Groussac, Paul (1848-1929).
Narrador, dramaturgo, ensayista, periodista, historiador, crítico literario y profesor universitario argentino, nacido en Toulouse (Francia) en 1848 y fallecido en Buenos Aires en 1929. Autor de una aceptable producción literaria que participa plenamente de las modas y los tópicos de las Letras argentinas de finales del siglo XIX, en la actualidad es más recordado por sus agudos y mordaces escritos de crítica política y cultural, que, a pesar de su acusada virulencia, le convirtieron en una de las figuras más destacadas de la intelectualidad hispanoamericana de su tiempo.
En 1866, cuando contaba dieciocho años de edad, abandonó -por extrañas circunstancias que el propio Groussac nunca quiso aclarar- su Francia natal y se trasladó a la Argentina, donde nada más llegar emprendió un fecundo recorrido por varias ciudades del interior que le permitió conocer y asimilar la idiosincrasia de sus nuevos conciudadanos. Finalmente, el joven intelectual -ya por aquel entonces muy preocupado por el estudio de las más variadas disciplinas humanísticas- se estableció en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en donde pronto se relacionó con las principales figuras locales y con altos cargos de la administración estatal, hasta llegar a granjearse la amistad del Presidente de la República Nicolás Avellaneda. Adquirió, simultáneamente, un merecido reconocimiento por sus estudios relacionados con la región en la que se había afincado -como el titulado Los jesuitas de Tucumán (Tucumán: Imprenta de la Razón, 1873)-, lo que llevó a las autoridades de dicha provincia interior encargar a Paul Groussac la redacción de una Memoria histórica y descriptiva de la provincia de Tucumán (Buenos Aires: M. Biedman, 1882), obra que no sólo se convirtió en una de las fuentes más ricas y variadas para el estudio de la zona, sino que proporcionó al escritor de origen francés abundante información para configurar la que habría de ser su primera novela, publicada a mediados de los años ochenta bajo el título de Fruto vedado. Costumbres argentinas (Buenos Aires: Imp. Biedman, 1884). Poco tiempo después, Paul Groussac renegó de esta primera incursión suya en la prosa de ficción y prohibió expresamente cualquier intento de reeditarla, al tiempo que ordenaba -desde su relevante cargo de director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires- la retirada de este título de todos los catálogos oficiales.
Además de sus estudios sobre los jesuitas y de su valiosa memoria descriptiva de la provincia de Tucumán, Paul Groussac había dejado notables muestras de su capacidad literaria y analítica en la prensa local, donde pronto adquirió una gran relevancia que le condujo hasta la dirección del rotativo La Razón. Entre las páginas de esta publicación (y, poco después, en las del cotidiano Sudamérica), Groussac hizo gala no sólo de sus envidiables dotes intelectuales, sino también de su acusado interés por la vida pública argentina y por la gestión de gobierno del citado Nicolás Avellaneda, de quien pronto se convirtió en uno de sus máximos valedores. Este notorio acercamiento a las esferas del poder le valió, ya durante el mandato del nuevo presidente Julio Argentino Roca, que el propio ministro de Instrucción Pública y del Interior -el también escritor Eduardo Wilde– le hiciera venir hasta Buenos Aires en 1885 para nombrarle director de la Biblioteca Nacional, cargo en el que Paul Groussac habría de mantenerse hasta el momento de su muerte (es decir, durante casi cuarenta y cinco años consecutivos). Al frente de esta loable institución, el humanista de origen francés puso en marcha dos vastos proyectos editoriales que imprimieron sendos impulsos vigorosos a la cultura argentina de finales del siglo XIX y comienzos de la siguiente centuria.
El primero de estos dos proyectos, concebido bajo el nombre de La Biblioteca, fue un titánico esfuerzo colectivo que, desarrollado entre 1896 y 1898, congregó a numerosos especialistas en materias tan diversas como la literatura, la ciencia, la historia y la política, con el propósito de ofrecer una necesaria actualización de la cultura argentina del momento. Merced a este loable empeño colectivo dirigido por Paul Groussac, vieron la luz algunas de las obras más destacadas de los argentinos Bartolomé Mitre, Rafael Obligado y Leopoldo Lugones, todas ellas comentadas por brillantes plumas de la época y enriquecidas por la aportación personal del propio Groussac, quien ofrecía las semblanzas biográficas de los autores en los famosos «Medallones» que colgaba a cada edición.
