Jacques Feyder (1885–1948): El Maestro del Cine Belga y Francés

Orígenes y Primeros Años

Jacques Feyder, nacido como Jacques Fréderix el 21 de julio de 1885 en Ixelles, un barrio de Bruselas, Bélgica, fue uno de los cineastas más destacados de Europa en el siglo XX. Aunque su carrera se desarrolló en su mayoría en Francia, su legado como director de cine belga ha perdurado en la historia del séptimo arte. Feyder nació en una familia de clase media, y su vida estuvo marcada desde temprana edad por la tragedia: la muerte de su madre cuando tenía solo 16 años. Este evento lo afectó profundamente y, a medida que fue creciendo, mostró su deseo de dedicarse a la interpretación, algo que no fue bien recibido por su padre. En respuesta a la oposición de su progenitor, Feyder cambió su apellido a «Feyder» en lugar de usar el tradicional «Fréderix», un gesto simbólico de independencia y rebeldía que más tarde lo llevaría al reconocimiento en el cine.

Desde joven, Feyder estuvo rodeado por una cultura de arte y teatro que despertó su interés por las artes escénicas. En los primeros años de su carrera, la pasión por el cine como director aún no se había consolidado, y fue como actor que hizo sus primeros pasos en el mundo del cine, inicialmente trabajando en Lyon. Durante este período, conoció a la actriz Françoise Rosay, quien más tarde se convertiría en su esposa y colaboradora en varias de sus producciones cinematográficas. Aunque comenzó actuando en teatro y cine, su vocación como director fue lo que finalmente lo definiría.

Inicios en el Cine: Actor y Director

A medida que avanzaba la década de 1910, Feyder se trasladó a París, donde tuvo la oportunidad de trabajar en el cine mudo, participando en importantes producciones de la época. Uno de sus primeros papeles en el cine fue en la famosa serie de películas Los Vampiros (1915), dirigida por Louis Feuillade, un referente del cine francés de la época. Esta experiencia en el cine de serie B y el cine experimental de los años iniciales le permitió afianzar su visión de director. Fue en ese período cuando también comenzó a rodar sus propios trabajos, y en 1916 fue contratado como director por el productor Gaumont, lo que marcó el inicio de su carrera como realizador.

Bajo la tutela de Gaumont, Feyder desarrolló una serie de cortometrajes y trabajos que, aunque en su mayoría se han perdido con el tiempo, fueron fundamentales para que se forjara su estilo único y comenzara a adquirir reconocimiento. Durante la Primera Guerra Mundial, Feyder participó activamente en el ejército belga, no solo en el frente, sino también organizando actividades teatrales para las tropas. Esta faceta como organizador teatral también le permitió desarrollar su comprensión del cine como medio para contar historias y conectar emocionalmente con el público.

La Carrera en Europa: Primeras Películas y Reconocimientos

La primera gran película de Feyder fue La Atlántida (1920), un ambicioso proyecto filmado en el desierto y basado en la novela homónima de Pierre Benoit. Aunque la película no ha resistido el paso del tiempo de manera favorable, en su época fue una muestra clara de su capacidad como director, y le permitió mostrar su habilidad para crear atmósferas intensas y visualmente atractivas. En esta película, la interpretación de la actriz Stacia Napierkowska fue uno de los aspectos que más destacó, aunque la obra en general no logró mantener la misma relevancia que otros clásicos del cine mudo.

Su carrera continuó ascendiendo con la realización de Crainquebille (1922), una adaptación de una novela de Anatole France. Este trabajo recibió elogios, incluso de figuras tan influyentes como el director estadounidense David W. Griffith, quien reconoció el talento de Feyder como cineasta. Esta película también demostró la capacidad de Feyder para trasladar la narrativa literaria al cine, utilizando la cámara como un medio para dar vida a los personajes y su entorno, algo que se convirtió en una constante en su obra.

A lo largo de la década de 1920, Feyder continuó explorando adaptaciones literarias, como Carmen (1926), protagonizada por la cantante española Raquel Meller. En este período, el cineasta belga buscaba, a través de la adaptación de obras literarias populares, captar tanto el interés de la crítica como del público en general. Sin embargo, a diferencia de otros realizadores que simplemente transcribían los textos, Feyder sabía imprimir un ritmo cinematográfico propio en sus adaptaciones, lo que las hacía vibrantes y únicas.

Con el reconocimiento ganado en Europa, Feyder fue invitado a América por la productora MGM en 1928. A pesar de ser un cineasta europeo, su talento no pasó desapercibido en Hollywood, que siempre estuvo atento a las figuras emergentes del cine europeo. Este traslado a California marcó un hito importante en su carrera, aunque no estuvo exento de dificultades. En Hollywood, Feyder trabajó en el rodaje de The Kiss (1929), una película muda protagonizada por Greta Garbo. La película fue su primera colaboración con la famosa estrella, con quien desarrolló una amistad que perduró por años. A pesar de la fascinación por los grandes estudios, la experiencia de Feyder en Hollywood estuvo marcada por una serie de frustraciones debido a las rígidas estructuras y procesos de trabajo de la industria cinematográfica estadounidense.

Feyder, quien siempre fue un hombre de trato sencillo y de una visión independiente del cine, no logró adaptarse completamente al estilo de trabajo impuesto por los estudios. En 1932, decidió regresar a Europa junto con su esposa Françoise Rosay, quien también participó en varias de sus obras, como Pensión Mimosas (1935), una película que resultó ser un gran éxito.

