Muhammad V el Viejo (1338–1391): El Sultán de Granada que Resistió la Traición y Redefinió su Reino
Muhammad V el Viejo (1338–1391): El Sultán de Granada que Resistió la Traición y Redefinió su Reino
El Ascenso al Trono y los Primeros Años de Gobierno (1338-1359)
Contexto Histórico y Orígenes Familiares
A finales del siglo XIII, el Reino de Granada, en la península ibérica, se encontraba en una encrucijada política y militar, con las relaciones entre los reinos cristianos y los musulmanes sumidas en constantes tensiones. La dinastía nazarí, que gobernaba Granada desde principios de 1230, atravesaba sus momentos más delicados, tanto por las luchas internas como por las presiones externas del Reino de Castilla, el Reino de Aragón y otros actores políticos de la época.
Muhammad V de Granada, nacido como Abu Abd Allah Muhammad Ibn Yusuf en 1338, fue el octavo sultán nazarí y el tercero de la línea de los Yusufíes en reinar Granada. Era hijo del sultán Yusuf I, quien gobernó el reino durante un período de gran prosperidad, a pesar de los desafíos políticos. Muhammad V nació en un contexto donde las dinastías musulmanas, y en especial los nazaríes, debían navegar con cautela entre las continuas presiones externas de los reinos cristianos y las luchas internas por el poder.
La figura de su padre, Yusuf I, influyó enormemente en la juventud de Muhammad. Su reinado fue fundamental en el desarrollo del esplendor cultural y arquitectónico de Granada, siendo la Alhambra uno de los principales símbolos del apogeo nazarí. Yusuf I consolidó el reino y aseguró una estabilidad interna, aunque las disputas dinásticas y las intrigas palaciegas ya amenazaban con desestabilizar el orden que había logrado.
Primeros Intereses y Talentos
Desde temprana edad, Muhammad V mostró grandes capacidades intelectuales y políticas. Al igual que su padre, tuvo acceso a una educación de primer nivel, rodeado de eruditos, científicos y artistas que llegaban a la corte granadina, un testimonio del ambiente culturalmente vibrante que existía en su reino. Durante su juventud, las obras literarias y científicas eran objeto de admiración y cultivación en su corte, y figuras como el historiador e intelectual Ibn al-Jatib se convirtieron en aliados clave de su reinado.
A pesar de su formación intelectual, Muhammad V también mostró una gran destreza para el manejo de las relaciones diplomáticas y el arte de la guerra. El joven sultán se encontraba en un momento crucial, con el reino de Granada rodeado de enemigos tanto dentro como fuera de la península. Las primeras decisiones políticas que tomó, en su mayoría guiadas por la influencia de su padre y de su entorno cercano, fueron cruciales para determinar el futuro del reino.
El Inicio de su Reinado
En 1354, con tan solo 16 años, Muhammad V ascendió al trono tras la muerte de su padre. En su primer período como sultán (1354-1359), se vio rodeado de una corte fuertemente influenciada por figuras poderosas, especialmente el visir Ridwan, quien se encargó de gestionar los asuntos del reino mientras el joven sultán comenzaba a aprender las complejidades del poder. El gobierno de Ridwan, junto con el intelectual Ibn al-Jatib y el general Yahya Ibn Omar Ibn Rahhu, le permitió a Muhammad V consolidar el reino en sus primeros años.
A pesar de su inexperiencia inicial, el reinado de Muhammad V fue relativamente tranquilo, gracias a la estabilidad que logró mantener. Durante este tiempo, consolidó alianzas clave con otros reinos musulmanes, como el de Tlemecén en el Magreb, y siguió la política diplomática de su padre, asegurando una buena relación con los reinos cristianos, especialmente con el Reino de Castilla bajo Pedro I el Cruel. Este enfoque pragmático le permitió a Granada seguir siendo un actor importante en la península sin ser arrastrada hacia conflictos devastadores.
Sin embargo, la situación internacional se tornó más compleja cuando la relación entre los reinos cristianos de Castilla y Aragón comenzó a deteriorarse. Muhammad V optó por alinear a Granada con el Reino de Castilla en 1358, después de que Pedro IV de Aragón cambiara de bando y rompiera tratados previos con el reino de Granada. Esta decisión, aparentemente simple, reflejaba la sagacidad diplomática de Muhammad V, quien buscaba siempre el equilibrio necesario para asegurar la supervivencia de su reino.
Crisis Internas y Recuperación del Trono (1359-1362)
La Usurpación y el Exilio
En 1359, la estabilidad interna del reino nazarí sufrió un golpe devastador cuando una serie de traiciones y disputas familiares llevaron al derrocamiento de Muhammad V. La esposa cristiana de Yusuf I, Maryam, jugó un papel crucial en este golpe de Estado, al comprar la lealtad de varios poderosos miembros de la corte. Usando su influencia, Maryam logró que los hombres clave del palacio se sublevaran contra Muhammad V, forzándolo a huir y abandonando Granada de forma precipitada.
