Philip Chatfield (1927-VVVV). El virtuoso británico que llevó el ballet clásico a Nueva Zelanda

Philip Chatfield es una figura prominente en la historia de la danza clásica del siglo XX. Su legado abarca desde una brillante carrera como bailarín principal en el Reino Unido hasta su trascendental contribución a la formación de bailarines en Nueva Zelanda. Reconocido tanto por su virtuosismo escénico como por su compromiso pedagógico, la vida de Chatfield representa una fusión entre la excelencia artística y la dedicación a la enseñanza.

Orígenes y contexto histórico

Nacido el 2 de diciembre de 1927 en Eastleigh, Inglaterra, Philip Chatfield comenzó su formación artística a una edad temprana. En 1934, apenas con siete años, inició sus estudios de danza bajo la tutela de Miss E. Moore. Esta temprana iniciación en el ballet fue el primer paso de una trayectoria que lo llevaría a los escenarios más prestigiosos del mundo.

En 1939, obtuvo una beca para la Escuela del Sadler’s Wells, una institución clave en el desarrollo del ballet británico moderno. Allí se formó con figuras cruciales para la historia de la danza, como Ninette de Valois, considerada la madre del ballet británico, y Nicholas Sergeyev, experto en el repertorio clásico ruso. Este contexto le permitió integrarse en una corriente artística que buscaba consolidar una identidad propia para el ballet en el Reino Unido, diferenciándose del estilo puramente ruso y dando pie al llamado «estilo inglés».

Logros y contribuciones

En 1943, a los 16 años, ingresó en el cuerpo de baile del Sadler’s Wells Ballet, que con el tiempo se transformaría en el Royal Ballet. No obstante, su incipiente carrera se vio interrumpida por una lesión de rodilla, que lo obligó a retirarse temporalmente durante tres años. Esta pausa no minó su determinación; al contrario, regresó con más fuerza al escenario.

En 1946, realizó una participación destacada como artista invitado del Ballet Theatre durante el debut de la compañía en el Covent Garden. Su regreso definitivo al Sadler’s Wells Ballet marcó una etapa de madurez artística, alcanzando el rango de bailarín principal en 1955.

Entre sus más notables contribuciones escénicas se encuentra su participación en el estreno de numerosas obras de renombrados coreógrafos británicos. Especialmente significativa fue su colaboración con Frederick Ashton, una de las figuras esenciales del ballet inglés. Con Ashton, Chatfield interpretó papeles en las producciones de:

  • Scénes de Ballet (1948)

  • Don Juan (1948)

  • Cinderella (1948)

  • Sylvia (1952)

Además, destacó en la obra Don Quijote (1950), creación de Ninette de Valois, así como en el ballet A Mirror for Witches (1952) de Andrée Howard. No menos importantes fueron sus papeles en Bonne Bouche (1952), The Shadow (1953) y The Lady and The Fool (1955), coreografiadas por John Cranko, otra figura influyente del repertorio moderno.

Estas interpretaciones no solo confirmaron el talento técnico de Chatfield, sino también su habilidad interpretativa para dar vida a una diversidad de personajes, desde los clásicos románticos hasta los modernos de corte psicológico.

Momentos clave

A lo largo de su carrera, varios momentos marcaron hitos importantes en la vida de Philip Chatfield:

  • 1934: Inicia estudios de danza con Miss E. Moore.

  • 1939: Obtiene beca para la Escuela del Sadler’s Wells.

  • 1943: Ingresa al cuerpo de baile del Sadler’s Wells Ballet.

  • 1946: Participa como invitado en el debut del Ballet Theatre en Covent Garden.

  • 1955: Es promovido a bailarín principal del Sadler’s Wells Ballet.

  • 1958: Contrae matrimonio con la bailarina Rowena Jackson.

  • 1958: Se traslada a Nueva Zelanda para dirigir la Escuela Nacional de Ballet de Wellington.

Este último punto representa un giro decisivo en su carrera, al pasar de la interpretación a la formación y dirección artística.

Relevancia actual

Aunque retirado de los escenarios, Philip Chatfield ha dejado una huella imborrable en el panorama de la danza clásica. Su traslado a Nueva Zelanda en 1958, junto a Rowena Jackson, marcó el comienzo de una nueva etapa en su vida profesional. Ambos asumieron la dirección de la Escuela Nacional de Ballet de Wellington, donde desempeñaron un papel esencial en la consolidación del ballet en Oceanía.

En este nuevo entorno, Chatfield aplicó los conocimientos adquiridos en Europa, contribuyendo a elevar el nivel técnico y artístico del ballet neozelandés. Su enfoque pedagógico, basado en la disciplina y el rigor, fue fundamental para formar a una nueva generación de bailarines que posteriormente ocuparon lugares destacados en compañías internacionales.

El impacto cultural de Chatfield en Nueva Zelanda trasciende el ámbito artístico. Fue uno de los catalizadores en la creación de una identidad nacional en el ámbito del ballet, adaptando la tradición europea a un contexto local. En este sentido, su obra como educador es tan relevante como su carrera escénica.

Asimismo, su legado sigue vivo en el repertorio del ballet británico, especialmente en las obras de Ashton y Cranko, donde su participación contribuyó a definir la interpretación original de personajes que aún hoy son representados por nuevas generaciones.

Un legado de excelencia y formación artística

El recorrido de Philip Chatfield ilustra cómo el arte y la pedagogía pueden conjugarse para formar un legado duradero. Desde sus inicios como alumno destacado en la Escuela del Sadler’s Wells, pasando por una carrera brillante como bailarín principal, hasta su labor docente en Nueva Zelanda, Chatfield ha sido una figura clave en la evolución del ballet del siglo XX.

Su capacidad para sobreponerse a una lesión temprana y regresar a lo más alto de la escena internacional demuestra una resiliencia notable. La variedad de coreógrafos con los que trabajó, su participación en estrenos fundamentales y su posterior contribución en la enseñanza, convierten su biografía en un testimonio del crecimiento y la internacionalización del ballet británico.

A día de hoy, sigue siendo un referente no solo por su talento interpretativo, sino también por su capacidad de trasladar conocimientos, fomentar la excelencia y sembrar nuevas raíces culturales en territorios alejados del núcleo europeo. El nombre de Philip Chatfield permanece asociado a una época dorada del ballet y a la expansión de esta disciplina en nuevas geografías.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Philip Chatfield (1927-VVVV). El virtuoso británico que llevó el ballet clásico a Nueva Zelanda". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/chatfield-philip [consulta: 29 de septiembre de 2025].