Lázaro, Hipólito (1887-1974).
Tenor español nacido en Barcelona el 13 de septiembre de 1887 y fallecido en la misma ciudad el 14 de mayo de 1974. Dotado de una media voz extensa y flexible, de gran facilidad de emisión y con un timbre cálido, ha sido comparado con Antonio Cortis y Miguel Fleta tanto por su virtuosismo como por el renombre alcanzado. Actuó en los principales teatros durante una larga carrera de cuarenta años e hizo numerosas grabaciones de ópera y zarzuela.
Nacido en una familia de condición humilde, desde muy joven tuvo que trabajar duro y ejercer distintos oficios con los que pagarse sus estudios de música. Su primera experiencia musical fue como miembro de una banda durante el servicio militar. Tras regresar antes de tiempo de la campaña de Marruecos gracias a sus cualidades como cantante, consiguió aparecer en varias funciones locales y, poco después, en 1910, realizó su debut oficial en el Teatro Novedades de Barcelona, en el que cantó La favorita. Permaneció algunos años en Italia perfeccionando la técnica vocal, hasta que en 1913 el compositor Pietro Mascagni le eligió para el estreno de su nueva ópera, Parisina; Lázaro realizó una muy meritoria interpretación de Ugo que le valió el reconocimiento del exigente público de la Scala. Con el prestigio adquirido en Milán, debutó en el Teatro del Liceo con Rigoletto, y con esta misma obra obtuvo uno de sus mayores éxitos en el Metropolitan de Nueva York, incluido un bis de «La donna e mobile». Ese día estuvo acompañado por otros dos ilustres cantantes españoles: María Barrientos y José Mardones.
En 1915 se presentó en el Teatro Colón de Buenos Aires con Francesca de Rímini; en ese mismo escenario participó posteriormente en la reposición de La Dolores, de Tomás Bretón. También cantó por esa época en varios teatros americanos -México, Montevideo, La Habana- y europeos -París, Viena-. En 1921 afrontó el reto de interpretar el difícil Piccolo Marat de Mascagni en el Real de Roma, y en 1924 regresó a la Scala para ratificar su condición de cantante valiente con la interpretación de La cena delle beffe, de Umberto Giordano. Estas óperas exigían sonidos abiertos que acaban desgastando la vocalidad de un tenor, por lo cual muchos rehusaban interpretarlas; no fue así el caso de Lázaro. Además de las mencionadas, destacó en Madame Butterfly, Los puritanos, Isabeau, Cavalleria rusticana y una magnífica Aida con Ofelia Nieto en el Teatro Real de Madrid.
En los años cuarenta fue reduciendo progresivamente su actividad escénica, aunque todavía destacan en esa época sus interpretaciones de Marina, que cantó en varios teatros de Barcelona. El final de su carrera tuvo lugar en La Habana en 1950, donde residió durante algún tiempo. Después de la revolución castrista, regresó a su ciudad natal y se dedicó a la enseñanza.