Fray Payo Enríquez de Rivera (1622–1684): Teólogo Ilustrado y Virrey Justo de la Nueva España
Orígenes y formación intelectual
Nacimiento en Sevilla y ascendencia noble
Fray Payo Enríquez de Rivera nació en Sevilla en 1622, en el seno de una familia noble aunque marcada por una situación irregular: era hijo ilegítimo de Fernando Afán de Ribera y Enríquez, duque de Alcalá y comandante militar de plaza en Andalucía. A pesar de las limitaciones sociales que esto implicaba en el siglo XVII, su linaje aristocrático influyó poderosamente en su posterior ascenso tanto en el ámbito religioso como político. Su infancia transcurrió en el entorno andaluz, donde recibió los primeros rudimentos de educación.
Ingreso en la orden de San Agustín
Su vocación religiosa lo llevó a ingresar a temprana edad en la orden de San Agustín, una de las más influyentes en la vida eclesiástica y académica del imperio español. En ella no solo profundizó su espiritualidad, sino que encontró un cauce para su brillante inteligencia. Destacó rápidamente como pensador y se convirtió en maestro de teología, consolidando su prestigio en los círculos intelectuales de la época.
Trayectoria como teólogo y docente universitario
Afán de Ribera desarrolló una intensa labor como docente en varias instituciones de renombre. Enseñó en las universidades de Osuna, Burgos, Valladolid y Alcalá de Henares, donde además trabó relación con personalidades clave del poder imperial. Uno de los momentos más significativos de esta etapa fue su encuentro con el rey Felipe IV, quien pronto le profesó una gran estima. Esta relación resultaría decisiva en su posterior promoción eclesiástica, permitiéndole acceder a cargos de alto nivel en América.
Ascenso eclesiástico y prestigio en Guatemala
Nombramiento como obispo en América Central
Gracias al favor real, fue designado obispo de Guatemala, una de las diócesis más relevantes del continente americano. Este nombramiento marcó el inicio de una década clave en su carrera, durante la cual no solo ejerció funciones religiosas sino también administrativas y sociales, consolidando una imagen de líder justo y piadoso.
Diez años de gobierno eclesiástico en Guatemala
Durante diez años en Guatemala, fray Payo dejó una profunda huella entre los fieles y autoridades. Se labró una fama de santidad, desinterés y rectitud, cualidades que serían constantemente recordadas por cronistas y contemporáneos. Su acción pastoral combinaba una sólida formación teológica con una genuina preocupación por el bienestar del pueblo, lo que cimentó su prestigio en la región.
Los elogios no tardaron en llegar. En una época marcada por las tensiones sociales y los desafíos coloniales, su figura fue percibida como un bálsamo de equilibrio y templanza. Su labor fue reconocida tanto en los círculos religiosos como en los civiles, anticipando su posterior designación como arzobispo de México y virrey de Nueva España.
Camino al Virreinato de Nueva España
Arzobispado de México y contexto político
En 1667, fray Payo fue trasladado a Valladolid (actual Morelia) como obispo de Michoacán. Poco después, fue promovido al arzobispado de México, el cargo eclesiástico más importante del virreinato. Su nombramiento coincidió con una situación política compleja: el virrey designado, el duque de Veragua, padecía graves problemas de salud y había aceptado el cargo solo por compromiso con la Corona. Ante esa eventualidad, la regente Mariana de Austria emitió un pliego secreto con instrucciones precisas en caso de incapacidad del virrey.
La muerte del duque de Veragua y pliegos secretos
Al llegar a México y revelarse el contenido de los pliegos, se constató que, de ocurrir la muerte o renuncia del duque, el arzobispo fray Payo Enríquez de Rivera debía asumir el cargo de virrey interino de Nueva España. Este documento, cuidadosamente preparado, fue activado el 13 de diciembre de 1673, cuando Payo fue oficialmente investido con el poder virreinal.
Nombramiento interino como virrey en 1673
El nuevo virrey no era un político al uso. Llegaba con un bagaje intelectual, espiritual y moral que inspiraba confianza en todos los sectores. Su nombramiento fue muy bien recibido tanto por las autoridades como por la población, deseosa de estabilidad tras años de incertidumbre. Comenzaba así un mandato que se extendería por siete años, durante los cuales fray Payo se revelaría como uno de los virreyes más admirados de la época.
Principios de un gobierno estimado
Reacción positiva de las autoridades y la población
El recibimiento del nuevo virrey fue entusiasta. La Audiencia, la Inquisición y otros cuerpos de gobierno lo aceptaron con entusiasmo, sabiendo que estaban ante un hombre sabio, justo y desinteresado. La reputación de su labor en Guatemala precedía su llegada y fue un factor determinante en generar una atmósfera de respeto y cooperación en el inicio de su mandato.
