José Mariano de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete (1783–1858): El Conspirador que Forjó la Independencia del Perú

Introducción a la Lima colonial

La situación política y social de Perú a finales del siglo XVIII

A fines del siglo XVIII, el Virreinato del Perú se encontraba bajo el dominio del Imperio Español. Lima, la capital del virreinato, era el centro de un complejo sistema colonial donde la aristocracia criolla, compuesta principalmente por descendientes de los españoles nacidos en América, mantenía una posición de poder en la sociedad, aunque se encontraba marginada de los cargos más importantes de la administración pública. A pesar de este estatus privilegiado, los criollos se veían desplazados por los peninsulares, los nacidos en la misma España, que ocupaban las posiciones más altas del gobierno y la Iglesia.

El descontento en las colonias, especialmente entre los criollos, era palpable. Las restricciones comerciales, la carga fiscal y la exclusión política alimentaban la frustración entre aquellos que, por su educación, riqueza y poder, se consideraban en igualdad de condiciones con los peninsulares. A ello se sumaba el despotismo de la administración virreinal, que no solo era incapaz de satisfacer las demandas de la sociedad local, sino que también veía con recelo cualquier intento de los criollos de involucrarse en los asuntos políticos. Este ambiente de tensión sería uno de los elementos clave que generaría las condiciones para el proceso de independencia.

La influencia de la aristocracia limeña

José Mariano de la Riva-Agüero nació en Lima el 30 de mayo de 1783, en el seno de una familia aristocrática, lo que le otorgó una posición privilegiada desde su nacimiento. Su padre, José de la Riva-Agüero, era un destacado funcionario colonial, Superintendente de la Real Casa de la Moneda de Lima, y su madre, Josefa Sánchez Boquete, pertenecía a una de las familias más influyentes de la aristocracia peruana, siendo hija de los marqueses de Montealegre de Aulestis. Además, Riva-Agüero era Marqués de Monte Alegre y Caballero de la Orden de Carlos III, lo que le proporcionaba no solo una herencia de privilegio económico y social, sino también una sólida conexión con las élites que dominarían las conspiraciones patriotas en Lima.

La posición de su familia dentro de la aristocracia limeña marcó profundamente su educación y formación. Desde joven, estuvo en contacto con las ideas y tensiones que se vivían en las altas esferas de la sociedad limeña. Fue en este entorno donde Riva-Agüero comenzó a forjar sus primeras ideas sobre la independencia y el destino de Perú, influenciado por su educación en el extranjero y las ideas que comenzaban a circular en Europa y América sobre la libertad y la autodeterminación.

Familia y primeros años de vida

Orígenes familiares y ascendencia noble

Como hijo de una familia noble y de gran influencia, la vida de José Mariano de la Riva-Agüero estuvo marcada desde temprano por las expectativas que conlleva el ser parte de la élite. Su ascendencia noble no solo le otorgó un estatus social elevado, sino que también le permitió acceder a una educación de calidad, algo crucial en la época colonial. La familia Riva-Agüero era bien conocida en los círculos de poder limeños, lo que le brindó al joven José Mariano oportunidades únicas para formarse en Europa, lejos de las estrictas restricciones impuestas por el sistema colonial.

Su padre, además de ser un importante funcionario, había cultivado relaciones con personas influyentes dentro de la administración colonial y entre la nobleza española, lo que le permitió a José Mariano viajar a España en su juventud. Allí, comenzó su educación formal y se introdujo en el mundo de las ideas ilustradas, que serían fundamentales para su desarrollo ideológico en los años venideros.

La formación educativa en España y Francia

A los 16 años, José Mariano de la Riva-Agüero viajó a España, donde continuó su educación. En un contexto europeo agitado por las guerras napoleónicas, el joven Riva-Agüero tuvo la oportunidad de empaparse de las ideas revolucionarias que recorrían el continente. La invasión napoleónica a España, que destituyó al rey Fernando VII y sumió al país en una profunda crisis política, tuvo un impacto considerable en Riva-Agüero, quien se unió al sentimiento patriótico que comenzaba a agitar la península.

Su estancia en Europa también le permitió entrar en contacto con las ideas de la Ilustración, que abogaban por la libertad, la razón y la igualdad. Estos principios serían centrales en su pensamiento político y lo llevarían a cuestionar el dominio absoluto de la monarquía española sobre las colonias americanas. Fue en este contexto que, además de su formación académica, Riva-Agüero comenzó a interesarse profundamente por las cuestiones políticas de su tiempo y por el destino de América Latina.

