Palma, Ricardo (1833-1919).
Escritor peruano, nacido en Lima el 7 de febrero de 1833 y muerto en la misma ciudad el 6 de octubre de 1919. Sus padres fueron Pedro Palma y Dominga Soriano, de humilde condición, quienes lo bautizaron con el nombre de Manuel, al que posteriormente el escritor añadiría el de Ricardo, para finalmente quedarse con este último. Realizó sus estudios en el Colegio de Noel, el Colegio de Orengo y el Convictorio de San Carlos, donde al parecer fue alumno externo. En 1848 empezó su carrera literaria, según propia confesión, formando parte del grupo que después él mismo denominaría «La bohemia de mi tiempo». Comenzó escribiendo poesía, a la vez que ejercía el periodismo en diversas publicaciones periódicas -la mayoría de existencia efímera- como redactor o crítico de espectáculos, para lo cual usó múltiples seudónimos. En 1849 escribió su primer drama, El hijo del sol, que no se llegó a representar, y aunque obtuvo algún éxito en el poco exigente medio limeño, alrededor de 1858 dejó de escribir teatro. En la actualidad sólo conocemos de su producción teatral el drama Rodil (Lima 1851) -redescubierto cien años después de su publicación pues Palma procedió a la destrucción de los ejemplares- y la comedia «El santo de Panchita» escrita en colaboración con Manuel Ascensio Segura e incluida en la recopilación de obras de este último publicada con el título de Teatro (Lima 1869).
Luego de probar suerte con la poesía y el teatro, y de hacer su debut en el género histórico con el libro Corona patriótica (Colección de apuntes biográficos, Lima 1853), Palma comenzó la publicación de relatos breves que iban desde el ensayo costumbrista al romance histórico, y que serían el germen de sus posteriores tradiciones peruanas. En 1853 pasó a formar parte del Cuerpo Político de la Armada Peruana como oficial tercero, correspondiéndole prestar servicio en la goleta Libertad, el bergantín Almirante Guisse, el transporte Rímac -donde estuvo a punto de morir a consecuencia del naufragio de la nave (1-III-1855)- y el vapor Loa. En 1857 fue separado momentáneamente del ejercicio de su cargo por haber secundado la sublevación del general Ignacio de Vivanco contra el gobierno de Castilla, pero su participación política más importante se produjo con ocasión del frustrado asalto a la casa del presidente ejecutado por un grupo de civiles y militares de tendencia liberal, liderados por José Gálvez (23-XI-1860). Luego del fallar en el intento golpista, Palma se embarcó rumbo a Chile (20-XII-1860), arribando a Valparaíso los últimos días del año. Durante su permanencia en esta ciudad, el escritor frecuentó los salones literarios y perteneció a la Sociedad Amigos de la Ilustración, colaborando en la Revista del Pacífico y la Revista de Sud-América, de la cual llegó a ser redactor principal. En agosto de 1863, luego de ser amnistiado, emprendió el regreso al Perú.
En julio de 1864 fue nombrado cónsul en el Pará, pero parece que no llegó a ejercer el cargo, solicitando y obteniendo una licencia que empleó en viajar por Europa. En 1865 regresó al Perú para ponerse a órdenes del gobierno, que se encontraba en conflicto con España, participando en el combate del Callao del 2 de mayo de 1866 como asistente de José Gálvez. Al año siguiente intervino en la sublevación del coronel José Balta, y cuando este fue elegido presidente en 1868, fue nombrado su secretario particular y elegido senador por la provincia de Loreto. Luego del asesinato de Balta (26-VII-1872), Palma se retiró a la política para dedicarse exclusivamente a la literatura. El mismo año publicó la primera serie de sus Tradiciones.
Cuando se declaró la guerra con Chile (IV-1879), Palma ya era uno de los literatos más reconocidos del continente americano y colaborador frecuente de las principales publicaciones literarias sudamericanas. Durante la guerra participó en la defensa de la capital peruana, y al haber incendiado las tropas de ocupación su casa ubicada en el balneario de Miraflores (I-1881), perdió su biblioteca personal, el manuscrito de su novela Los Marañones y sus memorias del gobierno de Balta. Decepcionado, pensó aceptar el ofrecimiento que le hizo el dueño del diario La Prensa de Buenos Aires para que se traslade con su familia a esa ciudad para ejercer el cargo de redactor literario del periódico (I-1883), pero el presidente Miguel Iglesias lo convenció para que acepte la dirección de la Biblioteca Nacional del Perú, que se encontraba destruida como consecuencia de la guerra. Su labor al frente de esta institución, donde contó con un presupuesto exiguo, fue verdaderamente encomiable, no dudando en utilizar su prestigio literario para solicitar a personalidades de diversas partes del mundo la donación de libros, ganándose el apelativo de «bibliotecario mendigo». El 28 de julio de 1884 Palma logró inaugurar la nueva Biblioteca Nacional del Perú, continuando en la dirección del establecimiento, que sólo interrumpió con motivo de su viaje a España como representante del Perú al Noveno Congreso Internacional de Americanistas celebrado con ocasión del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América (1892-93). En febrero de 1912 renunció al cargo por discrepancias con el gobierno, que nombró en su reemplazo al escritor Manuel González Prada, antiguo adversario de Palma. González Prada atacó la gestión de su predecesor en una Nota informativa acerca de la Biblioteca Nacional (Lima 1912), lo que motivó la respuesta de Palma en su folleto Apuntes para la historia de la Biblioteca de Lima (Lima 1912), donde hace un recuento de su labor al frente de la institución. Alejado de su labor como bibliotecario y convertido en el patriarca de las letras peruanas, Palma se retiró a vivir al balneario de Miraflores, donde pasó los últimos años de su vida. Cuando murió fue enterrado con honras fúnebres correspondientes a Ministro de Estado y se declaró duelo nacional.
