Fray Diego Morcillo y Rubio de Auñón (1642-1730): Un arzobispo y virrey clave del Perú colonial

Fray Diego Morcillo y Rubio de Auñón, un influyente político y administrador colonial español, jugó un papel crucial en la historia del Virreinato del Perú durante el siglo XVIII. Nacido el 3 de enero de 1642 en Villa Robledo de la Mancha, España, Morcillo fue uno de los personajes más destacados de su época, ocupando cargos significativos tanto en la Iglesia como en la administración colonial. Su vida estuvo marcada por importantes logros en la política, la economía, la defensa y la organización social del virreinato. A lo largo de su vida, Morcillo desempeñó roles fundamentales, como arzobispo de Charcas y virrey del Perú, convirtiéndose en una figura clave para la monarquía española en América.

Orígenes y contexto histórico

Fray Diego Morcillo nació en una familia de la nobleza baja española. Su padre, Alonso Morcillo, y su madre, María Manzano, fueron quienes lo introdujeron en el mundo de la fe y la disciplina. Desde joven, Morcillo demostró su inclinación religiosa, ingresando a la orden de la Santísima Trinidad en Madrid, donde se destacó rápidamente. A lo largo de su carrera eclesiástica, alcanzó posiciones importantes, como provincial de su orden y predicador del Rey. Su influencia religiosa se consolidó al ser nombrado teólogo de la Junta de la Inmaculada Concepción, lo que lo posicionó como una figura clave dentro de la Iglesia española.

La carrera eclesiástica de Morcillo también fue respaldada por la monarquía española. En 1704, el rey Felipe V presentó su candidatura para el puesto de obispo de Nicaragua. Sin embargo, este nombramiento fue anulado debido a un ascenso inesperado en su carrera, siendo promovido al obispado de La Paz en 1708, donde permaneció hasta 1711. Este cambio fue solo el principio de una serie de importantes ascensos que lo llevaron a desempeñar cargos clave en la administración colonial española.

Logros y contribuciones

En el ámbito religioso y político, Morcillo dejó una huella indeleble. En 1711, fue nombrado arzobispo de Charcas, cargo que ocupó con gran dedicación. A partir de ahí, comenzó a tener una influencia decisiva sobre la política colonial del Virreinato del Perú. Durante su tiempo como arzobispo, su vida estuvo marcada por una serie de importantes logros tanto en la iglesia como en el gobierno.

En 1716, Morcillo asumió el gobierno interino del Virreinato del Perú, tras la salida del virrey en funciones, el príncipe de Santo Buono. Este hecho marcó el comienzo de un periodo en el que Morcillo asumiría una serie de responsabilidades clave, no solo como arzobispo, sino también como administrador del vasto territorio peruano. Años más tarde, en 1720, el monarca español lo nombró oficialmente virrey del Perú a la avanzada edad de 78 años, tras la salida de Felipe V y su reemplazo por el príncipe de Santo Buono.

Su gobierno, que se extendió desde 1720 hasta 1724, fue crucial para la estabilidad del virreinato en un contexto de tensiones sociales, incursiones corsarias y cambios estructurales importantes. En el ámbito económico, Morcillo adoptó medidas para mejorar las finanzas del virreinato. Uno de sus logros más destacados fue la intervención en el comercio de mercurio, un insumo esencial para la minería del virreinato, que permitió obtener un superávit económico que se utilizó en la mejora de infraestructuras clave, como el puerto de El Callao y el puente de Pilcomayo.

Momentos clave de su gobierno

  1. Virreinato del Perú (1720-1724): Tras asumir el cargo, Fray Diego Morcillo se centró en el fortalecimiento de la economía y en el control de las actividades ilícitas. Implementó medidas para regular el comercio ilegal por las costas del Perú, lo que permitió mejorar los ingresos fiscales del virreinato.

  2. Conflictos con corsarios: Durante su mandato, el Perú fue escenario de incursiones por parte de corsarios ingleses como John Clipperton y George Shelvocke, quienes atacaron las costas peruanas. Morcillo reaccionó enviando naves para defender el territorio, aunque algunas expediciones no tuvieron éxito, como el combate de Concepción en 1720. No obstante, la presencia de estos corsarios destacó la necesidad de reforzar la defensa naval y modernizar los astilleros.

  3. Reformas sociales y la encomienda: A nivel social, uno de los grandes logros de Morcillo fue la implementación de la Real Orden de 1720, que abolió el régimen de la encomienda, un sistema de explotación indígena. Esta medida liberó a numerosos indígenas de una de las prácticas más abusivas del periodo colonial, aunque algunos sistemas de encomienda perduraron durante varias décadas.

  4. Religión y cultura: Durante su tiempo como virrey, Morcillo también mostró su interés por las cuestiones religiosas y culturales. En 1722, la iglesia de las Trinitarias fue inaugurada en Lima bajo su auspicio. Asimismo, promovió la construcción de nuevos conventos y colegios, como el de Santa Rosa de Ocopa, que fortalecieron la presencia religiosa en la región.

La defensa del Virreinato y los retos internos

En el ámbito de la defensa, Morcillo tuvo que hacer frente a desafíos constantes. En 1723, los indios araucanos en Chile se alzaron contra el dominio español, lo que llevó al abandono de varios fuertes en la región. Morcillo respondió con un decreto para aumentar las fuerzas armadas en la zona, con el fin de sofocar la rebelión. Además, sus esfuerzos en la modernización de la Armada del Sur y la construcción de nuevas naves en Guayaquil fueron parte de su estrategia para proteger las costas del Perú de las incursiones extranjeras.

En términos de gobernabilidad interna, la administración de Morcillo también tuvo que lidiar con desastres naturales, como las lluvias torrenciales de marzo de 1720 que destruyeron el pueblo de Saña en Trujillo, un ejemplo de los retos imprevistos a los que tuvo que hacer frente.

El final de su mandato y su legado

El mandato de Fray Diego Morcillo terminó en 1724 cuando fue relevado por el capitán general José de Armendariz, quien asumió el cargo de virrey del Perú. Morcillo regresó a su cargo como arzobispo de Lima, donde continuó ejerciendo una gran influencia hasta su muerte en 1730. Fue sepultado en la cripta de la iglesia metropolitana de Lima, dejando un legado profundo en la historia del virreinato.

Su gobierno, marcado por una serie de reformas en el ámbito religioso, social y económico, permitió a la administración colonial española mantener el control sobre el vasto territorio del Perú en un periodo de grandes tensiones internas y externas. El liderazgo de Morcillo se destacó por su habilidad para enfrentar los desafíos de la época y por su contribución al desarrollo de infraestructuras clave en la región.

En la historia del Virreinato del Perú, Fray Diego Morcillo y Rubio de Auñón ocupa un lugar destacado no solo por sus logros políticos y administrativos, sino también por su visión para fortalecer el control de la monarquía española en América.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Fray Diego Morcillo y Rubio de Auñón (1642-1730): Un arzobispo y virrey clave del Perú colonial". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/morcillo-y-rubio-de-aunnon-fray-diego [consulta: 28 de septiembre de 2025].