morir en la capital uruguaya al cabo de dos días.