Frente a este trabajo en equipo, el segundo proyecto animado y sostenido por el director de la Biblioteca Nacional constituyó un admirable esfuerzo en solitario, cuyo principal objetivo era ofrecer -convenientemente catalogados y analizados- los principales documentos que formaban parte de los fondos de dicha institución. Bajo el título de Anales de la Biblioteca, Groussac dio a la imprenta esta valiosa labor de recopilación, en la que no dejaban de brillar sus singulares dotes para la crítica. En ambas aventuras editoriales (La Biblioteca y Anales de la Biblioteca), Paul Groussac intentó erigirse en la máxima autoridad crítica de su tiempo, avalado por unos orígenes franceses que, en su opinión -y, desde luego, en un momento histórico en el que la literatura argentina propiamente dicha estaba aún en fase de consolidación-, garantizaban la validez de sus criterios estéticos y su capacidad de análisis. Entre las características más relevantes de esta labor crítica de Groussac cabe destacar la acidez y la mordacidad de sus enjuiciamientos, que llevaron a Jorge Luis Borges a analizar esta parte de la producción del autor de Toulouse en un trabajo titulado «El arte de injuriar». Además, los comentarios literarios de Paul Groussac presentan la particularidad de aparecer entreverados, en no pocas ocasiones, con jugosos análisis de la actualidad política del momento, sobre todo en materia de instrucción pública. Estas constantes incursiones del humanista de origen francés en la política argentina provocaron, entre otras medidas autoritarias, el cierre de la revista La Biblioteca decretado por el gobierno de Miguel Juárez Celman en 1898, a raíz de la publicación de una reseña crítica de un libro de Norberto Piñeiro, alto funcionario de la Cancillería. Estas complejas y constantes relaciones de Paul Groussac con las altas esferas culturales y políticas de su tiempo volvieron a hacerse presentes en sus memorias, publicadas bajo el título de Los que pasaban (Buenos Aires: J. Menéndez, 1919).
En la línea habitual de tantos otros intelectuales de su época, Paul Groussac fue un humanista polígrafo y fecundo que cultivó, con diversa fortuna, los géneros más variados, desde la prosa de ficción hasta la ya comentada crítica política y cultural, pasando por el ensayo positivista, la reseña periodística (en todas sus modalidades: literaria, musical, teatral, artística, etc.), el cuadro de costumbres, el retrato de figuras relevantes, el estudio histórico y la escritura teatral, género -este último- que le proporcionó uno de sus mayores éxitos de crítica y público, merced a su célebre pieza dramática titulada La divisa punzó (Buenos Aires: J. Menéndez e Hijos, 1923). Como biógrafo, cobró especial renombre gracias a sus obras tituladas Santiago de Liniers, conde de Buenos Aires. 1753-1810 (Buenos Aires, 1907) y Mendoza y Garay. Las dos fundaciones de Buenos Aires. 1536-1580 (Buenos Aires: J. Menéndez, 1916); como historiador, al margen de los títulos ya mencionados al comienzo de este artículo (Los jesuitas en Tucumán y Memoria histórica y descriptiva de la provincia de Tucumán), rayó a gran altura con otras obras tan valiosas como Estudios de historia argentina (Buenos Aires: J. Menéndez, 1918); y fue autor, en fin, de otros libros notables como Del Plata al Niágara (Buenos Aires: Administración de la Biblioteca, 1897), El viaje intelectual, impresiones de naturaleza y arte (primera serie) (Madrid: Imprenta de Victoriano Suárez, 1904), El viaje intelectual, impresiones de naturaleza y arte (segunda serie) (Buenos Aires: J. Menéndez, 1920) y Crítica literaria (Buenos Aires: J. Menéndez e Hijos, 1923). En lengua francesa dejó escrito un poemario titulado Le cahier des sonnets (El cuaderno de los sonetos).
Aunque renegara de su única narración extensa (Fruto vedado), Paul Groussac no despreció sus frecuentes incursiones en el complejo género de la narrativa breve, al que aportó algunos relatos de tan acreditada calidad literaria como «El hogar desierto», «La monja» y «El número 9090». Estas y otras narraciones cortas del escritor de origen francés vieron la luz en un volumen recopilatorio titulado Relatos argentinos (Madrid/Buenos Aires: V. Suárez, 1922). En líneas generales, puede afirmarse que la producción literaria de Paul Groussac presenta algunos logros estilísticos de indudable originalidad, aunque muestra también graves limitaciones que ponen de relieve su repentino alejamiento del cultivo de la narrativa. Entre sus temas más frecuentes, cabe subrayar el tratamiento de la figura femenina como paradigma de lo peligroso y desconocido, el interés por la figura del inmigrante, la discusión de los conflictos morales que afectaban al hombre de su tiempo, la exaltación del pensamiento racional positivista y, en suma, todos los tópicos de la literatura argentina de finales del siglo XIX.
Un año antes de la muerte del humanista de origen francés vieron la luz las Obras completas de Paul Groussac (Buenos Aires, 1928), prologadas por Alfonso de Laferrère. Y en el mismo año de su fallecimiento, la prestigiosa revista cultural Nosotros dedicó su número 242 (1929) a una semblanza monográfica de la vida y la obra del autor desaparecido.
Bibliografía
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ACUÑA, Ángel: Groussac en la cultura argentina, Buenos Aires: [s.p.i.], 1930.
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CANTER, Juan: Contribución a la bibliografía de Paul Groussac, Buenos Aires: El Ateneo, 1930.
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MARTÍNEZ, Joaquín G.: François Paul Groussac; su vida, su obra, Buenos Aires: Centro de Historia Mitre, 1948.
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MARTÍNEZ ESTRADA, Ezequiel: «Groussac», en Para una revisión de las letras argentinas, Buenos Aires: Losada, 1967, pp. 110-114.
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PRIETO, Adolfo: «La generación del ochenta. Las ideas y el ensayo», en La historia de la literatura argentina, t. II, Buenos Aires: CEAL [cap. 19], 1980.