La traición fue un golpe especialmente doloroso para el joven sultán, quien aún no contaba con la madurez política necesaria para enfrentar las maquinaciones en su contra. Este episodio representó no solo una pérdida de poder, sino también un punto de inflexión crucial en su vida. Muhammad V se refugió inicialmente en Guadix, donde encontró apoyo entre los habitantes locales, quienes juraron lealtad al legítimo sultán. Sin embargo, la situación en Granada era incierta, y la lucha por el poder continuó.
El usurpador, Ismail II, hijo de Maryam, fue proclamado sultán. Pero su reinado fue corto y violento, marcado por una tiranía que generó descontento entre la nobleza y las ciudades del reino. Muhammad V, mientras tanto, encontró refugio en Fez, en el Reino de los Benimerines, donde fue recibido con honores por el emir Abu Salim Ibrahim, quien reconoció la legitimidad de su causa y le ofreció su apoyo.
Recuperación y Regreso al Poder
Durante su exilio en Fez, Muhammad V no solo logró mantener el apoyo de su propio círculo de colaboradores y familiares, sino que también comenzó a implicarse en los asuntos internos del Reino Benimerín. Aprovechó esta situación para fortalecer sus vínculos con otras potencias musulmanas del Magreb, buscando el respaldo de los benimerines para recuperar su trono.
El retorno de Muhammad V a la península fue facilitado por la guerra civil que asolaba Castilla-León, donde Pedro I el Cruel luchaba por mantener el poder frente a la rebelión encabezada por Enrique de Trastámara, su hermanastro. Pedro I, a pesar de las dificultades que enfrentaba, siguió apoyando a Muhammad V como su aliado, una relación que se consolidó tras la victoria de Pedro sobre el monarca aragonés, Pedro IV el Ceremonioso, en la Batalla de Nájera en 1360.
Con el apoyo de Pedro I y la colaboración de otros nobles granadinos que se oponían al régimen de Ismail II, Muhammad V inició una serie de campañas militares para recuperar su reino. La primera victoria clave llegó en 1361, cuando ambos monarcas, Pedro I y Muhammad V, emprendieron una campaña conjunta para liberar varias plazas que habían caído en manos del usurpador. La campaña fue exitosa, con importantes victorias en ciudades como Iznájar, Málaga y Loja. Sin embargo, a pesar de estos avances, la brutalidad de las fuerzas castellanas en las tierras granadinas provocó que Muhammad V se viera obligado a suspender temporalmente la ofensiva, aunque ya estaba claro que el regreso al poder era una cuestión de tiempo.
El reinado de Ismail II, que había durado apenas un año, culminó con su asesinato en 1362. Muhammad VI, el primo de Muhammad V, se autoproclamó sultán, pero su reinado fue marcado por una tiranía insoportable, lo que provocó que numerosas ciudades se levantaran contra él. A medida que la resistencia interna se intensificaba, ciudades clave como Málaga se rebelaron y proclamaron a Muhammad V como su legítimo sultán.
La Restauración del Trono
La caída de Muhammad VI fue rápida. Tras su huida y su intento de buscar refugio en Castilla, Pedro I cumplió su promesa de apoyo a Muhammad V, enviando a sus tropas para capturar al usurpador. El destino de Muhammad VI fue sellado en los campos de Tablada, cerca de Burgos, donde fue ejecutado por las fuerzas de Pedro I. La cabeza del traidor fue enviada a Muhammad V como símbolo de la restauración de su poder y de la alianza continua entre ambos reinos.
El 16 de marzo de 1362, Muhammad V regresó triunfante a Granada. Su restauración marcó el comienzo de un segundo período de gobierno que sería más estable y prospero que el anterior. Durante este período, Muhammad V tomó el control total de la administración, eliminando el cargo de visir y asumiendo él mismo la dirección del reino. Con mano firme, gobernó y consolidó su autoridad, asegurándose de que los intereses de su familia y su reino estuvieran protegidos.
La relación con Castilla y otros reinos se renovó, y las alianzas exteriores se consolidaron. Muhammad V se concentró en estabilizar el reino y en asegurar su independencia mediante una diplomacia astuta. Sin embargo, no todo sería paz durante este segundo período de gobierno, ya que las tensiones con los reinos cristianos y los desafíos internos continuaban amenazando la estabilidad del reino nazarí.
El Apogeo del Reinado y la Diplomacia Completa (1362-1391)
Consolidación del Poder
Después de su restauración en 1362, Muhammad V se enfrentó al desafío de consolidar su poder y asegurar la estabilidad de su reino. Uno de los primeros pasos que dio fue fortalecer el control sobre las fuerzas militares y administrativas. En lugar de delegar el poder a un visir como en su primer reinado, Muhammad V asumió personalmente las responsabilidades de gobierno, supervisando tanto la administración civil como la militar. Esta decisión no solo le permitió consolidar su poder, sino que también reflejó su habilidad para manejar la compleja maquinaria política y administrativa de su reino.
