David, Rey de Israel (1010-972 a.C.).
Rey de Israel nacido en Belén, fue hijo de Isaí (Jesé) y escudero y jefe de una parte del ejército de Saúl, cargo que obtuvo tal vez por haber matado al gigante Goliat o por su pericia con el arpa para consolar la melancolía del rey. La popularidad de David, casado con la segunda hija del rey Saúl, llamada Mikal, despertó los celos de éste, el cual intentó deshacerse de David, incluso mediante el asesinato. Por ello, tuvo que huir, tras diversos episodios y peripecias (se fingió incluso loco) al desierto de Judá, en donde ocasionalmente estuvo al servicio de los filisteos con su rey Akish de Gat. Después de la muerte de Saúl, pudo imponerse David como rey en Hebrón y luego, tras la guerra civil y el asesinato del heredero de Saúl, Eshbaal, fue reconocido rey de todo Israel.
Hizo de Jerusalén, que tomó a los jebuseos, su capital, a la que trasladó el Arca de la Alianza. David centró su política en hacer de Israel una nación, forjando una coalición de todas las tribus. Intentó crear un organismo administrativo centralizado y un ejército permanente, además de reorganizar aspectos del culto, dirigido por los sacerdotes Sadoq y Abiatar. Pudo someter a casi toda Palestina, e incluso a Edom, Moab y Ammón. Mantuvo amistosas relaciones con Tiro, en especial con Hiram I, y recibió tributo de los arameos, a quienes, mandados por Hadad’Ezer, pudo derrotar.
Su vida personal, caracterizada por la fe y la piedad hacia Yahveh, presenta algunos hechos que empañan la brillantez de su reinado, el más próspero de toda la historia de Israel: nueve esposas, además de sus concubinas; muerte del oficial hitita Urías para poder tomar como esposa a Betsabé ; violación de Tamar por su hermano Amnón; rebelión y muerte de Absalom; intrigas en sus últimos años de vida por la posesión del trono por parte de su cuarto hijo, Adonías, tenido de Haggit.
David contribuyó al florecimiento cultural del reino, destacó en el campo de la música y en el de la poesía, y compuso 73 salmos (el número se discute), además de un himno, unas lamentaciones, dedicadas a Saúl, Jonatán y Abner, y el llamado Testamento de David. Fue sucedido por su hijo Salomón. En 1993 se descubrió en Tell Dan, al norte de Israel, una inscripción en arameo, sobre una roca, con la cita de «la Casa de David» y del «Rey de Israel». Este texto constituye la primera confirmación no bíblica de la dinastía de David.