Jean-Louis Aumer (1774-1833). El coreógrafo visionario que revolucionó el ballet romántico
Jean-Louis Aumer fue una figura fundamental en la transición del ballet clásico al ballet romántico, destacando no solo por su talento como bailarín, sino también por su innovador trabajo como coreógrafo y maestro de ballet. Su legado perdura gracias a sus aportes escénicos, la creación de obras originales y su compromiso con el desarrollo de una narrativa dramática en la danza. A lo largo de su carrera, Aumer trabajó en las principales capitales culturales de Europa y dejó una huella imborrable en el repertorio coreográfico del siglo XIX.
Orígenes y contexto histórico
Nacido en Estrasburgo el 21 de abril de 1774, Jean-Louis Aumer creció en un entorno en el que la danza comenzaba a transformarse. El siglo XVIII fue testigo del auge de la Ilustración, lo que trajo consigo nuevas formas de expresión artística. Fue en este contexto en el que Aumer se formó como bailarín bajo la tutela de Jean Dauberval, uno de los creadores del ballet de acción. La influencia de Dauberval no solo marcó el estilo escénico de Aumer, sino también su compromiso con la coherencia narrativa dentro del ballet.
Posteriormente, se unió a la compañía de Jean-Georges Noverre en Londres. Noverre, pionero del ballet moderno, defendía la expresión dramática en la danza, y Aumer absorbió estos principios, aplicándolos más adelante en sus propias coreografías. Durante esta etapa temprana, participó en el estreno de los ballets Adélaide, ou La Bergère des Alpes y L’Union des Bergères, ambos en 1794.
La Revolución Francesa y el posterior ascenso napoleónico transformaron profundamente la escena artística europea. En este entorno cambiante, Aumer debutó en L’Académie Royale de Musique de París en 1798, consolidando su carrera en una de las instituciones más importantes del mundo del ballet.
Logros y contribuciones
Jean-Louis Aumer no solo fue un intérprete destacado, sino también un coreógrafo prolífico. Sus primeras creaciones surgieron mientras ejercía como maestro de ballet en el Théâtre de la Porte-Saint-Martin de París entre 1804 y 1806. Durante este periodo compuso:
-
Rosina et Lorenzo, ou Les Gondoliers de Venise (1805)
-
Jenny, ou Le Mariage Secret (1806)
-
Les Deux Créoles (1806), inspirada en la novela Paul et Virginie
El éxito definitivo le llegó con el ballet Les Amours d’Antoine et de Cléopâtre (1808), cuya música fue compuesta por Kreutzer. Esta obra, representada en L’Académie Royale de Musique, le granjeó reconocimiento en la corte de Jérôme Bonaparte, rey de Westfalia, quien lo nombró maestro de ballet del Teatro de la Corte de Cassel.
A lo largo de su carrera, Aumer trabajó en importantes ciudades europeas como Viena, Schoenbrunn, Milán y Londres, expandiendo su influencia y consolidando un estilo personal basado en la teatralidad, la elegancia y la integración narrativa.
Su regreso a París en 1820 marcó el comienzo de su etapa más fértil, donde creó numerosas obras para la Ópera de París:
-
Les Pages du Duc de Vendôme (1820), con música de Gyrowetz
-
La Fête Hongroise (1821)
-
Alfred le Grand (1822), junto a Dugazon y Gallenberg
-
Aline, Reine de Golconde (1823)
-
La Somnambule, ou l’Arrivée d’un Nouveau Seigneur (1827), con partitura de Hérold
-
La Muette de Portici (1828), con música de Auber
-
Lydie (1828), nuevamente con Hérold
-
La Belle au Bois Dormant (1829)
-
Guillaume Tell (1829), inspirada en la ópera de Rossini
-
Manon Lescaut (1830), con música de Halévy
Cada uno de estos ballets destacaba por su estructura dramática compleja, personajes bien definidos y un lenguaje coreográfico alineado con los ideales del ballet romántico, que estaba en plena gestación.
Momentos clave
A lo largo de su trayectoria, Jean-Louis Aumer vivió momentos decisivos que definieron su impacto en la historia de la danza. A continuación se presentan algunos de los más relevantes:
-
1794: Participa en los estrenos de Adélaide, ou La Bergère des Alpes y L’Union des Bergères con la compañía de Noverre.
-
1798: Debuta en L’Académie Royale de Musique de París.
-
1805-1806: Primeras coreografías en el Théâtre de la Porte-Saint-Martin.
-
1808: Éxito rotundo con Les Amours d’Antoine et de Cléopâtre, lo que le lleva a la corte de Westfalia.
-
1820-1830: Etapa de mayor producción coreográfica en París.
-
1828: Introduce La Fille mal Gardée de Jean Dauberval al repertorio francés.
-
1831: Se retira oficialmente en la Opera de Normandía.
-
1833: Fallece en París el 6 de julio.
Relevancia actual
Aunque muchos de los ballets de Aumer no se conservan en repertorio activo, su influencia conceptual y estructural perdura. Fue uno de los primeros coreógrafos en incorporar de forma sistemática la narrativa dramática en la danza, sirviendo de puente entre los ideales neoclásicos del siglo XVIII y las emociones intensas del romanticismo que florecería plenamente en la década de 1830 con obras como Giselle.
Su visión integradora del arte escénico, donde el movimiento, la música y la escenografía se complementan, sentó las bases para el desarrollo del ballet como espectáculo total. Además, su labor como maestro fue decisiva en la formación de nuevos talentos en una época en la que París era el epicentro mundial del ballet.
El hecho de haber traído de vuelta La Fille mal Gardée al repertorio francés en 1828 representa otro de sus grandes logros. Esta obra, una de las más emblemáticas de la danza clásica, permanece vigente en compañías de todo el mundo.
Jean-Louis Aumer es recordado como un coreógrafo visionario y sensible al espíritu de su tiempo, capaz de combinar el virtuosismo técnico con la profundidad emocional. Su carrera internacional y su compromiso con la evolución del ballet le aseguran un lugar destacado en la historia de la danza escénica.
Su nombre se asocia hoy con la consolidación del ballet romántico, una forma artística que rompió con la rigidez formalista para dar paso a nuevas formas de contar historias con el cuerpo y la música.
aumer-jean-louis