La producción literaria de Ricardo Palma es extensa. Dentro del género lírico publicó Poesías (Lima 1855), Armonías. Libro de un desterrado (París 1865), Pasionarias (Havre 1870), Verbos y gerundios (Lima 1877), Enrique Heine. Traducciones (1886); reeditando gran parte de su obra poética en el libro Poesías (1887), que llevó como introducción el estudio «La bohemia limeña de 1848 a 1860. Confidencias literarias». Posteriormente publicó su poema A San Martín (Lima 1890), que originó una protesta del gobierno chileno por considerarlo ofensivo a ese país, y su último libro de versos que tituló Filigranas. Aguinaldo a mis amigos (Lima 1892). Fue también compilador de Lira americana. Colección de poesías de los mejores poetas del Perú, Chile y Bolivia (París 1865). Entre sus trabajos históricos podemos mencionar Anales de la Inquisición de Lima (Estudio histórico, Lima 1863), el polémico Monteagudo y Sánchez Carrión. Páginas de la historia de la independencia (Lima 1877) y su Refutación a un compendio de historia del Perú (Lima 1886), cuyo ataque a los jesuitas motivó que el Congreso peruano declare la prohibición del establecimiento de esta orden religiosa en el país. Su labor como principal gestor y presidente de la Academia Peruana de la Lengua desde su instalación el 5 de mayo de 1887, está representada por los Anales de la Academia Correspondiente de la Real Española en el Perú (Lima 1887), y especialmente por sus valiosas sugerencias a favor de la admisión de nuevos vocablos contenidas en sus libros Neologismos y americanismos (Lima 1896) y Papeletas lexicográficas (Lima 1903). Publicó además Recuerdos de España (Buenos Aires 1898), sobre su viaje a ese país en 1892, y que después sería reeditado con el título Recuerdos de España precedidos de La bohemia de mi tiempo (Lima 1899).
Párrafo aparte merecen las Tradiciones peruanas, relatos construidas a partir de hechos históricos o anécdotas populares de carácter ligero y burlesco que constituyen un género literario particular. Aunque Palma había escrito los primeros de estos relatos antes de su destierro a Chile, sólo varios años más tarde se decidió a editar la primera serie de sus Tradiciones (Lima 1872). A este volumen le seguirían Tradiciones. Segunda serie (Lima 1874), Tradiciones. Tercera serie (Lima 1875), Tradiciones. Cuarta serie (Lima 1877), Tradiciones. Quinta serie (Lima 1883), Tradiciones. Sexta serie (Lima 1883), Ropa vieja (Lima 1889) y Ropa apolillada (Lima 1891). Luego de publicar en Buenos Aires la primera edición extranjera de estos relatos (1890), publicó una edición española con el título, desde entonces célebre, de Tradiciones peruanas (4 vols., Barcelona 1893-96). Posteriormente a esta edición aparecieron Tradiciones y artículos históricos (Lima 1899), Cachivaches (Lima 1900), Mis últimas tradiciones peruanas y cachivachería (Barcelona 1906), Apéndice a Mis últimas tradiciones peruanas (Barcelona 1910) y una edición póstuma con el título El Palma de la juventud (Lima 1921). Luego de su muerte, las hijas del escritor llevaron a cabo una edición definitiva de las Tradiciones peruanas que contó con el auspicio del gobierno peruano (6 vols., Madrid 1923-25).
Mucho se ha escrito sobre las Tradiciones peruanas y la pretendida ideología que subyace detrás de la obra. Algunos han querido ver en el escritor un nostálgico del pasado colonial, y otros han sostenido que la ironía con la que describe dicho pasado esconde una crítica social. Al respecto el ensayista Luis Loayza ha sostenido acertadamente en su libro El sol de Lima (Lima 1974) que «Al leer las Tradiciones se advierte que el autor era un hombre de su tiempo … El mundo de la colonia era, o pretendía ser, jerárquico: en las Tradiciones hay un sentimiento democrático, igualitario, se festeja el irrespeto ante la autoridad». En la actualidad, aun cuando sus méritos literarios sean materia de discusión, no se deja de reconocer el enorme impacto que tuvieron dentro de la narrativa hispanoamericana, gozando todavía de gran popularidad. Al respecto, el historiador Raúl Porras Barrenechea llamó merecidamente a Ricardo Palma el segundo fundador de Lima, por haber creado la imagen de esta ciudad y una visión particular sobre su pasado que a pesar de sus yerros no ha podido ser remplazada todavía.
Bibliografía:Oswaldo Holguín Callo, Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860), Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1994.César Miró, Don Ricardo Palma, el patriarca de las tradiciones, Buenos Aires: Editorial Losada, 1953.
César Salas