Hernández Girón, Francisco (1510-1554).
Conquistador español nacido en Cáceres en 1510 y muerto en Lima en 1553. Fue conquistador de Veragua, Perú, Quito y el Nuevo Reino de Granada; participó en las guerras civiles del lado realista; promovió finalmente el último levantamiento del Perú contra la Corona; se rebeló con el denominado Ejército de la Libertad contra el monarca español y fue ajusticiado por ello.
Según los rumores de la época, era hijo de un caballero de San Juan. Pasó a América en el año 1535 en la expedición de Felipe Gutiérrez a la provincia de Veragua, que resultó un fracaso. Se trasladó al Perú, donde se añadió el apellido de Girón y se enroló en la expedición de Lorenzo de Aldana, enviada por Francisco Pizarro contra Sebastián de Benalcázar, que había desertado huyendo a Quito para emprender su acción conquistadora independiente.
Hernández Girón participó en la conquista quiteña y penetró luego en el Nuevo Reino de Granada, donde combatió a los indios páez y yalcones, de la gobernación de Popayán. Debido a que consideraba exigua su renta de 600 pesos, volvió a Perú, donde fue capitán en las filas de su primer virrey del Perú, Blasco Núñez Vela, a quien prestó grandes servicios, figurando en la hueste que luchó para establecer el orden en el recién creado virreinato del Perú, donde debían imponerse las Leyes Nuevas.
Participó en la batalla de Añaquito (1546) y cayó prisionero de Gonzalo Pizarro, que le perdonó la vida a cambio de pasarse a su bando. A partir de entonces inició su enfrentamiento con la Corona, participando en las guerras civiles de las que, sin embargo, salió bien librado, aunque profundamente disgustado por los repartos de encomiendas que hizo a su término el Pacificador Pedro de Lagasca. Esperaba ser bien recompensado y sólo obtuvo un repartimiento en Sacsahuamán, que en opinión de Garcilaso rentaba mas de diez mil pesos, pero “se quejaba de que no le hubiesen aventajado sobre todos los demás”.
Al morir el virrey Mendoza, la Audiencia gobernadora tuvo que publicar la Cédula de 23 de julio de 1552 prohibiendo el servicio personal de los indios y estableciendo la libre contratación de los naturales, lo que provocó nuevas protestas entre los antiguos conquistadores, especialmente entre quienes se ocupaban de las producciones minera y agroganadera, que pidieron la derogación de la Cédula. La Audiencia, atemorizada, hizo saber que se exceptuaba de la prohibición las labores agropecuarias, pero no sirvió de nada. En la noche del 12 de noviembre de 1553 surgió la rebelión en Cuzco, capitaneada por Hernández Girón, al que siguieron unos 400 soldados. El rebelde prendió al corregidor, soltó a los presos de la cárcel y mandó matar a Baltasar de Castilla y al contador Juan de Cáceres. Luego se hizo proclamar procurador general y justicia mayor del Reino, prometiendo a sus seguidores la libertad. Pronto le secundaron Huamanga y Arequipa. También se le unieron un grupo de negros, a los que prometió la libertad. De hecho, la palabra “libertad” fue la bandera de su ejército, que se autodenominó por ello el “Ejército de la Libertad”. Pidió a las autoridades limeñas la total derogación de la cédula que prohibía el servicio personal indígena, así como de otras trabas impuestas a los titulares de repartimientos, amenazando con que en caso contrario su ejército se señorearía del Perú para imponer en el mismo una “Señoría libre (que se ) gobernarse como Venecia”. La Audiencia no tuvo mas remedio que restablecer el servicio personal por dos años y medio, en espera de resolución real, pero el Hernández Girón siguió con sus tropas hacia Lima.
La Audiencia levantó entonces un ejército para defenderse a cuyo frente puso al obispo y a un oidor. Afortunadamente le llegó la noticia de que Charcas se había alzado por el Rey y enviaba tropas con el mariscal Alonso de Alvarado. Hernández Giron prosiguió su avance hacia la capital, aunque empezaron a producirse algunas deserciones en sus filas. Se enfrentó a las tropas realistas en Villacurí (abril de 1554) y obtuvo una victoria fácil, pero temiendo quedar entre los dos frentes de la costa (Lima) y de la sierra (Charcas), inició una retirada hacia Cuzco, lo que aprovecharon las fuerzas leales para reorganizarse bajo el mando militar de Pablo de Meneses, que emprendió la persecución de los rebeldes. Hernández Girón venció a las tropas de Alvarado en Chuquinga (mayo de 1554), pero fue derrotado luego en Pucara (octubre). La desbandada en las filas rebeldes fue ya imparable. El rebelde se encontró casi solo y perseguido continuamente por las tropas del Rey. Finalmente fue hecho prisionero y conducido a Lima, donde se le hizo juicio por traidor al monarca.
Fue sentenciado a muerte y se le colocó dentro de un serón, atado a la cola de un rocín, que iba precedido de un pregonero cantando la consabida retahíla de “Esta es la justicia que manda hacer Su Majestad […] a este hombre por traidor a la corona real y alborotador destos reinos…”. Le decapitaron el 19 de diciembre de 1554, y su cabeza fue puesta en una jaula en el rollo de la ciudad, tal y como lo describe escalofriantemente Garcilaso el Inca: “a mano derecha de la de Gonzalo Pizarro y la de Francisco de Carvajal”. Su rebelión había durado poco mas de trece meses.
Bibliografía
-
FERNANDEZ, D. Historia del Perú. Madrid, Editorial Atlas, B.A.E., 1963.
-
INCA GARCILASO DE LA VEGA. Obras completas de… Madrid, Atlas, 1965, 4 vols.
-
JUAN CALVETE DE LA ESTRELLA ET ALTER. Crónicas del Perú. Madrid, Atlas, 1963, 5 vols.
MLS