El Éxito en Hollywood y su Regreso a Europa

A pesar de las dificultades experimentadas en Hollywood, el período en el que Feyder trabajó en los Estados Unidos le permitió desarrollar nuevas amistades con algunas de las figuras más grandes de la industria, como el director F.W. Murnau y el actor Emil Jannings. Además, su trabajo con Greta Garbo en The Kiss (1929) consolidó su estatus internacional. Sin embargo, las tensiones entre su estilo artístico y las exigencias de los grandes estudios estadounidenses fueron innegables. En lugar de conformarse con la estructura impuesta por la maquinaria hollywoodense, Feyder decidió regresar a Europa en 1932, donde se reencontró con la libertad creativa que había perdido en California.

El retorno a Europa significó un resurgimiento en su carrera. En este período, inició una fructífera colaboración con el guionista belga Charles Spaak, quien se convirtió en uno de sus aliados más cercanos durante los años treinta y cuarenta. Una de las primeras películas que resultó de esta asociación fue El signo de la muerte (1934), un thriller psicológico que presentó una narrativa innovadora sobre una mujer rubia que aparece transformada en una mujer de cabello castaño, un recurso que muchos consideran como precursor de la célebre Vértigo (1958) de Alfred Hitchcock. Esta obra fue un punto culminante de su carrera en Europa, pues demostró su maestría al explorar las emociones humanas a través del cine.

Al mismo tiempo, su habilidad para combinar comedia y drama de manera única siguió destacando en producciones como Pensión Mimosas (1935), donde su esposa Françoise Rosay desempeñó un papel protagónico. La película fue muy bien recibida y se convirtió en un éxito tanto comercial como crítico, solidificando la reputación de Feyder como un director versátil y sensible a las complejidades de la condición humana.

Culminación de su Carrera: Obras Maestras y Reconocimientos

Sin embargo, la película que consolidó a Jacques Feyder como uno de los grandes cineastas europeos de la primera mitad del siglo XX fue La Kermesse heroica (1935). Esta obra, que trata sobre una anécdota de los Tercios españoles en Flandes, se presenta como una comedia histórica con una profunda crítica a las guerras y el fanatismo. La película se destacó por su brillante puesta en escena, la riqueza de sus personajes y una atmósfera cómica que contrastaba con la tensión subyacente de la trama. La Kermesse heroica fue aclamada por su capacidad para captar la esencia de la vida en Flandes en el siglo XVII y recibió importantes galardones, convirtiéndose en una de las películas más influyentes de la cinematografía europea de su tiempo.

El éxito de La Kermesse heroica llevó a Feyder a trabajar con el renombrado productor británico Alexander Korda en 1937, quien lo reclutó para dirigir La condesa Alexandra, una adaptación de la novela de James Hilton. A pesar de contar con actores de renombre como Robert Donat y Marlene Dietrich, la película no logró alcanzar el mismo nivel de éxito que sus anteriores obras en Francia. Sin embargo, la experiencia de trabajar en Inglaterra le permitió a Feyder expandir aún más su influencia en el panorama cinematográfico europeo.

Durante los últimos años de la década de 1930, Feyder siguió desarrollando su carrera, aunque los tiempos cambiaban rápidamente debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial. En 1939, Feyder se trasladó al norte del Círculo Ártico para filmar La ley del Norte; sin embargo, debido al conflicto bélico, la película no se estrenó hasta después de la guerra bajo el título La pista del Norte. Durante la ocupación alemana de Francia, Feyder se trasladó a Suiza, donde rodó Una mujer desaparece (1941), una película que se destacó por la versatilidad de Françoise Rosay, quien interpretaba a cuatro personajes diferentes en la historia. La película, aunque no alcanzó el nivel de los éxitos previos de Feyder, sigue siendo una muestra de su capacidad para explorar temas de identidad y misterio.

Últimos Años: La Postguerra y el Declive

Tras la guerra, Jacques Feyder atravesó un período de grandes dificultades personales y profesionales. Aunque nunca fue acusado de colaboracionismo con los nazis, su nombre se vio envuelto en controversias debido a la percepción de que podría haber simpatizado con los alemanes durante la ocupación. Esta situación le afectó profundamente, tanto emocional como profesionalmente. La escasez de trabajo y la creciente distancia entre su estilo cinematográfico y las nuevas corrientes del cine europeo lo sumieron en una depresión.

En los últimos años de su vida, Feyder se dedicó más a la enseñanza y a escribir sobre cine, especialmente en Ginebra, donde impartió clases y se dedicó a transmitir su conocimiento a una nueva generación de cineastas. También escribió un libro sobre el arte cinematográfico, una obra que refleja su profunda comprensión de las técnicas y la teoría del cine. Su último proyecto cinematográfico fue Macadam (1946), un trabajo en el que Feyder supervisó la parte artística, aunque la dirección estuvo a cargo de Marcel Blisténe. La película, a pesar de ser una producción menor, simbolizó el fin de la carrera de un director que, a pesar de su enorme talento, se vio superado por los cambios en la industria.

Jacques Feyder murió el 25 de mayo de 1948 en Prangins, Suiza, dejando atrás un legado cinematográfico que sigue siendo estudiado y admirado. A lo largo de su carrera, demostró una habilidad única para fusionar la comedia y el drama, creando obras que aún resuenan con los cinéfilos de todo el mundo. Su cine, siempre sobrio y elegante, sigue siendo un referente dentro de la historia del cine belga y francés.

A pesar de las sombras que marcaron sus últimos años, la figura de Jacques Feyder se mantiene como una de las más importantes en la evolución del cine europeo. Fue un director capaz de navegar entre diferentes géneros y estilos, siempre fiel a su visión artística y capaz de capturar la esencia de las emociones humanas a través de la lente de su cámara.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Jacques Feyder (1885–1948): El Maestro del Cine Belga y Francés". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/feyder-jacques [consulta: 26 de septiembre de 2025].