Características personales según cronistas
Diversos cronistas de la época retratan a fray Payo como un hombre “modesto, grave y desinteresado”. El padre Vetancourt, testigo de su gestión, lo describió como alguien que aderezó el Palacio Virreinal, construyó caminos, promovió limosnas y socorrió a la Corona con fondos propios. Se trataba de un gobernante espiritual, pero también práctico y eficiente, capaz de conjugar la mansedumbre con la justicia, y la liberalidad con la economía, como subrayaban los testimonios.
Ejercicio justo y equilibrado del poder
Durante sus primeros años como virrey, fray Payo consolidó su estilo de gobierno: equilibrado, sin ostentaciones, pero profundamente comprometido con el bienestar del virreinato. Su administración fue ejemplar por su transparencia y su capacidad para resolver conflictos, atender necesidades y ejecutar obras duraderas. Los cronistas afirmaban que su legado serviría como modelo para generaciones futuras de gobernantes.
Políticas militares y defensa del territorio
Fortificación de las costas contra los ingleses
Uno de los primeros desafíos que enfrentó fray Payo Enríquez de Rivera como virrey fue la presencia de destacamentos ingleses en las costas del Golfo de México y del mar Caribe, especialmente en zonas estratégicas como Coatzacoalcos y la Laguna de Términos. Ante esta amenaza, ordenó una ofensiva que involucró a milicias voluntarias de la costa de Barlovento, logrando la expulsión de los invasores y el restablecimiento del control virreinal sobre estas regiones.
Control sobre Coatzacoalcos y Laguna de Términos
Su actuación no se limitó a expulsar a los enemigos. Fray Payo impulsó una política de reforzamiento defensivo, mediante la construcción y ampliación de fortificaciones militares, en particular en Campeche, ciudad portuaria esencial para el comercio del virreinato. Este esfuerzo permitió disuadir futuros ataques y fortalecer la presencia española en puntos vulnerables del litoral.
Refuerzo de Campeche y pacificación del norte
La preocupación por la seguridad territorial se extendía también al norte del virreinato, donde las tribus indígenas mantenían frecuentes revueltas. Fray Payo ordenó el despliegue de destacamentos militares hacia la región de Nuevo México, facilitando la fundación de la villa de Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) en 1677. Esta fundación tuvo un doble propósito: militar y evangelizador, ya que ofrecía un punto de apoyo para el avance misional franciscano.
Obras públicas y desarrollo urbano
Construcción de puentes y calzadas
Su labor administrativa se reflejó también en importantes mejoras urbanas. Uno de sus proyectos más reconocidos fue la construcción de más de veinte puentes de cal y canto en la Ciudad de México, que sustituyeron las antiguas pasarelas de madera sobre los canales. Esta transformación no solo facilitó el tránsito sino que redujo significativamente los riesgos de accidentes y colapsos.
Remodelación del Palacio Virreinal y de la iglesia de San Agustín
Paralelamente, fray Payo impulsó la remodelación del Palacio Virreinal, adecuándolo a las funciones de gobierno. También inició la reconstrucción de la iglesia de San Agustín, destruida anteriormente por un incendio. Este templo, décadas más tarde, albergaría la Biblioteca Nacional, lo que habla de la visión duradera de sus intervenciones arquitectónicas.
Fundación de Paso del Norte (Ciudad Juárez)
La fundación de Paso del Norte fue una decisión estratégica en múltiples niveles. Se trataba de un punto de confluencia cultural y religioso entre colonos españoles y comunidades indígenas. Además, facilitaba las comunicaciones con el norte y el acceso a la provincia de Nuevo México, entonces escenario de rebeliones constantes. Esta ciudad, nacida bajo el impulso de fray Payo, crecería con los siglos hasta convertirse en un centro urbano clave del norte mexicano.
Ingeniería hidráulica y obra monumental
La gran obra del desagüe del Valle de México
Uno de los proyectos más monumentales de su virreinato fue la continuación de las obras del desagüe del Valle de México, una empresa que desde el siglo anterior intentaba resolver las graves inundaciones provocadas por los lagos circundantes. Fray Payo tomó este desafío con decisión, promoviendo la apertura de un gran cauce hidráulico que permitiera a las aguas escapar del valle cerrado por cordilleras.
Colaboración con Manuel Cabrera y éxito técnico
Para este cometido, confió en el padre Manuel Cabrera, fraile franciscano y superintendente de las obras hidráulicas. Cabrera, pese a estar rodeado de polémicas técnicas y políticas, fue respaldado por el virrey. La decisión se reveló acertada, ya que en 1674 —el año más lluvioso de la década— el sistema de desagüe funcionó eficazmente, evitando los desastres que solían acompañar el exceso de lluvias en la capital.
