Escarate, Manuela Francisca (1654-1709).


Escritora y religiosa trinitaria española, nacida en Madrid el 5 de agosto de 1654, y muerta en su ciudad natal el 7 de abril de 1707. Sus escritos aparecen rubricados por el apelativo de Sor Francisca de Santa Teresa, nombre que adoptó tras profesar, a los diecinueve años de edad, en el convento de las Trinitarias de Madrid, del que ya no saldría en toda su vida. También aparece mencionada en algunos textos como Manuela Francisca Descarate.

Entre los pocos datos que se conservan acerca de su vida, sabemos que fue hija de don Raimundo Escarate y doña María Voto de Ledesma, y que recibió las aguas bautismales en Madrid, en la iglesia de San Sebastián, el día 13 de agosto de 1654. Cuando cumplió los dieciocho años ingresó en el mencionado convento madrileño, en el que permaneció durante un año en calidad de novicia, hasta que profesó el día 4 de abril de 1673. En ese convento de las Trinitarias (del que Sor Francisca de Santa Teresa fue, entre otros diversos cargos, tornera) vivía aún por aquellos años Sor Marcela de San Félix, la célebre hija de Lope de Vega, que gozó justa fama de excelente poetisa y extraordinaria dramaturga. Sor Marcela, ya muy mayor, debió delegar sus funciones de «poetisa» oficial del convento en la joven Sor Francisca, de quien pronto se supo que atesoraba no menos facultades para la creación literaria que la hija del «Fénix de los Ingenios». En efecto, ya en el año de 1677 se representó en el cenobio de la calle de las Huertas un coloquio salido de la pluma de Manuela Francisca Escarate, a pesar de que todavía vivía en aquel recinto conventual la ya muy anciana Sor Marcela. A partir de entonces, todas las piezas dramáticas encargadas del entretenimiento de las monjas trinitarias corrieron a cargo de Sor Francisca de Santa Teresa.

Al margen de dichas obras dramáticas (a las que se pasa revista más abajo), Manuela Francisca Escarate escribió poemas espirituales y de circunstancias. Se trata de romances dedicados a solemnizar alguna fiesta religiosa o algún suceso acaecido en el convento. Esta poesía, junto con sus piezas teatrales, se ha conservado en un precioso manuscrito redactado a comienzos del siglo XVIII, poco después del fallecimiento de Sor Francisca de Santa Teresa. Al parecer, la monja tenía muy mala letra, por lo que sus hermanas decidieron que la mejor calígrafa de ellas copiara en un mismo volumen toda la creación literaria de Manuela Francisca Escarate, para que no estuviera dispersa y se pudiera leer con facilidad y agrado. Tan preciado manuscrito aún se conserva en el convento madrileño de las Trinitarias, celosamente atesorado por sus felices poseedoras.

Respecto a la producción teatral de Sor Francisca de Santa Teresa, no es necesario recordar que está compuesta por piezas dramáticas destinadas al entretenimiento de sus hermanas, al fortalecimiento de su fe y, en ocasiones, a glosar algún episodio memorable dentro del calendario cristiano. Frente a la llaneza de estilo propia de Sor Marcela de San Félix -heredada del Arte nuevo de su padre-, Manuela Francisca Escarate se inclinó por un registro mucho más complicado y barroco, donde el ornato adjetival, las metáforas audaces y los juegos de palabras brillan de forma natural y constante. Parece evidente, además, que sus hermanas estaban al tanto de los gustos literarios de su tiempo, ya que la recopiladora de sus obras no sólo no hallaba ningún impedimento en la lectura de esos versos tan barrocos, sino que dejó escrita su admiración por «la naturalidad concertada de su estilo, la dulzura vigorosa del decir, la suave facilidad de explicarse, la piedad religiosa de sus sentidos y la modesta viveza de su salada discreción«.

Y en lo tocante al contenido de esta piezas dramáticas, con el paso del tiempo se aprecia una clara evolución respecto al modelo inicial de los coloquios y loas de Sor Marcela de San Félix. Si en los de la hija del «Fénix» triunfaba, junto con la llaneza expresiva ya comentada- la preocupación teológica por las dificultades de la vida monacal y el mantenimiento de la fe, en los de Sor Francisca de Santa Teresa hay menos razonamientos teológicos y, progresivamente, cada vez más presencia de músicas y bailes de la época. Además, en una progresión que la empareja cada vez más con la obra literaria de Sor Juana Inés de la Cruz, Manuela Francisca Escarate va introduciendo en sus últimas piezas teatrales varias digresiones líricas que recargan el ornato barroco de estas obras.

Su primera creación dramática fue un coloquio espiritual desarrollado en un acto, escrito en verso polimétrico y acompañado de música, que lleva por título Coloquio espiritual de las finezas del Amor Divino, a la profesión de Sor Mariana de Jesús, compañera de la autora. Se representó en día 18 de julio de 1677, fecha en la que profesó la novicia mencionada en el título. De tres años después data la segunda obra teatral de Sor Francisca de Santa Teresa, el Coloquio para la profesión de Sor Rosa de Santa María, compañera de la autora. Durante aquella función se representó otra pieza de la autora, una Loa a la profesión de Sor Rosa, compañera de la autora, que sirvió de prólogo a la puesta en escena de la obra anterior. En 1700, para dar la bienvenida a una nueva hermana, Manuela Francisca Escarate escribió un Coloquio para la profesión de Sor Manuela Petronila, compañera de la autora. Y en 1702 tuvo lugar, siempre en el mismo convento madrileño de las Trinitarias, la puesta en escena del Coloquio para representar en la profesión de Sor Ángela María de San José, que entró de siete años con sus dos hermanas el año de 1694 y profesó en el de 1702, en ocasión que dieron algunos en la Corte en discurrir sobre tres estrellas que se veían todas la noches juntas.

De fechas posteriores son el Coloquio para la víspera de la Nochebuena. Año 1706; el Coloquio para la noche del Infante del año de 1708; el Coloquio al Nacimiento de Nuestro Redentor; y Otro Coloquio al Nacimiento de Nuestro Salvador de Gitanillas (los dos últimos, sin fecha precisa de redacción y representación). Además, Sor Francisca de Santa Teresa escribió un Sainetillo al mismo asunto (al Nacimiento de Nuestro Salvador), y una curiosa pieza humorística, el Entremés del estudiante y la sorda, que muestra cómo el entretenimiento de las monjas no se limitaba a asuntos de temática religiosa. Todas las piezas teatrales de Manuela Francisca Escarate están escritas en versos de distintas medidas, y, salvo este último entremés, en todas ellas luce con fuerza propia el acompañamiento musical.

Bibliografía

  • HORMIGÓN, Juan Antonio (dir.) Autoras en la Historia del Teatro Español (1500-1994). (Madrid: Publicaciones de la Asociación de Directores de Escena de España, 1996).