La relación con los benimerines, que habían apoyado su regreso al trono, se mantuvo estable, aunque con cautela. Si bien había logrado un equilibrio entre las potencias musulmanas del Magreb y las cristianas, la diplomacia de Muhammad V no estaba exenta de tensiones. El sultán tuvo que manejar las diversas lealtades y los intereses cruzados de los emires musulmanes, mientras mantenía su reino a salvo de las incursiones cristianas. El período posterior a su restauración fue de gran estabilidad interna, aunque también estuvo marcado por las decisiones estratégicas para asegurar la independencia y prosperidad de Granada.
Una de las medidas más destacadas que tomó fue la renovación de alianzas cruciales, especialmente con el Reino de Castilla, bajo la figura de Enrique II, quien había usurpado el trono tras la muerte de Pedro I el Cruel. A pesar de la rivalidad con Enrique, Muhammad V supo maniobrar diplomáticamente, estableciendo acuerdos que protegieran la independencia de Granada sin comprometer sus relaciones exteriores. Fue un verdadero maestro del equilibrio diplomático, sabiendo cuándo pactar y cuándo mantener una postura firme frente a las presiones externas.
Relaciones Exteriores y Alianzas
La diplomacia de Muhammad V fue clave para la estabilidad de Granada durante sus últimos años. A nivel interno, el reino vivió una época de florecimiento económico y cultural, pero a nivel externo, la situación seguía siendo delicada debido a la continua presión de los reinos cristianos y las dinastías musulmanas vecinas. Muhammad V, consciente de la importancia de las alianzas, mantuvo relaciones estrechas con varios monarcas del Magreb, como los benimerines de Fez, y también con el Reino de Tlemecén, lo que le permitió equilibrar la política interna y externa de Granada.
Aunque la relación con los benimerines fue fundamental para asegurar la estabilidad del reino, la de Muhammad V con los cristianos fue igualmente crucial. Durante los años posteriores a su regreso al trono, el sultán granadino siguió participando en las complejas disputas de la península, interviniendo en la guerra civil castellana entre Enrique de Trastámara y Pedro I el Cruel. Sin embargo, el enfoque de Muhammad V fue siempre pragmático: optó por apoyar al bando que más favoreciera los intereses de Granada, buscando recuperar las tierras perdidas y asegurando que los cristianos no pudieran unirse contra su reino.
En 1367, con la situación en Castilla aún convulsa, Muhammad V firmó una tregua con Enrique II, quien se consolidaba como rey de Castilla tras la muerte de Pedro I. Esta decisión de Muhammad V fue una estrategia para garantizar la paz en sus fronteras y mantener su reino libre de los efectos devastadores de la guerra civil cristiana. De manera similar, también renovó sus acuerdos con Aragón, evitando cualquier tipo de intervención en su reino por parte de sus antiguos enemigos.
Legado Cultural y Político
El legado de Muhammad V no se limita únicamente a su habilidad diplomática y militar. En su reinado, Granada vivió una etapa de esplendor cultural, siendo la Alhambra el máximo símbolo de este apogeo. Durante su gobierno, la construcción y decoración del Palacio de la Alhambra alcanzó su punto culminante, especialmente con la creación del Patio de los Leones y sus espléndidas salas adyacentes. Este es uno de los logros más duraderos de Muhammad V, que no solo fue un líder militar y diplomático, sino también un mecenas de las artes y las ciencias.
Bajo su mandato, la corte granadina se convirtió en un centro cultural de primer orden. Intelectuales como Ibn al-Jatib, quien fue visir y un importante historiador y poeta, florecieron en su corte, y la literatura, la filosofía y la ciencia alcanzaron niveles altos de desarrollo. Esta apertura hacia la cultura y el conocimiento le permitió a Granada mantenerse como una de las ciudades más avanzadas de Europa durante su época.
Sin embargo, el legado político de Muhammad V también estuvo marcado por su capacidad para asegurar la independencia de su reino frente a las presiones externas. Enfrentado a una serie de desafíos, desde la inestabilidad interna hasta las amenazas constantes de los reinos cristianos, Muhammad V supo mantener un equilibrio de poder que permitió a Granada sobrevivir durante los años más difíciles. Su reinado no solo consolidó el poder nazarí, sino que también permitió que el reino prosperara hasta el último cuarto del siglo XV.
La figura de Muhammad V en la historiografía posterior ha sido considerada como un ejemplo de resistencia y diplomacia. Aunque su reino nunca alcanzó el mismo nivel de grandeza que otros en la historia medieval, la astucia y el pragmatismo de su gobierno le aseguraron un lugar destacado en los anales de la historia musulmana en la península ibérica. Además, su figura sigue siendo símbolo de la importancia de la diplomacia en tiempos de conflicto y de cómo una pequeña región, como Granada, pudo mantenerse a flote frente a las fuerzas mucho mayores que amenazaban su existencia.
MCN Biografías, 2025. "Muhammad V el Viejo (1338–1391): El Sultán de Granada que Resistió la Traición y Redefinió su Reino". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/muhammad-v-sultan-de-granada [consulta: 28 de septiembre de 2025].