Atienza Caro, Miguel (1902-1990).


Célebre picador de toros español, nacido en Trebujena (Cádiz) el 7 de julio de 1902, y muerto en Jérez de la Frontera (Cádiz) el18 de junio de 1990. Miembro de una de las más afamadas y prolíficas dinastías de varilargueros de todos los tiempos, fue padre del renombrado picador madrileño Miguel Atienza Burgos, y hermano de otros cuatro picadores: Juan, José, Florencio y Ramón Atienza Caro.

Fue el mayor de todos los hermanos Atienza que se especializaron en la ejecución de la suerte de varas, y el que más destaco en su práctica. La primera vez que salió al ruedo a lomos de una montura fue el día 1 de abril de 1923, en la pequeña plaza madrileña de Tetuán de las Vicitorias. Después de haber militado en las cuadrillas de las figuras más sobresalientes de su tiempo, se cortó la coleta el día 20 de octubre de 1957, en la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid).

Entre los grandes maestros del Arte de Cúchares a los que acompañó en su montura Miguel Atienza Caro, es obligado destacar al madrileño Marcial Lalanda del Pino, al toledano Domingo López Ortega (“Domingo Ortega”), al segoviano Victoriano de la Serna y Gil, al cordobés Manuel Rodríguez Sánchez (“Manolete”), al gaditano Rafael Ortega Domínguez y al venezolano César Antonio Girón Díaz (“César Girón”). Además, también tuvo ocasión de trabajar a las órdenes de otros espadas tan esforzados como los recién aludidos, pero algo menos afortunados (v. gr., el bilbaíno Martín Agüero Ereño, el madrileño Antonio Márquez Serrano y el cordobés José María Martorell Navas).

A pesar de tan brillante historial taurino, Miguel Atienza Caro ha pasado también a la historia del Arte de Cúchares por haber sido el creador de la malhadada suerte de la carioca (llamada también del señor Atienza), consistente en tapar la salida al toro girando la montura en la misma dirección en que el astado busca la huida, para tenerlo así pegado al peto y castigarlo cuanto se quiera. Aunque puede entenderse como un recurso para sujetar a los toros mansurrones en la suerte de varas -y con este fin parece ser que la inventó Miguel Atienza-, en la actualidad ha degenerado hasta convertirse en un vicio habitual en todos los varilargueros.