Al regresar a España cuando la invasión napoleónica se concretó, se alistó en el ejército para combatir contra las tropas francesas en varias batallas clave, como las de Quipuzcoa, Burgos y Córdoba. Su experiencia en estos combates lo marcó profundamente y consolidó su rechazo hacia el dominio de los monarcas europeos sobre los pueblos americanos.

Influencias tempranas y primeros intereses

Conexiones con movimientos intelectuales y políticos

A lo largo de su estancia en Europa, Riva-Agüero se relacionó con destacados pensadores y revolucionarios, quienes influirían en su visión del mundo. Su participación en la Logia Americana fue crucial para su acercamiento a las ideas separatistas. Esta sociedad secreta, que agrupaba a patriotas de diversas partes de América Latina, promovía la independencia de las colonias españolas. La pertenencia a la Logia reforzó en Riva-Agüero la convicción de que el destino de América debía ser independiente de la monarquía española.

En este ambiente de efervescencia política, Riva-Agüero también se acercó a pensadores como el jesuita peruano Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, cuyas ideas influyeron en su comprensión de la relación entre América y España. Además, se identificó con el espíritu de los revolucionarios criollos que empezaban a desafiar el sistema colonial desde Buenos Aires, Caracas y otras ciudades.

Ingreso a la Logia Americana y el impacto de la invasión napoleónica

La invasión napoleónica de la Península Ibérica fue un punto de inflexión para muchos en América Latina. El poder de la Corona española en América se debilitó, lo que abrió un espacio para las primeras acciones conspirativas que reclamarían la independencia. En este contexto, Riva-Agüero no solo se sumó a la Logia Americana, sino que también redactó en 1818 la Manifestación histórica y política de la revolución de América, conocida como 28 Causas para la Independencia de América. En este texto, Riva-Agüero argumentó que los intereses de la Península Ibérica eran incompatibles con los de América, y abogó por una ruptura definitiva con España.

Esta obra, llena de elementos separatistas, reflejaba la fuerte convicción de Riva-Agüero en que América debía trazar su propio camino, lejos del despotismo español. Además, en sus escritos, se criticaba la marginación de los criollos en los cargos políticos y el monopolio comercial impuesto por la metrópoli, cuestiones que lo alinearon con los ideales revolucionarios que se gestaban en diversas partes de América.

La influencia de la Revolución Francesa y los primeros pasos hacia la independencia

Conspiraciones y primeras acciones revolucionarias

El regreso de José Mariano de la Riva-Agüero a América no fue un simple retorno a su tierra natal, sino que marcó el inicio de su participación activa en la lucha por la independencia del Perú. Al llegar a Buenos Aires, tras pasar por España y Francia, se integró rápidamente a los círculos patriotas que, como en otras partes del continente, ya estaban trabajando en secreto para desafiar el dominio español.

Riva-Agüero, al igual que muchos otros criollos educados y conscientes del contexto europeo y americano, se dio cuenta de que la invasión napoleónica había abierto una ventana de oportunidad para la independencia. En este clima de conspiración y desobediencia, formó parte de diversas reuniones secretas, muchas de ellas celebradas en la ciudad de Lima, que buscaban la creación de una estrategia conjunta para separar el Perú de la monarquía española. Estas reuniones ocurrieron en espacios clandestinos como el Café de Bodegones y la Fonda del Caballo Blanco, donde conspiradores como el Conde de la Vega del Ren y el padre Mendez Lachica discutían sobre cómo iniciar la lucha por la independencia.

Fue en este contexto donde Riva-Agüero escribió su influyente 28 Causas para la Independencia de América, un manifiesto que no solo apelaba al descontento generalizado con la administración colonial, sino que también recogía los pensamientos de otros pensadores criollos como Vizcardo y Guzmán. En este texto, denunciaba la corrupción del gobierno español y abogaba por la creación de una América libre de la opresión europea.

La Manifestación histórica y política de la revolución de América (1818)

El manifiesto de Riva-Agüero fue uno de los primeros textos claramente separatistas en el contexto de las luchas por la independencia en América Latina. En la Manifestación histórica y política de la revolución de América, dejó claro que los intereses de los peninsulares eran completamente opuestos a los de los criollos y otros sectores de la sociedad americana. Criticaba con dureza la administración española y su exclusión sistemática de los criollos de los cargos de poder, lo que no solo limitaba su acceso a las estructuras políticas, sino que también menospreciaba las capacidades de los americanos nacidos en el continente.

El texto no se limitaba a la crítica política; también se enfrentaba a los problemas económicos que sufrían las colonias, tales como el monopolio comercial impuesto por España, que perjudicaba a los americanos en favor de los intereses peninsulares. Para Riva-Agüero, la independencia no solo era una cuestión política, sino también económica, social y cultural. A lo largo de su vida, este tipo de ideas se mantendría como eje central de su lucha y su ideología.