Impacto a largo plazo según Alexander von Humboldt
Décadas más tarde, el científico Alexander von Humboldt calificó esta empresa como “el proyecto más gigantesco de América”, reconociendo tanto su escala como su impacto en el urbanismo y la salubridad de la Ciudad de México. Aunque el sistema requeriría ajustes posteriores, su ejecución durante el mandato de fray Payo fue fundamental para contener las amenazas hídricas y transformar el espacio urbano.
Política económica, tribus del norte y piratería
Reformas en la acuñación de monedas
Durante su mandato, fray Payo enfrentó la problemática de la acuñación de monedas de oro, autorizadas desde 1675 pero producidas en volúmenes muy limitados respecto a la plata. En 1679, se prohibió que los virreyes cobraran su salario en oro, medida que él mismo promovió para evitar desigualdades y preservar la estabilidad económica del virreinato, en un contexto de fluctuación monetaria.
Revueltas indígenas y protección de Santa Fe
Las revueltas de tribus como los tanos, picuriés y tehecas afectaron seriamente la zona norte. Estas comunidades llegaron a incendiar el pueblo de San Cristóbal y asesinar a sus habitantes, lo que provocó el refugio masivo en Santa Fe y Paso del Norte. Las guerras indígenas habían comenzado desde 1675 con la expansión misionera de los jesuitas en la provincia de los papigoches, posteriormente llamada La Purísima. En paralelo, los franciscanos se instalaron en Nueva Vizcaya y Nuevo León, reforzando la red evangelizadora.
Ataques piratas en Pánuco y Campeche
No menos grave fue la actividad de piratas en las costas del Golfo de México. A partir de 1676, se registraron ataques en Pánuco y Campeche, donde quinientos bandidos tomaron el puerto, asesinaron a los soldados de la guarnición y capturaron mujeres y bienes. Fray Payo actuó con rapidez, enviando refuerzos y consolidando las defensas marítimas para evitar que estos hechos se repitieran.
Últimos años de gobierno y retiro espiritual
Reconocimiento por parte de Carlos II
En 1676, se celebró en México la llegada a la mayoría de edad del nuevo monarca, Carlos II, evento acompañado por fastuosos festejos. En los documentos reales, el rey expresaba su admiración por el gobierno prudente y eficaz de fray Payo, solicitando incluso que continuara en el cargo más allá de su periodo, como muestra de la confianza de la Corona en su capacidad.
Conflictos comerciales y situación productiva
El virreinato también fue escenario de decisiones económicas impuestas desde España, como la erradicación de las moreras en 1679, ordenada para proteger los intereses de los fabricantes de seda peninsulares. Sin embargo, la economía novohispana seguía mostrando vitalidad: la cría de abejas prosperaba en Yucatán, y la producción de cochinilla en Oaxaca ganaba valor en los mercados internacionales.
Renuncia voluntaria y retorno a la vida monástica
A pesar de los ruegos de la corte, fray Payo solicitó su relevo en 1680, tanto del virreinato como del arzobispado. Su petición fue aceptada en mayo y él se ocupó personalmente de poner en orden todos los asuntos pendientes, entregando cuentas hasta del último gasto. Cedió sus bienes personales a un asilo de huérfanos y donó su biblioteca al Oratorio de San Felipe Neri, reafirmando su desinterés material.
Legado y percepción histórica
Donaciones finales y vida en retiro
Tras su dimisión, partió hacia España acompañado únicamente por un criado, gesto que ilustraba su vida austera y desprendida. Eligió como destino el convento de Santa María del Risco, en Ávila, aunque algunas fuentes mencionan el convento de San Agustín en Alcalá de Henares. Allí, entregado nuevamente a la vida monástica, continuó su existencia con discreción y piedad.
Fallecimiento en 1684 y su memoria como virrey modelo
Fray Payo Enríquez de Rivera falleció el 8 de abril de 1684, dejando tras de sí una estela de admiración tanto en América como en España. Su legado como virrey se consolidó en la memoria colectiva como paradigma de virtud, eficiencia y honestidad, una rareza en la administración colonial del siglo XVII. Su nombre permanece inscrito entre aquellos pocos gobernantes cuyo ejercicio del poder fue acompañado de integridad, espiritualidad y compromiso con el bien común.
MCN Biografías, 2025. "Fray Payo Enríquez de Rivera (1622–1684): Teólogo Ilustrado y Virrey Justo de la Nueva España". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/afan-de-ribera-payo-enriquez [consulta: 16 de octubre de 2025].