En este período, además de sus escritos, Riva-Agüero fue un activo corresponsal con los patriotas en Buenos Aires y Chile, consolidando su lugar en la red de conspiradores que buscaban la independencia de las colonias americanas.

Participación en la Guerra de Independencia

El apoyo a San Martín y la independencia del Perú

El apoyo a la causa independentista llevó a Riva-Agüero a unirse a la lucha armada. Tras las derrotas sufridas por las fuerzas realistas y la proclamación de la independencia en otras partes del continente, José de la Riva-Agüero se unió a las tropas de José de San Martín, quien había logrado la independencia de Argentina, Chile y había comenzado su incursión en el Perú. San Martín lo reconoció como uno de los principales líderes de la causa independentista y lo nombró coronel en el ejército.

En 1821, cuando San Martín proclamó la independencia del Perú en la ciudad de Lima, Riva-Agüero jugó un papel fundamental en la organización y movilización de los recursos necesarios para asegurar el éxito de la lucha. San Martín, al asumir el rol de Protector del Perú, confiaba en Riva-Agüero no solo por sus habilidades militares, sino también por su capacidad para manejar la administración política y económica en el contexto de la naciente república.

La creación de la primera Armada peruana y el ascenso al poder

Una de las principales acciones durante su tiempo al servicio de San Martín fue la creación de la primera Armada peruana. Bajo el liderazgo de Riva-Agüero, la Armada fue organizada con el objetivo de asegurar la soberanía del país y resistir los intentos de los realistas por recuperar el control. Además, se reorganizó el ejército peruano, poniendo a Andrés de Santa Cruz como comandante en jefe, lo que consolidó el poder militar del nuevo gobierno.

Sin embargo, a medida que se desarrollaban los eventos políticos en el Perú, las tensiones entre San Martín y Bolívar, que también aspiraba a la independencia de las regiones del norte, comenzaron a gestarse. Cuando San Martín decidió retirarse para reunirse con Bolívar en Guayaquil en 1822, el gobierno del Perú quedó en una situación incierta.

La disputa con Bolívar y el ascenso como presidente

Durante la ausencia de San Martín, el clima político en Lima se tornó más agitado. El Congreso, que había sido convocado para establecer las bases del nuevo gobierno republicano, estaba dividido. Fue entonces cuando, en febrero de 1823, el Motín de Balconcillo, apoyado por un sector del ejército, solicitó la destitución del Congreso y la proclamación de José Mariano de la Riva-Agüero como presidente del Perú. La militarización de la política llevó a su elección como presidente por parte de los patriotas, quienes veían en él la figura capaz de dirigir los destinos del país tras la independencia.

El 4 de marzo de 1823, Riva-Agüero fue ascendido al grado de Mariscal y asumió oficialmente la presidencia del Perú. Durante su mandato, trabajó en estrechar la alianza con el ejército patriota, reorganizó el ejército y continuó con la idea de consolidar la independencia frente a los realistas. No obstante, su gobierno se vio rápidamente envuelto en tensiones con el Congreso y con otros caudillos de la época, lo que pronto desencadenaría su caída.

Crisis interna y caída del gobierno

El Motín de Balconcillo y la destitución de Riva-Agüero

Aunque Riva-Agüero fue elegido presidente por el Congreso en 1823 tras el Motín de Balconcillo, su mandato estuvo marcado por la inestabilidad política y la confrontación con otras facciones. Uno de los principales problemas que enfrentó fue su relación con el Congreso, que, aunque le había otorgado el cargo, no estaba dispuesto a otorgarle todo el poder necesario para gobernar con eficacia. La situación política era extremadamente volátil y, a pesar de sus esfuerzos por consolidar el nuevo gobierno republicano, las tensiones crecían entre los sectores militares y los representantes del Congreso.

Durante su corta presidencia, el descontento entre las facciones que lo apoyaban y la desconfianza mutua fueron elementos constantes. La situación empeoró cuando se produjo la ocupación de Lima por las tropas realistas. Ante esta crisis, Riva-Agüero buscó soluciones que no fueron bien vistas ni por el Congreso ni por las élites militares, lo que desencadenó el conflicto con los caudillos patriotas.

El ejército, liderado por militares como Agustín Gamarra y Andrés de Santa Cruz, comenzó a presionar a Riva-Agüero. En lugar de confiar plenamente en él, exigieron la destitución del presidente. La situación culminó en noviembre de 1823, cuando el propio coronel Gutiérrez de la Fuente, que antes había sido un aliado de Riva-Agüero, encabezó un levantamiento militar que depuso al presidente. Este golpe de estado se realizó en medio de una crisis política que había afectado seriamente la capacidad de gobierno del presidente.

La intervención de Bolívar y el exilio hacia Europa

Con la caída de Riva-Agüero, el país se vio inmerso en un nuevo periodo de luchas políticas internas. Ante la vacante presidencial y el colapso del orden, el Congreso decidió buscar la intervención de Simón Bolívar, quien había estado jugando un papel fundamental en la lucha por la independencia en el norte de Sudamérica. Bolívar fue reconocido como jefe máximo del ejército del Perú, y su llegada marcó el fin de la administración de Riva-Agüero.

Tras su destitución, Riva-Agüero fue arrestado y condenado por traición debido a su cercanía con los realistas y la controversia que había generado su mandato. No obstante, la intervención de su aliado, el Almirante Guillermo Guisse, quien era leal a la causa patriota, permitió que Riva-Agüero no fuera ejecutado. En cambio, fue desterrado y se vio obligado a salir del país, partiendo primero hacia Guayaquil y luego hacia Europa. En su exilio, Riva-Agüero continuó defendiendo su gestión y su visión de la independencia, publicando en Londres un texto en 1824 en el que justificaba su mandato y las decisiones políticas que había tomado.

Durante su estancia en Europa, Riva-Agüero se dedicó a escribir sobre los eventos que había vivido y la situación política del Perú. En 1827, publicó su Memoria dirigida al Congreso peruano, en la que defendió su imagen y criticó las decisiones de aquellos que lo habían derrocado. Mientras tanto, la situación política en el Perú seguía cambiando, con Bolívar y sus seguidores consolidando su poder en la región.

Regreso a América y participación en la política post-independencia

Regreso a Chile y apoyo a la Convención Nacional

El regreso de Riva-Agüero a América ocurrió en 1831, cuando se estableció en Santiago de Chile. En este nuevo capítulo de su vida, se dedicó a participar en la política post-independencia, buscando recuperar su relevancia en los acontecimientos que seguían marcando el destino de Perú. En Chile, apoyó la Convención Nacional, un organismo político encargado de reformar la constitución peruana y reorganizar el país después de años de conflictos.

Este periodo marcó un cambio importante en la actitud de Riva-Agüero. Lejos de los conflictos de su primer mandato, comenzó a trabajar en la integración de las diversas facciones políticas que habían emergido tras la independencia. Sin embargo, la situación interna de Perú seguía siendo muy inestable, y las luchas de poder entre los diferentes caudillos del país continuaban.

La guerra civil y el fin de la Confederación Peruano-Boliviana

Durante la época de la Confederación Peruano-Boliviana (1836-1839), Riva-Agüero desempeñó un papel crucial en el escenario político del Perú. El Supremo Protector Andrés de Santa Cruz, líder de la Confederación, lo nombró presidente del Estado Norperuano, un cargo que le dio cierto poder dentro del sistema federal que estaba tratando de consolidarse en la región. Sin embargo, las tensiones con los opositores a la Confederación, como el presidente de la República de Lima, Luis José de Orbegoso, y la intervención de los ejércitos de la Gran Colombia, condujeron a un conflicto abierto.

Riva-Agüero apoyó firmemente a Santa Cruz, pero tras la derrota sufrida en la batalla de Yungay (1839), que marcó el fin de la Confederación, se vio obligado a abandonar el Perú. Su apoyo a la Confederación fue uno de los factores que contribuyó a su exilio a Ecuador, donde pasó una temporada antes de regresar nuevamente a su tierra natal en 1843.

Muerte y legado

Últimos años en Lima y la contribución al legado republicano

Los últimos años de José Mariano de la Riva-Agüero fueron tranquilos en comparación con los agitados periodos de su vida política. Regresó a Lima en 1843, pero ya no participó activamente en los eventos políticos de la nación. Murió en Lima el 25 de mayo de 1858, casi 30 años después de haber sido derrocado y exiliado.

A pesar de los conflictos y las controversias que marcaron su vida, el legado de Riva-Agüero es indiscutible en la historia del Perú. Fue un pionero de la independencia, un conspirador clave en las primeras etapas de la lucha por la libertad de las colonias, y una figura fundamental en el período de transición entre el Virreinato y la República.

Riva-Agüero no solo fue un testigo de los eventos más importantes de la independencia del Perú, sino también uno de sus actores más complejos, que contribuyó, aunque de manera controversial, al proceso que sentó las bases de la nación peruana moderna.


Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "José Mariano de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete (1783–1858): El Conspirador que Forjó la Independencia del Perú". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/riva-aguero-y-sanchez-boquete-jose-mariano-de-la [consulta: 18 de octubre de 2025].